Vaticano.- «Doy gracias al Señor por esta peregrinación», dijo el Santo Padre tras haber rezado el Ángelus en la Solemnidad de la Inmaculada Concepción de la Virgen María, agradeciendo también a todas las personas que lo acompañaron en su reciente viaje apostólico por medio de la oración y «a los pueblos de esos dos queridos países, con sus autoridades civiles y religiosas, por el afecto y la amabilidad con que me acogieron!». «A todos les repito: ¡Gracias!», añadió.
Después de haber rezado la oración mariana del Ángelus junto a los fieles y peregrinos reunidos en la Plaza de San Pedro el miércoles 8 de diciembre, Solemnidad de la Inmaculada Concepción de la Virgen María, el Papa Francisco dedicó unas palabras de agredecimiento a Chipre y Grecia, países que visitó recientemente en el marco de su viaje apostólico del 2 al 6 de diciembre.
«Doy gracias al Señor por esta peregrinación», dijo el Santo Padre agradeciendo también a todas las personas que lo acompañaron por medio de la oración y «a los pueblos de esos dos queridos países, con sus autoridades civiles y religiosas, por el afecto y la amabilidad con que me acogieron. A todos les repito: ¡Gracias!».
En cuanto a Chipre, el Obispo de Roma puntualizó que es una perla en el Mediterráneo: «Una perla de rara belleza que, sin embargo, lleva la huella del alambre de espino, el dolor de un muro que la divide».
Allí, el Papa reconoció sentirse en familia: «Encontré hermanos y hermanas en todos. Aprecio cada encuentro, especialmente la misa en el estadio de Nicosia. Me conmovió mi querido hermano ortodoxo Crisóstomo, cuando me habló de la Iglesia Madre: como cristianos vamos por caminos separados, pero somos hijos de la Iglesia de Jesús, que es Madre y que nos acompaña, nos protege, nos hace avanzar, todos hermanos. Mi deseo para Chipre es que sea siempre un laboratorio de fraternidad, en el que el encuentro prevalezca sobre la confrontación, en el que acojamos a nuestros hermanos, especialmente cuando son pobres, descartados, migrantes».
En este sentido, Francisco insistió en que, ante la historia, ante los que migran, «no podemos callar» y no podemos dar la espalda:
“En Chipre, como en Lesbos, pude mirar a los ojos de este sufrimiento: por favor, miremos a los ojos de los descartados que encontramos, dejémonos provocar por los rostros de los niños, hijos de migrantes desesperados. Dejémonos conmover por su sufrimiento para reaccionar ante nuestra indiferencia; ¡miremos sus rostros, para despertarnos del sueño de la costumbre!”
Por otro lado, expresando su gratitud con Grecia, el Papa explicó que también allí recibió una acogida fraternal.
“En Atenas me sentí inmerso en la grandeza de la historia, en la memoria de Europa: humanismo, democracia, sabiduría, fe. También allí experimenté la mística del conjunto: en el encuentro con mis hermanos obispos y la comunidad católica, en la misa festiva celebrada el día del Señor, y luego con los jóvenes que habían venido de tantos lugares, algunos desde muy lejos, para vivir y compartir la alegría del Evangelio. Y de nuevo experimenté el regalo de abrazar al querido arzobispo ortodoxo Ieronymos: primero me acogió en su casa y al día siguiente vino a visitarme. Llevo esta fraternidad en mi corazón”
El Obispo de Roma, concluyó confiando a la Santa Madre de Dios «las numerosas semillas de encuentro y de esperanza que el Señor ha esparcido en esta peregrinación. Les pido que sigan rezando para que germinen en paciencia y florezcan en confianza».
Prensa CEV
Nota de prensa de Vatican News
08 de diciembre de 2021