Cuarta predicación de Cuaresma del Cardenal Cantalamessa

26
Mar
2021

Vaticano.- En esta nueva predicación de Cuaresma en preparación a la Pascua, a la que asistió esta mañana el Papa Francisco, junto a los Cardenales, Arzobispos, Obispos, Prelados de la Familia Pontificia, con los empleados de la Curia Romana y del Vicariato de Roma y los Superiores generales o los Procuradores de las Órdenes religiosas pertenecientes a la Capilla Pontificia, el Predicador de la Casa Pontificia abordó el tema de la persona de Jesús de Nazaret

Esta mañana a las 9.00, al igual que los viernes anteriores, tuvo lugar en el Aula Pablo VI de la Ciudad del Vaticano, la cuarta predicación de Cuaresma a cargo del Cardenal Raniero Cantalamessa. En esta nueva cita de meditación en preparación a la Pascua, a la que asistió el Papa Francisco, junto a los Cardenales, Arzobispos, Obispos, Prelados de la Familia Pontificia, con los empleados de la Curia Romana y del Vicariato de Roma y los Superiores generales o los Procuradores de las Órdenes religiosas pertenecientes a la Capilla Pontificia, el Predicador de la Casa Pontificia abordó el tema de la persona de Jesús de Nazaret.

A partir de los Hechos de los Apóstoles, que narran el episodio de la llegada del rey Agripa a Cesarea, a quien el gobernador Festo le presenta el caso de Pablo custodiado por él, a la espera de juicio, el Cardenal Cantalamessa explicó que este detalle, aparentemente secundario, “se resume la historia de los veinte siglos que siguieron a ese momento”.

“Todo sigue girando en torno a un tal Jesús que el mundo considera que está muerto y la Iglesia proclama que está vivo…”

Jesús de Nazaret está vivo

Y precisamente sobre esto el Predicador propuso su última meditación, es decir, “¡que Jesús de Nazaret está vivo!”. Que “no es un recuerdo del pasado”; “un personaje, sino una persona”, que “vive según el Espíritu”, es decir, de “una forma de vivir más fuerte que según la carne porque le permite vivir dentro de nosotros, no fuera, o al lado”.

En su reexamen del dogma, el Cardenal Cantalamessa recordó asimismo la “etapa fundamental” del Concilio de Éfeso, en 431, en el que se definió el título de María Theotokos, “Madre de Dios”. Y explicó que su objetivo final sólo se logró en el Concilio de Calcedonia en 451, “con la fórmula de la cual retomamos la parte relativa a la unidad de Cristo”:

“Siguiendo, pues, a los Santos Padres, todos a una voz enseñamos que ha de confesarse a uno solo y el mismo Hijo, nuestro Señor Jesucristo, conservando, más bien, cada naturaleza su propiedad y concurriendo en una sola persona y en una sola hipóstasis”

Después de recordar que para la recepción completa de la definición de Nicea se necesitó un siglo, el Predicador afirmó que “para la recepción completa de esta otra definición hicieron falta todos los siglos siguientes, hasta nuestros días”. De hecho, prosiguió:

“Sólo gracias al reciente clima de diálogo ecuménico, se ha podido restablecer la comunión entre la Iglesia Ortodoxa y las llamadas Iglesias Nestorianas y Monofisitas del Oriente Cristiano”

La Iglesia lee la Escritura de una manera siempre nueva

El Purpurado destacó “para revitalizar el dogma”, su dimensión subjetiva y existencial, para lo cual se refirió a San Gregorio Magno y a San Ireneo, quien escribió que “la verdad revelada”, “es como un licor precioso contenido en una vasija valiosa”, que por obra del Espíritu Santo, “siempre rejuvenece y rejuvenece incluso al jarrón que la contiene”. De manera que “la Iglesia es capaz de leer la Escritura y el dogma de una manera siempre nueva, porque ella misma es hecha nueva por el Espíritu Santo”.

Hoy nadie niega que Cristo sea una persona

“El dogma de la única persona de Cristo – dijo el Predicador – es también una estructura abierta, es decir, capaz de hablarnos hoy, de responder a las nuevas necesidades de la fe, que no son las mismas que en el siglo V. Hoy nadie niega que Cristo sea una persona”. Y agregó textualmente:

Lo más importante hoy en día, sobre el dogma de Cristo ‘una persona’, no es tanto el adjetivo ‘una’, cuanto el sustantivo ‘persona’. No tanto el hecho de que sea ‘uno e idéntico a sí mismo’, ‘unus et idem’, cuanto que sea una ‘persona’. Esto significa descubrir y proclamar que Jesucristo no es una idea, un problema histórico y ni siquiera sólo un personaje, sino una persona ¡y una persona viva!

Prensa CEV
Nota de prensa de Vatican News
26 de marzo de 2021