Vaticano.- La subsecretaria para el Sector Multilateral de la Sección de Relaciones con los Estados de la Secretaría de Estado intervino en el 72º Comité Ejecutivo del Programa de las Naciones Unidas para los Refugiados en Ginebra. Un pensamiento para los afganos, para que en su patria o en los países de acogida «puedan vivir con dignidad».
Una «crisis de solidaridad», un reto «apremiante» para nuestros días, un desafío que cuestiona «nuestra conciencia como familia de naciones»: con estas palabras define Francesca Di Giovanni la cuestión de los refugiados, recordando que «en muchas regiones del mundo, millones de ellos no pueden disfrutar de sus derechos fundamentales» y reiterando que «los países de acogida no han recibido el apoyo adecuado». De hecho, algunos países han puesto en marcha una «estrategia de externalización» que el subsecretario tacha de «insostenible», porque «evita la responsabilidad directa de los grandes flujos de migrantes y refugiados mediante acuerdos que los detienen, a menudo indefinidamente, en puntos estratégicos de su viaje». Por el contrario, los países deben «buscar estrategias que involucren a todos como socios iguales», como prevé el Global Compact for Refugees (Pacto Mundial para los Refugiados) que, advierte Di Giovanni, «sólo tendrá éxito si obtendrá la voluntad política necesaria».
Abrir corredores humanitarios para los más vulnerables
Acciones «concretas y significativas», por tanto, son las que espera la Santa Sede, lo que significa conceder visados humanitarios de forma «eficaz, juiciosa y generosa»; abrir «corredores humanitarios para los más vulnerables» y «garantizar la reunificación familiar». Al mismo tiempo, la jefe de la delegación de la Santa Sede lanza un llamamiento para «abordar las causas de los conflictos y la inestabilidad, para que las personas puedan permanecer en paz y seguridad en sus países de origen». En particular, Di Giovanni dirigió su pensamiento a Afganistán, donde los talibanes volvieron al poder en agosto, con difíciles consecuencias para la población. Haciéndose eco del llamamiento del Papa Francisco lanzado en el Ángelus del 5 de septiembre, deseó que «todos los afganos, ya sea en casa, en tránsito o en los países de acogida, puedan vivir con dignidad, en paz y fraternidad con sus vecinos».
Aliviar las sanciones económicas, agravan la crisis humanitaria
Es «esencial», por tanto, ofrecer «protección y una acogida segura», también porque en determinadas situaciones «las crisis humanitarias se ven agravadas por las sanciones económicas» que acaban afectando a los miembros más vulnerables de la población. La Santa Sede «comprende las razones para imponer sanciones», dice Di Giovanni, «pero no las considera eficaces y espera que se suavicen». La subsecretaria señala el creciente impacto del cambio climático y las catástrofes naturales en los desplazamientos forzados como ulterior motivo de preocupación. Esto exige «una conversión y una acción más radicales», explica, porque «la crisis climática tiene un rostro humano» y no se puede ignorar «el sufrimiento» que acompaña a la historia de cada persona.
Asistencia sanitaria basada en el derecho a la vida para todos
A continuación, hizo un firme llamamiento a la «necesidad de proteger el derecho a la salud», especialmente para los refugiados, los migrantes, las mujeres y los niños, categorías «especialmente en riesgo». No se puede permitir, insta, que «la ideología determine el acceso a la sanidad o lo condicione a la aceptación de conceptos sanitarios que no tienen consenso internacional o que atentan contra la dignidad humana e ignoran las creencias religiosas». Por el contrario, el acceso a la asistencia sanitaria debe garantizarse a través de «leyes y políticas no discriminatorias e integrales, centradas en el bien de toda persona humana y basadas en el derecho a la vida para todos, desde la concepción hasta la muerte natural».
Sin fraternidad, no hay justicia
El discurso de Di Giovanni termina con un llamamiento a «una mayor conciencia de nuestra fraternidad», porque todos compartimos «la responsabilidad de cuidar de nuestros hermanos y hermanas, especialmente de aquellos cuya vida y libertad están amenazadas a causa de la raza, la religión, la nacionalidad, la persecución política o la pertenencia a un determinado grupo social». «Sin esta fraternidad», concluye «es imposible construir una sociedad justa y una paz sólida y duradera.
Prensa CEV
Nota de prensa de Vatican News
05 de octubre de 2021