El Episcopado Venezolano
Las diócesis que, sucesivamente, fueron fundadas en el territorio que corresponde a la actual Venezuela: Coro (21 de junio de 1531), primera diócesis de Venezuela, trasladada después a Caracas, (7 de marzo de 1638); Caracas (20 junio de 1637); Mérida (17 febrero de 1778); Ciudad Bolívar (20 mayo de 1790); Maracaibo (28 julio de 1897), abarcaban amplios territorios y estaban muy aisladas entre sí. Era muy difícil comunicarse y trasladarse de un lugar a otro. A lo largo del período colonial, y casi durante el primer siglo de la Venezuela independiente, los Obispos que estuvieron al frente de las mismas constituían un escaso número y, en la práctica, se encontraban aislados. Por lo mismo no se puede hablar de un cuerpo colegiado propiamente tal.
Será a comienzos del siglo XX, después del Concilio Plenario Latinoamericano (celebrado en Roma, del 28 de mayo al 9 de julio de 1899), cuando se pueda hablar del Episcopado Venezolano. Precisamente, en 1904, encontramos la «Instrucción Pastoral», fruto de la primera conferencia (aquí la palabra conferencia equivale a reunión) del Episcopado Venezolano. Pero, en cierta manera, se vislumbra el nacimiento de lo que, a partir del Concilio Vaticano II, y como el mismo estatuyó, se conocerá como Conferencia Episcopal Venezolana.
Los Obispos, como «Episcopado Venezolano», se reunirán cuando lo juzguen oportuno y, como miembros del Episcopado, firmarán los documentos colectivos. Bajo la denominación de Conferencia Episcopal, encontramos que, en 1972, firman el documento: Comunicado de la Conferencia Episcopal ante el proceso electoral, con las respectivas rúbricas de Mons. Críspulo Benítez Fontúrvel, Presidente de la Conferencia Episcopal Venezolana y de Mons. R. Ovidio Pérez Morales, Secretario Permanente.