Categoría: Papa Francisco

28
Feb

Papa a Pontificia Academia para la Vida: tecnologías bien utilizadas pueden dar buenos frutos

Vaticano.- «Que la Palabra y la Tradición de la fe nos ayuden a interpretar los fenómenos de nuestro mundo». «La algor-ética puede ser un puente para inscribir los principios de la Doctrina Social de la Iglesia en las tecnologías digitales.» Son afirmaciones del Papa Francisco en su discurso a los participantes en la Plenaria de la Pontificia Academia para la Vida. En la conclusión de la Asamblea Plenaria de la Pontificia Academia para la Vida, el Papa Francisco envió su discurso a los participantes, que fue leído por Monseñor Vincenzo Paglia, presidente de la Academia. “La inteligencia artificial», escribe el Papa, “está en el corazón mismo del cambio de época que estamos atravesando”, puesto que, de hecho, “la innovación digital toca todos los aspectos de la vida, tanto personales como sociales”. Decisiones resultado de voluntad humana, también de algoritmos En el discurso el Pontífice observa que las decisiones, aun aquellas importantes como las médicas, económicas o sociales, «son hoy en día el resultado de la voluntad humana y de una serie de contribuciones algorítmicas”. Nota que a nivel personal “la era digital cambia la percepción del espacio, del tiempo y del cuerpo”, y ello “infunde un sentido de expansión de sí que ya no parece encontrar más los límites y se afirma la homologación como el criterio de agregación prevalente”, es decir, que “reconocer y apreciar la diferencia se hace cada vez más difícil”. Una asimetría que adormece el pensamiento crítico En el ámbito socio económico, señala que “los usuarios suelen quedar reducidos a ‘consumidores’, esclavos de intereses privados concentrados en manos de unos pocos”. A partir de los rastros digitales difundidos en Internet – constata – los algoritmos extraen datos que permiten controlar los hábitos mentales y relacionales, con fines comerciales o políticos, a menudo sin nuestro conocimiento. Se trata de una asimetría por la cual “unos pocos saben todo sobre nosotros, mientras que nosotros no sabemos nada sobre ello”, lo cual – advierte el Pontífice – “ adormece el pensamiento crítico y el ejercicio consciente de la libertad”. El resultado de ello es que las “desigualdades se amplifican inconmensurablemente, el conocimiento y la riqueza se acumulan en pocas manos, con graves riesgos para las sociedades democráticas”. Nuevas tecnologías bien utilizadas pueden dar buenos frutos Francisco afirma que, sin embargo, estos peligros “no deben ocultarnos el gran potencial que nos ofrecen las nuevas tecnologías”, puesto que “son un regalo de Dios”, “un recurso que puede dar buenos frutos”. Señala que las ciencias biológicas “están haciendo un uso cada vez mayor de los dispositivos puestos a disposición por la ‘inteligencia artificial”, y que dicho desarrollo induce “a cambios profundos en la forma de interpretar y gestionar los seres vivos y las características de la vida humana, que es nuestro compromiso proteger y promover”. Manifestando su gratitud a la Academia Pontificia para la vida que ha “favorecido el diálogo entre las disciplinas científicas diferentes” el Sumo Pontífice  asevera que “debemos dejarnos interpelar como creyentes, para que la Palabra y la Tradición de la fe nos ayuden a interpretar los fenómenos de nuestro mundo, identificando caminos de humanización, y por tanto de amorosa evangelización”. Es necesario crear organismos sociales que aseguren a los usuarios A la luz de lo dicho, el Papa Francisco destaca la necesidad “madurar fuertes motivaciones para perseverar en la búsqueda del bien común, incluso cuando no hay un beneficio inmediato que se pueda obtener de ello”. En otras palabras, resume, “no basta sencillamente con confiar a la sensibilidad moral de quienes investigan y diseñan dispositivos y algoritmos, sino que es necesario crear organismos sociales intermedios que aseguren la representación de la sensibilidad ética de los usuarios y los educadores”. La nueva frontera: la “algor- ética” El Santo Padre retoma el concepto de “algor-ética”, cuyo objetivo es “asegurar una verificación competente y compartida de los procesos mediante los cuales se integran las relaciones entre los seres humanos y las máquinas en nuestra era” para señalar que éste puede ser enriquecido “por los principios de la Doctrina Social de la Iglesia”, a saber, dignidad de la persona, justicia, subsidiariedad y solidaridad. Son principios de la Doctrina Social que expresan “el compromiso de ponerse al servicio de cada persona humana en su totalidad, sin discriminaciones ni exclusiones” . Y la complejidad del mundo tecnológico – escribe – exige una elaboración ética más articulada para que este compromiso sea verdaderamente incisivo. La «algor-ética» – añade – podrá ser un puente para que los principios se inscriban concretamente en las tecnologías digitales, a través de un efectivo diálogo transdisciplinario. Adelante con audacia y discernimiento Y porque “la profundidad y la aceleración de las transformaciones de la era digital plantean problemáticas inesperadas que imponen nuevas condiciones al ethos individual y colectivo”, en la conclusión del discurso el Santo Padre anima a los participantes a ir adelante “con audacia y discernimiento buscando formas de implicar cada vez más ampliamente a todos aquellos que tienen en su corazón el bien de la familia humana”. En la Asamblea General de la Pontificia Academia para la Vida participaron el Presidente del Parlamento Europeo y el Director General de la FAO, además de otras autoridades y de personalidades en el campo de la tecnología informática. Prensa CEV Nota de prensa de Vatican News 28 de febrero de 2020

27
Feb

El Papa: no sean sacerdotes aislados, vivan en comunión con la gente

Vaticano.- “Las amarguras en la vida de un sacerdote”, es el tema del discurso del Papa Francisco en la tradicional Liturgia Penitencial de inicio de Cuaresma reservada al clero de la diócesis de Roma, que tuvo lugar este jueves 27 de febrero en la basílica de San Juan de Letrán. «Pidamos al Señor la capacidad de dejarnos transformar y ser personas reconciliadas y que reconcilian»: es la exhortación del Papa al Clero de Roma en el discurso leído esta mañana porel Cardenal Vicario para la diócesis de Roma, Angelo De Donatis, en nombre del Pontífice, ya que como dio a conocer la Oficina de Prensa de la Santa Sede, el Santo Padre no participó personalmente al encuentro con el Clero debido a una “indisposición leve”. La reflexión del Papa habla de la amargura en la vida de un sacerdote, un “enemigo sutil” que encuentra muchos modos para camuflarse y esconderse y como un parásito roba lentamente la alegría de la vocación. Ponerse en contacto con la propia humanidad El texto analiza el tema de la amargura en torno a la relación con la fe, con el obispo y con los hermanos. El Pontífice inicia evidenciando dos cosas: la primera,  que su reflexión es fruto “de la escucha de algunos seminaristas y sacerdotes de diversas diócesis italianas y no se refiere a una situación específica”. La segunda, “que la mayoría de los sacerdotes están contentos de sus vidas y consideran estas amarguras como parte de la vida normal, sin dramas”. Francisco asegura que mirar “a la cara las propias amarguras y confrontarse con ellas” permite ponerse en contacto con “nuestra humanidad”, y de esta manera recordar que “como sacerdotes no estamos llamados a ser omnipotentes sino hombres pecadores perdonados y enviados”. A continuación, señala las tres causas de la amargura: “problemas con la fe”, “problemas con el obispo”, y “problemas entre sacerdotes”. Problemas con la fe El Santo Padre se remite a pasaje del Evangelio de Lucas sobre el encuentro de Jesús con los discípulos de Emaús y su desilusión por no haberlo reconocido para explicar que la “esperanza decepcionada” está en la “raíz de su amargura”. “La esperanza cristiana en realidad no decepciona y no fracasa”, asegura, al tiempo que señala que “para esperar cristianamente es necesario vivir una vida de oración sustanciosa”. La diferencia entre expectativa y esperanza El Papa afirma que “la expectativa nace cuando pasamos la vida a salvarnos la vida, nos arrebatamos en búsqueda de seguridades, recompensas y avances”. La esperanza, en cambio,  “es algo que  nace en el corazón cuando se decide no defenderse más y se reconoce la importancia de la confianza”. La esperanza se funda sobre una alianza: Dios me ha hablado y me ha prometido el día de mi ordenación que la mía será una vida plena, con la plenitud y el sabor de las Bienaventuranzas; ciertamente difícil – como la de todos los hombres – pero hermosa. Mi vida es gustosa si hago Pascua, no si las cosas van como digo yo. Problemas con el obispo Reconociendo que “todos tenemos faltas en lo pequeño y en lo grande” el Papa afirma que “mucha amargura en la vida del sacerdote viene dada por las omisiones de los Pastores”. Y agrega que el verdadero problema que amarga no son las “divergencias” y tal vez ni siquiera los “errores”, sino dos razones muy serias y desestabilizadoras para los sacerdotes. La primera, una cierta deriva autoritaria suave: no se aceptan a aquellos que piensan diversamente. La parresia es enterrada por el frenesí de imponer proyectos. El culto de las iniciativas está reemplazando lo esencial: una fe, un bautismo, un Dios Padre de todos, advierte el Papa. Y la adhesión a las iniciativas corre el riesgo de convertirse en la vara de medir de la comunión. Pero no siempre coincide con la unanimidad de opinión.  Los sacerdotes deben estar en comunión con el obispo y los obispos en comunión con los sacerdotes: no es un problema de democracia, sino de paternidad. Competencia suplantada por presunta lealtad La segunda y menos habitual razón que desestabiliza a los sacerdotes es la «equidad»: que significa “tener en cuenta la opinión de todos y salvaguardar la representatividad del rebaño, sin hacer preferencias”. Y aquí el Papa advierte de la “gran tentación del pastor”: rodearse de los «suyos», de los «cercanos»; y así, desgraciadamente, la verdadera competencia es suplantada por una cierta lealtad presunta, sin distinguir ya entre quien complace y quien aconseja de manera desinteresada. El Papa recuerda entonces el consejo de San Benito:  “La verdadera curación, reside en la equidad, no en la uniformidad”. La tercera causa de amargura: el problema entre sacerdotes   Recordando que el presbítero ha sufrido en los últimos años los golpes de los escándalos, financieros y sexuales Francisco evidencia que la “sospecha ha hecho drásticamente más frías y formales las relaciones; ya no se disfruta de los dones de los demás; por el contrario, parece ser una misión para destruir, minimizar, hacer que la gente sospeche”. El Papa asegura que el “maligno” impulsa a una visión «donatista» de la Iglesia: ¡dentro lo impecable, fuera quien se equivoca!” Tenemos falsas concepciones de la Iglesia militante, en una especie de puritanismo eclesiológico. La esposa de Cristo es y sigue siendo el campo en el que el grano y las luchas crecen hasta la parusía. Los que no han hecho suya esta visión evangélica de la realidad se exponen a una amargura indecible e inútil. El misterio de la comunión Los pecados públicos y publicitados del clero han hecho que todos se muestren más cautelosos y menos dispuestos a forjar vínculos significativos, especialmente en lo que respecta a compartir la fe, agrega el Papa. Y advierte que hay más «comunidad», pero menos comunión. No es una cuestión de soledad: no es un problema sino un aspecto del misterio de la comunión. «El verdadero problema radica en no encontrar tiempo para estar solo. Sin soledad no hay amor gratuito, y los otros se convierten en un sustituto del vacío. En

26
Feb

El Papa: Somos ciudadanos del cielo. Nuestro pasaporte es el amor a Dios y al prójimo

“La Cuaresma no es el momento de derramar moralismos inútiles sobre la gente, sino de reconocer que nuestras miserables cenizas son amadas por Dios”. Palabras del Papa Francisco este miércoles de ceniza, desde la Basílica de Santa Sabina, en Roma. “Las cenizas recuerdan dos caminos: el camino de nuestra existencia, del polvo a la vida. Y el camino opuesto, que va de la vida al polvo”. Vaticano.- Esta tarde, Francisco celebró desde la Iglesia de San Anselmo en el Monte Aventino de Roma, la «liturgia de las estaciones» seguida de la procesión penitencial hacia la basílica de Santa Sabina, donde presidió la Santa Misa, con el rito de la bendición y la imposición de las cenizas. El tiempo de Cuaresma, dijo es un tiempo de gracia, para acoger la mirada amorosa de Dios sobre nosotros y, de esta manera, cambiar nuestras vidas. Estamos en este mundo para caminar de las cenizas a la vida: “La Cuaresma se empieza recibiendo las cenizas: «Acuérdate que eres polvo, y al polvo volverás». El polvo en nuestras cabezas nos devuelve a la tierra, afirmó el Papa, nos recuerda que venimos de la tierra y que volveremos a la tierra. Somos débiles, frágiles, mortales. A lo largo de siglos y milenios estamos de paso, frente a la inmensidad de las galaxias y el espacio somos diminutos. Somos polvo en el universo”. Francisco nos pide que no convirtamos en polvo la esperanza, no incineremos el sueño que Dios tiene sobre nosotros. Porque Él puede convertir en gloria el polvo del mundo “descristianizado” Somos el polvo amado por Dios, dijo el Papa y recordó que el Señor ha amado recoger nuestro polvo en sus manos y “soplar en ellas su aliento de vida”. Por eso somos polvo destinado a vivir para siempre. Somos la tierra sobre la que Dios ha vertido su cielo, el polvo que contiene sus sueños. Somos la esperanza de Dios, su tesoro, su gloria. Las cenizas recuerdan dos caminos: El camino de nuestra existencia, del polvo a la vida. Y el camino opuesto: que va de la vida al polvo: Del polvo a la vida, porque somos polvo, tierra, arcilla, pero si nos dejamos moldear por las manos de Dios nos convertimos en una maravilla. Sin embargo, a menudo, especialmente en las dificultades y la soledad, sólo vemos nuestro polvo. Pero el Señor nos anima, dijo el Santo Padre, porque lo poco que somos tiene un valor infinito ante sus ojos. Nacemos para ser amados, nacemos para ser hijos de Dios. La ceniza que recibimos en nuestras cabezas sacude los pensamientos en nuestras mentes, dijo el Papa, y ante la pregunta negativa que surge: “¿Para qué vivo?», el Papa dijo, si cada uno de nosotros vive por las cosas del mundo que pasan, volvemos al polvo, negamos aquello que Dios ha hecho en nosotros. “Si vivo sólo para traer a casa un poco de dinero y divertirme, para buscar un poco de prestigio, hacer una pequeña carrera, vivo en el polvo. Si juzgo mal la vida sólo porque no se me da suficiente consideración o no recibo de los demás lo que creo que merezco, sigo todavía mirando el polvo. No estamos en el mundo para eso. Valemos mucho más, vivimos para mucho más: para realizar el sueño de Dios, para amar”. Somos ciudadanos del cielo y el amor a Dios y el prójimo es nuestro pasaporte Las cenizas se depositan en nuestras cabezas para que el fuego del amor se encienda en nuestros corazones, dijo el Pontífice, porque somos ciudadanos del cielo y el amor a Dios y al prójimo es nuestro pasaporte al cielo. Los bienes terrenales que poseemos no nos servirán, son polvo que se desvanecen, pero el amor que damos – en la familia, en el trabajo, en la Iglesia, en el mundo – nos salvará, permanecerá para siempre. “Las cenizas que recibimos nos recuerdan un segundo camino, el camino opuesto, aquel que va de la vida al polvo. Miramos a nuestro alrededor y vemos el polvo de la muerte”. Vidas reducidas a cenizas, señaló el Papa, escombros, destrucción, guerra. Vidas de pequeños inocentes no bienvenidos, vidas de pobres rechazados, vidas de ancianos desechados. Seguimos destruyéndonos, volviéndonos polvo. ¡Y cuánto polvo hay en nuestras relaciones!, afirmó, miramos en nuestras casas, en nuestras familias, peleas, incapacidad de apaciguar los conflictos. Es difícil para cada uno de nosotros, señaló,  pedir disculpas, perdonar, volver a empezar. Mientras, dijo, que tan fácilmente reclamamos nuestros espacios y nuestros derechos.   “Hay mucho polvo que ensucia el amor y destruye la vida. Incluso en la Iglesia, la casa de Dios, hemos permitido que se asiente tanto polvo, el polvo de la mundanidad”. Francisco pidió que no ahoguemos el fuego de Dios con las cenizas de la hipocresía. El Señor pide hacer obras de caridad, rezar y ayunar, sin fingir, sin dobles intenciones. Sin buscar la aprobación de otros, sin impactar o satisfacer nuestro ego. “¡Cuántas veces nos proclamamos cristianos y en el corazón cedemos a las pasiones que nos hacen esclavos! ¡Cuántas veces predicamos una cosa y hacemos otra! ¡Cuántas veces nos mostramos buenos por fuera y guardamos rencor por dentro! Cuánta dualidad hay en nuestros corazones… Es polvo que ensucia, cenizas que sofocan el fuego del amor”. Para limpiarnos del polvo depositado en nuestros corazones, Francisco dijo que hay que dejarnos reconciliar con Dios. Porque la santidad no es tarea nuestra, es gracia. Porque por nuestra cuenta no somos capaces de quitar el polvo que ensucia nuestros corazones. Porque sólo Jesús, que conoce y ama nuestro corazón, puede curarlo. La Cuaresma es un tiempo de curación. Entonces, debemos hacer dos pasos dijo el Papa: el primero, del polvo a la vida, ponernos delante del Crucificado y repetir: «Jesús, tú me amas, transfórmame…».  Y después de haber aceptado su amor, después de haber llorado delante de este amor, hacer el segundo paso, para no recaer de la vida al polvo. Uno recibe el perdón de Dios, en la Confesión, porque allí el fuego del

26
Feb

Papa Francisco: Cuaresma, tiempo para desconectar el celular y conectarse al Evangelio

En medio del rumor de la mundanidad “nos cuesta escuchar la voz del Señor”, pero en cambio “necesitamos” hablar con Dios “como el pan, más que el pan”. Por eso en la catequesis del miércoles 26 de febrero el Papa exhorta a entrar en el desierto con el Señor y dejar que transforme nuestros corazones para redescubrir lo que verdaderamente importa y reencontrar los rostros de los que están a nuestro lado. Porque la Cuaresma, además, es un viaje de caridad. Vaticano.-Vivimos en un tiempo “contaminado” por demasiada violencia verbal, por palabras ofensivas y dañinas, “inundados de palabras vacías”, y en medio de este rumor “nos cuesta escuchar la voz del Señor”. La Cuaresma, en cambio, “es tiempo para apagar la televisión”, para “desconectarnos del celular y conectarnos al Evangelio”, es tiempo para entrar en el desierto con Jesús, porque “dialogar en silencio con el Señor nos devuelve la vida”. En el Miércoles de Ceniza el Papa Francisco dedicó su catequesis a reflexionar sobre el significado espiritual del desierto, llamando a todos a recorrer el camino cuaresmal a través de la oración, el ayuno y las obras de misericordia. Imaginemos que estamos en un desierto: nos alejamos de los ruidos, de todo lo que nos rodea habitualmente y nos envuelve un gran silencio. En el desierto hay ausencia de palabras, y así podemos hacer espacio para que el Señor nos hable al corazón: es el lugar de la Palabra de Dios. En el desierto, también nos alejamos de tantas realidades superfluas que nos rodean, aprendemos a “ayunar”, que es renunciar a cosas vanas para ir a lo esencial. Por último, el desierto es un lugar de soledad. Allí podemos encontrar y ayudar a tantos hermanos descartados por la sociedad, tantos hermanos solos que viven en el silencio y en la marginalidad. Hacer lugar a la Palabra de Dios En un mundo contaminado por palabras ofensivas que “la red amplifica”, el Papa Francisco invita en esta Cuaresma a hacer “silencio en el corazón”, porque «solamente en el silencio» se puede escuchar la voz de Dios. En medio del rumor de la mundanidad, el  Santo Padre constata la dificultad de escuchar la voz del Señor cuando, en cambio, necesitamos hablar con Dios “como el pan, más que el pan», porque “sólo ante Él salen a la luz las inclinaciones del corazón y caen los dobleces del alma”.  El camino a través del desierto cuaresmal es un tiempo propicio en nuestra vida para apagar la televisión y abrir la Biblia; para desconectarnos del celular y conectarnos al Evangelio; para renunciar a tantas palabras y críticas inútiles para estar más tiempo con el Señor,  y dejar que transforme nuestro corazón. Ir a lo esencial La reflexión del Papa de este miércoles se detiene en las muchas cosas inútiles que rodean nuestras vidas, y en la carrera en la búsqueda de cosas que “parecen necesarias pero en realidad no lo son”. En su lugar, observa cuánto bien nos haría «deshacernos de tantas realidades superfluas, para redescubrir lo que importa, para reencontrar los rostros de los que están a nuestro lado”. Y el ejemplo de esto, señala, «nos lo da Jesús al ayunar»: Ayunar es saber renunciar a las cosas vanas, a lo superfluo, para ir a lo esencial. Ayunar no es solamente para adelgazar, ayunar es ir precisamente a lo esencial, es buscar la belleza de una vida más simple. Caridad hacia los más débiles El desierto, “lugar de soledad”, explica el Pontífice, nos conduce también a encontrar muchos otros “desiertos”: son las personas solas y abandonadas, los pobres y los ancianos que están a nuestro lado y que viven en el silencio, «marginalizados y descartados». El desierto cuaresmal, afirma el Papa, “es un viaje de caridad hacia los más débiles”. El desierto nos conduce a aquellos que, silenciados, piden en silencio nuestra ayuda. Oración, ayuno, obras de misericordia En el inicio del tiempo de Cuaresma el Papa Francisco hace presente que “en el desierto se abre el camino que nos lleva de la muerte a la vida”. Y es por eso que invita a entrar en el desierto «con coraje», porque saldremos de Él «saboreando la Pascua, la potencia del amor de Dios que renueva la vida»:  Que el Señor nos ayude a entrar en el desierto cuaresmal, que lo sepamos recorrer a través de la oración, el ayuno y las obras de misericordia, para que podamos gustar la Pascua, la fuerza del amor de Dios que hace florecer los desiertos de nuestra vida. Durante sus saludos a los fieles en los distintos idiomas, dirigiéndose a los peregrinos de lengua árabe, el Sumo Pontífice tuvo palabras en particular hacia aquellos provenientes de Irak, a quienes quiso expresar su cercanía y oración:  “Ustedes están en un campo de batalla, ustedes sufren una guerra de un lado y del otro. Rezo por ustedes y por la paz en su País, que tenía programado visitar este año. Rezo por ustedes”. Cercanía del Papa a los enfermos por el Coronavirus Finalmente, en la conclusión de la Audiencia, manifestó nuevamente su cercanía a los enfermos a causa del Coronavirus, a los operadores de salud que cuidan de los enfermos, a las autoridades civiles y a todos los que se están empeñando para asistir a los pacientes y detener el contagio. Prensa CEVNota de Vatican News26 de febrero de 2020

25
Feb

MENSAJE DEL SANTO PADRE FRANCISCO PARA LA CUARESMA 2020

Queridos hermanos y hermanas: El Señor nos vuelve a conceder este año un tiempo propicio para prepararnos a celebrar con el corazón renovado el gran Misterio de la muerte y resurrección de Jesús, fundamento de la vida cristiana personal y comunitaria. Debemos volver continuamente a este Misterio, con la mente y con el corazón. De hecho, este Misterio no deja de crecer en nosotros en la medida en que nos dejamos involucrar por su dinamismo espiritual y lo abrazamos, respondiendo de modo libre y generoso. 1. El Misterio pascual, fundamento de la conversión La alegría del cristiano brota de la escucha y de la aceptación de la Buena Noticia de la muerte y resurrección de Jesús: el kerygma. En este se resume el Misterio de un amor «tan real, tan verdadero, tan concreto, que nos ofrece una relación llena de diálogo sincero y fecundo» (Exhort. ap. Christus vivit, 117). Quien cree en este anuncio rechaza la mentira de pensar que somos nosotros quienes damos origen a nuestra vida, mientras que en realidad nace del amor de Dios Padre, de su voluntad de dar la vida en abundancia (cf. Jn 10,10). En cambio, si preferimos escuchar la voz persuasiva del «padre de la mentira» (cf. Jn 8,45) corremos el riesgo de hundirnos en el abismo del sinsentido, experimentando el infierno ya aquí en la tierra, como lamentablemente nos testimonian muchos hechos dramáticos de la experiencia humana personal y colectiva. Por eso, en esta Cuaresma 2020 quisiera dirigir a todos y cada uno de los cristianos lo que ya escribí a los jóvenes en la Exhortación apostólica Christus vivit: «Mira los brazos abiertos de Cristo crucificado, déjate salvar una y otra vez. Y cuando te acerques a confesar tus pecados, cree firmemente en su misericordia que te libera de la culpa. Contempla su sangre derramada con tanto cariño y déjate purificar por ella. Así podrás renacer, una y otra vez» (n. 123). La Pascua de Jesús no es un acontecimiento del pasado: por el poder del Espíritu Santo es siempre actual y nos permite mirar y tocar con fe la carne de Cristo en tantas personas que sufren. 2. Urgencia de conversión Es saludable contemplar más a fondo el Misterio pascual, por el que hemos recibido la misericordia de Dios. La experiencia de la misericordia, efectivamente, es posible sólo en un «cara a cara» con el Señor crucificado y resucitado «que me amó y se entregó por mí» (Ga 2,20). Un diálogo de corazón a corazón, de amigo a amigo. Por eso la oración es tan importante en el tiempo cuaresmal. Más que un deber, nos muestra la necesidad de corresponder al amor de Dios, que siempre nos precede y nos sostiene. De hecho, el cristiano reza con la conciencia de ser amado sin merecerlo. La oración puede asumir formas distintas, pero lo que verdaderamente cuenta a los ojos de Dios es que penetre dentro de nosotros, hasta llegar a tocar la dureza de nuestro corazón, para convertirlo cada vez más al Señor y a su voluntad. Así pues, en este tiempo favorable, dejémonos guiar como Israel en el desierto (cf. Os 2,16), a fin de poder escuchar finalmente la voz de nuestro Esposo, para que resuene en nosotros con mayor profundidad y disponibilidad. Cuanto más nos dejemos fascinar por su Palabra, más lograremos experimentar su misericordia gratuita hacia nosotros. No dejemos pasar en vano este tiempo de gracia, con la ilusión presuntuosa de que somos nosotros los que decidimos el tiempo y el modo de nuestra conversión a Él. 3. La apasionada voluntad de Dios de dialogar con sus hijos El hecho de que el Señor nos ofrezca una vez más un tiempo favorable para nuestra conversión nunca debemos darlo por supuesto. Esta nueva oportunidad debería suscitar en nosotros un sentido de reconocimiento y sacudir nuestra modorra. A pesar de la presencia —a veces dramática— del mal en nuestra vida, al igual que en la vida de la Iglesia y del mundo, este espacio que se nos ofrece para un cambio de rumbo manifiesta la voluntad tenaz de Dios de no interrumpir el diálogo de salvación con nosotros. En Jesús crucificado, a quien «Dios hizo pecado en favor nuestro» (2 Co 5,21), ha llegado esta voluntad hasta el punto de hacer recaer sobre su Hijo todos nuestros pecados, hasta “poner a Dios contra Dios”,como dijo el papa Benedicto XVI (cf. Enc. Deus caritas est, 12). En efecto, Dios ama también a sus enemigos (cf. Mt 5,43-48). El diálogo que Dios quiere entablar con todo hombre, mediante el Misterio pascual de su Hijo, no es como el que se atribuye a los atenienses, los cuales «no se ocupaban en otra cosa que en decir o en oír la última novedad» (Hch 17,21). Este tipo de charlatanería, dictado por una curiosidad vacía y superficial, caracteriza la mundanidad de todos los tiempos, y en nuestros días puede insinuarse también en un uso engañoso de los medios de comunicación. 4. Una riqueza para compartir, no para acumular sólo para sí mismo Poner el Misterio pascual en el centro de la vida significa sentir compasión por las llagas de Cristo crucificado presentes en las numerosas víctimas inocentes de las guerras, de los abusos contra la vida tanto del no nacido como del anciano, de las múltiples formas de violencia, de los desastres medioambientales, de la distribución injusta de los bienes de la tierra, de la trata de personas en todas sus formas y de la sed desenfrenada de ganancias, que es una forma de idolatría. Hoy sigue siendo importante recordar a los hombres y mujeres de buena voluntad que deben compartir sus bienes con los más necesitados mediante la limosna, como forma de participación personal en la construcción de un mundo más justo. Compartir con caridad hace al hombre más humano, mientras que acumular conlleva el riesgo de que se embrutezca, ya que se cierra en su propio egoísmo. Podemos y debemos ir incluso más allá, considerando las dimensiones estructurales de la economía. Por este motivo, en la Cuaresma de 2020, del 26 al 28 de marzo, he convocado en Asís a los jóvenes

24
Feb

Cuaresma 2020. El Papa: “Convirtámonos a un diálogo abierto y sincero con el Señor”

Tuvo lugar este lunes, 24 de febrero, en la Oficina de Prensa de la Santa Sede la conferencia de presentación del Mensaje del Santo Padre para la Cuaresma 2020, cuyo título es: «En nombre de Cristo os pedimos que os reconciliéis con Dios» (2 Co 5,20). Vaticano.- “Invoco la intercesión de la Bienaventurada Virgen María sobre la próxima Cuaresma, para que escuchemos el llamado a dejarnos reconciliar con Dios, fijemos la mirada del corazón en el Misterio pascual y nos convirtamos a un diálogo abierto y sincero con el Señor. De este modo podremos ser lo que Cristo dice de sus discípulos: sal de la tierra y luz del mundo”, lo escribe el Papa Francisco en su Mensaje para la Cuaresma 2020, cuyo título es: «En nombre de Cristo os pedimos que os reconciliéis con Dios» (2 Co 5,20) y que fue presentado este lunes, 24 de febrero, en la Oficina de Prensa de la Santa Sede. Volver continuamente a este Misterio, con la mente y el corazón En su Mensaje, firmado en San Juan de Letrán el pasado 7 de octubre, Memoria de Nuestra Señora del Rosario, el Santo Padre propone cuatro puntos de reflexión: el Misterio pascual, fundamento de la conversión; la urgencia de conversión; la apasionada voluntad de Dios de dialogar con sus hijos; y una riqueza para compartir, no para acumular sólo para sí mismo, con el fin de “prepararnos a celebrar con el corazón renovado el gran Misterio de la muerte y resurrección de Jesús, fundamento de la vida cristiana personal y comunitaria. Debemos volver continuamente a este Misterio, con la mente y con el corazón”. De hecho, este Misterio no deja de crecer en nosotros en la medida en que nos dejamos involucrar por su dinamismo espiritual y lo abrazamos, respondiendo de modo libre y generoso El Misterio pascual, fundamento de la conversión Un primer punto que destaca el Papa Francisco en su Mensaje es que, “la alegría del cristiano brota de la escucha y de la aceptación de la Buena Noticia de la muerte y resurrección de Jesús: el kerygma”. Quien cree en este anuncio, afirma el Pontífice, rechaza la mentira de pensar que somos nosotros quienes damos origen a nuestra vida, mientras que en realidad nace del amor de Dios Padre, de su voluntad de dar la vida en abundancia. En cambio, si preferimos escuchar la voz persuasiva del «padre de la mentira» corremos el riesgo de hundirnos en el abismo del sinsentido, experimentando el infierno ya aquí en la tierra, como lamentablemente nos testimonian muchos hechos dramáticos de la experiencia humana personal y colectiva. Por eso, en esta Cuaresma 2020, el Papa quiere dirigir a todos los cristianos lo que ya escribió a los jóvenes en la Exhortación Apostólica Christus vivit, es decir, «Mira los brazos abiertos de Cristo crucificado, déjate salvar una y otra vez. […] Así podrás renacer, una y otra vez». La Pascua de Jesús no es un acontecimiento del pasado: por el poder del Espíritu Santo es siempre actual y nos permite mirar y tocar con fe la carne de Cristo en tantas personas que sufren Urgencia de conversión Otro aspecto importante que invita el Obispo de Roma a contemplar más a fondo es el Misterio pascual, por el que hemos recibido la misericordia de Dios. “La experiencia de la misericordia, efectivamente – escribe el Pontífice – es posible sólo en un «cara a cara» con el Señor crucificado y resucitado «que me amó y se entregó por mí». Un diálogo de corazón a corazón, de amigo a amigo. Por eso la oración es tan importante en el tiempo cuaresmal”. La oración, señala el Papa, más que un deber, nos muestra la necesidad de corresponder al amor de Dios, que siempre nos precede y nos sostiene. De hecho, el cristiano reza con la conciencia de ser amado sin merecerlo. “La oración – precisa el Pontífice – puede asumir formas distintas, pero lo que verdaderamente cuenta a los ojos de Dios es que penetre dentro de nosotros, hasta llegar a tocar la dureza de nuestro corazón, para convertirlo cada vez más al Señor y a su voluntad”. Cuanto más nos dejemos fascinar por su Palabra, más lograremos experimentar su misericordia gratuita hacia nosotros. No dejemos pasar en vano este tiempo de gracia, con la ilusión presuntuosa de que somos nosotros los que decidimos el tiempo y el modo de nuestra conversión a Él La apasionada voluntad de Dios de dialogar con sus hijos Este tiempo de Cuaresma, indica el Papa Francisco, es un tiempo favorable para nuestra conversión y nunca debemos darlo por supuesto. Esta nueva oportunidad debería suscitar en nosotros un sentido de reconocimiento y sacudir nuestra modorra. “A pesar de la presencia – a veces dramática, afirma el Pontífice – del mal en nuestra vida, al igual que en la vida de la Iglesia y del mundo, este espacio que se nos ofrece para un cambio de rumbo manifiesta la voluntad tenaz de Dios de no interrumpir el diálogo de salvación con nosotros”. Ese diálogo, precisa el Papa, que Dios quiere entablar con todo hombre, mediante el Misterio pascual de su Hijo, no es como el que se atribuye a los atenienses, los cuales «no se ocupaban en otra cosa que en decir o en oír la última novedad» (Hch 17,21). Este tipo de charlatanería, dictado por una curiosidad vacía y superficial, caracteriza la mundanidad de todos los tiempos, y en nuestros días puede insinuarse también en un uso engañoso de los medios de comunicación Una riqueza para compartir, no para acumular sólo para sí mismo Hacia el final de su Mensaje, el Santo Padre recuerda que, poner el Misterio pascual en el centro de la vida significa sentir compasión por las llagas de Cristo crucificado presentes en las numerosas víctimas inocentes de las guerras, de los abusos contra la vida tanto del no nacido como del anciano, de las múltiples formas de violencia, de los desastres medioambientales, de la distribución injusta de los bienes de la tierra,

20
Feb

Ser cristiano significa aceptar el camino de Jesús, hasta la cruz

Vaticano.- En su homilía de la misa matutina celebrada en la capilla de la Casa de Santa Marta el Papa Francisco afirmó que el cristiano es el que acepta el camino que siguió Jesús para salvarnos, es decir, el camino de la humillación. Y añadió que se equivocan los cristianos, los sacerdotes, los obispos e incluso los papas que no siguen este camino «¿Quién dice la gente que soy?», «¿Ustedes qué dicen?»  Son las preguntas contenidas en el pasaje del Evangelio de la liturgia del día a partir de las cuales el Santo Padre reflexionó. Y afirmó que el Evangelio nos enseña las etapas que recorrieron los apóstoles, para saber quién es Jesús. Son tres: conocer, confesar y aceptar el camino que Dios eligió para Él. Confesar a Jesús gracias al Espíritu Santo Conocer a Jesús es lo que todos hacemos nosotros cuando – observó Francisco – tomamos el Evangelio, y tratamos de conocer a Jesús, o cuando llevamos a los niños al catecismo (…) al igual que cuando los llevamos a la misa. Sin embargo, dijo que se trata sólo del primer paso. El segundo es confesar a Jesús. Y esto nosotros, solos, no podemos hacerlo. En la versión de Mateo, Jesús le dice a Pedro: «Esto no viene de ti. El Padre te lo ha revelado». Sólo podemos confesar a Jesús con el poder de Dios, con el poder del Espíritu Santo. Nadie puede decir que Jesús es el Señor y confesarlo sin el Espíritu Santo, dice Pablo. No podemos confesar a Jesús sin el Espíritu. Por lo tanto, la comunidad cristiana debe buscar siempre el poder del Espíritu Santo para confesar a Jesús, para decir que es Dios, que es el Hijo de Dios. Aceptar el camino de Jesús, hasta la cruz Pero, ¿cuál es el propósito de la vida de Jesús, por qué vino? Responder a esta pregunta significa realizar la tercera etapa en el camino del conocimiento de Él. Y Francisco recordó que Jesús comenzó a enseñar a sus apóstoles que debía sufrir y que lo matarían para luego resucitar. Confesar a Jesús significa aceptar el camino que el Padre eligió para Él: la humillación. Pablo, escribiendo a los filipenses, [dice]: «Dios envió a su Hijo, quien se anonadó a sí mismo, se hizo siervo, se humilló a sí mismo, hasta la muerte, muerte de cruz”. Si no aceptamos el camino de Jesús, el camino de la humillación que Él eligió para la redención, no sólo no somos cristianos, sino que merecemos lo que Jesús le dijo a Pedro: «¡Aléjate de mí, Satanás! Quien no sigue el camino de la humillación no es cristiano El Papa Francisco señaló que Satanás sabe muy bien que Jesús es el Hijo de Dios, pero Jesús rechaza su «confesión» como alejó de sí mismo a Pedro cuando había rechazado el camino que Jesús había elegido. «Confesar a Jesús – dijo en efecto el Papa Francisco – es aceptar el camino de la humildad y de la humillación. Y cuando la Iglesia no va por este camino, se equivoca, se vuelve mundana». Y cuando nosotros vemos a tantos buenos cristianos, con buena voluntad, pero que confunden la religión con un concepto social de bondad, de amistad, cuando vemos a tantos clérigos que dicen que siguen a Jesús, pero que buscan los honores, los caminos suntuosos, los caminos de la mundanidad, no buscan a Jesús: se buscan a sí mismos. No son cristianos; dicen que son cristianos, pero de nombre, porque no aceptan el camino de Jesús, de la humillación. Y cuando leemos en la historia de la Iglesia acerca de muchos obispos que han vivido así y también de muchos papas mundanos que no conocieron el camino de la humillación, no lo aceptaron, debemos aprender que ese no es el camino. La coherencia cristiana en la vida y en el ministerio Francisco concluyó invitando a pedir “la gracia de la coherencia cristiana” para “no usar el cristianismo para escalar», es decir la gracia de seguir a Jesús en su mismo camino, hasta la humillación. Prensa CEV Nota de prensa de Vatican News 20 de febrero de 2020

20
Feb

Papa Francisco: urge amplia alianza educativa para superar fragmentaciones

Vaticano.– El Papa Francisco recibió en la Sala Clementina a los participantes en la Asamblea Plenaria de la Congregación para la Educación Católica. Recordando la Jornada del 14 de mayo para un Pacto Educativo Global, el Pontífice afirmó que el pacto educativo no debe ser un simple ordenamiento, debe ser revolucionario. La educación es un “movimiento” que lleva a la luz a las personas y necesita hoy como nunca una amplia “alianza educativa” para construir una humanidad más fraterna: lo recordó el Papa Francisco a los participantes en la Asamblea Plenaria de la Congregación para la Educación Católica, recibidos en audiencia este mediodía en la Sala Clementina. Una asamblea que ha sido ocasión para releer el denso trabajo desarrollado en el trienio pasado y delinear los compromisos futuros, con corazón abierto y esperanza. La educación es movimiento «El campo de competencia del Dicasterio los empeña a entrar en el fascinante mundo de la educación que no es nunca una acción repetitiva, sino el arte del crecimiento, de la maduración” dijo el Papa iniciando su discurso. Y a continuación definió  la educación como una “realidad dinámica”, un “movimiento” del cual delineó cuatro características: La primera, es la de ser un movimiento ecológico: “La educación que tiene en el centro la persona en su realidad integral tiene el objetivo de llevarla a la consciencia de sí misma, de la casa común”, y sobre todo “al descubrimiento de la fraternidad, como relación que produce la composición multicultural de la humanidad, fuente de recíproco enriquecimiento”. Movimiento educativo que – como está escrito en la Laudato Sí –  contribuye a la recuperación de «los diferentes niveles de equilibrio ecológico: el interior con uno mismo, el solidario con los demás, el natural con todos los seres vivos, el espiritual con Dios». Esto requiere, por supuesto, educadores «capaces de reajustar los itinerarios pedagógicos de una ética ecológica, para que puedan ayudar eficazmente a crecer en solidaridad, responsabilidad y cuidado basados en la compasión». Inclusión parte integral del mensaje cristiano En cuanto al método, la educación es un movimiento inclusivo, dirigido hacia todos los excluidos: los de la pobreza, los vulnerables a causa de las guerras y por las dificultades familiares y existenciales. Y se concreta en las acciones educativas a favor de los refugiados, de las víctimas de la trata de seres humanos, de los migrantes, sin ninguna distinción de sexo, de religión o etnia. “La inclusión no es un invento moderno, sino una parte integral del mensaje salvador cristiano. Hoy en día es necesario acelerar este movimiento inclusivo de educación para frenar la cultura del descarte, originada por el rechazo de la fraternidad como elemento constitutivo de la humanidad.” Educación movimiento pacificador y armónico “El movimiento educativo para la construcción de la paz – continúa el Santo Padre – es una fuerza que hay que alimentar contra la ‘egolatría’ que genera la no-paz, las fracturas entre generaciones, entre pueblos, entre culturas, entre poblaciones ricas y pobres, entre hombres y mujeres, entre economía y ética, entre la humanidad y el medio ambiente”. El Santo Padre asegura que estas “fracturas y oposiciones”, enferman las relaciones y esconden “miedo a la diversidad y a la diferencia”. “La educación está llamada con su fuerza pacificadora a formar personas capaces de comprender que la diversidad no obstaculiza la unidad, sino que es indispensable para la riqueza de la propia identidad y la de los demás.” Reconstruir la “aldea de la educación” Francisco detalla a continuación otro elemento típico de la educación: el de ser un “movimiento de equipo”. “No es jamás la acción de una sola persona o institución”, asegura al tiempo que  evidencia que este “movimiento de equipo” ha estado en crisis durante mucho tiempo por varias razones. “Por lo tanto,  afirma – sentí la necesidad de promover la jornadadel Pacto Educativo Mundial el 14 de mayo próximo, confiando la organización a la Congregación para la Educación Católica”. Es un llamamiento a todos aquellos que tienen responsabilidades políticas, administrativas, religiosas y educativas para reconstruir la aldea de la educación.  “El pacto educativo no debe ser un simple ordenamiento, no debe ser un «recocinado» de los positivismos que hemos recibido una educación iluminista. Debe ser revolucionario.” Un encuentro, explica el Papa, que no tiene como objetivo desarrollar programas, sino encontrar el paso común «para reavivar el compromiso para y con las jóvenes generaciones, renovando la pasión por una educación más abierta e inclusiva, capaz de escucha paciente, diálogo constructivo y mutua comprensión». “Jamás como ahora hay tanta necesidad de unir esfuerzos en una amplia alianza educativa para formar personas maduras, capaces de superar la fragmentación y la oposición y reconstruir el tejido de las relaciones para una humanidad más fraternal.” Alianza interdisciplinar y transdisciplinar Para la composición de un pacto educativo global Francisco invita también a facilitar el crecimiento de una “alianza interdisciplinar y transdisciplinar” que la reciente Constitución Apostólica Veritatis gaudium señaló para los estudios eclesiásticos pero que vale para todos los estudios. El deseo expresado del Papa a la Congregación es que “continúen  con provecho en la ejecución del programa para los próximos años, en particular en la elaboración de un Directorio, en la creación de un Observatorio Mundial, así como en la cualificación y actualización de los estudios eclesiásticos y en una mayor preocupación por la pastoral universitaria como instrumento de la nueva evangelización”. «Todos estos son compromisos – concluye – pueden contribuir eficazmente a consolidar el pacto». Prensa CEV Nota de prensa de Vatican News 20 de febrero de 2020

19
Feb

Papa Francisco: la tierra más hermosa para conquistar es el corazón del hermano

Vaticano.- El Papa Francisco continuó sus catequesis sobre las Bienaventuranzas. Reflexionando sobre la tercera: “Bienaventurados los mansos, porque heredarán la tierra”, subrayó que la mansedumbre, conquista tantas cosas: la más importante es la salvación del hermano y la paz recuperada con él. El manso es el “discípulo de Cristo” que «hereda» el más sublime de los territorios y lo defiende: defiende su paz, defiende su relación con Dios y sus dones, custodiando la misericordia, la fraternidad, la confianza, la esperanza. Fue la reflexión del Papa en la audiencia del tercer miércoles de febrero en el Aula Pablo VI, continuando con su ciclo de catequesis sobre las bienaventuranzas. El Papa se detiene en la tercera Bienaventuranza del Evangelio de Mateo: «Felices los mansos, porque ellos heredarán la tierra» y reflexiona sobre lo que significa ser “manso” y sobre la tierra que “heredan” que es el “cielo”, es decir, la tierra hacia la cual caminamos. Jesús, modelo de mansedumbre Francisco comienza explicando a los fieles presentes en el Aula Nervi qué caracteriza a una persona mansa y cómo se manifiesta su docilidad: Cuando decimos que una persona es “mansa” nos referimos a que es dócil, suave, afable, a que no es violenta ni colérica. La mansedumbre se manifiesta sobre todo en los momentos de conflicto, cuando estamos “bajo presión”, cuando somos atacados, ofendidos, agredidos. Nuestro modelo es Jesús, que vivió cada momento, especialmente su Pasión, con docilidad y mansedumbre. La “herencia” de la tierra El Pontífice señala además que en las Escrituras la palabra “manso” significa también “aquel que no posee tierras”. Y la tercera bienaventuranza dice precisamente que los mansos “heredarán la tierra”. Esa tierra – afirma Francisco – es un signo de algo mucho más grande y más profundo de un simple territorio: Esta tierra es una promesa y un don para el Pueblo de Dios. Esta “tierra” es el Cielo, hacia donde caminamos como discípulos de Cristo, promoviendo la paz, la fraternidad, la confianza y la esperanza. El pecado de la ira destruye, la mansedumbre conquista Pero existe la otra cara de la moneda y es el pecado de la ira,  “un movimiento violento cuyo impulso todos conocemos”, dice el Papa, y advierte de lo que este pecado puede causar y sobre todo, de cuántas cosas se pueden perder: En un momento de cólera se puede destruir todo lo que se ha construido; cuando se pierde el control, se olvida lo realmente importante, y esto puede arruinar la relación con un hermano, muchas veces sin remedio. La «tierra» del manso es la salvación del hermano La mansedumbre, al contrario de la ira,  “conquista los corazones, salva las amistades, hace posible que se sanen y reconstruyan los lazos que nos unen con los demás”. Por ello, concluyendo, el Pontífice indica cuál es la ‘tierra’ que hay que conquistar: la salvación del hermano. No hay tierra más hermosa que el corazón de los demás, no hay territorio más hermoso para ganar que la paz recuperada con un hermano. ¡Esa es la tierra a heredar! Prensa CEV Nota de prensa de Vatican News 19 de febrero de 2020

18
Feb

Papa Francisco: Dios nos pide un corazón abierto y lleno de compasión

Vaticano.- «La medicina contra la dureza del corazón es la memoria». Francisco en la misa matutina en la Casa Santa Marta nos invita a no olvidar la gracia de la salvación que vuelve al corazón sincero y capaz de misericordia. No tenían pan suficiente los discípulos que subieron a la barca con Jesús y en ellos se surgió la preocupación por la gestión de algo material: «Ellos discutían entre sí,  – dice hoy el Evangelio de Marcos (Mc 8,14-21) – porque no habían traído pan». Jesús se dio cuenta y les dijo: “¿A qué viene esa discusión porque no tienen pan? ¿Todavía no comprenden ni entienden? Ustedes tienen la mente enceguecida. Tienen ojos y no ven, oídos y no oyen. ¿No recuerdan cuántas canastas llenas de sobras recogieron, cuando repartí cinco panes entre cinco mil personas?” Donde falta la compasión hay idolatría e ideología El Papa Francisco se inspira en esta escena del Evangelio para hacer comprender la diferencia que hay entre un «corazón endurecido» como el de los discípulos y un «corazón compasivo» como el del Señor, que expresa su voluntad: Y la voluntad del Señor es la compasión: «Quiero misericordia y no sacrificio». Y un corazón sin compasión es un corazón idólatra, es un corazón autosuficiente, que va adelante sostenido por su propio egoísmo, que se vuelve fuerte sólo con ideologías. Pensemos en los cuatro grupos ideológicos de la época de Jesús: los fariseos, los saduceos, los esenios, los zelotes. Cuatro grupos que habían endurecido el corazón para llevar adelante un proyecto que no era el de Dios; no había lugar para el proyecto de Dios, no había lugar para la compasión. Jesús es la bofetada a toda dureza de corazón Pero hay una «medicina» contra la dureza del corazón y es la memoria. Por eso en el Evangelio de hoy y en tantos pasajes de la Biblia que el Papa recorre, la llamada al poder salvífico de la memoria vuelve como una especie de «estribillo», una «gracia» que hay que pedir – dice Francisco – porque «mantiene el corazón abierto y fiel». Cuando el corazón se endurece, cuando el corazón se endurece, se olvida… Se olvida la gracia de la salvación, se olvida la gratuidad. El corazón duro lleva a las peleas, lleva a las guerras, lleva al egoísmo, lleva a la destrucción del hermano, porque no hay compasión. Y el mensaje de salvación más grande  es que Dios ha tenido compasión de nosotros. Esa frase del Evangelio, cuando Jesús ve a una persona, una situación dolorosa: «tuvo compasión de ellos». Jesús es la compasión del Padre; Jesús es la bofetada de toda dureza de corazón. Tener un corazón abierto Pedir pues la gracia de tener un corazón «no ideologizado» y por lo tanto endurecido, sino «abierto y compasivo» ante lo que sucede en el mundo – porque – recuerda el Papa – por esto seremos juzgados el Día del Juicio, no por nuestras «ideas» o nuestras «ideologías». «Porque tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; preso, y me vinieron a ver, estuve afligido y me consolaron”, está escrito en el Evangelio y «esto -observa Francisco- es compasión, es la no-dureza de corazón». Y la humildad, la memoria de nuestras raíces y de nuestra salvación, nos ayudará a mantenerlo así. De aquí la última oración del Papa: Cada uno de nosotros tiene algo endurecido en el corazón. Hagamos memoria y que sea el Señor quien nos dé un corazón recto y sincero como hemos pedido en la oración colecta, donde habita el Señor. En los corazones duros no puede entrar el Señor; en los corazones ideológicos no puede entrar el Señor. El Señor sólo entra en los corazones que son como su corazón: los corazones compasivos, los corazones que tienen compasión, los corazones abiertos. Que el Señor nos conceda esta gracia. Prensa CEV Nota de prensa de Vatican News 18 de febrero de 2020