Vaticano.- El Pontífice inaugura los Estados Generales de la Natalidad promovidos por el Foro de Asociaciones Familiares junto con el primer ministro italiano Mario Draghi. El Papa critica la situación en la que se encuentran tantas mujeres en el trabajo, temerosas de que un embarazo pueda suponer un despido, hasta el punto de llegar a ocultar su barriga.
Por un lado, el «desconcierto por la incertidumbre laboral», por otro, los «temores dados por los costes cada vez menos sostenibles de la crianza de los hijos» y la «tristeza» por las mujeres «que en el trabajo se ven desanimadas a tener hijos o tienen que esconder la barriga». Todas ellas son «arenas movedizas que pueden hundir a una sociedad» y contribuyen a hacer aún más «frío y oscuro» ese invierno demográfico que ya es constante en Italia. El Papa Francisco inauguró los trabajos de los Stados Generales de la Natalidad, el encuentro promovido por el Foro de Asociaciones Familiares en el Auditorium de la via de la Conciliazione en Roma y dedicado al destino demográfico de Italia y del mundo.
Asistencia del Primer Ministro italiano Mario Draghi
El Pontífice llegó hacia las 9:00 horas al vestíbulo de la gran estructura situada a pocos pasos de la Plaza de San Pedro. El Primer Ministro, Mario Draghi, también está presente, y a su discurso le seguirá el de otros invitados en tres mesas temáticas: representantes de bancos, empresas, compañías de seguros, medios de comunicación, deportes, todos reunidos para debatir y contar de forma coral el tema de la natalidad en un país que ha visto reducirse los nacimientos en un 30% de aquí a 2020.
La mitad de los jóvenes piensa tener más de dos hijos
Esta es precisamente la tendencia que hay que «invertir» para «volver a poner a Italia en movimiento, a partir de la vida, a partir del ser humano», dice Francisco al comienzo de su discurso, en el que dirige su pensamiento sobre todo a los jóvenes cuyos sueños se han roto en el hielo de este duro invierno, desanimados hasta el punto de que «sólo la mitad cree que podrá tener dos hijos en su vida».
«Italia se encuentra así desde hace años con el menor número de nacimientos de Europa», señala el Pontífice, «en lo que se está convirtiendo en el viejo continente no ya por su gloriosa historia, sino por su avanzada edad.»
«Cada año es como si una ciudad de más de doscientos mil habitantes desapareciera, en 2020 tocó el número más bajo de nacimientos desde la unidad nacional: no sólo por Covid, sino por una tendencia continua y progresiva a la baja, un invierno cada vez más duro».
Padres desgarrados entre el hogar y el trabajo, los abuelos botes salvavidas
El Papa cita al Presidente de la República Italiana, Sergio Mattarella, cuando reiteró que «las familias no son el tejido conectivo de Italia, las familias son Italia». A continuación, dirige su mirada a la realidad de las muchas familias que en estos meses de pandemia «han tenido que hacer horas extras, dividiendo sus hogares entre el trabajo y la escuela, con sus padres actuando como profesores, técnicos informáticos, obreros, psicólogos». Sin olvidar los «sacrificios» que se exigen a los abuelos, «verdaderos botes salvavidas para las familias», así como «la memoria que nos abre al futuro».
«Para que el futuro sea bueno, es necesario, por tanto, atender a las familias, especialmente a las jóvenes, asaltadas por preocupaciones que corren el riesgo de paralizar sus proyectos de vida».
Es triste ver cómo las mujeres se ven obligadas a ocultar su barriga en el trabajo
A propósito de parálisis, el Papa critica la situación en la que se encuentran tantas mujeres en el trabajo, temerosas de que un embarazo pueda suponer un despido, hasta el punto de llegar a ocultar su barriga.
«¿Cómo es posible que una mujer sienta vergüenza por el regalo más hermoso que la vida puede ofrecer? No la mujer, sino la sociedad debería avergonzarse, porque una sociedad que no acoge la vida deja de vivir. Los niños son la esperanza que hace nacer a un pueblo».
Un aplauso al cheque único
Por parte del Obispo de Roma, también se elogia la aprobación de la asignación única para cada niño. Se espera que «este subsidio responda a las necesidades concretas de las familias, que han hecho y hacen tantos sacrificios, y marque el inicio de reformas sociales que pongan a los niños y a las familias en el centro». Si las familias no están en el centro del presente, no habrá futuro; pero si las familias vuelven a empezar, todo volverá a empezar.
La primacía del don
El escenario es difícil y el futuro incierto, pero el Papa Francisco ya ve una «primavera» en el horizonte. Para llegar a ella ofrece tres «pensamientos». En primer lugar, el «don»:
«Todo don se recibe, y la vida es el primer regalo que cada persona ha recibido… Estamos llamados a transmitirlo. Y un niño es el mayor regalo para todos y es lo primero».
«La falta de hijos, que provoca el envejecimiento de la población, afirma implícitamente que todo acaba en nosotros, que sólo cuentan nuestros intereses individuales». La «primacía del don» se ha olvidado, sobre todo en las sociedades más acomodadas y consumistas. «De hecho, vemos que donde hay más cosas, suele haber más indiferencia y menos solidaridad, más cerrazón y menos generosidad».
Sostenibilidad generacional
El segundo pensamiento es la sostenibilidad. Sostenibilidad económica, tecnológica y medioambiental, por supuesto, pero también «sostenibilidad generacional». «No podremos alimentar la producción y proteger el medio ambiente si no estamos atentos a las familias y los niños. El crecimiento sostenible viene de aquí»: esto es lo que dice el Papa Francisco, pero es ante todo la historia la que nos lo enseña con la reconstrucción de la posguerra. «No hubo reinicio sin una explosión de nacimientos». E incluso hoy, en la «situación de reinicio» en la que nos encontramos a causa de la pandemia, «no podemos seguir modelos de crecimiento miopes, como si para prepararnos para el mañana sólo hicieran falta algunos ajustes apresurados. No, la dramática tasa de natalidad y las aterradoras cifras de la pandemia exigen un cambio y responsabilidad».
Mantenerse joven no es hacerse selfies y retocarse, sino poder reflejarse un día en los ojos de sus hijos
El Papa cuestionó entonces la escuela, que «no puede ser una fábrica de nociones que se vierten sobre los individuos», sino «un tiempo privilegiado de encuentro y crecimiento humano». En la escuela, en definitiva, no sólo «notas» sino «rostros» para madurar, porque «para los jóvenes es fundamental entrar en contacto con modelos elevados, que formen el corazón además de la mente».
«Es triste ver a modelos que sólo se preocupan por aparentar, siempre guapas, jóvenes y en forma. Los jóvenes no crecen gracias a los fuegos artificiales de la apariencia, maduran si se sienten atraídos por quienes tienen el valor de perseguir grandes sueños, de sacrificarse por los demás, de hacer el bien al mundo en que vivimos. Y mantenerse joven no pasa por hacerse selfies y retocarse, sino por poder reflejarse un día en los ojos de sus hijos».
A veces, de hecho, «se transmite el mensaje de que realizarse significa ganar dinero y tener éxito, mientras que los hijos parecen casi una diversión, que no debe obstaculizar las aspiraciones personales». Esta mentalidad es, según Francisco, «una gangrena para la sociedad y hace insostenible el futuro».
Solidaridad estructural
La tercera palabra es, finalmente, «solidaridad». Una solidaridad «estructural», es decir, no ligada a la emergencia sino estable para las estructuras de apoyo a las familias y de ayuda a los nacimientos.
«En primer lugar, se necesitan políticas familiares amplias y con visión de futuro: no basadas en la búsqueda de un consenso inmediato, sino en el crecimiento del bien común a largo plazo. Aquí radica la diferencia entre gestionar los asuntos públicos y ser buenos políticos. Es urgente ofrecer a los jóvenes garantías de un empleo suficientemente estable, seguridad para sus hogares, incentivos para no abandonar el país».
Economía, empresas que promueven vidas y no sólo beneficios
Esta tarea concierne también de cerca a la economía: «¡Qué maravilloso sería ver aumentar el número de empresarios y empresas que, además de producir beneficios, promueven la vida, que estén atentos a no explotar nunca a las personas con condiciones y horarios de trabajo insostenibles, que llegen a distribuir parte de las ganancias a los trabajadores, con el fin de contribuir a un desarrollo inestimable, el de las familias!», exclamó el Papa. «Es un reto no sólo para Italia, sino para muchos países, a menudo ricos en recursos, pero pobres en esperanza».
Formar informando: una información «tamaño familiar»
La solidaridad también debe declinarse en el ámbito de la información, sobre todo hoy que «están de moda los giros y las palabras fuertes». Por otra parte, «el criterio para formar informando no es la audiencia, ni la polémica, sino el crecimiento humano». En otras palabras, lo que se necesita es una «información de tamaño familiar», en la que se hable de los demás «con respeto y delicadeza, como si fueran sus propios parientes» pero que, al mismo tiempo, «saque a la luz los intereses y las tramas que perjudican el bien común, las maniobras que giran en torno al dinero, sacrificando a las familias y a las personas».
«Sin natalidad no hay futuro»
Para terminar, una palabra sencilla y sincera: «Gracias». «Gracias a cada uno de ustedes y a todos los que creen en la vida humana y en el futuro. A veces te sentirás como si estuvieras clamando en el desierto, luchando contra molinos de viento. Pero adelante, no te rindas, porque es hermoso soñar lo bueno y construir el futuro. Y sin natalidad no hay futuro».