Este 9 de septiembre, el Director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, Matteo Bruni, presentó el 34º Viaje Apostólico del Papa Francisco a Hungría y Eslovaquia. “En Budapest la peregrinación en honor al Santísimo Sacramento”. En Eslovaquia el abrazo a un pueblo herido por el totalitarismo, pero con la mirada puesta en el futuro. Para la salud del Papa la acostumbrada precaución.
Vaticano. El 34º Viaje Internacional del Papa Francisco, que marca 54 países visitados en todo el mundo, pretende ser «una peregrinación al corazón de Europa, durante la cual el Papa abordará temas de interés para todo el continente». Pero sobre todo quiere ser «un viaje espiritual», que comienza con la adoración de la Eucaristía y termina con la invocación orante a la Virgen de los Dolores que, en este siglo, no ha dejado de velar por las tierras eslavas heridas por el totalitarismo. En estas breves frases del portavoz vaticano, Matteo Bruni, se condensan los cuatro días que Francisco vivirá del 12 al 15 de diciembre próximos, primero en Budapest, para celebrar la clausura del Congreso Eucarístico Internacional, y después en Eslovaquia, con parada en la capital Bratislava y en otras tres ciudades: Prešov, Košice y Šaštin.
El encuentro con las autoridades de Hungría
Un viaje con una fuerte connotación espiritual. Por eso es conveniente «evitar mezclar otro tipo de lecturas con la más espiritual», dijo Bruni, en respuesta a algunas preguntas de los periodistas reunidos en la Oficina de Prensa del Vaticano para la conferencia de presentación del viaje. Las preguntas se centraron en particular en el encuentro del Papa con el Primer Ministro Viktor Orbán el domingo por la mañana, antes de la Misa en la Plaza de los Héroes. «Es un encuentro con las más altas autoridades del país, y evidentemente entre ellas está Orban», afirmó Bruni, explicando que la presencia del primer ministro con su familia en la Misa papal «será confirmada por los húngaros».
Una peregrinación en honor a la Eucaristía
«Es una peregrinación en honor del Santísimo Sacramento», señaló el portavoz vaticano, recordando que la génesis de este viaje se remonta precisamente al deseo del Papa de estar cerca de los cientos de hombres y mujeres que, desde el pasado domingo, participan en el Congreso Eucarístico. En particular, para presidir la Misa final, llamada Statio Orbis porque se celebró como si «imaginariamente y en espíritu» reuniera a toda la Orbe cristiana.
Viajes de Juan Pablo II a Eslovaquia
«Entonces Hungría abrió sus puertas a Eslovaquia», recordó Bruni. El propio Papa, en la rueda de prensa de su vuelo de regreso de Irak en marzo, revelando el proceso interno que acompaña a la elección de los lugares a visitar, había explicado, de hecho, que uno de sus colaboradores le había aconsejado ir de Budapest a Bratislava, que está «a dos horas en coche». Una corta e hipotética etapa que se convirtió, en cambio, en un viaje de setenta y dos horas por las principales ciudades de esta región de Europa Central y Oriental, muchas de las cuales Juan Pablo II ya había visitado en tres viajes: en 1991, 1996 y 2003, dos años antes de su muerte.
En aquel momento, Wojtyla hizo un llamamiento a la Iglesia y a las comunidades cristianas para que participaran en la reconstrucción de una sociedad que se recuperaba lentamente de los horrores del nazismo y de los «errores y sufrimientos» del régimen comunista. Un escenario ciertamente diferente al que Francisco encontrará la próxima semana. Sin embargo, «los pueblos y las tierras son los mismos» y en el alma de muchos hombres y mujeres aún pesan las heridas de aquellos años oscuros. «El Papa visita pueblos que sufrieron un régimen represivo de la fe y de la libertad religiosa», con Obispos, sacerdotes, monjas, laicos encarcelados, torturados, martirizados, sacerdotes ordenados en secreto en las fábricas donde trabajaban, pero también «cristianos orgullosos de haber resistido, a veces hasta el derramamiento de sangre, el mal y la persecución».
Prensa CEV
Nota de Vatican News
09 de septiembre de 2021