La enseñanza de Agustín al hombre contemporáneo

28
Ago
2020

Vaticano.- De él se aprende la introspección interior y la búsqueda de Dios a través de la razón y la fe. Pero San Agustín, a quien la Iglesia recuerda hoy, también nos enseña a leer la historia a la luz de la Providencia. Entrevista al Padre Giustino Casciano, Prior Provincial de la Provincia Agustina de Italia, Carta del Prior General a todos los Agustinos.

«Los Padres de la Iglesia se llaman con razón aquellos santos que, con la fuerza de la fe, la profundidad y la riqueza de sus enseñanzas, han regenerado y aumentado mucho la Iglesia en los primeros siglos», escribió Juan Pablo II en su Carta Apostólica Patres Ecclesiae. Y entre los Padres de la Iglesia está San Agustín, Obispo de Hipona, que con su ministerio pastoral y sus obras contribuyó enormemente al desarrollo de la doctrina cristiana.

San Agustín el pastor

Si con su experiencia de vida el prelado africano nos enseña a recorrer el camino de la interioridad para encontrar a Dios y comprender su Palabra con fe y razón, a través de diversos escritos responde también a las grandes preguntas del hombre sobre la existencia, sobre el bien y el mal, sobre la historia. Y hay muchas homilías en las que Agustín aborda temas de actualidad, cuenta a sus fieles sobre las costumbres paganas, les ayuda a leer la realidad a la luz del Evangelio. Como pastor, durante 35 años, dirigió su diócesis en la ortodoxia cristiana y, en espera de su episcopalis audientiae, tuvo que resolver aquellas controversias civiles que los ciudadanos de Hipona le sometieron como árbitro de disputas, algo que le acercó aún más a su pueblo; se dirigieron a él por su alabanza arbitral por parte de las multitudes de litigantes, paganos y cristianos. Todo esto le llevó a tratar problemas concretos y a tratar con herejías y cuestiones teológicas, mientras que sus sermones encantaron tanto a la audiencia que pudo tenerlos atentos durante horas.

La providencia en la historia

A una edad madura, entre 413 y 426, Agustín escribió La Ciudad de Dios, ofreciendo una lectura de la historia a través de la lente de la fe católica. En los 22 libros que lo componen, el mundo es descrito como el fruto de la «ciudad terrenal», marcada por el pecado y el amor propio del hombre, y de la «ciudad celestial», el lugar de la Gracia y el amor de Dios. Pero, para el Obispo de Hipona, en todas las civilizaciones hay hombres que pertenecen a una u otra. Además, viendo a la Providencia como una guía para toda la historia, cada evento y cada acontecimiento personal se ilumina con un significado. La de Agustín en La Ciudad de Dios es una reflexión filosófica, teológica y política. 

El Padre Giustino Casciano, Prior Provincial de la Provincia Agustina de Italia, explica lo que hay que recuperar hoy de este trabajo: «La Ciudad de Dios» fue escrita por Agustín cuando Roma cayó en manos de los godos. Este evento verdaderamente epocal sacudió a la gente, las conciencias de ese tiempo, y causó la acusación contra los cristianos de ser la causa de la ruina de la ciudad de Roma, de la ciudad eterna. Y Agustín quiere, escribiendo «La Ciudad de Dios», responder a estas acusaciones.

‘Dice que no es por el cristianismo que Roma se ha vuelto débil y ha caído en manos de los bárbaros, sino que es por la corrupción moral, la corrupción de las costumbres, que Roma ha perdido su esplendor y su grandeza. Se debilitó a causa del hombre, que siguió más pasiones que su propia inteligencia, su destino eterno. Creo que es interesante reflexionar sobre la situación actual del mundo, sobre el hecho de que estamos viviendo esta crisis de la epidemia mundial que ha afectado a todos los pueblos. La reflexión de Agustín puede ser muy interesante para tener una visión de la historia del mundo, donde el cristianismo puede dar tanta luz, donde la fe cristiana puede ofrecer tantas salidas’.

A la pregunta «¿Cómo se dirigiría Agustín al mundo de hoy?», el Prior responde que «Agustín habla mucho al hombre de hoy. El hombre contemporáneo se siente muy cercano a él; está a más de 1600 años de distancia, pero su lenguaje, su forma de ser y su postura, lo hacen muy, muy relevante. Creo que Agustín hablaría, sobre todo, a nivel antropológico, hablaría al corazón de la gente, a su necesidad de felicidad, de seguridad. Creo que sería muy interesante escucharlo hablar o escribir en la sociedad actual. Y es tarea de nosotros los Agustinos hacerlo vivo, actual, en nuestra sociedad».

Prensa CEV
Nota de prensa de Vatican News
28 de agosto de 2020