Categoría: Papa Francisco

22
Ene

Papa Francisco: trabajar juntos por los más vulnerables nos acercará a la unidad

Vaticano.- La hospitalidad es una importante virtud ecuménica: significa reconocer que los otros cristianos son verdaderamente nuestros hermanos y hermanas en Cristo. Por ello, «trabajar juntos para vivir la hospitalidad ecuménica, en modo especial hacia aquellos cuyas vidas son más vulnerables, nos hará a todos cristianos – protestantes, ortodoxos, católicos, a todos – mejores seres humanos, mejores discípulos y un pueblo cristiano más unido». Fueron palabras del Papa en la Audiencia General, en la Semana de Oración por la Unidad de los cristianos. Acoger a los cristianos de otra tradición significa, en primer lugar, mostrar el amor de Dios por ellos, porque son hijos de Dios y hermanos nuestros: fueron palabras del Papa en la Audiencia General, reflexionando hoy en su catequesis sobre el tema de la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos, el de la hospitalidad. Este tema fue desarrollado por las comunidades de Malta y Gozo, a partir del pasaje de los Hechos de los Apóstoles que habla de la hospitalidad reservada por los habitantes de Malta a San Pablo y a sus compañeros de viaje, náufragos con él. Un episodio sobre el cual el Papa habló, como él mismo recordó en este día, en su catequesis de hace dos semanas. El amor de Dios en actos concretos de gentileza Los apóstoles, dijo Francisco, recibieron “el testimonio de la ‘rara humanidad’ de los habitantes de la isla de Malta. Estas personas, que para ellos eran “extranjeros”, “aunque todavía no han recibido la Buena Nueva de Cristo”, manifestaron “el amor de Dios en actos concretos de gentileza”. De hecho, añadió, “la hospitalidad espontánea y los gestos atentos comunican algo del amor de Dios”. El Espíritu Santo siembra sus gracias por todos lados “La hospitalidad es importante”, aseguró el Papa, pues significa ante todo “reconocer que los otros cristianos son verdaderamente nuestros hermanos y hermanas en Cristo”. Y esto no es un acto de generosidad en un solo sentido porque “cuando acogemos a otros cristianos», los acogemos «como un don» que se nos hace: esto porque “el Espíritu Santo siembra sus gracias por todos lados”. Acoger a los cristianos de otra tradición significa, en primer lugar, mostrar el amor de Dios por ellos, porque son hijos de Dios – hermanos nuestros – y también acoger lo que Dios ha realizado en sus vidas. La hospitalidad es una importante virtud ecuménica El Pontífice remarcó que la hospitalidad “es una importante virtud ecuménica”, y requiere “la voluntad de escuchar a otros». Además, implica “el deseo de conocer la experiencia que otros cristianos tienen de Dios y la espera de recibir los dones espirituales que derivan”. Descubrir esto – aseguró– es una gracia. Por eso llamó a «estar disponibles y abiertos, con el deseo de conocer su experiencia de fe, para vernos enriquecidos por ese don espiritual”. Trabajar juntos por los más vulnerables nos acercará a la unidad Haciendo presente que también hoy el mar en que naufragó Pablo y sus compañeros de viaje es un lugar “peligroso para la vida de otros navegantes”, de hombres y mujeres de todo el mundo “que afrontan viajes riesgosos” para escapar de la violencia, de la guerra, de la pobreza, y que, a diferencia de los malteses, muchas veces “no los dejan desembarcar en los puertos”, siendo, además, “explotados por traficantes criminales”, “tratados como números” y vistos como “una amenaza” por algunos gobernantes, el Pontífice exhortó a “trabajar juntos”, como cristianos “para mostrar a los migrantes el amor de Dios revelado por Jesucristo”. La unidad es la voluntad de Dios para nosotros «Podemos y debemos dar testimonio de que no sólo hay hostilidad e indiferencia, – aseveró el Papa- sino que cada persona es preciosa para Dios y amada por Él». Y porque «las divisiones que aún existen entre nosotros nos impiden ser plenamente el signo del amor de Dios», «trabajar juntos para vivir la hospitalidad ecuménica y en modo especial hacia aquellos cuyas vidas son más vulnerables, nos hará a todos, a todos los cristianos – protestantes , ortodoxos, católicos, a todos los cristianos – mejores seres humanos, mejores discípulos y un pueblo cristiano más unido»: «Nos acercará a la unidad, que es la voluntad de Dios para nosotros». Al finalizar la catequesis en su saludo a los fieles de lengua española, el Santo Padre llamó a rogar al Señor “por todos cuantos sufren en el mar tempestuoso del desarraigo y el abandono», y a comprometernos a trabajar juntos, «pidiendo al Señor el don de la unidad, de modo que como cristianos testimoniemos el amor premuroso de Dios por cada persona”. Año Nuevo Lunar en el Lejano Oriente, los saludos del Papa Al término de la Audiencia General el Romano Pontífice recordó que el próximo 25 de enero, en el Lejano Oriente y en varias otras partes del mundo, muchos millones de hombres y mujeres celebrarán el Año Nuevo Lunar. A ellos envió su cordial saludo, con el deseo especial de que las familias sean «lugares de educación respecto a las virtudes de la acogida, la sabiduría, el respeto a cada persona y la armonía con la creación». También invitó a todos a rezar «por la paz, el diálogo y la solidaridad entre las naciones: dones tan necesarios para el mundo de hoy». Prensa CEV Nota de prensa de Vatican News 22 de enero de 2020

21
Ene

Papa Francisco al Foro Económico Mundial: situar a la persona humana en el centro de la política

Vaticano.- “Todos somos miembros de la única familia humana”: de allí emana “el deber moral de cuidar unos de otros”, y, por este motivo, “es necesario situar a la persona humana en el centro mismo de la política”. Lo dice el Papa Francisco a los participantes en el Foro Mundial de Davos, que estos días reflexionarán bajo el tema «Stakeholders for a Cohesive and Sustainable World «, traducible como «Grupos de interés para un mundo Coherente y Sostenible». La reunión anual del Foro Económico Mundial se lleva a cabo en Davos, Suiza, en su cincuenta edición, del 21 al 24 enero 2020. Convoca jefes de estado, políticos, empresarios, académicos, representantes de la sociedad civil y asociaciones no gubernativas. El Papa Francisco se hizo presente con un mensaje dirigido al profesor Klaus Schwab, Presidente Ejecutivo del encuentro, a través del cual quiso enviar sus saludos y asegurar su oración por todos los que participan en el mismo. En el mensaje el Papa se refiere en primer lugar a las transformaciones geopolíticas y los cambios de los últimos cincuenta años, “desde la economía y los mercados laborales hasta la tecnología digital y el medio ambiente”, y constata que si bien “muchos de estos desarrollos han beneficiado a la humanidad”, otros “han tenido efectos adversos y han creado importantes lagunas en el desarrollo”. Aunque los desafíos actuales “no son los mismos que los de hace medio siglo”, observa, “hay una serie de aspectos que siguen siendo relevantes al comenzar una nueva década”. Somos miembros de una única familia humana El primer y “primordial” aspecto que señala es que “todos somos miembros de la única familia humana”: de allí emana “el deber moral de cuidar unos de otros”, y, por este motivo, “es necesario situar a la persona humana en el centro mismo de la política”. Se trata de un deber que “incumbe tanto a los sectores empresariales como a los gobiernos”, y que es “indispensable en la búsqueda de soluciones equitativas a los desafíos que enfrentamos”, afirma. De ahí que según él sea necesario “ir más allá de los enfoques tecnológicos o económicos a corto plazo y tener plenamente en cuenta la dimensión ética”, tanto “en la búsqueda de soluciones a los problemas actuales” como “en la propuesta de iniciativas para el futuro”. Pisotear la dignidad del otro es disminuir el propio valor El Santo Padre también observa cómo, con “demasiada frecuencia”, las visiones “materialistas o utilitarias conducen a prácticas y estructuras motivadas en gran parte, o incluso únicamente, por el interés propio”: “Esto suele considerar a los demás como un medio para alcanzar un fin y conlleva una falta de solidaridad y de caridad, que a su vez da lugar a una verdadera injusticia, mientras que un desarrollo humano verdaderamente integral – asegura – sólo puede prosperar cuando todos los miembros de la familia humana están incluidos en la búsqueda del bien común y contribuyen a él”.  “En la búsqueda de un verdadero progreso – añade – no olvidemos que pisotear la dignidad de otra persona es, de hecho, disminuir el propio valor”. Una mirada “más integral e integradora” Recordando cuanto afirmado en su Encíclica Laudato si’ sobre la necesidad de una “ecología integral”, el Santo Padre hace presente también la necesidad de una visión humanista que convoque a los distintos saberes, “también al económico”, hacia una mirada “más integral e integradora”. Por último, deseando que las deliberaciones de los participantes conduzcan a un “crecimiento de la solidaridad, especialmente con los más necesitados, que experimentan la injusticia social y económica y cuya existencia misma está incluso amenazada”,  y reiterando la responsabilidad moral que todos tenemos de “buscar el desarrollo integral de todos”, invoca sobre los participantes “las bendiciones de sabiduría de Dios”. Prensa CEV Nota de prensa de Vatican News 21 de enero de 2020

21
Ene

Papa Francisco: no hemos pagado para ser cristianos, es un don de Dios

Vaticano.- No es cristiano buscar influencias para crecer en la carrera eclesiástica. Lo subraya el Papa Francisco en la Misa en la Casa Santa Marta, recordando la gratuidad de la elección de Dios y la llamada a custodiarla con nuestra fidelidad. Ser cristiano, sacerdote u obispo es un regalo gratuito del Señor. No se compra. Y la santidad consiste precisamente en «custodiar» este don recibido gratuitamente y no por méritos propios. Lo recuerda el Papa en la homilía de la misa en la Casa Santa Marta. Su reflexión parte del Salmo Responsorial (Salmo 88) y de la Primera Lectura (1Sam 16,1-13°) de la Liturgia de hoy. El Salmo 88 recuerda la elección de David como rey de Israel después de que el Señor rechazara a Saúl por no haberle obedecido. En la primera lectura, el Señor envía entonces a Samuel a ungir como rey a uno de los hijos de Jesé de Belén. La unción indica la elección de Dios y también se utiliza hoy en día para consagrar a los sacerdotes, obispos. Los cristianos también somos ungidos con aceite en el Bautismo, recuerda el Papa Francisco. Dios invita a Samuel a no detenerse en el aspecto físico porque, dice, «no cuenta lo que el hombre ve: de hecho, el hombre ve la apariencia, pero el Señor ve el corazón». El Papa repasa entonces los acontecimientos que tuvieron lugar en ese momento: los hermanos de David luchaban contra los filisteos para defender el reino de Israel, «tenían méritos», pero el Señor eligió al último de ellos. «Un muchacho inquieto», que cuando podía iba a ver cómo los hermanos luchaban contra los filisteos, pero lo mandaban de vuelta a apacentar el rebaño. Entonces llamaron a David, que era leonado y de buen aspecto. El Señor le dijo a Samuel que lo ungiera, y entonces «el Espíritu del Señor irrumpió sobre David desde ese día en adelante». La gratuidad de la elección de Dios Una historia que hace reflexionar, que lleva a preguntarse por qué el Señor eligió a un muchacho normal, que quizás «hacía algunas chiquilladas, las que hacen todos los chicos», no era un chico pío, «que rezaba todos los días», tenía siete buenos hermanos, «que tenían más méritos que él». Y sin embargo – señala el Papa – fue elegido el más pequeño, «el más limitado, el que no tenía títulos, no tenía nada», no había luchado en la guerra.  Esto nos muestra «la gratuidad de la elección de Dios». Cuando Dios elige, hace ver su libertad y gratuidad. Pensemos en todos nosotros que estamos aquí: pero ¿por qué nos eligió el Señor? «No, porque somos de una familia cristiana, de una cultura cristiana…» No. Muchos de una familia y cultura cristiana rechazan al Señor, no quieren. ¿Pero por qué estamos aquí, elegidos por el Señor? Gratuitamente, sin ningún mérito, gratuitamente. El Señor nos ha elegido gratuitamente. No hemos pagado nada para convertirnos en cristianos. Nosotros sacerdotes, obispos no hemos pagado nada para ser sacerdotes y obispos – al menos así pienso, ¿no? Porque hay, sí, los que quieren ir adelante en la llamada carrera eclesiástica, que se comportan de modo simoníaco, buscan influencias para convertirse en aquí, allá, allá… los trepadores.  No, pero esto no es cristiano. El ser cristiano, el ser bautizados, el ser ordenados sacerdotes y obispos es pura gratuidad. Los dones del Señor no se compran. Custodiar el don La unción del Espíritu Santo es gratuita. “Nosotros, ¿qué podemos hacer?”, pregunta entonces el Papa. “Ser santos”, y la santidad cristiana es “custodiar el don, nada más”, comportándose de tal manera “que el Señor permanezca siempre Aquel que hace el don”, y no que yo lo haga “mi mérito”. En la vida ordinaria, en los negocios, en el trabajo, tantas veces para tener un lugar más alto se habla con este funcionario, se habla con este gobernador, se habla con este de aquí…, porque “pero, dile al jefe que me lleve…”. No es don; esto es escalar. El ser cristiano, el ser sacerdotes, el ser obispos, es sólo un don. Y así se entiende nuestra actitud de humildad, la que debemos tener: sin mérito alguno. Sólo que debemos cuidar este regalo, que no se pierda. Todos fuimos ungidos por la elección del Señor; debemos custodiar esta unción que nos ha hecho cristianos, nos ha hecho sacerdotes, nos ha hecho obispos. Esta es la santidad. Lo demás no sirve. La humildad de custodiar. Y así, el don. ¿Cuál es el gran don de Dios? ¡El Espíritu Santo! Cuando el Señor nos eligió, nos dio el Espíritu Santo. Y esto es pura gracia. Es pura gracia. Sin nuestro mérito. Olvidar al pueblo es negar el don de Dios Finalmente, el Papa subraya que David fue tomado “de detrás del rebaño”, “por su pueblo”; “Si nosotros los cristianos olvidamos al pueblo de Dios, incluso a los no creyentes, si nosotros los sacerdotes olvidamos nuestro rebaño, si nosotros los obispos olvidamos esto y nos sentimos más importantes que los demás, negamos el don de Dios. Es como decirle al Espíritu Santo: “Pero tú ve, ve tranquilo en la Trinidad, descansa, yo me las arreglo solo”. Y eso no es cristiano. Eso no es custodiar el don. Pidamos hoy al Señor, pensando en David, que nos dé la gracia de dar gracias por el don que nos ha dado, de ser conscientes de este don, tan grande, tan bello, y de custodiarlo -esta gratuidad, este don- custodiarlo con nuestra fidelidad”. Prensa CEV Nota de prensa de Vatican News 21 de enero de 2020

20
Ene

Homilía del Papa Francisco en Santa Marta: Ser libre a través de la obediencia a Dios

La confianza en la Palabra de Dios vence la idolatría, la soberbia y la excesiva seguridad de sí mismo. En su homilía de la misa de la mañana, celebrada en la Casa de Santa Marta, Francisco recordó que ser «buen cristiano» significa escuchar lo que el Señor dice sobre la justicia, sobre la caridad, sobre el perdón y sobre la misericordia Ser dóciles a la Palabra de Dios, que «es siempre una novedad». Esta fue la exhortación del Papa durante la misa de la mañana en la Casa de Santa Marta. Reflexionando sobre la Primera Lectura, Francisco se detuvo sobre el rechazo «por parte de Dios» de Saúl como rey, «profecía» confiada a Samuel. Los pasos de la corrupción El «pecado de Saúl», explicó el Pontífice, fue la «falta de docilidad» a la Palabra de Dios, pensando que la propia «interpretación» de la misma era «más justa». Ésta, aclaró el Papa, es la «sustancia del pecado contra la docilidad»: el Señor le había dicho que no tomara nada del pueblo que había sido vencido, pero así no sucedió. Cuando Samuel va a reprocharlo por parte del Señor, él dice: «Pero, mira, había bueyes, había muchos animales gordos, buenos, y con ellos hice un sacrificio al Señor». No puso nada en su bolsillo, los demás sí. Por el contrario, con esta actitud de interpretar la Palabra de Dios como le parecía justo, permitió que los demás se pusieran algo del botín en sus bolsillos. Los pasos de la corrupción: se comienza con una pequeña desobediencia, una falta de docilidad, y se va adelante, adelante, adelante. La falta de docilidad Después de haber «exterminado» a los amalecitas, recordó Francisco, el pueblo tomó del botín «ganado pequeño y grande, primicias de lo que se destina al exterminio, para sacrificar al Señor». Es Samuel quien recuerda cómo a los holocaustos y a los sacrificios, el Señor prefiere «la obediencia a la voz» de Dios, aclarando la «jerarquía de los valores»: es más importante tener un «corazón dócil» y «obedecer» que – señaló el Pontífice – «hacer sacrificios, ayunos, penitencias». El «pecado de la falta de docilidad», continuó Francisco, radica precisamente en «ese preferir» lo que «yo pienso y no lo que el Señor me manda y que tal vez no entiendo»: cuando uno se rebela contra la «voluntad del Señor», no se es dóciles, «es como – explicó – si fuera un pecado de adivinación». Como si, aun diciendo que crees en Dios, fueras «al adivino para que te lea las manos ‘por si acaso’». El no obedecer al Señor, la falta de docilidad – dijo el Santo Padre – es como una «adivinación». Cuando te obstinas ante la voluntad del Señor eres un idólatra, porque prefieres lo que tú piensas, ese ídolo, a la voluntad del Señor. Y a Saúl esta desobediencia le costó el reino: «Por cuanto rechazaste la Palabra del Señor, el Señor te rechazó como rey». Esto debe hacernos pensar un poco en nuestra docilidad. Muchas veces nosotros preferimos nuestras interpretaciones del Evangelio o de la Palabra del Señor al Evangelio y a la Palabra del Señor. Por ejemplo, cuando caemos en las casuísticas, en las casuísticas morales… Ésta no es la voluntad del Señor. La voluntad del Señor es clara, Él la hace ver con los mandamientos en la Biblia y te la hace ver con el Espíritu Santo dentro de tu corazón. Pero cuando yo soy obstinado y transformo la Palabra del Señor en ideología, soy un idólatra, no soy dócil. La docilidad, la obediencia. Misericordia y no sacrificios Aludiendo al Evangelio de Marcos de hoy, Francisco recordó cómo se criticaba a los discípulos «porque no ayunaban». Es el Señor quien explica cómo nadie va a coser un trozo de tela cruda en un vestido viejo, porque correría el riesgo de empeorar el desgarro. Y cómo nadie vierte vino nuevo en odres viejos, de lo contrario los odres se romperían, perdiéndolo todo: por lo tanto «vino nuevo en odres nuevos». La novedad de la Palabra del Señor – porque la Palabra del Señor siempre es novedad, siempre nos lleva adelante – siempre gana, es mejor que todo. Vence la idolatría, vence la soberbia y vence esta actitud de estar demasiado seguros de sí mismos, no por la Palabra del Señor sino por las ideologías que yo he construido en torno a la Palabra del Señor. Hay una frase muy buena de Jesús que explica todo esto y que viene de Dios, tomada del Antiguo Testamento: «Misericordia quiero y no sacrificios». Confianza en Dios Ser un «buen cristiano» significa entonces ser «dócil» a la Palabra del Señor, escuchar lo que el Señor dice «sobre la justicia», «sobre la caridad», «sobre el perdón», «sobre la misericordia» y no ser «incoherentes en la vida», utilizando «una ideología para poder ir adelante». Es verdad, añadió, que la Palabra del Señor «a veces nos pone ‘en problemas’», pero también «el diablo hace lo mismo», «engañosamente». Ser cristiano es, por lo tanto, «ser libres», a través de la «confianza» en Dios. Prensa CEV Nota de prensa de Vatican News 20 de enero de 2020

20
Ene

Papa Francisco: sembrar la paz donde hay odio

Esta mañana el Papa Francisco recibió a una delegación del centro “Simon Wiesenthal», un centro activo en el mundo en la lucha contra toda forma de antisemitismo, racismo y odio a las minorías. En sus palabras pidió que, “Debemos comprometernos en arar la tierra en la que crece el odio para sembrar la paz”. «Recordemos también el pasado y tomemos a pecho las condiciones de los que sufren: así cultivaremos el terreno de la fraternidad. Os animo a intensificar nuestra colaboración en defensa de los más débiles”. En el mundo ha aumentado la indiferencia egoísta, que sólo “preocupa lo que conviene: la vida está bien si me conviene y cuando algo está mal se desata la ira y la maldad”, el Papa expresó su preocupación a la delegación del centro “Simon Wiesenthal».  Esta actitud es terreno fértil para los “particularismos y populismos”, el odio crece rápidamente en estos suelos, al respecto el Papa advierte que han vuelto a surgir brotes bárbaros de antisemitismo. “No me canso de condenar enérgicamente todas las formas de antisemitismo. Sin embargo, para abordar la raíz del problema, también debemos comprometernos a arar la tierra en la que crece el odio, sembrando en ella la paz”. Ayudar a los más débiles Francisco recordó que es a través de la integración, la búsqueda y la comprensión del otro que nos protegemos más. Para ello dijo que es urgente “reintegrar a los marginados, dar una mano a los que están lejos, apoyar a los que están descartados porque no tienen medios ni dinero, ayudar a los que son víctimas de la intolerancia y la discriminación”, afirmó. El centro “Simon Wiesenthal” es un Centro, activo en todo el mundo, Y tiene como objetivo combatir todas las formas de antisemitismo, racismo y odio a las minorías. Este centro contribuye en manera especial a mantener vivo el recuerdo del Holocausto, a que no desaparezca la memoria histórica. Y desde hace decenios existen contactos con la Santa Sede. Como les dijo el Pontífice, comparten el “deseo común de hacer del mundo un lugar mejor en el que se respete la dignidad humana, una dignidad que pertenece a todos por igual, independientemente del origen, la religión o la condición social”. Para ello, el Papa aseveró que es muy importante educar en la tolerancia y la comprensión mutua, la libertad de religión y la promoción de la paz social. Detenerse y mirar dentro de nosotros Tras mencionar el 75 aniversario de la liberación del campo de concentración de Auschwitz-Birkenau, que se conmemorará el 27 de enero, el Papa recordó su visita a este campo en el 2016. Allí, dijo, me detuve para interiorizarme, para rezar en silencio. Una vez más el Papa señaló que hoy en día, absorbidos por el torbellino de las cosas, nos resulta difícil detenernos, mirar dentro de nosotros mismos, callarnos para escuchar el grito de la humanidad que sufre. El aniversario de la “indecible crueldad” que la humanidad descubrió hace setenta y cinco años es un llamado a detenerse, a permanecer en silencio y a recordar. Lo necesitamos, dijo, para no quedar indiferentes. “El consumismo de hoy también es verbal: cuántas palabras inútiles, cuánto tiempo perdido en impugnar y acusar, cuántas ofensas gritadas, independientemente de lo que se diga. El silencio, por otro lado, ayuda a preservar la memoria. Si perdemos la memoria, aniquilamos el futuro”. Por último, el Papa mencionó la Declaración Nostra Aetate, que subraya que nosotros, judíos y cristianos, tenemos un rico patrimonio espiritual común que debemos descubrir cada vez más para ponerlo al servicio de todos. Siento que, especialmente hoy, recordó, estamos llamados, ante todo, a este servicio: no a distanciarnos y excluirnos, sino a hacernos cercanos e incluirnos; no a favorecer soluciones de fuerza, sino a iniciar caminos de proximidad. Prensa CEV Nota de prensa de Vatican News 20 de enero de 020

20
Ene

Papa Francisco: Jesús ha expiado los pecados del mundo para que seamos libres

En su alocución previa al rezo mariano del Ángelus, el Papa recordó que este segundo domingo del tiempo ordinario está en continuidad con la Epifanía y la fiesta del Bautismo de Jesús, que celebramos el domingo pasado. Y recuerda que Jesús ha expiado el pecado del mundo para que seamos libres. El Papa en su alocución previa al rezo mariano del Ángelus, nos pide que contemplemos a Cristo “con los ojos y más aún con el corazón; y dejémonos instruir por el Espíritu Santo, que dentro nos dice: ¡Es Él! Es el Hijo de Dios hecho cordero, inmolado por amor. Sólo Él ha traído, sufrido, expiado el pecado del mundo, y también mis pecados. Ha tomados todos nuestros pecados y los alejó de nosotros, para que finalmente fuéramos libres, no más esclavos del mal”. El testimonio de Juan el Bautista En el Evangelio de este segundo domingo del tiempo ordinario, se sigue hablando de “la manifestación de Jesús”.  Después de haber sido bautizado en el río Jordán, “fue consagrado por el Espíritu Santo que reposó sobre él y fue proclamado Hijo de Dios por la voz del Padre celestial”. El Papa Francisco nos recuerda además que el evangelista Juan, a diferencia de los otros tres, no describe el evento, sino, “que nos propone el testimonio de Juan el Bautista. Primer testigo de Cristo”. Juan el Bautista afirmó el Papa, no puede frenar el urgente deseo de dar testimonio de Jesús. Juan vio algo impactante, es decir, el Hijo amado de Dios en solidaridad con los pecadores; y el Espíritu Santo le hizo comprender la novedad inaudita, un verdadero cambio de rumbo. El Santo Padre dijo al respecto, que mientras que en todas las religiones es el hombre quien ofrece y sacrifica algo a Dios, en el caso de Jesús “es Dios quien ofrece a su Hijo para la salvación de la humanidad”. “Juan manifiesta su asombro y su consentimiento a esta novedad impactante que trae Jesús, a través de una expresión significativa que repetimos cada vez en la Misa: «¡He aquí el Cordero de Dios, el que quita el pecado del mundo!”. Empezar una y otra vez el camino de fe El Pontífice nos dice que, el testimonio de Juan el Bautista, nos invita a empezar una y otra vez en nuestro camino de fe: empezar de nuevo desde Jesucristo, el Cordero lleno de misericordia que el Padre ha dado por nosotros. Y que nos sorprendamos cada día por la elección de “Dios de estar de nuestro lado, de solidarizarse con nosotros los pecadores, y de salvar al mundo del mal asumiéndose totalmente la responsabilidad”. Francisco nos pide que aprendamos del Bautista a no dar por sentado “que ya conocemos a Jesús, que ya lo conocemos todo de Él. No es así. Detengámonos en el Evangelio, quizás incluso contemplando un icono de Cristo, un «Santo Rostro», una de las muchas representaciones maravillosas de las que es rica la historia del arte en Oriente y Occidente”. Contemplemos a Cristo con el corazón Contemplemos a Cristo “con los ojos y más aún con el corazón; y dejémonos instruir por el Espíritu Santo, que dentro nos dice: ¡Es Él! Es el Hijo de Dios hecho cordero, inmolado por amor. Él, sólo Él ha traído, sufrido, expiado el pecado del mundo, y también mis pecados. Todos”. Ha tomados todos nuestros pecados y los alejó de nosotros, dijo por último el Papa, para que finalmente fuéramos libres, no más esclavos del mal. Sí, ¡todavía pobres pecadores, pero no esclavos, no, sino hijos, hijos de Dios! Búsqueda de la paz para Libia El Papa Francisco, después de la oración del Ángelus, expresó su preocupación por la paz en Libia y recordó que hoy se desarrolla en Berlín una conferencia para discutir la crisis en ese país del norte de África y expresó: “Espero que esta cumbre, que es tan importante, sea el inicio de un camino hacia el fin de la violencia y una solución negociada que conduzca a la paz y a la tan deseada estabilidad del país”. Como es habitual, el Papa también saludó a los presentes en la Plaza de San Pedro, y  recordó que este año ha sido designado internacionalmente como el «Año de la Enfermera y la matrona». Las enfermeras, dijo, son las trabajadoras de la salud más numerosas y las parteras son quizás la más noble de las profesiones. Y pidió orar por ellas para que puedan hacer su preciosa labor de la mejor manera posible. Prensa CEV Nota de prensa de Vatican News 20 de enero de 2020

17
Ene

Papa Francisco: lo esencial de la vida es nuestra relación con Dios

Vaticano- Las enfermedades del alma se deben sanar y la medicina es pedir perdón. Así lo afirma el Papa en su homilía en la misa de esta mañana en la Casa Santa Marta, comentando el pasaje del Evangelio de la sanación del paralítico realizada por Jesús. Al respecto el Pontífice afirma que hay que pensar en sanar las enfermedades del cuerpo, pero hay que pensar también en la “salud del corazón», muchas veces nos olvidamos, y no buscamos al médico para curarnos. El pasaje de hoy, tomado del Evangelio según San Marcos, presenta un episodio de la sanación de un paralítico por parte de Jesús. Jesús está en Cafarnaún y la multitud se reúne a su alrededor. A través de una abertura hecha en el techo de la casa, algunos le traen un hombre acostado en una camilla. La esperanza es que Jesús cure al paralítico, pero despacha a todos diciendo: «Hijo, tus pecados te son perdonados». Sólo entonces le ordenará que se levante, tome la camilla y se vaya a casa. El Papa Francisco en la homilía comentó que con sus palabras Jesús nos permite ir a lo esencial. «Es un hombre de Dios», dice, sanó, pero no era un sanador, enseñaba, pero era más que un maestro y frente a la escena que se le presenta va a lo esencial: Mira al paralítico y le dice: «Tus pecados están perdonados». La curación física es un regalo, la salud física es un regalo que debemos cuidar. Pero el Señor nos enseña que también la salud del corazón, la salud espiritual, debemos custodiarla. El temor de ir allí donde está el encuentro con el Señor Jesús también va a lo esencial con la mujer pecadora, de la que habla el Evangelio, cuando ante su llanto le dice: ‘Tus pecados te son perdonados’. Los demás se escandalizan, dice el Papa, «cuando Jesús va a lo esencial, se escandalizan, porque allí está la profecía, la fuerza». De la misma manera, ‘Vete, pero no peques más’, le dice Jesús al hombre en la piscina que nunca llega a tiempo para bajar a las aguas y ser sanado. A la mujer samaritana que le hace tantas preguntas, «hizo el papel de teóloga», dice el Papa, «Jesús pregunta por su marido». Va a lo esencial de la vida y, dice el Papa, «lo esencial es tu relación con Dios». Y lo olvidamos, muchas veces, como si tuviéramos miedo de ir allí donde está el encuentro con el Señor, con Dios». Nos preocupamos tanto por nuestra salud física, afirma, nos damos consejos sobre médicos y medicinas, y es algo bueno, «¿pero pensamos en la salud del corazón? Hay una palabra de Jesús que quizás nos ayude: «Hijo, tus pecados están perdonados». ¿Estamos acostumbrados a pensar en esta medicina de perdonar nuestros pecados, nuestros errores? Nos preguntamos: «¿Tengo que pedirle perdón a Dios por algo?» «Sí, sí, sí, en general, todos somos pecadores», y así se diluye y pierde fuerza, este poder de profecía que tiene Jesús cuando va a lo esencial. Y hoy Jesús nos dice a cada uno de nosotros: «Quiero perdonar tus pecados». El perdón es una medicina para la salud del corazón El Papa continúa diciendo que tal vez alguien no encuentra pecados en sí mismo para confesar porque «hay una falta de conciencia de los pecados». De los «pecados concretos», de las «enfermedades del alma» que deben ser sanadas «y la medicina para sanar es el perdón». Es algo sencillo que Jesús nos enseña cuando va a lo esencial. Lo esencial es la salud, toda: del cuerpo y del alma. Guardamos bien la del cuerpo, pero también la del alma. Y vamos al Doctor que puede curarnos, que puede perdonar nuestros pecados. Jesús vino para esto, dio su vida por esto. Prensa CEVNota de Vatican News17 de enero de 2020

16
Ene

Papa Francisco: la oración pequeña que conmueve a Dios

El Señor está cerca de nosotros, «su compasión tomará sobre sí nuestros problemas, nuestros pecados, nuestras enfermedades interiores”. Lo dijo el Papa Francisco en su homilía de la Misa en la Casa de Santa Marta, al comentar el Evangelio del día que relata la curación del leproso «Señor, si quieres, puedes». Es una oración sencilla, «un acto de confianza» y al mismo tiempo «un verdadero desafío», que el leproso dirige a Jesús para curarlo. Una súplica que viene de lo profundo de su corazón y que relata, al mismo tiempo, el modo de actuar del Señor, bajo el signo de la compasión, “del sufrir con y por nosotros», de «tomar el sufrimiento del otro sobre sí» para aliviarlo y curarlo en nombre del amor del Padre. El Papa Francisco, en su homilía de la misa celebrada en la capilla de la Casa de Santa Marta, se detuvo en el episodio evangélico de la curación del leproso y exhortó a mirar la compasión de Jesús, que vino a dar su vida por nosotros los pecadores. Un verdadero desafío El Papa destacó la «historia sencilla» del leproso que pide a Jesús la curación. En aquel «si quieres» está la oración que «atrae la atención de Dios» y está la solución. «Es un desafío – afirmó Francisco – pero también es un acto de confianza. Yo sé que Él puede y por esto me encomiendo a Él”. «Pero ¿por qué – se preguntó el Pontífice – este hombre sintió dentro de sí mismo hacer esta oración? Porque veía cómo actuaba Jesús. Este hombre había visto la compasión de Jesús». «Compasión», no pena, es un «estribillo del Evangelio» que tiene los rostros de la viuda de Naín, del Buen Samaritano, del padre y del hijo pródigo. La compasión involucra, viene del corazón e involucra y te conduce a hacer algo. Compasión es padecer con, tomar el sufrimiento del otro sobre sí para resolverlo, para sanarlo. Y ésta fue la misión de Jesús. Jesús no vino a predicar la ley y después se fue. Jesús vino en compasión, es decir, a padecer con y por nosotros y a dar su propia vida. El amor de Jesús es tan grande que la compasión lo llevó precisamente hasta la cruz, a dar su vida. Jesús no se lava las manos, sino que permanece junto a nosotros El Papa invitó a repetir «esta pequeña frase»: «Tuvo compasión de ello», Jesús – explicó Francisco – «es capaz de involucrarse en los dolores, en los problemas de los demás porque vino para esto, no para lavarse las manos y dar tres o cuatro sermones y marcharse», está junto a nosotros siempre. «Señor, si tú quieres puedes sanarme; si tú quieres puedes perdonarme; si tú quieres puedes ayudarme». O si quieren que lo diga un poco más ampliamente: «Señor, soy pecador, ten piedad de mí, ten compasión de mí». Oración sencilla, que se puede decir muchas veces al día. «Señor, yo pecador, te pido: ten piedad de mí.» Muchas veces al día, interiormente desde el corazón, sin decirlo en voz alta: «Señor, si tú quieres, puedes; si quieres, puedes». Ten piedad de mí». Repetir esto. Una oración milagrosa El leproso, con su oración sencilla y milagrosa, logró obtener la curación gracias a la compasión de Jesús, que nos ama incluso en el pecado. Él no se avergüenza de nosotros. «Oh padre, yo soy un pecador, ¿cómo iré a decir esto?» ¡Mejor! Porque Él vino precisamente por nosotros los pecadores, y cuanto más grande pecador tú eres, más cerca de ti está el Señor, porque vino por ti, el más grande pecador, por mí, el más grande pecador, por todos nosotros. Tengamos la costumbre de repetir esta oración, siempre: «Señor, si quieres, puedes». Si quieres, puedes», con la confianza de que el Señor está cerca de nosotros y su compasión tomará sobre sí nuestros problemas, nuestros pecados, nuestras enfermedades interiores, todo. Prensa CEV Nota de prensa de Vatican News 16 de enero de 2020

15
Ene

En la Secretaría de Estado un subsecretario mujer: Francesca Di Giovanni

Vaticano.- El Papa Francisco ha nombrado a la Dra. Francesca Di Giovanni, funcionaria de la Secretaría de Estado, nueva subsecretaria de la Sección para las Relaciones con los Estados, y le ha asignado el seguimiento del sector multilateral. Di Giovanni, que trabaja desde hace casi 27 años en la Secretaría de Estado, nació en Palermo en 1953 y es licenciada en Derecho. Completó su práctica notarial y trabajó en el sector jurídico-administrativo en el Centro Internacional de la Obra de María (Movimiento de los Focolares). Desde el 15 de septiembre de 1993 trabaja como funcionaria en la Sección de Relaciones con los Estados de la Secretaría de Estado. También ha trabajado en el ámbito multilateral, especialmente en las áreas de migrantes y refugiados, derecho internacional humanitario, comunicaciones, derecho internacional privado, condición de la mujer, propiedad intelectual y turismo. A partir de hoy, la Sección de Relaciones con los Estados cuenta con dos subsecretarios: Di Giovanni de hecho trabajará junto a Monseñor Mirosław Wachowski, quien se ocupará principalmente del área de la diplomacia bilateral. ¿Se sorprendió del nombramiento como subsecretario? ¡Sí, absolutamente! Desde hace varios años se piensa en la necesidad de un subsecretario para el sector multilateral: un sector delicado y exigente que necesita una atención especial, porque tiene modalidades propias, en parte diferentes a aquellas del ámbito bilateral. Pero que el Santo Padre me confiara este rol, sinceramente nunca lo hubiera pensado.  Es un rol nuevo y trataré de hacer todo lo posible para corresponder a la confianza del Santo Padre, pero espero no hacerlo sola: me gustaría contar con la armonía que ha caracterizado a nuestro grupo de trabajo hasta ahora. ¿Puede explicar que es el “sector multilateral”? En términos sencillos, se puede decir que se trata de relaciones entre organizaciones intergubernamentales a nivel internacional e incluye la red de tratados multilaterales, que son importantes porque sancionan la voluntad política de los Estados con respecto a las diversas cuestiones relativas al bien común internacional: pensamos en el desarrollo, el medio ambiente, la protección de las víctimas de los conflictos, la situación de la mujer, etc. ¿En qué consiste su trabajo? Seguiré ocupándome de lo que he seguido hasta ahora en la Sección para las Relaciones con los Estados, aunque ahora, en esta nueva función, tendré la tarea de coordinar la labor de este sector. Es la primera mujer que ocupa un puesto de este nivel en la Secretaría de Estado… Sí, de hecho, es la primera vez que una mujer tiene una tarea de dirección en la Secretaría de Estado. El Santo Padre ha tomado una decisión innovadora, ciertamente, que, más allá de mi persona, representa un signo de atención hacia las mujeres. Pero la responsabilidad está ligada a la tarea, más que al hecho de ser mujer. ¿Cuál puede ser, en su opinión, la contribución específica de una mujer en este campo? No puedo dejar de recordar las palabras del Santo Padre en su homilía del pasado 1° de enero, en la que hace -podemos decir- un himno al papel de la mujer, diciendo también que «La mujer es donante y mediadora de paz y debe ser completamente involucrada en los procesos de toma de decisiones. Porque cuando las mujeres pueden transmitir sus dones, el mundo se encuentra más unido y más en paz”. Quisiera poder contribuir a la realización de esta visión del Santo Padre, con los demás colegas que trabajan en este ámbito en la Secretaría de Estado, pero también con otras mujeres -y son muchas- que trabajan para construir la fraternidad también en esta dimensión internacional. Es importante subrayar la atención del Papa hacia el sector multilateral, que hoy en día es cuestionado por algunos, pero que tiene una función fundamental en la comunidad internacional. Una mujer puede tener ciertas aptitudes para encontrar puntos comunes, para cuidar las relaciones dando importancia a la unidad. Espero que mi ser mujer pueda reflejarse positivamente en esta tarea, aunque son dones que ciertamente también encuentro en la actitud de mis colegas de trabajo varones. El Papa, en su reciente discurso al Cuerpo Diplomático, habló del sistema multilateral, pidiendo que se reforme. La Santa Sede también tiene la misión, en la comunidad internacional, de asegurar que la interdependencia entre hombres y naciones se desarrolle en una dimensión moral y ética, así como en las otras dimensiones y los diversos aspectos que las relaciones adquieren en el mundo actual. No hay que cansarse nunca de fomentar el diálogo a todos los niveles, siempre en la búsqueda de soluciones diplomáticas. Por ejemplo, el Papa en su reciente discurso al Cuerpo Diplomático recordó, entre otras cosas, los muchos resultados positivos de las Naciones Unidas, que este año celebra su 75º aniversario. Queremos seguir viéndolas como un medio necesario para lograr el bien común, aunque esto no nos exime de pedir modificaciones o reformas donde se consideren necesarios. Prensa CEV Nota de prensa de Vatican News 15 de enero de 2020

15
Ene

Papa Francisco en la Catequesis: la Palabra de Dios no está encadenada, está lista para ser sembrada

Vaticano.- La Palabra de Dios no está encadenada, sino que quiere «correr» para comunicar la salvación a todos: con este mensaje concluye el ciclo de catequesis del Papa Francisco sobre los Hechos de los Apóstoles, iniciado el 29 de mayo del año pasado: «Que el final de este itinerario, vivido juntos siguiendo la carrera del Evangelio en el mundo, el Espíritu reavive en cada uno de nosotros la llamada a ser valientes y gozosos evangelizadores». La Palabra de Dios no está encadenada, sino que está lista para ser sembrada: así lo afirmó el Papa Francisco en la Audiencia General, concluyendo su ciclo de catequesis sobre los Hechos de los Apóstoles. El Santo Padre, que ha reflexionado en estos meses sobre el viaje de Pablo, quien de Jerusalén llega a Roma para de allí extenderse al mundo entero, hoy muestra a todos cómo se desencadena la siembra abundante de la Palabra de Dios. El viaje de Pablo, que fue uno con el del Evangelio, es una prueba de que los caminos de los hombres, si se viven en la fe, pueden convertirse en un espacio de tránsito de la salvación de Dios, a través de la Palabra de fe que es un fermento activo en la historia, capaz de transformar las situaciones y de abrir caminos siempre nuevos. Una Palabra «imparable» que quiere correr para comunicar la salvación Hablando de la llegada de Pablo a Roma, con la que termina la historia de los Hechos de los Apóstoles, el Pontífice subrayó cómo la historia «no finaliza con el martirio de Pablo», sino «con la siembra abundante de la Palabra». De hecho, el final del relato de Lucas, centrado en el camino del Evangelio en el mundo, «contiene y recapitula todo el dinamismo de la Palabra de Dios, una Palabra imparable – dijo – que quiere correr para comunicar la salvación a todos». En esta ciudad, aun siendo prisionero, Pablo recibió de la autoridad el poder vivir por cuenta propia, en una casa particular, “bajo custodia militar”. Esta situación le permitía recibir libremente a todos los que venían a encontrarlo, a los cuales anunciaba el Reino de Dios e instruía en el conocimiento de Cristo Jesús. Entre ellos había también algunos judíos, a quienes trataba de mostrar, a partir de la Ley y los Profetas, la continuidad entre la «esperanza de Israel» y la novedad de Cristo, en quien Dios cumplió sus promesas al Pueblo elegido. La Palabra no está encadenada, está lista para ser sembrada El Papa siguió explicando que después de este primer encuentro con los judíos, que estaban bien dispuestos, siguió otro más oficial durante el cual, durante todo un día, Pablo anunció el Reino de Dios, tratando de abrir a sus interlocutores a la fe en Jesús. Pero como no todos están convencidos, Pablo denunció «el endurecimiento del corazón del pueblo de Dios», lo que al final fue «la causa de su condena». En este punto del relato, observó Francisco, Lucas concluye su obra mostrándonos no la muerte de Pablo, sino el dinamismo de su sermón, de «una Palabra que no está encadenada», sino que está lista para ser sembrada «a manos llenas» por el Apóstol: Los Hechos de los Apóstoles no se cierran con el martirio de Pablo, sino con la siembra abundante de la Palabra de Dios. La casa romana del Apóstol, abierta a todos los que buscaban y querían recibir el anuncio y conocer a Jesús, es imagen de la Iglesia, que no obstante perseguida, incomprendida, pecadora y encadenada, no se cansa de acoger con corazón de madre a todo hombre y mujer, para anunciarles el amor del Padre que se hizo visible en Jesús. Evangelizadores valientes, construir un mundo más justo Al final de la catequesis, saludando a los fieles de lengua española, el Papa animó a pedir al Espíritu Santo que estimule en todos nosotros la llamada a ser evangelizadores valientes y decididos para que, como san Pablo, vivamos la alegría del Evangelio y convirtamos nuestros hogares en cenáculos de fraternidad abiertos a todos los hermanos. A los jóvenes, los ancianos, los enfermos y los recién casados, alentó a abrir los corazones a las necesidades de la Iglesia y a que, siguiendo el ejemplo de Jesús, permanezcan cerca de los hermanos, construyendo un mundo más justo. Prensa CEV Nota de prensa de Vatican News 15 de enero de 2020