Papa Francisco: “El documento de la UE sobre la Navidad es un anacronismo”

06
Dic
2021

Vaticano.- En su diálogo con los periodistas durante el vuelo de regreso de Grecia, Francisco habló del viaje, de los migrantes, de la fraternidad con los ortodoxos y del caso de la dimisión del arzobispo de París Aupetit, víctima “de la charlatanería”. «El documento de la UE sobre la Navidad es un anacronismo» de «laicismo aguado». Lo dijo el Papa Francisco respondiendo a las preguntas de los periodistas en el vuelo de regreso a Roma al final de su viaje a Chipre y Grecia.

Costandinos Tsindas (CYBC): Su Santidad, sus fuertes observaciones sobre el diálogo interreligioso, tanto en Chipre como en Grecia, han suscitado expectativas estimulantes a nivel internacional. Dicen que pedir perdón es lo más difícil de hacer. Usted lo ha hecho de modo espectacular. Pero, ¿qué tiene programado hacer el Vaticano para poner juntos al cristianismo católico y ortodoxo? ¿Está previsto un sínodo? Junto con el Patriarca Ecuménico Bartolomé, ha pedido a todos los cristianos que celebren en el 2025 los 17 siglos del primer Sínodo ecuménico de Nicea. ¿Cuáles son los pasos a seguir en este proceso? Por último, la cuestión del documento de la UE sobre la Navidad…

Sí, gracias. He pedido disculpas, he pedido disculpas ante Jerónimo, mi hermano Jerónimo, he pedido disculpas por todas las divisiones que hay entre los cristianos, pero sobre todo por aquellas que nosotros hemos provocado: los católicos. También he querido pedir disculpas, viendo la guerra por la independencia – Jerónimo me lo señaló – una parte de los católicos se pusieron del lado de los gobiernos europeos para impedir la independencia griega. En cambio, en las islas, los católicos de las islas apoyaron la independencia, incluso fueron a la guerra, algunos dieron su vida por la patria. Pero el centro – digamos así – en aquel momento se ponía del lado de Europa… no sé qué gobierno allí, cortaban el bacalao, pero así era la cosa. Y también el pedir disculpas por el escándalo de la división, al menos por aquello de lo que nosotros tenemos la culpa. El espíritu de autosuficiencia – se nos calla la boca cuando sentimos que debemos pedir perdón – a mí siempre me hace pensar que Dios jamás se cansa de perdonar, jamás, jamás… Somos nosotros los que nos cansamos de pedir perdón, y cuando no le pedimos perdón a Dios, difícilmente se lo pediremos a los hermanos. Es más difícil pedir perdón a un hermano que a Dios, porque sabemos que él dice: «Sí, ve, ve, ve, estás perdonado». En cambio, con los hermanos… está la vergüenza, y la humillación… Pero en el mundo de hoy se necesita la actitud de la humillación y del pedir perdón. En el mundo están sucediendo tantas cosas, muchas vidas perdidas, muchas guerras… ¿Cómo es que no pedimos perdón?

Volviendo a esto, de que he querido pedir disculpas por las divisiones, al menos por las que nosotros hemos provocado. Los demás (son) los responsables quienes lo piden, pero (por) los nuestros pido disculpas, y también por aquel episodio de la guerra en el que parte de los católicos se pusieron del lado del gobierno europeo, y los de las islas fueron a la guerra a defender… No sé si es suficiente…

Y también una última disculpa – esta me salió del corazón – una disculpa por el escándalo del drama de los migrantes, por el escándalo de tantas vidas ahogadas en el mar, etc.

Sobre el aspecto sinodal: sí, somos un solo rebaño, es cierto. Y hacer esta división – clero y laicos – es una división funcional, sí, de calificación, pero hay una unidad, un único rebaño. Y la dinámica entre las diferencias dentro de la Iglesia es la sinodalidad: es decir, escucharse mutuamente, e ir juntos. Syn odòs: avanzar juntos. Este es el sentido de la sinodalidad: que sus Iglesias ortodoxas, incluso las Iglesias católicas orientales, han conservado esto. La Iglesia latina, en cambio, se había olvidado del Sínodo, y fue San Pablo VI quien restableció el camino sinodal hace 54, 56 años. Y estamos haciendo un camino para adquirir el hábito de la sinodalidad, de caminar juntos.

Por último, usted se refirió al documento de la Unión Europea sobre la Navidad… esto es un anacronismo. En la historia, muchas, muchas dictaduras han intentado hacerlo. Piensa en Napoleón: a partir de ahí… Piensa en la dictadura nazi, en la comunista… es una moda de un laicismo aguado, agua destilada… Pero esto es algo que no funcionó durante la historia. Pero esto me hace pensar en algo, hablando de la Unión Europea, que creo que es necesario: la Unión Europea debe asumir los ideales de los padres fundadores, que eran ideales de unidad, de grandeza, y tener cuidado de no dar paso a las colonizaciones ideológicas. Esto podría acabar dividiendo a los países y (hacer) fracasar a la Unión Europea. La Unión Europea debe respetar a cada país tal y como está estructurado en su interior. La variedad de países, y no querer uniformar. Yo creo que no lo hará, no era su intención, pero tener cuidado, porque a veces vienen, y lanzan proyectos como éste y no saben qué hacer, no sé me viene en mente… No, cada país tiene su peculiaridad, pero cada país está abierto a los demás. Unión Europea: su soberanía, la soberanía de los hermanos en una unidad que respeta la singularidad de cada país. Y estar atentos a no ser vehículos de colonizaciones ideológicas. Por esto, eso de la Navidad es un anacronismo.

Iliana Magra (Kathimerini): Santo Padre, gracias por su visita a Grecia. Usted habló en el palacio presidencial de Atenas de que la democracia está retrocediendo, sobre todo en Europa, ¿a qué nación se refería?  ¿Qué les diría a los líderes que se declaran cristianos devotos pero que al mismo tiempo promueven valores y políticas antidemocráticas?

La democracia es un tesoro, un tesoro de civilización, y debe ser custodiado. Y no sólo custodiado por una entidad superior, sino custodiado entre los mismos países, [hay que] custodiar la democracia de los demás. 

Hoy tal vez veo dos peligros para la democracia: uno es el del populismo, que está un poco por aquí y otro por allá, y que empieza a mostrar las uñas. Pienso en un gran populismo del siglo pasado, el nazismo, que fue un populismo que defendiendo los valores nacionales, así lo decía, logró aniquilar la vida democrática, incluso la vida misma con la muerte de las personas, convirtiéndose en una cruenta dictadura. Hoy voy a decir, porque has preguntado por los gobiernos de de derecha, tengamos cuidado de que los gobiernos, no digo de derecha o de izquierda, digo otra cosa, tengamos cuidado de que los gobiernos no resbalen por este camino del populismo, de los llamados políticamente «populismos» , que no tienen nada que ver con el popularismo, que son la libre expresión de los pueblos, que se manifiestan con su identidad, su folklore, sus valores, su arte…. El populismo es una cosa [el popularismo es otra]. 

Por otra parte, se debilita la democracia, entra en un camino en el que lentamente [se debilita] cuando se sacrifican los valores nacionales, se diluyen hacia, digamos una palabra fea, pero no encuentro otra, hacia un «imperio», una especie de gobierno supranacional, y esto es algo que debe hacernos reflexionar. 

Tampoco debemos caer en los populismos, donde el pueblo se dice el pueblo, pero no es el pueblo, sino una dictadura de «nosotros y no los otros», piensa el nazismo, ni caer en diluir nuestras identidades en un gobierno internacional. Sobre esto hay una novela escrita en 1903 (dirán ustedes «¡qué anticuado está este Papa en la literatura!) escrita por Benson, un escritor inglés, El amo del mundo, que sueña con un futuro en el que un gobierno internacional con medidas económicas y políticas gobierna a todos los demás países, y cuando se tiene este tipo de gobierno, explica, se pierde la libertad y se intenta conseguir la igualdad entre todos; esto ocurre cuando hay una superpotencia que dicta el comportamiento económico, cultural y social a los demás países. 

La democracia se debilita por el peligro del populismo, que no es popularismo, y por el peligro de estas referencias a los poderes económicos y culturales internacionales. Esto es lo que se me ocurre, pero no soy politólogo, sólo digo lo que pienso. 

Manuel Schwarz (DPA): La migración no es sólo un tema central en el Mediterráneo. También afecta a otras partes de Europa. Se refiere a Europa del Este. Pensamos en el alambre de púas. ¿Qué espera de Polonia, de Rusia, por ejemplo?  Y de otros países como Alemania, de su nuevo gobierno…

Diré esto sobre la gente que impide la migración o cierra las fronteras. Ahora está de moda hacer muros o alambradas o incluso el alambre con concertinas (los españoles saben lo que significa). Es habitual hacer estas cosas para evitar el acceso…

Lo primero que diría es: piensa en el tiempo en que tú eras un migrante y no te dejaban entrar. Tú fuiste quien quiso escapar de tu tierra y ahora eres tú quien quiere construir muros. Esto hace bien. Porque los que construyen muros pierden el sentido de la historia, de su propia historia. De cuando eran esclavos de otro país.

Los que construyen muros tienen esta experiencia, al menos una gran parte de ella: la de haber sido esclavos. Y si llega una oleada de inmigrantes así, no se puede gobernar.

Diré esto: todo gobierno debe decir claramente «puedo recibir tantos…». Porque los gobernantes saben cuántos migrantes pueden recibir. Están en su derecho. Esto es cierto. Pero los migrantes deben ser acogidos, acompañados, promovidos e integrados.

Si un gobierno no puede acoger a más de un número determinado, debe dialogar con otros países, que se ocupen de los demás, cada uno de ellos. Por eso es importante la Unión Europea. Porque puede hacer que haya armonía entre todos los gobiernos para la distribución de los migrantes. 

Pensemos en Chipre, o en Grecia. O también Lampedusa, Sicilia. Los migrantes llegan y no hay armonía entre todos los países para enviarlos aquí, o allá. Falta esta armonía general. Repito la última palabra que dije: integrados. Integrados. Porque si no se integra al migrante, éste tendrá una ciudadanía de gueto. No sé si lo dije en el avión una vez. El ejemplo que más me impactó fue la tragedia de Zaventen.

Los chicos que protagonizaron aquella catástrofe en el aeropuerto eran belgas, pero hijos de migrantes guetizados y no integrados. Si no se integra a un inmigrante con educación, con trabajo, con cuidados, se corre el riesgo de tener un guerrillero, alguien que luego hace esas cosas. No es fácil acoger a los migrantes, resolver el problema de los migrantes, pero si no resolvemos el problema de los migrantes corremos el riesgo de hacer naufragar la civilización, hoy, en Europa, tal como están las cosas, nuestra civilización. No sólo naufragio en el Mediterráneo. No, nuestra civilización. Que los representantes de los gobiernos europeos se pongan de acuerdo. Para mí, un modelo de integración, de acogida, fue Suecia, que acogió a los migrantes latinoamericanos que huían de las dictaduras (chilenos, argentinos, brasileños, uruguayos) y los integró. Hoy en Atenas he ido a un internado. He mirado. Y le dije al traductor, pero aquí hay una ensalada de culturas. Están todos mezclados. Utilicé una expresión doméstica. Él respondió: Este es el futuro de Grecia. La integración. Crecer en la integración. Eso es importante. Pero hay otro drama que quiero subrayar.  Es cuando los migrantes, antes de llegar, caen en manos de traficantes que les quitan todo el dinero que tienen y los transportan en barcos.

Cuando los envían de vuelta, los traficantes los vuelven a tomar. Y en el Dicasterio para los Migrantes hay películas que muestran lo que ocurre en los lugares a los que van cuando son devueltos. Así es que no se puede simplemente acogerlos y dejarlos, sino que hay que acompañarlos, promoverlo, e integrarlos; así, si envío a un migrante de vuelta tengo que acompañarlo y promoverlo e integrarlo en su país; no dejarlo en la costa libia. Esto es crueldad. Si quieren más pregunten en el Dicasterio para la inmigración que tiene esa película.  También hay una película de «Open arms» que muestra esta realidad. Es doloroso. Pero arriesgamos la civilización. Arriesgamos la civilización. 

Cecile Chambraud (Le Monde): El jueves, cuando llegamos, nos enteramos de que había aceptado la dimisión del arzobispo de París Aueptit. ¿Por qué tanta prisa? Y respecto al informe Sauvé sobre los abusos: la Iglesia tenía una responsabilidad institucional y el fenómeno tenía una dimensión sistémica. ¿Qué piensa de esta declaración, y qué significa para la Iglesia universal?

Comienzo con la segunda pregunta. Cuando se hacen estos estudios debemos estar atentos a las interpretaciones que se hagan por sectores de tiempo. Cuando se hace un estudio durante un tiempo tan largo, está el riesgo de confundir el modo de sentir el problema de una época 70 años antes que la otra. Quisiera decir sólo esto como principio: una situación histórica debe interpretarse con la hermenéutica de la época, no con la nuestra. Por ejemplo, la esclavitud. Nosotros decimos: es una brutalidad. Los abusos de hace 70 o 100 años son una brutalidad. Pero la forma en que la vivían ellos no es la misma que hoy: por ejemplo, en el caso de los abusos en la Iglesia, la actitud era la de encubrir. Actitud que, lamentablemente, también se utiliza en gran cantidad de familias, en los barrios. Nosotros decimos, no, no está bien este encubrimiento. Pero es necesario interpretar siempre con la hermenéutica de la época, no con la nuestra. Por ejemplo, el famoso estudio de Indianápolis cayó por la falta de una interpretación correcta: algunas cosas eran verdaderas, otras no. Se mesclaban. Sectorizar ayuda. Respecto al informe: no lo he leído, he escuchado el comentario de los obispos franceses. Los obispos vendrán a verme este mes y les pediré que me expliquen la cuestión.

Con respecto al caso Aupetit, yo me pregunto, ¿qué cosa he hecho él tan grave como para tener que dar la dimisión. Que alguien me responda, ¿qué ha hecho?

No lo sabemos… un problema del gobierno u otra cosa. 

Y si no conocemos la acusación, no podemos condenar… Antes de responder yo diré: hagan las investigaciones, eh, porque se corre el peligro de decir: ha sido condenado. ¿Quién lo ha condenado?  La opinión pública, la charlatanería… no sabemos… si ustedes saben por qué, díganlo, en caso contrario no puedo responder. Y no sabrán porqué fue una falta de él, una falta contra el sexto mandamiento, pero no total, de pequeñas caricias y masajes que hacía a la secretaria, ésta es la acusación. Esto es pecado, pero no es de los pecados más graves, porque los pecados de la carne no son los más graves. Los más graves son aquellos que tienen más carácter angelical: la soberbia, el odio. Así que Aupetit es un pecador, como lo soy yo – no sé si usted se siente… tal vez – como ha sido Pedro, el obispo sobre el que Jesucristo ha fundado la Iglesia. Cómo es que la comunidad de aquel tiempo había aceptado a un obispo pecador, y él tenía una pecaminosidad con tanto carácter angelical, como era ¡renegar a Cristo! Porque era una Iglesia normal, estaba acostumbrada a sentirse pecadora siempre, todos, era una Iglesia humilde. Se ve que nuestra Iglesia no está acostumbrada a tener un obispo pecador, hacemos de cuenta para decir: mi obispo es un santo… No, este pequeño birrete rojo… todos somos pecadores. Pero cuando la charlatanería crece, crece, crece y le quita la fama a una persona, no, no podrá gobernar porque ha perdido su fama, no por su pecado, que es pecado – como el de Pedro, como el mío, como el tuyo – sino por el parloteo de las personas. Por esto acepté su dimisión, no en el altar de la verdad, sino en el altar de la hipocresía.

Vera Scherbakova (Itar-Tass): Ha visto a los líderes de las Iglesias ortodoxas y ha pronunciado bellas palabras sobre la comunión y la reunificación: cuando se encontrará con Cirilo, ¿qué proyectos comunes tienen y qué dificultades ve en este camino?

En el horizonte no muy lejano está un encuentro con el Patriarca Kyrill, creo que la semana que viene Ilarion vendrá a verme para acordar un posible encuentro. El Patriarca tiene que viajar, quizás a Finlandia, y yo estoy siempre dispuesto a ir a Moscú, para dialogar con un hermano. Para dialogar con un hermano no hay protocolos, un hermano ortodoxo que se llame Cirilo, Cristóstomo, Jerónimo, y cuando nos encontramos no bailamos el minué, nos decimos las cosas a la cara, pero como hermanos. Y es bueno ver a los hermanos discutiendo porque pertenecen a la misma madre, la Madre Iglesia, pero están un poco divididos, algunos por su herencia, otros por la historia que los ha dividido. Pero debemos intentar ir juntos, trabajar y caminar en unidad y por la unidad. Agradezco a Jerónimo, a Crisóstomo y a todos los patriarcas que tienen este deseo de caminar juntos. El gran teólogo ortodoxo Ziziulas que estudia escatología bromeando dijo una vez: ¡encontraremos la unidad en el Escatón! Allí habrá unidad. Pero es una manera para decir: no debemos quedarnos quietos esperando que los teólogos se pongan de acuerdo. Aquello que dicen que Atenágoras le dijo a Pablo VI: pongamos a todos los teólogos en una isla para que discutan y vayamos juntos a otra parte. Pero esto es una broma. Dejemos que los teólogos sigan estudiando porque esto es bueno para nosotros y nos lleva a una buena comprensión para encontrar la unidad. Pero mientras tanto avancemos juntos, rezando juntos, haciendo caridad juntos. Sé de Suecia, por ejemplo, que tiene Cáritas luterana y católica juntas. Trabajar juntos y rezar juntos, esto podemos hacerlo, el resto que lo hagan los teólogos, que no entendemos cómo se hace.