Al comentar la liturgia del día antes de rezar el Ángelus dominical, el Papa Francisco recordó que el valor de una persona no depende del papel que desempeña, de su éxito, su trabajo o su dinero. “La grandeza y el éxito, a los ojos de Dios, tienen otro nivel: se miden por el servicio”. E invocó a María, humilde sierva del Señor, para que “nos ayude a comprender que servir no nos disminuye, sino que nos hace crecer. Y que hay más alegría en dar que en recibir”
Vaticano. Puntualmente a mediodía Francisco se asomó a la ventana de su estudio frente a la Plaza de San Pedro para la acostumbrada cita del Ángelus dominical.
Al comentar el Evangelio del día en que San Marcos relata que, de camino a Jerusalén, los discípulos de Jesús discutían sobre quién «era el más grande entre ellos», el Papa explicó que él les habló de forma contundente. Algo que – dijo – también se aplica a nosotros hoy:
“Si uno quiere ser el primero, sea el último de todos y el servidor de todos”
El Santo Padre afirmó que “con esta frase lapidaria, el Señor inaugura una inversión: da un vuelco a los criterios que marcan lo que realmente cuenta”.
“El valor de una persona ya no depende del papel que desempeña, del éxito que tiene, del trabajo que hace, del dinero que tiene en el banco; no, la grandeza y el éxito, a los ojos de Dios, tienen otro nivel: se miden por el servicio. No por lo que se tiene, sino por lo que se da. ¿Quieres sobresalir? Sirve”
El Papa dijo que ‘hoy en día la palabra ‘servicio’ parece un poco descolorida, desgastada por el uso”. Pero recordó que en el Evangelio “tiene un significado preciso y concreto”.
“Servir no es una expresión de cortesía: es hacer como Jesús, que, resumiendo su vida en pocas palabras, dijo que había venido ‘no a ser servido, sino a servir’”
El camino del servicio
Por esta razón Francisco señaló que si queremos seguir a Jesús, debemos recorrer el camino que él mismo trazó, “el camino del servicio”. Además destacó que “nuestra fidelidad al Señor depende de nuestra voluntad de servir”. Y esto a pesar de que cueste, por «saber a cruz».
“Pero a medida que crecemos en el cuidado y la disponibilidad hacia los demás, nos volvemos más libres por dentro, más parecidos a Jesús”
El Papa también destacó que “cuanto más servimos, más sentimos la presencia de Dios”. Sobre todo “cuando servimos a los que no tienen nada que devolvernos, los pobres, abrazando sus dificultades y necesidades con tierna compasión: ahí descubrimos que a su vez somos amados y abrazados por Dios”.
Por esta razón – prosiguió el Santo Padre – Jesús después de haber hablado de la primacía del servicio, hace un gesto para ilustrarlo: “Toma un niño y lo coloca en medio de los discípulos, en el centro, en el lugar más importante”.
La pequeñez
Francisco explicó que el niño, en el Evangelio “no simboliza tanto la inocencia como la pequeñez”. A la vez que expresó que “Jesús abraza a ese niño y dice que quien recibe a un pequeño lo recibe a Él. Esto es, en primer lugar, a quién servir: a los que necesitan recibir y no tienen nada que dar”.
“Acogiendo a los que están en los márgenes, desatendidos, acogemos a Jesús, porque Él está ahí. Y en un pequeño, en un pobre al que servimos, también nosotros recibimos el tierno abrazo de Dios”
El Papa invitó a preguntarnos siendo interpelados por el Evangelio:
“Yo, que sigo a Jesús, ¿me intereso por los más abandonados? ¿O, como los discípulos aquel día, busco la gratificación personal? ¿Entiendo la vida como una competición para abrirme un hueco a costa de los demás, o creo que sobresalir es servir? Y, concretamente: ¿dedico tiempo a algún ‘pequeño’, a una persona que no tiene medios para corresponder? ¿Me ocupo de alguien que no puede devolverme el favor, o sólo de mis familiares y amigos?”
Tras estas preguntas Francisco invocó a la Virgen María, humilde sierva del Señor, para que “nos ayude a comprender que servir no nos disminuye, sino que nos hace crecer. Y que hay más alegría en dar que en recibir”.
Prensa CEV
Nota de Vatican News
20 de septiembre de 2021