Rezo del rosario en warao: migrantes indígenas venezolanos asumen el convite del Papa Francisco

13
May
2020

El mes de mayo es dedicado por la Iglesia católica a manifestar “con particular intensidad su amor y devoción a la Virgen María”, como recordaba el Papa Francisco en una carta escrita el pasado 25 de abril, en la que afirmaba que éste es un mes en el que “es tradición rezar el Rosario en casa, con la familia”, destacando la importancia de la Iglesia doméstica en este tiempo de pandemia.

Son muchos los que se han unido a este pedido del Santo Padre, también los migrantes del pueblo warao, originarios del Delta Amacuro, en la desembocadura del Río Orinoco, Venezuela, que actualmente se encuentran en Brasil. En Boa Vista, capital del estado de Roraima, frontera con Venezuela, se encuentra el albergue ka-ubanoko, donde actualmente viven unos 700 migrantes venezolanos, muchos de ellos del pueblo warao.

En este albergue, que en lengua warao significa nuestro dormitorio, situado en un espacio abandonado, viven aquellos que no encontraron lugar en aquellos que dependen de la llamada “Operación Acogida”, coordinada por el ejército brasleño y ACNUR, que vieron en este local la única alternativa a las calles de la ciudad. Se trata de un espacio donde desde el principio se ha llevado a cabo una organización del espacio desde una perspectiva de auto gestión, de auto organización, de ser parte de la solución y no sólo estar esperando algún tipo de ayuda.

Siempre han contado con la ayuda de la Diócesis de Roraima, entre ellos el Padre Josiah K´Okal, misionero de la Consolata, nacido en Kenya, que ha trabajado en Venezuela durante 22 años y convivió con los warao, en los caños del Delta Amacuro, durante varios años. Entre 2007 y 2011 fue el coordinador de la Pastoral Indígena en el Vicariato de Tucupita. Desde el mes de enero se encuentra en Boa Vista haciendo un trabajo de investigación sobre el proceso migratorio de los warao, realizando al mismo tiempo una labor pastoral entre este pueblo indígena.

En ese tiempo, como el misionero afirma, “recogimos traducciones realizadas por los misioneros y las armonizamos”. De hecho, comenzaron a hacer traducciones del evangelio de los domingos, del rito bautismal, del rosario. Fue un proyecto amplio que surgió de la Pastoral Indígena, reconoce el religioso, que afirma que “teníamos encuentro de todo el vicariato tres veces al año, para hablar de esas traducciones, de por qué se hacían en las comunidades”.

Antes de la pandemia, el padre K´Okal también acompañaba a los migrantes del pueblo warao que están en el albergue de Pintolandia. Desde la aparición de los primeros casos de COVID-19, su entrada en el albergue de Pintolandia, gestionado por los militares y ACNUR, se ha visto restringida, lo que ha hecho que se centre más en el Ka-ubanoko, a donde va con las debidas precauciones, como él mismo reconoce.

En este albergue, el 90% de los warao son católicos y la idea fue retomar el rosario en warao. En sus visitas les lleva rosarios y el folleto con el que rezar en su propia lengua. En ese sentido, el misionero de la Consolata destaca que “es muy interesante ver que en Ka-ubanoko hay gente que años atrás participó en esas traducciones, como la señora Nilda Moraleda, el señor Fidel Torres, que participaron directamente en la traducción, junto con otras que no participaron directamente, pero que están viviendo en Ka-ubanoko”.

El religioso dice que “es algo que ya conocían, pero por algún motivo, los padres que siguieron, no continuaron esa línea de enfatizar la liturgia en warao, por eso se perdió el hilo”. Lo que está ayudando para llevar adelante la iniciativa es que “todos los que están aquí saben rezar, porque durante ese periodo tradujimos el Ave María, el Padre Nuestro”, según el padre K´Okal, quien recuerda todo el trabajo realizado en ese sentido, especialmente por dos capuchinos españoles, a quienes considera pilares en este proceso de traducción.

Se trata de los padres Julio Lavandero y Damián del Blanco. Este último llegó en 1948 y salió del Delta, porque ya no hablaba, ya era muy anciano, en el año 2013, falleciendo en Caracas en 2018, siendo sepultado en el Delta. El Padre Julio Lavandero llegó en 1955 y falleció en enero de 2020, estuvo todo el tiempo en el Delta, él escribió muchísimo sobre los warao, es el que mejor warao hablaba, afirma el padre K´Okal.

Las condiciones de los migrantes venezolanos en Brasil, especialmente entre los warao que están en Boa Vista, donde se sabe que hay más de 40 contagiados y al menos 4 fallecidos, se han agravado con el COVID-19. Él ha ido descubriendo una cosa que le parece interesante, que “es que en ese espacio foráneo, la gente como que afirma más su cultura, su propio idioma. Me encuentro aquí con warao que por allá casi no hablaban warao y aquí lo hablan, me encuentro con personas que vivían en otros lugares y ahora, al encontrarse aquí, quieren como que reafirmarse como warao, están aprendiendo su idioma”, algo que define como una experiencia muy interesante.

En referencia al Sínodo para la Amazonía, el padre Josiah K´Okal sostiene que “tiene que ser un punto importante el destacar la importancia de rezar en su propia lengua”. Él estaba en Roma durante la Asamblea Sinodal y participó de algunos momentos muy específicos. Desde esa perspectiva sinodal, afirma que “eso tiene que ser un elemento que ayude a rescatar esa polifonía amazónica”. En ese sentido, afirma que “Delta Amacuro es una extensión amazónica, por las características que tiene, pero la Amazonía es mucho más que una extensión geográfica, que quiere rescatar esas cosas pequeñas de los pueblos que en su pequeño lugar cuidan la tierra, pero también nos dan esa riqueza de la polifonía a través de sus diversidades culturales y lingüísticas”.

Se encuentren donde se encuentren, “bien sea aquí, con estos que están en diáspora, bien sea allí, en el Delta Amacuro”, afirma el misionero de la Consolata, “me parece importantísimo que este Sínodo, que ahora se empieza a poner en práctica, luche para que la Iglesia sea eso”. En el proceso sinodal se ha insistido en la necesidad de una Iglesia con rostro amazónico y rostro indígena, pero el padre K´Okal va más allá. Según él, “no es solamente una Iglesia con rostro indígena, con rostro amazónico, es también sentimiento y pensamiento”. El religioso afirma que “el rostro representa lo físico, por decirlo así, el sentimiento y pensamiento representan lo interno, tanto dentro del lenguaje como del pueblo como tal. Quedarnos solamente con una Iglesia con rostro indígena es muy pobre”.

Desde esa perspectiva, afirma que “el Sínodo para la Amazonía pretende y debería pretender más, llevarnos al corazón de esa Iglesia auténtica indígena, porque insisto, en el corazón, en el pensamiento, en el sentimiento. Porque si la Iglesia queda solamente con el rostro, lo más probable es que vamos a rescatar el folclore y dejamos una riqueza muy profunda, esa riqueza del pensamiento indígena, de una Iglesia que tiene que ser diferente en su experiencia de Dios, en sus expresiones”. Desde su punto de vista, el padre K´Okal cree que “el Sínodo tiene que ayudarnos como Iglesia a ir más allá del rostro, llegar a ese corazón, pensamiento y sentimiento indígena”.

Prensa CEV
Nota de prensa Religión Digital
13 de mayo de 2020