Primera visita del Papa Juan Pablo II a Venezuela hace 35 años

27
Ene
2020

Caracas.- A las 3:53 p.m. del 26 de enero de 1985, el Papa Juan Pablo II, ahora santo, pisó por primera vez suelo venezolano, y no conforme con ello, lo besó. Se trató entonces de la primera vez que un Papa visitaba Venezuela.

Fue recibido por miembros de la Conferencia Episcopal Venezolana de aquella época, y por el entonces presidente, Jaime Lusinchi, con quien sostuvo una entrevista ese mismo día. A su llegada al aeropuerto de Maiquetía, tras escuchar el Himno Nacional y el Pontificio, dirigió sus palabras de salutación: “Me alegra poder encontrarme en persona con los habitantes de esta nación venezolana, que desde el primer momento me reciben con el gran sentido de acogida y hospitalidad que los distingue (…) Me complace particularmente que las finalidades de mi visita hayan encontrado un eco anticipado en la gran Misión Nacional, con la que tan numerosos agentes eclesiales han buscado no sólo renovar la fe, sino renovar el país por la conversión del corazón”.

La visita del Papa Juan Pablo II duró 3 días, y en ese tiempo visitó Caracas, Maracaibo, Mérida y Ciudad Guyana. El 27 de enero celebró una Santa Misa multitudinaria en Montalbán, Caracas, en unos terrenos que, en honor a su visita, recibieron el nombre de “Juan Pablo II”, y en el que más tarde fue edificada una urbanización con el mismo nombre.

Llegó recorriendo las calles de Montalbán en el papa móvil, y bendijo la imagen de la Virgen de Coromoto. Durante la Eucaristía, en su homilía, expresó: “Deseo que desde esta ciudad de Caracas, como desde un pórtico del continente, volvamos la mirada 500 años atrás, para postrarnos, junto con los descubridores, en actitud de alabanza y adoración al Dios creador de las maravillas del Nuevo Mundo”.

La tarde de ese mismo día, viajó a Maracaibo y ofició una Eucaristía en el Aeropuerto Grano de Oro, y durante su homilía señaló las características del catequista, indicando que “fe y conversión están íntimamente unidas”. “En la Palabra revelada está, efectivamente, la vida divina encarnada en el Verbo del Padre, en Cristo. Su mensaje es el objeto de nuestra fe, la razón de nuestra esperanza y la meta de nuestro amor. En esa capacidad y deber de la educación y de la catequesis, para acoger en su centro el mensaje íntegro de Jesús, está la esencia de su misión en el campo religioso”.

El 28 de enero, el Papa celebró una Misa en La Hechicera, Mérida, lugar en el cual expresó a los merideños: “Puede decirse con razón que los Andes constituye la reserva espiritual de la Nación”. Se refirió también a los desafíos de la Iglesia en cuanto a la fe, cuestionando a los venezolanos sobre ello: “¿A través de qué pruebas pasa la fe de los cristianos contemporáneos? ¿Cuáles son las pruebas en medio de las cuales ella debe madurar y crecer aquí, en Venezuela? ¿cómo debe ser esta fe para que la herencia apostólica responda verdaderamente a la herencia de los siglos? (…) Esa fe que ha sufrido y sufre los embates del laicismo y secularismo, debe ser renovada. Y renovar la fe es profundizar en el conocimiento de la doctrina católica (…) Solo esa fe renovada será capaz de conducir a la fidelidad: fidelidad a Jesucristo, a la Iglesia y al hombre”.

A su regreso a Caracas, participó en un acto especial realizado en el Estadio Olímpico de la UCV, junto a jóvenes de todo el país, a quienes manifestó: “En mi visita apostólica no podía faltar el encuentro, que tanto he deseado, con la gente joven de un joven país como es Venezuela”. Respondiendo a las inquietudes de los jóvenes sobre sus esperanzas a futuro, les dijo “Ante esta situación difícil alguno podría ceder a la fácil tentación de la huida, de la evasión (…) Frente a todo ello y a pesar de ello, habéis de salvar la esperanza, a la que os alienta vuestra misma condición de personas que se abren a la vida. Esa esperanza que tenéis de superar la situación recibida, de dejar para el futuro un clima religioso, social y humano más digno que el actual”.

Finalmente el 29 de enero de 1985, visitó Ciudad Guayana, donde celebró una Eucaristía en Alta Vista, durante la cual destacó que “el trabajo es para la familia y no la familia para el trabajo”, y afirmó que “a pesar de la fatiga y del esfuerzo que requiere, el trabajo no deja de ser un bien”. Durante su visita, un niño de nombre Adrián Guacarán, ofreció un canto en su honor que se volvió muy conocido y apreciado por los venezolanos: El Peregrino.

Con su regreso a Caracas la tarde de ese mismo día, culminó el que fue su XXVI viaje apostólico y sexto a Latinoamérica, partiendo a las 4:45 p.m. rumbo a Ecuador, volviendo a Venezuela por segunda vez en febrero de 1996. En su despedida, expresó: “Que el recuerdo de unos mom,entos vividos en el mutuo afecto, sea el clima en el que germinen frutos de fe renovada en cada corazón cristiano. El Papa, al marchar, os reitera la gran consiga de vuestra Misión Nacional: Venezolano, renueva tu fe. Y llévala a tu vida personal, a la familia, al empeño por la justicia, a la solidaridad con el pobre y con quien sufre. Marcho con la esperanza de que así será”.

Prensa CEV
27 de enero de 2020