Categoría: Papa Francisco

16
Abr

Domingo de la Divina Misericordia: Papa celebrará misa en la Iglesia Santo Spirito in Sassia

Vaticano.- En el en el 2000, durante la canonización de Santa Faustina, Juan Pablo II instituyó la fiesta de la Divina Misericordia para la Iglesia del mundo. Este domingo el Santo Padre Francisco se dirigirá a la Iglesia Santo Spirito in Sassia para celebrar allí la Santa Misa seguida del rezo mariano del Regina Coeli. La elección del primer domingo después de Pascua como fiesta de la misericordia tiene su propio y profundo significado teológico, el cual indica un fuerte vínculo entre el misterio pascual de la Redención y el misterio de la Misericordia de Dios. La fiesta no sólo es un día de especial adoración a Dios en el misterio de la misericordia, sino que es un tiempo de gracia para todas las personas. Este año, en el 20º aniversario de la canonización de Sor Faustina Kowalska y de la institución del Domingo de la Divina Misericordia, en el día de la fiesta, el próximo domingo 19 de abril, el Santo Padre Francisco presidirá la Santa Misa en la Iglesia Santo Spirito in Sassia, un lugar de especial devoción a la Divina Misericordia. La misa se celebrará de forma privada y, al final, en la misma iglesia, el Papa dirigirá el rezo del Regina Coeli. La Santa Misa y el rezo del Regina Coeli el domingo 19 de abril serán transmitidos en vivo por Vatican Media y en streaming en la página web de Vatican News, con comentarios en italiano, francés, inglés, alemán, español, portugués y árabe. Las imágenes del evento serán distribuidas por Vatican Media a los medios de comunicación que lo soliciten, de modo de llegar a los fieles de todo el mundo.  Prensa CEVNota de prensa de Vatican News16 de abril de 2020

15
Abr

Papa Francisco reza por los ancianos que tienen miedo a causa de la pandemia

Este 15 de abril, en la Misa en Santa Marta, el Santo Padre pidió al Señor para que esté cerca de las personas ancianas que están aislados o en los asilos de ancianos en estos tiempos difíciles. En su homilía, recordó la fidelidad de Dios que sigue caminando con su pueblo como salvador: esta fidelidad es una alegría para todos nosotros y enardece nuestros corazones. Vaticano.- En la Misa matutina celebrada – y transmitida en vivo – en la Capilla de la Casa Santa Marta, este Miércoles de la Octava de Pascua, el Papa Francisco pidió por los ancianos: “Recemos hoy por los ancianos, especialmente por quienes están aislados o en los asilos de ancianos. Ellos tienen miedo, miedo de morir solos. Sienten esta pandemia como algo agresivo para ellos. Ellos son nuestras raíces, nuestra historia. Ellos nos han dado la fe, la tradición, el sentido de pertenencia a una patria. Oremos por ellos para que el Señor esté cerca de ellos en este momento”. En su homilía, el Papa Francisco comentó las lecturas de hoy, tomadas de los Hechos de los Apóstoles (3, 1-10), en las que un hombre, paralítico de nacimiento, es curado, a través de la oración de Pedro, «en nombre de Jesucristo»; y el Evangelio de hoy (Lc 24, 13-35) en el que Jesús resucitado camina con los discípulos de Emaús explicándoles el misterio de su muerte. Los dos discípulos lo invitan a quedarse con ellos, y reconocen al Señor sólo cuando parte el pan en la mesa. Dios – afirma el Papa – es fiel a su promesa, está cerca de su pueblo, se hace sentir como el salvador del pueblo: la fidelidad de Dios es una fiesta y una alegría para todos nosotros, como lo hizo con el paralítico curado, es una fidelidad paciente y enardece el corazón como sucedió con los discípulos de Emaús. Y nuestro ser fiel es una respuesta a esta fidelidad. A continuación el texto de la homilía según nuestra transcripción y al mismo tiempo te invitamos a seguir la Santa Misa (video integral) desde nuestro canal de Youtube: Ayer reflexionamos sobre María Magdalena como un icono de la fidelidad: la fidelidad a Dios. ¿Pero cómo es esta fidelidad a Dios? ¿A qué Dios? Precisamente al Dios fiel. Nuestra fidelidad no es más que una respuesta a la fidelidad de Dios. Dios que es fiel a su palabra, que es fiel a su promesa, que camina con su pueblo llevando a cabo la promesa cerca de su pueblo. Fiel a la promesa: Dios, que continuamente se hace sentir como el Salvador del pueblo porque es fiel a la promesa. Dios, que es capaz de rehacer las cosas, de recrear, como lo hizo con este paralítico de nacimiento que re-creó sus pies, lo sanó, el Dios que cura, el Dios que siempre trae consuelo a su pueblo. El Dios que recrea. Una nueva re-creación: esta es su fidelidad con nosotros. Una re-creación que es más maravillosa que la creación. Un Dios que va adelante y que no se cansa de trabajar – digamos «trabajar», «ad instar laborantis», como dicen los teólogos – para llevar al pueblo adelante, y no tiene miedo de «cansarse», digámoslo así… Como aquel pastor que cuando llega a casa se da cuenta de que le falta una oveja y va, vuelve a buscar la oveja que se perdió allí. El pastor que trabaja horas extras, pero por amor, por fidelidad… Y nuestro Dios es un Dios que trabaja horas extras, pero no a cambio de un pago: gratuitamente. Es la fidelidad de la gratuidad, de la abundancia. Y la fidelidad es ese padre que puede subir muchas veces a la terraza para ver si su hijo regresa y no se cansa de subir: lo espera para celebrarlo. La fidelidad de Dios es una fiesta, es una alegría, es una alegría tal que nos hace hacer como hizo este paralítico: entró en el templo caminando, saltando, alabando a Dios. La fidelidad de Dios es una fiesta, es una fiesta gratuita. Y una fiesta para todos nosotros. La fidelidad de Dios es una fidelidad paciente: tiene paciencia con su pueblo, lo escucha, lo guía, le explica lentamente y enardece su corazón, como lo hizo con estos dos discípulos que se alejaban de Jerusalén: les enardece el corazón para volver a casa. La fidelidad de Dios es lo que no sabemos qué pasó en ese diálogo, pero fue el Dios generoso que buscó a Pedro, el que lo negó. Sólo sabemos que el Señor ha resucitado y se le ha aparecido a Simón: lo que pasó en ese diálogo no lo sabemos. Pero sí, sabemos que fue la fidelidad de Dios la que buscó a Pedro. La fidelidad de Dios siempre nos precede y nuestra fidelidad es siempre la respuesta a esa fidelidad que nos precede. Es el Dios que siempre nos precede. Y la flor del almendro, en primavera: florece primero. Ser fiel es alabar esta fidelidad, ser fiel a esta fidelidad. Es una respuesta a esta fidelidad. Finalmente, el Papa terminó la celebración con la adoración y la bendición Eucarística, invitando a todos a realizar la comunión espiritual. “Creo, Jesús mío, que estás realmente presente en el Santísimo Sacramento del Altar. Te amo sobre todas las cosas y deseo recibirte en mi alma. Pero como ahora no puedo recibirte sacramentalmente, ven al menos espiritualmente a mi corazón. Como si ya te hubiese recibido, te abrazo y me uno todo a Ti. No permitas, Señor, que jamás me separe de Ti. Amén”. Antes de salir de la Capilla dedicada al Espíritu Santo, se entonó la antífona mariana que se canta en el tiempo pascual, el Regina Coeli. Regína caeli laetáre, allelúia.Quia quem merúisti portáre, allelúia.Resurréxit, sicut dixit, allelúia.Ora pro nobis Deum, allelúia. Prensa CEVNota de Vatican News15 de abril de 2020

15
Abr

Catequesis del Papa: no hay reconciliación sin donación de la propia vida

«Buscar la paz siempre y de todas maneras»: exhortó el Papa en la catequesis del miércoles 15 de abril, en la que reflexionó sobre la séptima bienaventuranza, la de los «artesanos de paz», que son proclamados hijos de Dios. Vaticano.- «Dichosos los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios»: así recita la séptima bienaventuranza a la que el Papa Francisco dedicó la catequesis del miércoles 15 de abril. Reflexionando desde la Biblioteca del Palacio Apostólico, como lo hace desde que comenzó la pandemia que ha catapultado al mundo en emergencia sanitaria, el Pontífice profundizó sobre el significado de la palabra “paz” y sus dos ideas sobre ella. ShalomLa primera idea de paz «es la bíblica, donde aparece la hermosa palabra shalom, que expresa abundancia, prosperidad, bienestar. Cuando en hebreo se desea el shalom, – explica el Pontífice –  se desea una vida bella, plena y próspera, pero también la verdad y la justicia, que se cumplirán en el Mesías, príncipe de la paz”. (cf. Is 9,6; Mic 5,4-5). El Papa afirma además que hay otro sentido de paz que es “subjetivo” y que está muy difundido en nuestra sociedad, es el de “tranquilidad” y “equilibrio personal”, que en ocasiones no corresponde a un crecimiento interior.  Y puntualiza: Este segundo significado es incompleto y no puede ser utilizado, porque en la vida la inquietud puede ser un momento importante de crecimiento, mientras que puede suceder que la tranquilidad interior corresponda a una conciencia domesticada y no a una verdadera redención espiritual. Muchas veces el Señor debe ser «signo de contradicción» sacudiendo nuestras falsas certezas para llevarnos a la salvación. La paz que da el mundoRecordando que el Señor ve su paz diferente a la paz humana, Francisco se pregunta: ¿Cómo da la paz el mundo? Y pensando en los numerosos conflictos afirma que generalmente se llega a la paz o por la victoria de una de las partes o a través de tratados de paz, pero – precisa – “debemos considerar que la historia es una serie interminable de tratados de paz negados por guerras sucesivas, o por la metamorfosis de esas mismas guerras en otras formas o en otros lugares”. Y agrega: Incluso en nuestra época, una guerra «en pedazos» se libra en varios escenarios y de diferentes maneras.  Debemos al menos sospechar que en el marco de una globalización compuesta principalmente por intereses económicos, la «paz» de algunos corresponde a la «guerra» de los demás. ¡Esta no es la paz de Cristo! La paz de Dios hace de dos pueblos unoLa paz que viene del Señor es la que “hace de dos pueblos uno solo”, recuerda el Santo Padre, como dice San Pablo en la carta a los Efesios, es la paz que aniquila la enemistad y que reconcilia con la sangre de su cruz. Y afirma que esta Bienaventuranza es la más activa, explícitamente operativa, e indica “iniciativa y laboriosidad”: El amor por su nacimiento es creativo y busca la reconciliación a cualquier costo. Los que han aprendido el arte de la paz y lo practican saben que no hay reconciliación sin el don de la vida, y que hay que buscar la paz siempre y de todas maneras. Siempre y de todas maneras. ¡No olviden esto! «La verdadera shalom y el verdadero equilibrio interior – asegura finalmente el Pontífice – brotan de la paz de Cristo», capaz de generar “una nueva humanidad, encarnada en una  infinita fila de santos y santas, inventivos, creativos, que han ideado formas siempre nuevas de amar”. En esta «vida como hijos de Dios», está “la verdadera felicidad”. “Bienaventurados aquellos que van por este camino”. Sean constructores de pazAl saludar a los fieles de lengua española que siguen esta catequesis a través de los medios de comunicación social, Francisco los anima «a colaborar con Dios en la tarea de construir la paz, en cada momento y lugar, comenzando por aquellas situaciones que viven y con las personas que tienen alrededor; de manera particular, en estos momentos que estamos viviendo a causa de la pandemia, para que, con un gesto concreto de bien, puedan llevar la ternura, la alegría y la paz de Cristo Resucitado». Prensa CEVNota de Vatican News15 de abril de 2020

14
Abr

Vaticano: prorrogadas las medidas anti contagio Covid-19 hasta el 3 de mayo

Vaticano.- La Santa Sede, tras el comunicado del 3 de abril de los corrientes, prorroga hasta el 3 de mayo de 2020, inclusive, todas las medidas tomadas hasta la fecha para hacer frente a la emergencia sanitaria de Covid-19. La Oficina de Prensa del Vaticano dio a conocer este martes, 14 de abril, que la Santa Sede ha decidido prorrogar hasta el 3 de mayo de 2020, incluido, todas las medidas adoptadas hasta ahora para evitar la propagación del coronavirus. Las mismas que ya vienen siendo adoptadas en coordinación con las medidas dispuestas por las autoridades italianas desde el 1º de abril de 2020. Ya el 24 de marzo y anteriormente el 11 de marzo, siempre a raíz de las disposiciones anti contagio del Gobierno italiano, la Oficina de Prensa había anunciado la continuación de las actividades de los organismos vaticanos, pero con las presencias reducidas al mínimo y fomentando, en la medida de lo posible, el trabajo a distancia para «limitar el desplazamiento de los empleados y al mismo tiempo garantizar el ejercicio del ministerio petrino». Prensa CEVNota de prensa de Vatican News14 de abril de 2020

14
Abr

Papa reza para que en las dificultades estemos unidos superando las divisiones

Vaticano.- En la misa de Santa Marta, Francisco pide a Dios la gracia de hacernos superar nuestras divisiones en este difícil momento. En su homilía, subrayó que convertirse es volver a ser fiel, una actitud humana que no es tan común en nuestras vidas: fidelidad en los buenos y en los malos tiempos, fidelidad a Dios y a los demás. Francisco presidió la misa en la Casa Santa Marta el octavo martes de Pascua. En la introducción, Francisco reza por la unidad: Oremos para que el Señor nos dé la gracia de la unidad entre nosotros. Que las dificultades de esta época nos hagan descubrir la comunión entre nosotros, la unidad que siempre es superior a cualquier división. En su homilía, Francisco comenta la primera lectura, un pasaje tomado de los Hechos de los Apóstoles (Hechos 2, 36-41), en el que Pedro anuncia abiertamente a los judíos que Dios ha hecho Señor y Cristo a Jesús, que ellos han crucificado: ante estas palabras muchos sienten sus corazones traspasados y convertidos. Convertirse», dice, «es volver a ser fiel, una actitud humana que no es tan común en nuestras vidas: fidelidad en los buenos y en los malos tiempos. La fidelidad también en la inseguridad. Nuestras certezas no son las que nos da el Señor, nuestras certezas son ídolos y nos hacen ser infieles. Nuestra vida y la historia de la Iglesia están llenas de infidelidad. El Papa termina su homilía con el Evangelio de hoy (Jn 20, 11-18) en el que Jesús resucitado se aparece a María de Magdala, llorando cerca del sepulcro. Una mujer débil pero fiel, fiel incluso frente a la tumba, frente al colapso de las ilusiones, se convirtió en «apóstol de los apóstoles». Pidamos a Dios -concluyó- que nos proteja en la fidelidad. A continuación, el texto de la homilía: La predicación de Pedro, el día de Pentecostés, atravesó los corazones de la gente: «Lo que has crucificado ha resucitado». «Cuando escucharon estas cosas sintieron que sus corazones se traspasaban y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: ‘¿Qué haremos?’». Y Pedro es claro: «Conviértanse. Conviértanse. Cambien sus vidas. Vosotros que habéis recibido la promesa de Dios y vosotros que os habéis apartado de la Ley de Dios, de muchas cosas tuyas, entre ídolos, muchas cosas… convertíos. Vuelve a la fidelidad. Convertirse es esto: volver a ser fiel. Fidelidad, esa actitud humana que no es tan común en la vida de las personas, en nuestras vidas. Siempre hay ilusiones que atraen la atención y muchas veces queremos ir detrás de estas ilusiones. Fidelidad, en los buenos y en los malos tiempos. Hay un pasaje del Segundo Libro de Crónicas que me llama mucho la atención. Está en el capítulo XII, al principio. «Cuando el reino se consolidó», dice, «el rey Roboam se sintió seguro y se apartó de la ley del Señor y todo Israel le siguió. Eso dice la Biblia. Es un hecho histórico, pero es un hecho universal. Muchas veces, cuando nos sentimos seguros empezamos a hacer nuestros planes y nos alejamos lentamente del Señor, no permanecemos fieles. Y mi seguridad no es lo que el Señor me da. Es un ídolo. Esto es lo que le pasó a Roboam y al pueblo de Israel. Se sintió seguro – un reino consolidado – se apartó de la ley y comenzó a adorar ídolos. Sí, podemos decir: «Padre, no me arrodillo ante los ídolos. No, quizás no te arrodilles, pero que los busques y tantas veces en tu corazón adores ídolos, es verdad. Muchas veces. La propia seguridad abre la puerta a los ídolos. Pero, ¿está mal la propia seguridad? No, es una gracia. Para estar seguro, pero también para estar seguro de que el Señor está conmigo. Pero cuando hay seguridad y estoy en el centro, me alejo del Señor, como el Rey Roboam, me vuelvo infiel. Es tan difícil mantener la lealtad. Toda la historia de Israel, y luego toda la historia de la Iglesia, está llena de infidelidad. Llena. Llena de egoísmo, de sus propias certezas que hacen que el pueblo de Dios se aleje del Señor, pierda esa fidelidad, la gracia de la fidelidad. E incluso entre nosotros, entre la gente, la fidelidad no es una virtud barata, ciertamente. Uno no es fiel al otro, al otro… «Arrepiéntanse, vuelvan a ser fieles al Señor». Y en el Evangelio, el icono de la fidelidad: esa mujer fiel que nunca ha olvidado todo lo que el Señor ha hecho por ella. Ella estaba allí, fiel, frente a lo imposible, frente a la tragedia, una fidelidad que también le hace pensar que es capaz de llevar el cuerpo… Una mujer débil pero fiel. El icono de la fidelidad de esta María de Magdala, apóstol de los apóstoles. Pidamos hoy al Señor la gracia de la fidelidad, de dar gracias cuando nos da certezas, pero nunca pensemos que son «mis» certezas y siempre, miremos más allá de las propias certezas; la gracia de ser fieles incluso ante las tumbas, ante el derrumbe de tantas ilusiones. Fidelidad, que siempre permanece, pero no es fácil de mantener. Que Él, el Señor, sea quien lo guarde. El Papa terminó la celebración con la adoración y la bendición eucarística, invitándonos a hacer la comunión espiritual. Aquí sigue la oración recitada por el Papa: A tus pies, oh Jesús mío, me postro y te ofrezco el arrepentimiento de mi corazón contrito que se abandona en su nada a tu santa presencia. Te adoro en el sacramento de tu amor, la inefable Eucaristía. Deseo recibirte en la pobre morada que mi corazón te ofrece; esperando la felicidad de la comunión sacramental, quiero poseerte en espíritu. Ven a mí, oh Jesús mío, que yo vengo a Ti. Que tu amor inflame todo mi ser para la vida y la muerte. Creo en ti, espero en ti, te amo. Que así sea. Antes de salir de la capilla dedicada al Espíritu Santo, se cantaba la antífona mariana «Regina caeli» en tiempo de

13
Abr

Papa Francisco: políticos y científicos encuentren soluciones para el pueblo, no por dinero

Este 13 de abril, en la Misa en Santa Marta, el Santo Padre rezó para que los gobernantes y los científicos encuentren el camino correcto a la crisis causada por el Covid-19, soluciones que estén a favor del pueblo. En su homilía, afirmó que la elección será entre la vida del pueblo y el dios dinero. Si se elige el dinero, se elige el camino del hambre, la esclavitud, las guerras, la fabricación de armas, los niños sin educación. Que el Señor, es la oración del Papa, nos ayude a elegir el bien del pueblo. Vaticano-En la Misa matutina celebrada – y transmitida en vivo – en la Capilla de la Casa Santa Marta, este Lunes de la Octava de Pascua, el Papa Francisco pidió por los políticos y científicos: “Oremos hoy por los gobernantes, los científicos, los políticos, que han comenzado a estudiar el camino de salida, la post-pandemia, este «después» que ya ha comenzado: para que encuentren el camino correcto, siempre en favor de la gente, siempre en favor del pueblo”. En su homilía, el Papa Francisco comentando el Evangelio de hoy (Mt 28, 8-15) en el que Jesús resucitado se aparece a algunas mujeres exhortándolas a que digan a sus discípulos que vayan a Galilea: allí lo verán. Mientras tanto, el evangelista señala que los sacerdotes corrompen a los soldados que custodian la tumba, diciendo que informen que los discípulos de Jesús habían venido de noche robando el cuerpo mientras dormían. “El Evangelio – afirmó el Papa – propone una opción que también se aplica hoy: la esperanza de la resurrección de Jesús y la nostalgia de la tumba. Por lo tanto, para encontrar soluciones a esta pandemia, la elección será entre la vida, la resurrección de los pueblos y el dios dinero. Si se elige el dinero, se elige el camino del hambre, la esclavitud, las guerras, la fabricación de armas, los niños sin educación… ahí está la tumba”. El Señor, es la oración del Papa, nos ayude a elegir el bien del pueblo, sin caer nunca en la tumba del dios dinero. A continuación el texto de la homilía según nuestra transcripción y al mismo tiempo te invitamos a seguir la Santa Misa (video integral) desde nuestro canal de Youtube: El Evangelio de hoy nos presenta una opción, una opción cotidiana, una opción humana pero que se ha mantenido desde ese día: la opción entre la alegría, la esperanza de la resurrección de Jesús y la nostalgia de la tumba. Las mujeres van adelante y llevan el anuncio: Dios siempre comienza con las mujeres, siempre. Abren caminos. No dudan: lo saben; lo han visto, lo han tocado. También han visto la tumba vacía. Es cierto que los discípulos no podían creerlo y dijeron: «Pero estas mujeres son quizás demasiado imaginativas»… No sé, tenían sus dudas. Pero estaban seguros y al final siguieron así hasta hoy: Jesús ha resucitado, está vivo entre nosotros. Y luego está el otro: es mejor no vivir, con la tumba vacía. Tantos problemas nos traerán esta tumba vacía. Y la decisión de ocultar el hecho. Es como siempre: cuando no servimos a Dios, al Señor, servimos al otro dios, al dinero. Recordemos lo que dijo Jesús: son dos señores, el Señor Dios y el señor dinero. No puedes servir a los dos. Y para salir de esta evidencia, de esta realidad, los sacerdotes, los doctores de la ley eligieron el otro camino, el que les ofreció el dios dinero y pagaron: pagaron el silencio. El silencio de los testigos. Uno de los guardias había confesado, apenas había muerto Jesús: «¡Este hombre era verdaderamente el Hijo de Dios!». Esta pobre gente no entiende, tiene miedo porque la vida está en juego… y fueron a los sacerdotes, a los doctores de la Ley. Y han pagado: han pagado el silencio, y esto, queridos hermanos y hermanas, no es un soborno: esto es pura corrupción, pura corrupción. Si no confiesas a Jesucristo el Señor, piensa porque donde está el sello de tu tumba, donde hay corrupción. Es verdad que mucha gente no confiesa a Jesús porque no lo conoce, porque no lo hemos anunciado consistentemente, y esto es culpa nuestra. Pero cuando ante la evidencia tomamos este camino, es el camino del diablo, es el camino de la corrupción. Se paga y quédate callado. Incluso hoy, ante el próximo – esperemos que pronto – próximo fin de esta pandemia, hay la misma opción: o nuestra apuesta será por la vida, por la resurrección del pueblo o será por el dios dinero: volver a la tumba del hambre, la esclavitud, las guerras, las fábricas de armas, los niños sin educación… ahí está la tumba. Que el Señor, sea en nuestra vida personal sea en nuestra vida social, nos ayude siempre a elegir el anuncio: el anuncio que es horizonte, está abierto, siempre; nos lleve a elegir el bien del pueblo. Y nunca caiga en la tumba del dios dinero. Finalmente, el Papa terminó la celebración con la adoración y la bendición Eucarística, invitando a todos a realizar la comunión espiritual. “Creo, Jesús mío, que estás realmente presente en el Santísimo Sacramento del Altar. Te amo sobre todas las cosas y deseo recibirte en mi alma. Pero como ahora no puedo recibirte sacramentalmente, ven al menos espiritualmente a mi corazón. Como si ya te hubiese recibido, te abrazo y me uno todo a Ti. No permitas, Señor, que jamás me separe de Ti. Amén”. Antes de salir de la Capilla dedicada al Espíritu Santo, se cantó la antífona mariana que se canta en el tiempo pascual, Regina Coeli. Regína caeli laetáre, allelúia.Quia quem merúisti portáre, allelúia.Resurréxit, sicut dixit, allelúia.Ora pro nobis Deum, allelúia. Prensa CEVNota de Vatican News13 de abril de 2020

13
Abr

El Papa Francisco en el Regina Coeli: ”Cristo ha resucitado, miremos con confianza el futuro”

El Santo Padre en el «Lunes del Ángel» recuerda con cercanía y afecto a todos los países fuertemente golpeados por el coronavirus y asegura sus oraciones por todos ellos: «No olviden que el Papa reza por vosotros». También ha reflexionado sobre el imprescindible papel de la mujer en el mundo, que desde el anuncio de la Resurrección de Jesús hasta nuestros días, ha sido siempre primordial. Vaticano- Hoy primer lunes de Pascua, conocido como “Lunes del Ángel”, el Papa Francisco ha rezado a la Virgen María el Regina Coeli, pero antes de su oración, ha comentado el Evangelio de hoy según Mateo en el que el evangelista narra que las mujeres asustadas salen apresuradamente del sepulcro de Jesús, que han encontrado vacío; pero Jesús mismo se les aparece en el camino diciendo: «No tengáis miedo; id y anunciad a mis hermanos y hermanas que se vayan a Galilea: allí me verán». El Pontífice ha explicado que con estas palabras, el Resucitado, por un lado, “confía a las mujeres un mandato misionero hacia los Apóstoles”; por otro, “recompensa con este gesto especial de atención y predilección el admirable ejemplo de fidelidad, dedicación y amor a Cristo de estas mujeres”. La Resurrección de Jesús nos dice que la última palabra no es la muerte, sino la vida El Papa Francisco después explica como la fe de las mujeres, de los discípulos y en especial de Pedro, dio un salto cualitativo que “sólo el Espíritu Santo, don del Resucitado, podía provocar”. “Jesús les había predicho repetidamente que, después de la pasión y la cruz, resucitaría, pero los discípulos no lo habían entendido, porque aún no estaban preparados” asegura el Papa, puntualizando que la Resurrección de Jesús “nos dice que la última palabra no es la muerte, sino la vida” pues al resucitar al Hijo unigénito – continua – “Dios Padre ha manifestado plenamente su amor y misericordia por la humanidad de todos los tiempos”. Miremos el futuro con confianza a pesar de la incertidumble El Papa además nos dice cual es el mensaje pascual que estamos llamados a proclamar, con palabras y sobre todo con el testimonio de la vida: “Si Cristo ha resucitado – dice – es posible mirar con confianza todos los acontecimientos de nuestra existencia, incluso los más difíciles llenos de angustia e incertidumbre”. El Papa nos pide hoy que esta alegre noticia “resuene en nuestros hogares y en nuestros corazones: «¡Cristo, mi esperanza, ha resucitado!”, pues – puntualiza – “esta certeza refuerza la fe de todo bautizado y anima especialmente a aquellos que se enfrentan a mayores sufrimientos y dificultades”. Y justo antes de rezar a la Madre del cielo, el Papa ha expresado su deseo de Pascua: “Que María, testigo silencioso de la muerte y resurrección de su hijo Jesús, nos ayude a creer firmemente en este misterio de salvación que, acogido con fe, puede cambiar nuestras vidas”. La gran labor de la mujer debe ser reconocida desde el anuncio de la Resurrección de Jesús Después de rezar a la Reina del cielo, el Papa hecho una pequeña reflexión sobre el importante papel de la mujer en el mundo, ya desde tiempos del anuncio de la Resurrección de Jesús: “Hoy quisiera recordarles lo que hacen muchas mujeres, incluso en este momento de emergencia sanitaria, para cuidar a otros: doctoras, enfermeras, agentes de las fuerzas del orden y de las cárceles, empleadas de tiendas de bienes de primera necesidad… y muchas madres y hermanas que se encuentran encerradas en la casa con toda la familia, con niños, ancianos y discapacitados”. El Papa ha dirigido un pensamiento especial a aquellas mujeres que corren el riesgo de ser sometidas a violencia “por una convivencia de la cual llevan una carga demasiado grande”: “Oramos por ellas, que el Señor les dé fuerzas y que nuestras comunidades puedan apoyarlas junto con sus familias”. No olvidemos que el Papa reza por todos nosotros Al final de sus palabras después del rezo mariano, Francisco ha recordado con cercanía y afecto a todos los países fuertemente golpeados por coronavirus, algunos de ellos con gran número de contagiados y muertos, y ha asegurado sus oraciones por todos ellos: «no olviden que el Papa reza por vosotros» ha concluido.  Prensa CEVNota de Vatican News 13 de abril de 2020

12
Abr

Mensaje Urbi et Orbi del Papa Francisco

Caracas.- Tras la Santa Misa del Domingo de Resurrección este 12 de abril de 2020, el Papa Francisco impartió la bendición Urbi et Orbi «a la ciudad, y al mundo». A continuación, el texto íntegro de su mensaje: MENSAJE URBI ET ORBI DEL SANTO PADRE FRANCISCOPASCUA 2020Basílica VaticanaDomingo, 12 de abril de 2020 Queridos hermanos y hermanas: ¡Feliz Pascua! Hoy resuena en todo el mundo el anuncio de la Iglesia: “¡Jesucristo ha resucitado! ¡Verdaderamente ha resucitado!”. Esta Buena Noticia se ha encendido como una llama nueva en la noche, en la noche de un mundo que enfrentaba ya desafíos cruciales y que ahora se encuentra abrumado por la pandemia, que somete a nuestra gran familia humana a una dura prueba. En esta noche resuena la voz de la Iglesia: «¡Resucitó de veras mi amor y mi esperanza!» (Secuencia pascual). Es otro “contagio”, que se transmite de corazón a corazón, porque todo corazón humano espera esta Buena Noticia. Es el contagio de la esperanza: «¡Resucitó de veras mi amor y mi esperanza!». No se trata de una fórmula mágica que hace desaparecer los problemas. No, no es eso la resurrección de Cristo, sino la victoria del amor sobre la raíz del mal, una victoria que no “pasa por encima” del sufrimiento y la muerte, sino que los traspasa, abriendo un camino en el abismo, transformando el mal en bien, signo distintivo del poder de Dios. El Resucitado no es otro que el Crucificado. Lleva en su cuerpo glorioso las llagas indelebles, heridas que se convierten en lumbreras de esperanza. A Él dirigimos nuestra mirada para que sane las heridas de la humanidad desolada. Hoy pienso sobre todo en los que han sido afectados directamente por el coronavirus: los enfermos, los que han fallecido y las familias que lloran por la muerte de sus seres queridos, y que en algunos casos ni siquiera han podido darles el último adiós. Que el Señor de la vida acoja consigo en su reino a los difuntos, y dé consuelo y esperanza a quienes aún están atravesando la prueba, especialmente a los ancianos y a las personas que están solas. Que conceda su consolación y las gracias necesarias a quienes se encuentran en condiciones de particular vulnerabilidad, como también a quienes trabajan en los centros de salud, o viven en los cuarteles y en las cárceles. Para muchos es una Pascua de soledad, vivida en medio de los numerosos lutos y dificultades que está provocando la pandemia, desde los sufrimientos físicos hasta los problemas económicos. Esta enfermedad no sólo nos está privando de los afectos, sino también de la posibilidad de recurrir en persona al consuelo que brota de los sacramentos, especialmente de la Eucaristía y la Reconciliación. En muchos países no ha sido posible acercarse a ellos, pero el Señor no nos dejó solos. Permaneciendo unidos en la oración, estamos seguros de que Él nos cubre con su mano(cf. Sal 138,5), repitiéndonos con fuerza: No temas, «he resucitado y aún estoy contigo» (Antífona de ingreso de la Misa del día de Pascua,Misal Romano). Que Jesús, nuestra Pascua, conceda fortaleza y esperanza a los médicos y a los enfermeros, que en todas partes ofrecen un testimonio de cuidado y amor al prójimo hasta la extenuación de sus fuerzas y, no pocas veces, hasta el sacrificio de su propia salud. A ellos, como también a quienes trabajan asiduamente para garantizar los servicios esenciales necesarios para la convivencia civil, a las fuerzas del orden y a los militares, que en muchos países han contribuido a mitigar las dificultades y sufrimientos de la población, se dirige nuestro recuerdo afectuoso y nuestra gratitud. En estas semanas, la vida de millones de personas cambió repentinamente. Para muchos, permanecer en casa ha sido una ocasión para reflexionar, para detener el frenético ritmo de vida, para estar con los seres queridos y disfrutar de su compañía. Pero también es para muchos un tiempo de preocupación por el futuro que se presenta incierto, por el trabajo que corre el riesgo de perderse y por las demás consecuencias que la crisis actual trae consigo. Animo a quienes tienen responsabilidades políticas a trabajar activamente en favor del bien común de los ciudadanos, proporcionando los medios e instrumentos necesarios para permitir que todos puedan tener una vida digna y favorecer, cuando las circunstancias lo permitan, la reanudación de las habituales actividades cotidianas. Este no es el tiempo de la indiferencia, porque el mundo entero está sufriendo y tiene que estar unido para afrontar la pandemia. Que Jesús resucitado conceda esperanza a todos los pobres, a quienes viven en las periferias, a los prófugos y a los que no tienen un hogar. Que estos hermanos y hermanas más débiles, que habitan en las ciudades y periferias de cada rincón del mundo, no se sientan solos. Procuremos que no les falten los bienes de primera necesidad, más difíciles de conseguir ahora cuando muchos negocios están cerrados, como tampoco los medicamentos y, sobre todo, la posibilidad de una adecuada asistencia sanitaria. Considerando las circunstancias, se relajen además las sanciones internacionales de los países afectados, que les impiden ofrecer a los propios ciudadanos una ayuda adecuada, y se afronten —por parte de todos los Países— las grandes necesidades del momento, reduciendo, o incluso condonando, la deuda que pesa en los presupuestos de aquellos más pobres. Este no es el tiempo del egoísmo, porque el desafío que enfrentamos nos une a todos y no hace acepción de personas. Entre las numerosas zonas afectadas por el coronavirus, pienso especialmente en Europa. Después de la Segunda Guerra Mundial, este continente pudo resurgir gracias a un auténtico espíritu de solidaridad que le permitió superar las rivalidades del pasado. Es muy urgente, sobre todo en las circunstancias actuales, que esas rivalidades no recobren fuerza, sino que todos se reconozcan parte de una única familia y se sostengan mutuamente. Hoy, la Unión Europea se encuentra frente a un desafío histórico, del que dependerá no sólo su futuro, sino el del mundo entero. Que no pierda la ocasión para demostrar,

12
Abr

Papa Francisco: Que el resucitado sane las heridas de la humanidad desolada

Vaticano.- “Hoy resuena en todo el mundo el anuncio de la Iglesia: “¡Jesucristo ha resucitado! ¡Verdaderamente ha resucitado!”. Así comenzó el Papa Francisco su alocución con ocasión de la bendición Urbi et Orbi, este Domingo de Resurrección en el Vaticano. Este domingo 12 de abril, el Papa Francisco ha celebrado en la Basílica de San Pedro la misa del Domingo de Resurrección. Acto seguido oró por el mundo entero e impartió la bendición Urbi et Orbi a la humanidad y a toda la creación. Contagiar la esperanza que viene de la resurrección “Es el contagio de la esperanza: «¡Resucitó de veras mi amor y mi esperanza!». No se trata de una fórmula mágica que hace desaparecer los problemas. No, no es eso la resurrección de Cristo, sino la victoria del amor sobre la raíz del mal, una victoria que no “pasa por encima” del sufrimiento y la muerte, sino que los traspasa, abriendo un camino en el abismo, transformando el mal en bien, signo distintivo del poder de Dios”, afirmó el Papa Francisco profundizando sobre el sentido de la esperanza. Mirar al resucitado El Papa invita a mirar al resucitado, “que no es otro que el crucificado”, para “que sane las heridas de la humanidad desolada”. En este contexto, el Papa tiene presente a los enfermos, a los que han fallecido y a las familias que lloran la muerte de sus seres queridos: “Hoy pienso sobre todo en los que han sido afectados directamente por el coronavirus” y pide para ellos “que el Señor de la vida acoja consigo en su reino a los difuntos, y dé consuelo y esperanza a quienes aún están atravesando la prueba, especialmente a los ancianos y a las personas que están solas. Que conceda su consolación”. De igual manera recordó al personal sanitario, a las autoridades y a todos los que trabajan en los servicios esenciales. Dificultades generadas por la pandemia Francisco hizo un recuento de las dificultades que los seres humanos pasan en estos momentos de pandemia: lutos, sufrimientos físicos y problemas económicos. Seguidamente subrayó: “Esta enfermedad no sólo nos está privando de los afectos, sino también de la posibilidad de recurrir en persona al consuelo que brota de los sacramentos, especialmente de la Eucaristía y la Reconciliación”. En este ambiente, nos invita a recordar la antífona de ingreso de la Misa del día de Pascua delMisal Romano:  No temas, «he resucitado y aún estoy contigo». Un período de cambios repentinos El Papa se presenta cercano a aquellos que están enfrentando un futuro incierto, pues temen perder el trabajo y las consecuencias que este hecho comporta; también está cercano a quienes toman decisiones políticas y les invita a que encarnen la búsqueda del bien común de todos los ciudadanos “para permitir que todos puedan tener una vida digna y favorecer, cuando las circunstancias lo permitan, la reanudación de las habituales actividades cotidianas”. Este no es tiempo para la indiferencia ni para el egoísmo Francisco hace un llamado a los fieles para que actúen en favor de los más débiles: “Este no es el tiempo de la indiferencia, porque el mundo entero está sufriendo y tiene que estar unido para afrontar la pandemia. Que Jesús resucitado conceda esperanza a todos los pobres, a quienes viven en las periferias, a los prófugos y a los que no tienen un hogar. Que estos hermanos y hermanas más débiles, que habitan en las ciudades y periferias de cada rincón del mundo, no se sientan solos”. Llamamientos a la humanidad El Obispo de Roma procedió a hacer una serie de peticiones a la humanidad y en particular a los cristianos católicos para que actuemos y así construyamos una nueva humanidad, fruto de la resurrección de Jesús entre nosotros: Pidió no dejar solos a los pobres, a los presos y a los que no tienen hogar. “Procuremos que no les falten los bienes de primera necesidad, más difíciles de conseguir ahora cuando muchos negocios están cerrados, como tampoco los medicamentos”. En el caso de los países con sanciones internacionales pidió que “se relajen además las sanciones internacionales de los países afectados, que les impiden ofrecer a los propios ciudadanos una ayuda adecuada”. A los países que cargan enormes deudas externas, pidió reducir o incluso condonar, “la deuda que pesa en los presupuestos de aquellos más pobres”. Para Europa, el Papa pidió que enfrente los desafíos actuales con unidad, rechazando los egoísmos: “Que no pierda la ocasión para demostrar, una vez más, la solidaridad, incluso recurriendo a soluciones innovadoras. Es la única alternativa al egoísmo de los intereses particulares”. El Papa renovó su llamado a finalizar de inmediato todas las guerras y a poner por encima de los conflictos la vida de todos los seres humanos, así como a poner fin al comercio de armas: “No es este el momento para seguir fabricando y vendiendo armas, gastando elevadas sumas de dinero que podrían usarse para cuidar personas y salvar vidas. A continuación, el Papa hizo memoria de algunos lugares castigados por conflictos bélicos y en los que la población sufre la fuerza de la violencia desde hace muchos años: “Que sea en cambio el tiempo para poner fin a la larga guerra que ha ensangrentado a Siria, al conflicto en Yemen y a las tensiones en Irak, como también en el Líbano. Que este sea el tiempo en el que los israelíes y los palestinos reanuden el diálogo, y que encuentren una solución estable y duradera que les permita a ambos vivir en paz. Que acaben los sufrimientos de la población que vive en las regiones orientales de Ucrania. Que se terminen los ataques terroristas perpetrados contra tantas personas inocentes en varios países de África”. Seguidamente el Papa recordó a las poblaciones donde se producen crisis humanitarias, en Asia y África, como en la Región de Cabo Delgado, en el norte de Mozambique. También pidió que Jesús “reconforte el corazón de tantas personas refugiadas y desplazadas a causa de guerras, sequías y carestías. Que proteja a los numerosos migrantes

11
Abr

Papa Francisco en Vigilia Pascual: “Ánimo, con Dios nada está perdido»

Vaticano.- La noche del Sábado Santo, el Papa Francisco ha celebrado la Vigilia Pascual. Con esta fiesta litúrgica se rompe el silencio, el luto por la muerte de Jesús y se anuncia nuevamente el triunfo de la vida y de que la muerte no tiene la última palabra. La Vigilia Pascual es una celebración llena de símbolos. La luz, la Palabra de Dios, el agua, la renovación de las promesas bautismales y la recitación y aceptación de los rasgos fundamentales del Dios en quien creemos. La hora más oscura El Papa Francisco en su homilía se ha referido a la lectura del evangelio (Mt, 28,1-10) y refiriéndose a los primeros personajes que aparecen en el relato afirma: “Nos vemos reflejados en los sentimientos de las mujeres durante aquel día”. Y continúa: “Vieron la muerte y tenían la muerte en el corazón. Al dolor se unía el miedo, ¿tendrían también ellas el mismo fin que el Maestro?” (…) “La memoria herida, la esperanza sofocada. Para ellas, como para nosotros, era la hora más oscura”. Ante esta escena, el Papa afirma con fuerza: “las mujeres no se quedaron paralizadas”. Por esta razón, “No renunciaron al amor: la misericordia iluminó la oscuridad del corazón”. Por eso, María “rezaba y esperaba”; las otras mujeres se preparaban para ir al sepulcro al día siguiente:” esas mujeres preparaban en la oscuridad de aquel sábado el amanecer del «primer día de la semana», día que cambiaría la historia”. El anuncio pascual: ante una tumba escucharon palabras de vida En ese contexto, ante el sepulcro, dice el Papa: “encontraron a Jesús, el autor de la esperanza, que confirmó el anuncio y les dijo: «No teman» (v. 10). No teman, no tengan miedo: He aquí el anuncio de la esperanza. Que es también para nosotros, hoy. Son las palabras que Dios nos repite en la noche que estamos atravesando”; y prosigue: “En esta noche conquistamos un derecho fundamental, que no nos será arrebatado: el derecho a la esperanza; es una esperanza nueva, viva, que viene de Dios”. Las esperanzas superficiales se evaporan con el pasar de los días, por eso el Papa afirma: “La esperanza de Jesús es distinta, infunde en el corazón la certeza de que Dios conduce todo hacia el bien, porque incluso hace salir de la tumba la vida. El sepulcro es el lugar donde quien entra no sale. Pero Jesús salió por nosotros, resucitó por nosotros, para llevar vida donde había muerte, para comenzar una nueva historia que había sido clausurada, tapándola con una piedra”. No depositemos la esperanza bajo una piedra Francisco nos invita a no ceder a la resignación, a creer que todo está perdido: “no cedamos a la resignación, no depositemos la esperanza bajo una piedra. Podemos y debemos esperar, porque Dios es fiel, no nos ha dejado solos”; y reafirma con fuerza: “La oscuridad y la muerte no tienen la última palabra. Ánimo, con Dios nada está perdido”. Si eres débil y caes, Dios te dice: ánimo Francisco recordando el texto de Marcos, 10,49, afirma que tampoco son nuestras flaquezas las que tienen la última palabra: “Si en el camino eres débil y frágil, si caes, no temas, Dios te tiende la mano y te dice: «Ánimo” y nos invita a decirle a Jesús, para superar nuestros miedos: “Ven, Jesús, en medio de mis miedos, y dime también: Ánimo”. Contigo, Señor, seremos probados, pero no turbados” (…) “porque Tú estás con nosotros en la oscuridad de nuestras noches, eres certeza en nuestras incertidumbres, Palabra en nuestros silencios, y nada podrá nunca robarnos el amor que nos tienes”. La segunda parte del anuncio pascual: el envío El obispo de Roma cita Mt 28,10: “Comuniquen a mis hermanos que vayan a Galilea» y nos recuerda: “Es hermoso saber que camina delante de nosotros, que visitó nuestra vida y nuestra muerte para precedernos en Galilea; es decir, el lugar que para Él y para sus discípulos evocaba la vida cotidiana, la familia, el trabajo. Jesús desea que llevemos la esperanza allí, a la vida de cada día”. Ir a Galilea, afirma el Papa es ir a donde todo comenzó, es el lugar de los recuerdos, el lugar de la llamada: “Volver a Galilea es acordarnos de que hemos sido amados y llamados por Dios. Necesitamos retomar el camino, recordando que nacemos y renacemos de una llamada de amor gratuita. Este es el punto de partida siempre, sobre todo en las crisis y en los tiempos de prueba» (…) «Cada uno tenemos nuestra propia Galilea». Pero también, insiste el Papa, Galilea es el sitio más alejado de Jerusalén, sitio donde conviven otras creencias, la «Galilea de los gentiles» (Mt 4,15). Y nos dice: “¿Qué nos dice esto? Que el anuncio de la esperanza no se tiene que confinar en nuestros recintos sagrados, sino que hay que llevarlo a todos. Porque todos necesitan ser reconfortados” y prosigue: “Qué hermoso es ser cristianos que consuelan, que llevan las cargas de los demás, que animan, que son mensajeros de vida en tiempos de muerte. Llevemos el canto de la vida a cada Galilea, a cada región de esa humanidad a la que pertenecemos”. Acallar los gritos de muerte Francisco insiste en que un servicio grande que todos los cristianos podemos hacer por la humanidad y enumera cuatro acciones a emprender: “Acallemos los gritos de muerte, que terminen las guerras. Que se acabe la producción y el comercio de armas, porque necesitamos pan y no fusiles. Que cesen los abortos, que matan la vida inocente. Que se abra el corazón del que tiene, para llenar las manos vacías del que carece de lo necesario”. El Papa finalizó la homilía volviendo a los personajes con que comienza el relato evangélico de Mateo: las mujeres, “Abrazaron los pies que pisaron la muerte y abrieron el camino de la esperanza. Nosotros, peregrinos en busca de esperanza, hoy nos aferramos a Ti, Jesús Resucitado. Le damos la espalda a la muerte y te abrimos el corazón a Ti, que eres la Vida”. Prensa CEVNota de prensa de Vatican