Vaticano.- Es necesario un compromiso común para salvar vidas humanas. Lo expresó el cardenal secretario de Estado de la Santa Sede en la víspera del 36º viaje apostólico de Francisco a Malta. Parolin reitera que la visita se centrará en los necesitados, en el fenómeno de la migración y en la esperanza de que cesen todas las guerras como aquella que se está combatiendo en Ucrania.
Acoger, proteger, promover e integrar. Con motivo de la visita del Papa a Malta, el secretario de Estado de la Santa Sede, Pietro Parolin, recuerda los cuatro verbos que Francisco indica para abrazar a quienes huyen de guerras, persecución, violencia o busca un futuro mejor, invitando a toda Europa a la participación y responsabilidad. Central en la visita es el anuncio del Evangelio para dar «razones de vida y esperanza que tanto necesitamos en el mundo actual». El viaje, aplazado en 2020 a causa de la epidemia de COVID-19, tiene lugar durante la guerra en Ucrania. El cardenal, que como es habitual estará al lado del Papa, reitera el dolor de Francisco por el conflicto en curso y su esperanza de que las armas callen.
Eminencia, ¿con qué espíritu se prepara para partir el Papa?
R. – Ciertamente, este es un viaje muy esperado, precisamente porque ya ha sido aplazado una vez a causa del Covid y, al mismo tiempo, tiene lugar en este contexto de guerra que está preocupando enormemente al Santo Padre. Así que imagino que hará este viaje con el dolor fuerte que ya ha manifestado en muchas ocasiones en los últimos meses, en las últimas semanas por lo que está ocurriendo en Ucrania y repetirá, imagino, su llamamiento para que cesen los combates, para que callen las armas y se continúe a dialogar porque, de hecho, las negociaciones ya están en marcha aunque no parece que hayan llegado a ningún resultado concreto. Así que será un espíritu de dolor y participación en el sufrimiento de esa población y una invitación a poner fin a la guerra.
Malta está situada en medio del «desierto azul», como el Papa llamó al Mediterráneo. Un lugar que recuerda el drama de las migraciones. Europa está haciendo mucho por los refugiados ucranianos, ¿qué más se puede hacer por los que cruzan el Mare Nostrum en busca de esperanza?
R. – Mientras tanto, damos gracias al Señor porque estamos asistiendo a un verdadero concurso de solidaridad con respecto a los prófugos, los refugiados de Ucrania. Es realmente admirable lo que los distintos países europeos están haciendo por ellos. Espero que esta trágica experiencia pueda realmente ayudar a hacer crecer, a aumentar la sensibilidad hacia la otra migración, aquella que viene del sur, y me parece que en este sentido no hay alternativa a una colaboración y a una participación en las responsabilidades de las «cargas», llamémoslas así, entre todos los países europeos, especialmente entre los de arribo, del primer arribo y luego los de tránsito y destino. Así que, en primer lugar se trata de la prioridad -el Papa lo ha repetido a menudo- es salvar vidas, salvar vidas en el mar y esto puede hacerse aumentando las rutas disponibles para la migración regular. Y luego, más en el origen, debemos trabajar para que nadie se vea obligado a abandonar su patria a causa de situaciones de conflicto, de situaciones de inseguridad o de subdesarrollo. Por lo tanto, hay que invertir en los países de origen, especialmente en términos de desarrollo económico, estabilidad política, buen gobierno y respeto de los derechos humanos. Y, al mismo tiempo, combinar esos cuatro verbos que nos ha indicado el Papa: acoger, proteger, promover e integrar, y hacerlo realmente juntos. Ningún Estado puede asumir la responsabilidad por sí solo. Necesitamos un compromiso común que debe compartirse también con la sociedad civil, incluidos los grupos religiosos y la Iglesia católica en particular.
Después de Grecia y Chipre, el Papa llegará a la isla del naufragio de San Pablo. Una etapa más tras los pasos del gran evangelizador de los Gentiles. Hemos entrado en el décimo año de este Pontificado: ¿cuál es el balance que se puedes hacer, mirando en particular a la Iglesia en salida que quiere Francisco?
R. – Me parece significativo que en este décimo año de pontificado se produzca este viaje a Malta, porque Malta está ligada a la figura de San Pablo, que es el evangelizador por excelencia, y si hay una nota que ha caracterizado insistentemente el pontificado de Francisco, es precisamente la de la llamada, de la invitación a la Iglesia a hacerse misionera, a hacerse cada vez más misionera, a llevar el anuncio del Evangelio a todos, en cualquier situación. Así que esta salida misionera con dos características que creo que son típicos énfasis del Papa Francisco, es decir, ir hacia las personas concretas, encontrarlos allí en las situaciones en las que se encuentran viviendo, que pueden ser situaciones positivas, negativas o situaciones críticas. Por supuesto, su invitación es precisamente la de una conversión misionera, y para convertirse se necesita tiempo y buena voluntad. Pero creo que esta llamada ha calado hondo en la vida de la Iglesia y que, por tanto, hay una voluntad de la mayoría de ponerse en marcha en esta dirección para anunciar el Evangelio a los hombres de hoy y dar razones, sobre todo a través del anuncio del Evangelio, razones de vida y de esperanza que tanto necesitamos en el mundo actual.
El Papa Francisco será el tercer Pontífice que visite Malta, un país con una Iglesia que se enfrenta a los retos típicos de las sociedades occidentales. ¿Cómo podemos vivirlos, combinando identidad y diálogo?
R. – También la Iglesia de Malta se enfrenta a los problemas que tiene que enfrentar un poco la Iglesia en todos los países occidentales. Hay una gran tradición religiosa y de proximidad, de cercanía a la gente y a sus necesidades, basta pensar en las muchas obras que existen en Malta en cuanto a la caridad, la atención a los últimos, la atención a los enfermos, a los discapacitados y luego toda la educación, el tema mismo de la emigración que hemos mencionado antes y la atención de la Iglesia. Por otro lado, se ha producido un cierto declive de la práctica religiosa y un cierto desmoronamiento de los valores cristianos sobre los que se fundaba la sociedad. Creo que la respuesta es la que mencionábamos antes, que puede ser -y el Papa Francisco lo propone naturalmente- formular en el binomio discípulo-misionero. Donde, en mi opinión, discípulo indica identidad, una fuerte identidad cristiana que proviene de una relación personal con Jesucristo, del seguimiento de Jesucristo, el cristiano se identifica y su identidad es ser discípulo de Jesucristo y al mismo tiempo -el discípulo-misionero- esta apertura que debe traducirse sobre todo a través de un diálogo con el mundo de hoy. Un diálogo que se tanto de acogida y de criticidad incluso para los aspectos menos positivos de nuestra realidad y de nuestra sociedad.
El 85% de la población de Malta es católica. El Papa va a confirmarlos en la fe, ¿cuál es la esperanza?
R. – Espero que Malta se deje confirmar en la fe y que esta fe se traduzca en testimonio, en una toma de conciencia fuerte de la necesidad que tienen los cristianos malteses de dar testimonio de su fe en el sentido del anuncio. Podríamos recordar lo que decía Pablo: «Opportune et importune», en cualquier momento, en cualquier situación, que guste o que no guste, yo anuncio a Jesucristo, anuncio su Evangelio. Así que un testimonio que vaya en ese sentido y un testimonio que vaya en el sentido de encarnar la propia fe precisamente en la caridad y en la acogida y con respecto a los demás.
Prensa CEV
Nota de prensa de Vatican News
31 de marzo de 2022