Webinar Ceprome abordó la prevención como compromiso y responsabilidad de todos

31
Jul
2020

Chile.- El 31 de julio se desarrolló el seminario “La prevención del abuso en la Iglesia latinoamericana”, un esfuerzo coordinado por CEPROME y el Vatican Safeguarding Taskforce, en alianza con el CCP, el CELAM, la CLAR, diferentes Conferencias Episcopales y grupos de investigación de América Latina que se ocupan de analizar los temas relacionados con el abuso sexual de niños, niñas, adolescente y adultos vulnerables.

La prevención del abuso sexual en la Iglesia latinoamericana es el tema que abordaron, desde una mirada interdisciplinaria, los expositores del Seminario Web que se realizó este viernes 31 de julio vía Zoom y Facebook Live. Este webinar es un esfuerzo coordinado por CEPROME, el Vatican Safeguarding Taskforce, en alianza con el CCP, el CELAM, la CLAR, diferentes Conferencias Episcopales y grupos de investigación de América Latina que se ocupan de analizar los temas relacionados con el abuso sexual de niños, niñas, adolescente y adultos vulnerables.

El seminario fue dividido en cuatro módulos, partiendo con las intervenciones del arzobispo de Malta, Charles Scilcluna y el sacerdote jesuita, Hans Zollner. Mons. Scicluna destacó la importancia de la escucha empática de las personas que han sido víctimas de abuso, esto implica “la posibilidad de comprender no solo el sufrimiento de la víctima, sino también el sufrimiento con la víctima”. (…) “La experiencia que tuve, personalmente, cuando conocí a tantas víctimas de abuso sexual, siempre me ha dejado una señal profunda en mi alma, como pastor, como sacerdote, pero también como hombre. Debemos escuchar a la víctima porque podemos entender cuan grande es el trauma y cuan grande es el flagelo del abuso sexual. Escuchar a la víctima nos cambia a medida que escuchamos”, señaló.

El padre Zollner, por su parte, profundizó en la necesidad de generar un cambio espiritual a partir de los casos de abuso sexual cometidos por clérigos. Para avanzar en este sentido, planteó dos preguntas, desde su punto de vista, indispensables “¿Estamos realmente arrepentidos?, ¿Estamos dispuestos a pagar la reparación justa?”. La centralidad de estos cuestionamientos se basa en la comprensión de la fe católica comunitaria, en la que todos realmente nos sentimos responsables de lo ocurrido. Al igual que Mons. Scicluna, Zollner también valoró la escucha de las víctimas: “No escuchando a las víctimas, no hemos escuchado a nuestro Señor que ha sufrido con ellas”.

En el segundo módulo participaron el trabajador social laico, Andrew Azzopardi y el padre Jordi Bertomeu. Andrew Azzopardi se refirió a la necesidad de generar un cambio cultural al interior de la Iglesia, que apunte a una cultura de la protección. “cuando envío a mis hijos a participar de las actividades de la Iglesia quiero estar seguro que están a salvo. Para que esto suceda la Iglesia necesita generar una cultura de prevención, que influya en cada persona, que entre en contacto con ella en su trabajo pastoral. (…) Todos los que conforman la Iglesia. “sacerdotes, religiosos, empleados y voluntarios, necesitan tener un objetivo en común, cumplir su misión divina en el mundo mientras protegen el bienestar de los niños y adultos vulnerables”.

El padre Bertomeu analizó en su presentación diversos elementos del Vademecum publicado por el Vaticano, recientemente. El sacerdote valoró, en particular, el carácter de esta herramienta: “Podemos aplaudir la voluntad del Papa de ofrecer este manual, como un ulterior instrumento para que facilite la persecución de los abusos sexuales de menores cometidos por clérigos, que tanto dolor, tanto descrédito y tanta vergüenza han causado en la Iglesia. No es un documento novedoso por lo que contiene, (…) es novedoso porque expone este cambio de mentalidad tan necesario en la Iglesia. Para que la Iglesia, sea lo más pronto posible, un lugar justo para las víctimas. Una sociedad con unas relaciones más sanas entre sus miembros, y que por tanto pueda ser ejemplar en la sociedad, en todo el mundo. Y, sobre todo, un espacio seguro para la infancia y la juventud”.

El tercer módulo estuvo a cargo de la psicóloga laica, Josefina Martínez y el sacerdote, director de Ceprome, Daniel Portillo. Josefina Martínez centró su presentación en la experiencia adquirida en la atención a víctimas, junto con su participación en diversos organismos dedicados a la prevención abusos sexuales al interior de la Iglesia. En su relato aseguró: “Nos anima sentir que debemos estar a la altura de quiénes fueron víctimas, que en nuestro país han alzado la voz con dolor, firmeza y valentía”, señalando la importancia de abordar el abuso sexual eclesial: “¿Por qué es necesaria esta verdad? ¿Qué sentido tiene encarar el horror? ¿Por qué es fundamental sostener un malestar, la indignación que nos producen mirar la realidad del abuso cometido en ambientes eclesiales? Yo podría decir que casi la totalidad de los sobrevivientes que se acercan a la Iglesia a denunciar un abuso repiten la expresión “para que nunca más”, conmueve. Todos ellos afirman con fuerza la necesidad de verdad, para asegurar que no vuelvan a repetirse episodios de tanta angustia y oscuridad”.

El padre Portillo reflexionó en torno al alcance de la prevención en las Iglesia Latinoamericana, señalando que, en la actualidad, “le corresponde a la Iglesia reconocer con pesar sus negligencias, revisar su cercanía en las situaciones humanas más trágicas, valorar si su actual misión en el mundo llega a proteger a la feligresía o, por el contrario, se muestra pasiva ante los actos de injusticia sobre la dignidad humana. Para la Iglesia, “la prevención del abuso sexual no es una cosa secundaria, debería estar en la médula de su misión evangelizadora”, concluyó.

El cuarto y último módulo de esta instancia, que contó con un gran número de personas conectadas a través de Zoom y Facebook, comenzó con la presentación del arzobispo de Mendoza, Sergio Buenaventura, quien ofreció su mirada en relación al ministerio episcopal y la prevención, haciendo hincapié en que “el cuidado de los más vulnerables, constituye parte fundamental de nuestro ministerio como obispos. Siempre lo ha sido, pero hoy interpela con más fuerza nuestra conciencia. Me interesa subrayar este aspecto: la buena salud del cuidado pastoral del rebaño es directamente proporcional a la buena salud de nuestro ministerio episcopal. La crisis de los abusos es una crisis del ministerio pastoral de los obispos. Así como el abuso sexual no es solo un problema de tal o cual clérigo -sino que revela una disfunción más o menos profunda en el modo de vivir el ministerio- así también las sistemáticas fallas en la respuesta a los abusos, sacan a la luz un modo deficiente de ejercer nuestro ministerio episcopal. Es imprescindible confrontarnos con esta realidad, identificando los mecanismos que han dado lugar a estos fallos”.

La última expositora fue la hermana María Rosaura González, parte de la Comisión de Cuidado y Protección de niños, niñas, adolescentes y adultos vulnerables de la Conferencia Latinoamericana y Caribeña de Religiosas y Religiosos. En su ponencia señaló: “El horizonte de la prevención es la creación de una nueva cultura relacional que consolide “la cultura del buen trato” en la Iglesia. Es decir, donde haya un religioso, una religiosa, un miembro de la Iglesia tiene que ser un lugar seguro para los niños y niñas”.

Revisa el video completo de esta actividad.

Prensa CEV
Nota de prensa Comunicaciones CECh
31 de julio de 2020