Categoría: Papa Francisco

01
Jun

Papa Francisco: “El Espíritu Santo es la unidad que reúne a la diversidad”

El Papa en su homilía en la Misa en la Solemnidad de Pentecostés, pide al Espíritu Santo, que nos libre de la parálisis del egoísmo y encienda en nosotros el deseo de servir, de hacer el bien. Porque como dijo, lo peor de esta crisis es desaprovecharla, encerrándonos en nosotros mismos. “Debemos ser constructores de unidad, para llegar a ser una sola familia”. Ciudad del Vaticano “«Hay diversidad de carismas, pero un mismo Espíritu», escribe el apóstol Pablo a los corintios; y continúa diciendo: «Hay diversidad de ministerios, pero un mismo Señor; y hay diversidad de actuaciones, pero un mismo Dios». Diversidad-unidad: San Pablo insiste en juntar dos palabras que parecen contraponerse. Quiere indicarnos que el Espíritu Santo es la unidad que reúne a la diversidad; y que la Iglesia nació así: nosotros, diversos, unidos por el Espíritu Santo”. Con estas palabras, el Papa Francisco explicó en la homilía, en la misa por la celebración de la Solemnidad de Pentecostés, que así como los apóstoles eran diversos entre ellos, sin embargo formaron “un solo pueblo: el pueblo de Dios, plasmado por el Espíritu, que entreteje la unidad con nuestra diversidad, y da armonía, porque el Espíritu, es armonía, dijo el Papa. El Espíritu es la unidad que reúne a la diversidad. Jesús no cambió a los apóstoles, no los uniformó, ni convirtió en ejemplares producidos en serie. Jesús dejó las diferencias que caracterizaban a cada uno de ellos: los pescadores, quien era gente sencilla, quien recaudador de impuestos. Había dejado sus diferencias y, ahora, expresó Francisco, ungiéndolos con el Espíritu Santo, los une. La unión se realiza con la unción. En Pentecostés los Apóstoles comprendieron la fuerza unificadora del Espíritu. Alcanzar la unidad por el Espíritu Santo Y hoy día, se preguntó el Santo Padre, nosotros en medio de nuestras diferencias: de opinión, de elección, de sensibilidad. El Papa nos pide que no caigamos en la tentación de querer defender a capa y espada las propias ideas, considerándolas válidas para todos, y en llevarnos  bien sólo con aquellos que piensan igual que nosotros. Esta es una fe, manifestó, construida a nuestra imagen y no es lo que el Espíritu quiere. La humanidad, dentro de las diferencias, alcanza la unidad por el Espíritu Santo, porque, como dijo Francisco, el Espíritu Santo nos recuerda que, ante todo, somos hijos amados de Dios. “El Espíritu desciende sobre nosotros, a pesar de todas nuestras diferencias y miserias, para manifestarnos que tenemos un solo Señor, Jesús, y un solo Padre, y que por esta razón somos hermanos y hermanas. Empecemos de nuevo desde aquí, miremos a la Iglesia como la mira el Espíritu, no como la mira el mundo”. El secreto de la unidad: donarse La mirada mundana, dijo el Pontífice, ve estructuras que hay que hacer más eficientes; la mirada espiritual ve hermanos y hermanas mendigos de misericordia. El Espíritu nos ama y conoce el lugar que cada uno tiene en el conjunto: para Él no somos confeti llevado por el viento, sino teselas irremplazables de su mosaico. El día de Pentecostés, en la primera obra de la Iglesia: el anuncio, los Apóstoles salen a proclamar el Evangelio, sin ninguna estrategia ni plan pastoral. Se lanzan, dijo el Papa, corriendo riesgos, poco preparados, salen con el solo deseo que les anima: dar lo que han recibido. Porque es ese el secreto de la unidad, y del Espíritu, donarse. “Porque Él es don, vive donándose a sí mismo y de esta manera nos mantiene unidos, haciéndonos partícipes del mismo don. Es importante creer que Dios es don, que no actúa tomando, sino dando. ¿Por qué es importante? Porque nuestra forma de ser creyentes depende de cómo entendemos a Dios. Si tenemos en mente a un Dios que arrebata y se impone, también nosotros quisiéramos arrebatar e imponernos: ocupando espacios, reclamando relevancia, buscando poder. Pero si tenemos en el corazón a un Dios que es don, todo cambia. Si nos damos cuenta de que lo que somos es un don suyo, gratuito e inmerecido, entonces también a nosotros nos gustaría hacer de nuestra vida un don”. Examinar nuestro corazón El Papa pide a cada uno de nosotros, que examinemos que nos impide darnos al otro, si dentro de nosotros tenemos a los “tres enemigos del don”: el narcisismo, el victimismo y el pesimismo. El narcisismo, que lleva a la idolatría de sí mismo y a buscar sólo el propio beneficio. Y en esta pandemia que el mundo sufre, duele ver en la humanidad el narcisismo, gente que se preocupa de sus propias necesidades, que es indiferente a las de los demás, que  no admite las propias fragilidades y errores. El victimismo, es peligroso, dijo Francisco. El victimista está siempre quejándose de los demás: “Nadie me entiende, nadie me ayuda, nadie me ama, ¡están todos contra mí!”.  Y al respecto, en el drama que vive actualmente la humanidad, que grave es el victimismo, exclamó el Papa, pensar que no hay nadie que nos entienda y sienta lo que vivimos. Y el pesimista que “arremete contra el mundo entero, pero permanece apático y piensa: “Mientras tanto, ¿de qué sirve darse? Es inútil”. Y así, en el gran esfuerzo que supone comenzar de nuevo, qué dañino es el pesimismo, ver todo negro y repetir que nada volverá a ser como antes”. El pesimista, es quien piensa que que ya no hay esperanza, y hoy día dijo por último el Papa Francisco, nos encontramos ante una carestía de esperanza y necesitamos valorar el don de la vida, el don que es cada uno de nosotros. Por esta razón, necesitamos el Espíritu Santo, don de Dios que nos cura del narcisismo, del victimismo y del pesimismo. Prensa CEVNota de Vatican News01 de junio de 2020

01
Jun

Papa Francisco al Ordo Virginium: sean mujeres de misericordia, expertas en humanidad

El Papa Francisco escribe un Mensaje a las mujeres consagradas con ocasión del 50° aniversario de la promulgación del Rito de la Consagración de las vírgenes: “Que vuestra consagración virginal, con esta cercanía específica a los hombres y mujeres de hoy, ayude a la Iglesia a amar a los pobres”. Ciudad del Vaticano.- “Sean mujeres que creen en lo revolucionario de la ternura y del cariño”: fue una de las invitaciones del Papa Francisco, a través de un Mensaje, a las mujeres consagradas de la Orden de las Vírgenes, cuyo Rito de Consagración cumplió en la Solemnidad de Pentecostés, este 31 de mayo, el 50° aniversario.   Para celebrar los cincuenta años de vida de la Orden, estaba previsto un encuentro internacional convocado por la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica, pospuesto a causa de la pandemia. Sin embargo, a través de un Mensaje, Francisco ha querido unirse a la “acción de gracias” por este “doble don del Señor a su Iglesia”, el Rito renovado y el Ordo fidelium. Un signo de esperanza  “Vuestra llamada pone de relieve la inagotable y multiforme riqueza de los dones del Espíritu del Resucitado, que hace nuevas todas las cosas.  Al mismo tiempo, es un signo de esperanza”, afirma el Papa, describiendo con estas palabras la vocación de la Ordo virginium: La fidelidad del Padre pone aún hoy en el corazón de algunas mujeres el deseo de ser consagradas al Señor en la virginidad vivida en su ambiente social y cultural ordinario, arraigadas en una Iglesia particular, en una forma de vida antigua y al mismo tiempo nueva y moderna. Sinfonía de la Iglesia En el Mensaje, Francisco insta a las consagradas a seguir su camino colaborando con los obispos “para encontrar serios itinerarios de discernimiento vocacional y de formación inicial y permanente”. “El don de vuestra vocación” – precisa – se manifiesta en la ‘sinfonía de la Iglesia’ que se edifica cuando puede reconocer en vosotras mujeres capaces de vivir el don de la sororidad”. La profecía de la vocación ¡No apaguéis la profecía de vuestra vocación! Es también la Exhortación del Pontífice en este cincuentenario, en el que invita además a “releer y meditar los textos del Rito” donde resuena el sentido de esta vocación.   Estáis llamadas, no por mérito vuestro, sino por la misericordia de Dios, a hacer resplandecer en vuestra existencia el rostro de la Iglesia, Esposa de Cristo, que es virgen porque, a pesar de estar compuesta por pecadores, custodia íntegra la fe, concibe y hace crecer una humanidad nueva. Ayudar a la Iglesia a amar a los pobres Francisco recuerda también que la consagración las reserva para Dios sin hacerlas «ajenas» al ambiente donde viven, dando el propio testimonio  con amor a todos y con la cercanía, principalmente a los pobres: Que vuestra consagración virginal, con esta cercanía específica a los hombres y mujeres de hoy, ayude a la Iglesia a amar a los pobres, a reconocer la pobreza material y espiritual, a socorrer a los más frágiles e indefensos, a los que sufren por la enfermedad física y psíquica, a los pequeños y a los ancianos, a los que corren el riesgo de ser descartados. No huir ante el dolor “La pandemia nos enseña que es tiempo de eliminar las desigualdades, de reparar la injusticia que mina de raíz la salud de toda la humanidad’” continúa el Santo Padre, exhortando: No cerréis los ojos y no huyáis, atravesad con delicadeza el dolor y el sufrimiento, perseverad en proclamar el Evangelio de la vida plena para todos. Sabiduría y caridad para contrarrestar arrogancia y abuso de poder El Obispo de Roma invita también a las consagradas a tejer “relaciones auténticas, que rescaten a los barrios de nuestras ciudades de la soledad y del anonimato”. Sed capaces de parresia, pero mantened alejada la tentación del parloteo y del chisme. Tened la sabiduría, la iniciativa y la autoridad de la caridad, para oponeros a la arrogancia y prevenir los abusos de poder. Finalmente, el Papa extiende su bendición a cada una de las consagradas, así como a quienes recibirán la consagración y concluye: “Como signo de la Iglesia esposa, que podáis ser siempre mujeres de la alegría, a ejemplo de María de Nazaret, mujer del Magnificat, madre del Evangelio viviente.” Prensa CEVNota de Vatican News01 de junio de 2020

29
May

Pentecostés: sugerencias del Espíritu para los cristianos de hoy

Vaticano.- Las palabras del Papa Francisco sobre el Espíritu Santo, «el desconocido de nuestra fe» que obra todo de forma oculta: dona la alegría, la paz, el amor, nos hace vivir como resucitados, como hijos de Dios. Gracias a Él podemos considerarnos hermanos. El Espíritu Santo lo hace todo, pero no se le ve. Se pueden ver sus efectos, pero se necesita un corazón abierto. Es humilde, Amor oculto, es Dios. Habla todos los días, en silencio, en medio de nuestro ruido. Necesitamos hacer silencio para escucharlo. ¿Pero quién es y qué nos dice el Espíritu? Sin el Espíritu Santo no somos cristianos Es «el desconocido de nuestra fe» dice el Papa Francisco (Homilía en Santa Marta, 13 de mayo de 2013): sin embargo, sin Él no somos cristianos, no existe la Iglesia ni su misión. Sin Él vivimos una doble vida: cristianos en palabras, «mundanos» en hechos. El Espíritu nos hace vivir como resucitados El Espíritu «no es una cosa abstracta», es una Persona que nos cambia la vida: como les sucedió a los apóstoles, todavía temerosos y encerrados en el Cenáculo, a pesar de haber visto a Jesús resucitado, y después de Pentecostés «impacientes por llegar a límites desconocidos» para anunciar el Evangelio, sin miedo a dar la vida. «Su historia nos dice que incluso ver al Resucitado no es suficiente si no lo acogemos en nuestros corazones. No sirve saber que el Resucitado está vivo si no se vive como un resucitado. Y es el Espíritu que hace que Jesús viva y reviva en nosotros, que nos resucita» (Homilía de Pentecostés, 9 de junio de 2019). Nos convertimos en hijos de Dios y hermanos entre nosotros gracias al Espíritu La nueva vida, la verdadera vida de resucitados, es «restablecer nuestra relación con el Padre, arruinada por el pecado». Esta es la misión de Jesús: «sacarnos de la condición de huérfanos y devolvernos a la de hijos» amados por Dios. «La paternidad de Dios se reactiva en nosotros gracias a la obra redentora de Cristo y al don del Espíritu Santo». Es gracias a esta relación con el Padre y con el Hijo que «el Espíritu Santo nos hace entrar en una nueva dinámica de fraternidad. A través del Hermano universal, que es Jesús, podemos relacionarnos con los demás de una manera nueva, ya no como huérfanos, sino como hijos del mismo Padre bueno y misericordioso. ¡Y esto cambia todo! Podemos vernos como hermanos». (Homilía de Pentecostés, 15 de mayo de 2016). El hombre espiritual trae armonía donde hay conflicto Nosotros debemos siempre disminuir, Jesús siempre debe crecer en nosotros. El riesgo es usar a Cristo más que servirle. El camino es salir de nosotros mismos, lejos de nuestro egocentrismo. Esto es posible gracias a la oración que el Espíritu Santo suscita en nosotros. «Cuando rompemos el cerco de nuestro egoísmo, salimos de nosotros mismos y nos acercamos a los demás para encontrarlos, escucharlos, ayudarlos, es el Espíritu de Dios que nos ha impulsado. Cuando descubrimos en nosotros una extraña capacidad de perdonar, de amar a quien no nos quiere, es el Espíritu el que nos ha impregnado» (Homilía en Estambul, 29 de noviembre de 2014). El que vive según el Espíritu » lleva paz donde hay discordia, concordia donde hay conflicto. Los hombres espirituales devuelven bien por mal, responden a la arrogancia con mansedumbre, a la malicia con bondad, al ruido con el silencio, a las murmuraciones con la oración, al derrotismo con la sonrisa». «Para ser espirituales» hay que poner la mirada del Espíritu «antes que la nuestra» (Homilía de Pentecostés, 9 de junio de 2019). El Espíritu crea unidad en la diversidad La división entre los cristianos es uno de los grandes escándalos que nos aleja de la fe. El diablo divide, mientras que «el Espíritu hace que los discípulos sean un pueblo nuevo», porque «crea un corazón nuevo». “A cada uno da un don y a todos reúne en unidad. En otras palabras, el mismo Espíritu crea la diversidad y la unidad», » la unidad verdadera, aquella según Dios, que no es uniformidad, sino unidad en la diferencia». Es necesario resistir «dos tentaciones frecuentes». La primera es buscar la diversidad sin unidad. Esto ocurre cuando buscamos destacarnos, cuando formamos bandos y partidos, cuando nos endurecemos en nuestros planteamientos excluyentes… quizás considerándonos mejores… nos convertimos en unos «seguidores» partidistas en lugar de hermanos y hermanas en el mismo Espíritu; cristianos de «derechas o de izquierdas» antes que de Jesús; guardianes inflexibles del pasado o vanguardistas del futuro antes que hijos humildes y agradecidos de la Iglesia. Así se produce una diversidad sin unidad. En cambio, la tentación contraria es la de buscar la unidad sin diversidad» y todo se convierte en “uniformidad, en la obligación de hacer todo juntos y todo igual, pensando todos de la misma manera”. En cambio, el Espíritu «crea la diversidad» y luego «realiza la unidad: conecta, reúne, recompone la armonía» (Homilía de Pentecostés, 4 de junio de 2017). El Espíritu del perdón es el pegamento que nos mantiene unidos La unidad es posible en el perdón. «Jesús no los condena, a pesar de que lo habían abandonado y negado durante la Pasión, sino que les da el Espíritu de perdón. El Espíritu es el primer don del Resucitado y se da en primer lugar para perdonar los pecados. Este es el comienzo de la Iglesia, este es el aglutinante que nos mantiene unidos, el cemento que une los ladrillos de la casa: el perdón. Porque el perdón es el don por excelencia, es el amor más grande, el que mantiene unidos a pesar de todo, que evita el colapso, que refuerza y fortalece. El perdón libera el corazón y le permite recomenzar: el perdón da esperanza, sin perdón no se construye la Iglesia. El Espíritu de perdón, que conduce todo a la armonía, nos empuja a rechazar otras vías: esas precipitadas de quien juzga, las que no tienen salida propia del que cierra todas las puertas, las de sentido único de quien critica a

29
May

Cómo rezar el Rosario con el Papa el sábado 30 de mayo

Vaticano.- Únete al Papa Francisco en el rezo del Santo Rosario el sábado 30 de mayo, para poner fin a la pandemia de Covid-19. Las formas de participar se indican a continuación. El Papa Francisco insta una vez más a toda la humanidad a rezar juntos para obtener la ayuda divina durante la pandemia de coronavirus. El sábado 30 de mayo, a las 5:30 PM hora de Roma, el Papa dirigirá el rezo del Rosario a todo el mundo desde la Gruta de Lourdes en los jardines del Vaticano. “Todos unidos con el Papa Francisco para rezar el Rosario junto a los Santuarios del Mundo a fin de pedir a la Virgen ayuda y consuelo durante la pandemia” Unidos en la oración con María El evento tiene lugar bajo el título: «Perseverantes y unidos en la oración junto a María» (cfr. Hch 1, 14). Está organizado por el Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización. Acompañarán al Papa en la oración algunos fieles en representación de las diversas categorías de personas particularmente afectadas por el virus. En el rezo del Rosario se sucederán un neumólogo del Hospital San Felipe Neri y una enfermera del Policlínico Humberto I, en nombre de todo el personal sanitario que trabaja en primera línea en los hospitales; una persona sanada del Covid-19 y una persona que ha sufrido luto por el Coronavirus, y que, como muchos otros, no pudo ofrecer consuelo o un último adiós a quien estaba en la cama de un hospital, para señalar a cuántos están personalmente afectados por el virus; un voluntario de Protección Civil con su familia, a fin de representar a los que han trabajado para hacer frente a esta emergencia y a todo el amplio mundo del voluntariado; una dependiente farmacéutica y una periodista de televisión, para recordar a todas las personas que, incluso durante la pandemia, siguieron prestando su precioso servicio en favor de los demás; una joven familia que tuvo un hijo durante la pandemia, signo de esperanza y de la victoria de la vida sobre la muerte; el capellán del Hospital Spallanzani, la Superiora General de las Hijas de San Camilo, las Hermanas de Grottaferrata que fueron infectadas en masa por el virus, para subrayar el compromiso de los sacerdotes y religiosos cercanos a los afectados por la enfermedad. Confiamos al Señor, en particular a todas nuestras familias, en este momento de prueba, junto con nuestras intenciones. Petición de protección A medida que el mes mariano de mayo se acerca a su fin, el Papa Francisco está llevando las pruebas y tribulaciones de la gente de todo el mundo a los pies de María. El rezo del Rosario del sábado es otro signo de cercanía y consuelo para los afectados por el coronavirus, con la certeza de que nuestra Madre Celestial nunca rechaza nuestras súplicas de protección. Cómo participar El evento será transmitido en vivo a todo el mundo en los canales del Vaticano, con comentarios en español. – A través del portal de Vatican News: haga clic aquí – A través del canal de YouTube de Vatican News en español: haga clic aquí – Transmitido en vivo en nuestra página de Facebook: haga clic aquí El evento también será transmitido en vivo en el idioma original (italiano) acompañado por el Lenguaje de Señas utilizado en Italia: haga clic aquí Prensa CEVNota de prensa de Vatican News29 de mayo de 2020

28
May

Papa Francisco al Centro Astalli: gracias por defender el derecho de asilo

Vaticano.- El Papa Francisco escribe al P. Ripamonti, director de la sede italiana del JRS, el Servicio Jesuita a Refugiados. El suyo es un ejemplo de «la cultura de la acogida», dice, estoy cerca con la oración y el afecto a los que emigran. Los números del último Informe del Centro Astalli, publicados hace unos días, cuentan las «vidas suspendidas» de los migrantes, atrapados entre las garras de la pandemia, que bloquea o ralentiza la vida cotidiana, y la mordedura de la incertidumbre de quienes tienen que inventar una vida cotidiana desde cero en un nuevo país. El Centro se reunió con 20.000 personas en 2019, incluidos refugiados y solicitantes de asilo, 11.000 sólo en Roma. Y sin rodeos, el último informe afirma que «las políticas migratorias, restrictivas, cerradas – incluso discriminatorias – que han caracterizado el último año, agravan la precariedad de la vida, la exclusión y las irregularidades, haciendo más vulnerable a toda la sociedad». Dar la bienvenida con amor fraternal Un detalle transversal bien conocido por el Papa que, al citar el Informe, en un mensaje al Padre Camillo Ripamonti, director del Centro Astalli, aprecia especialmente el coraje «con el que, escribe, enfrenta el ‘desafío’ de la migración, especialmente en este delicado momento para el derecho al asilo, ya que miles de personas, continúa, huyen de la guerra, las persecuciones y las graves crisis humanitarias». Francisco también se acerca a esa categoría de personas que el derecho internacional define como «refugiados» y que «ustedes – enfatiza a los colaboradores del Centro – acogen con amor fraternal: estoy espiritualmente cerca de todos con oración y afecto y los insto a tener confianza y esperanza en un mundo de paz, justicia y fraternidad entre los pueblos». Un ejemplo de solidaridad La última «caricia» del Papa al Centro Astalli es en realidad un deseo universal: «su ejemplo, dice, puede provocar un compromiso renovado en la sociedad por una auténtica cultura de hospitalidad y solidaridad». Prensa CEVNota de prensa de Vatican News28 de mayo de 2020

27
May

Papa Francisco: la oración es refugio ante la ola de maldad que crece en el mundo

Vaticano.- «La oración de los justos» fue el tema de la catequesis del Papa Francisco en la Audiencia General del miércoles 27 de mayo. «El plan de Dios para la humanidad es bueno, pero en nuestra vida diaria experimentamos la presencia del mal», dijo Francisco. De allí Francisco continúa con la descendencia de Caín: es suficiente pensar en el cántico de Lamec que suena como un himno de venganza. Pero también hay otra historia que representa «la redención de la esperanza»: la de Abel, Enoc y Noé. «Aunque casi todos se comportan de manera atroz, haciendo del odio y de la conquista el gran motor de los asuntos humanos, hay personas capaces de rezar a Dios con sinceridad, capaces de escribir de manera diferente el destino del hombre», subraya Francisco. «Leyendo estas narraciones, se tiene la impresión de que la oración es el terraplén, el refugio del hombre ante la ola de maldad que crece en el mundo. Si nos fijamos bien, también rezamos para ser salvados de nosotros mismos. Es importante rezar: Señor, por favor sálvame de mí mismo, de mis ambiciones, de mis pasiones». Son «hombres que trabajan por la paz» porque la oración, cuando es auténtica, «está libre de los instintos de violencia y es una mirada dirigida a Dios»: la oración «atrae el poder de Dios», que da vida y hace renacer. La oración cultiva parterres de renacimiento en lugares donde el odio del hombre sólo ha podido ensanchar el desierto.Por eso el señorío de Dios transita en la cadena de estos hombres y mujeres, a menudo incomprendidos o marginados en el mundo. Pero el mundo vive y crece gracias al poder de Dios que estos servidores suyos atraen con sus oraciones. ¡Son una cadena para nada ruidosa, que raramente llega a los titulares, y sin embargo es tan importante para restituir la confianza al mundo! A este respecto, el Papa habló de un antiguo jefe de gobierno que era ateo, cuyo corazón quedó marcado por la oración de su abuela. Un recuerdo que regresó en un momento difícil de su vida, tanto que encontró a Jesús. «La oración es una cadena de vida», subrayó Francisco, afirmando que muchos hombres y mujeres que rezan, siembran la vida. «La oración siembra vida, la pequeña oración». Por esta razón el Papa vuelve a exhortar, como lo hizo muchas veces, a enseñar a los niños a hacerse bien la señal de la cruz: aunque puedan tomar otro camino, esa «semilla de vida» y el diálogo con Dios permanece. El camino de Dios, por lo tanto, pasa por este «resto» de humanidad que no se ajusta a la ley del más fuerte, sino que pide a Dios que transforme el corazón de piedra en el corazón de carne. «Se necesita mucha humanidad – concluye el Papa – y, con humanidad, se reza bien». Prensa CEVNota de prensa de Vatican News27 de mayo de 2020

26
May

Pentecostés: el Papa retoma el rezo del Regina Coeli con fieles en la plaza de San Pedro

Vaticano.- El próximo domingo 31 de mayo, el Papa celebrará la misa de Pentecostés en la Basílica Vaticana sin la participación de los fieles y desde la ventana de su estudio privado retomará el rezo del Regina Coeli permitiendo el acceso a la Plaza de San Pedro. La policía controlará que se respeten las medidas de seguridad para prevenir el contagio del coronavirus. Tal como informa a través de un comunicado la Oficina de Prensa de la Santa Sede, con motivo de la solemnidad de Pentecostés del próximo domingo 31 de mayo, el Papa celebrará la Santa Misa en vivo, a las 10 de la mañana (hora local) sin la participación de los fieles, en la Capilla del Santísimo Sacramento de la Basílica Vaticana. Inmediatamente después, a las 12 del mediodía, reanudará el rezo de la oración del Regina Coeli con los fieles en la Plaza de San Pedro, donde la policía garantizará un acceso seguro, controlando que las personas puedan respetar la distancia interpersonal necesaria.  El pasado 8 de marzo, Francisco, adaptándose a las normas de seguridad anticontagio del coronavirus previstas por la propagación de la pandemia de Covid-19, se trasladó a la Biblioteca del Palacio Apostólico para el rezo del Ángelus, así como para la catequesis de las audiencias generales posteriores: «Es un poco extraño esta oración del Ángelus hoy – decía Francisco en aquella ocasión a quienes seguían la oración en streaming – con el Papa «enjaulado» en la biblioteca, pero te veo, estoy cerca de ti». Y desde entonces, de hecho, las cámaras lo han visto a menudo, al final de la oración del domingo, asomándose por la ventana de su estudio privado para bendecir ya sea, a la plaza vacía o a los pocos fieles que lentamente volvían para animarla. Prensa CEVNota de prensa de Vatican News26 de mayo de 2020

26
May

Sábado 30 de mayo la oración del Rosario con el Papa Francisco

En directo en conexión con el mundo entero, el sábado 30 de mayo a las 17.30 horas (Hora Roma, 11:30 a.m. hora Venezuela), desde la Gruta de Lourdes en los Jardines del Vaticano, se elevará a una sola voz con el Papa la oración a la Virgen María para pedir ayuda y socorro en la pandemia. Todos los Santuarios del mundo están invitados a participar. Ciudad del Vaticano.- “Unidos en la oración para invocar la ayuda y el socorro de la Virgen María en la pandemia y para confiar al Señor a la entera humanidad «. El sábado 30 de mayo, a las 17:30, el Papa Francisco presidirá el rezo del Santo Rosario desde la Gruta de Lourdes en los Jardines del Vaticano. La celebración mariana, transmitida en directo en mundovisión, es promovida por el Consejo Pontificio para la Promoción de la Nueva Evangelización, sobre el tema «Asiduos y concordes en la oración, junto con María (Hechos 1,14)». Los santuarios del mundo se unirán en la oración, con una especial participación de las familias, recuerda un comunicado del mismo Consejo Pontificio. «Un momento de oración mundial para aquellos que deseen unirse al Papa Francisco en la víspera del Domingo de Pentecostés». Representantes de los afectados por el coronavirusLas docenas serán recitadas por algunas mujeres y hombres que representan diversas categorías de personas particularmente afectadas por el virus, informa el Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización precisando que estarán presentes un médico y una enfermera, en representación de todo el personal sanitario empeñado en primera línea en los hospitales; una persona curada y una que ha perdido un familiar, por todos aquellos que hayan sido tocados personalmente por el coronavirus; un sacerdote, un capellán hospitalario y una religiosa enfermera, por todos los sacerdotes y personas consagradas cercanas a los que padecen la enfermedad; un farmacéutico y un periodista, en representación de todos aquellos que, incluso durante el período de la pandemia, siguieron prestando su servicio en nombre de los demás; un voluntario de la Protección Civil con su familia, por quienes trabajaron para hacer frente a esta emergencia y por todo el vasto mundo del voluntariado; y una familia joven, a la que nació un niño precisamente este periodo, signo de esperanza y de la victoria de la vida sobre la muerte. Un signo de cercanía a quienes sufren«A los pies de María el Santo Padre pondrá las muchas angustias y dolores de la humanidad, agravados ulteriormente por la propagación del Covid-19», se lee en la nota. «La cita para el final del mes mariano es un signo más de cercanía y consuelo para quienes, de diversas maneras, han sido afectados por el coronavirus, en la certeza de que la Madre Celestial no desatiende las peticiones de protección». Santuarios del mundo unidos en oración con Francisco Para el momento de oración junto al Santo Padre, se conectarán los mayores santuarios de los cinco continentes: de Europa, Lourdes, Fátima, San Giovanni Rotondo, Pompeya, Czestochowa; de los Estados Unidos de América, el santuario de la Inmaculada Concepción (Washington D.C.); de África, el santuario de Elele (Nigeria) y de Notre-Dame de la Paix (Costa de Marfil); de América Latina, el santuario de Nuestra Señora de Guadalupe (México), Chiquinquirá (Colombia), de Luján y Milagro (Argentina). Prensa CEVNota de Vatican News26 de mayo de 2020

25
May

Papa Francisco: La unidad no es solo el resultado de nuestra acción, es don del Espíritu

Carta del Papa Francisco al Cardenal Kurt Koch, Presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, con ocasión del 25° Aniversario de la Encíclica “Ut unum sint”.  Vaticano.- “La unidad no es principalmente el resultado de nuestra acción, sino que es don del Espíritu Santo. Sin embargo, esta no vendrá como un milagro al final: la unidad viene en el camino, la construye el Espíritu Santo en el camino”, lo escribe el Papa Francisco en una Carta dirigida al Cardenal Kurt Koch, Presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, con ocasión del 25° Aniversario de la promulgación de la Encíclica “Ut unum sint”, sobre el empeño ecuménico. El compromiso ecuménico de la Iglesia Católica En su Misiva, el Pontífice recuerda que 25 años atrás, en el marco del Jubileo del año 2000, San Juan Pablo II firmó la Carta Encíclica “Ut unum sint”, con el deseo de que la Iglesia tuviera siempre presente la oración insistente de su Maestro y Señor: “¡Que todos sean uno!” (cf. Jn 17,21). Por ello, subraya el Papa, su predecesor escribió esa Encíclica que confirmó «de modo irreversible» el compromiso ecuménico de la Iglesia Católica. La Carta fue publicada en la Solemnidad de la Ascensión del Señor, “colocándola bajo el signo del Espíritu Santo, el artífice de la unidad en la diversidad, y en este mismo contexto litúrgico y espiritual – precisa el Pontífice – la conmemoramos y proponemos al Pueblo de Dios”. La legítima diversidad no se opone a la unidad de la Iglesia En este contexto, el Papa Francisco también recuerda lo que dijo el Concilio Vaticano II, sobre el movimiento para el restablecimiento de la unidad de todos los cristianos, en el Decreto sobre el ecumenismo, Unitatis redintegratio, y como este movimiento «ha surgido […] con ayuda de la gracia del Espíritu Santo». Es precisamente el Espíritu Santo, afirma el Papa, quien «obra la distribución de gracias y servicios», es «el principio de la unidad de la Iglesia». Y en este sentido, la Carta de San Juan Pablo II reitera que, «la legítima diversidad no se opone de ningún modo a la unidad de la Iglesia, sino que por el contrario aumenta su honor y contribuye no poco al cumplimiento de su misión». De hecho, «sólo el Espíritu Santo puede suscitar la diversidad, la multiplicidad y, al mismo tiempo, producir la unidad». Y como también lo recuerda San Basilio, el Grande, «él mismo – el Espíritu Santo – es la armonía». Se han dado pasos para sanar heridas seculares y milenarias Por ello, en este Aniversario, el Papa Francisco agradece al Señor por el camino que nos ha permitido recorrer como cristianos en busca de la comunión plena. “Se han dado muchos pasos en estas décadas para sanar heridas seculares y milenarias – afirma el Pontífice – ha crecido el conocimiento y la estima mutua, favoreciendo la superación de prejuicios arraigados; se ha desarrollado el diálogo teológico y el de la caridad, así como diversas formas de colaboración en el diálogo de la vida, pastoral y cultural”. Y pensando en “nuestros compañeros de viaje”, los que presiden las diversas Iglesias y nuestros hermanos de todas las tradiciones cristianas, podemos sentir, al igual que los discípulos de Emaús, la presencia del Cristo resucitado que camina a nuestro lado y nos explica las Escrituras, y reconocerlo en la fracción del pan, en la espera de compartir juntos la mesa eucarística. Dos iniciativas que ayudan a construir la unidad Asimismo, el Santo Padre al expresar su agradecimiento a todos los que trabajan en ese Dicasterio por este objetivo irrenunciable de la Iglesia, y recuerda dos iniciativas recientes. La primera, un Vademécum ecuménico para Obispos, que se publicará el próximo otoño como estímulo y guía para el ejercicio de sus responsabilidades ecuménicas. Ya que, el servicio de la unidad es un aspecto esencial de la misión del Obispo, quien es «el principio fundamento perpetuo y visible de unidad» en su Iglesia particular. La segunda iniciativa es la presentación de la revista Acta Œcumenica, que, en la renovación del Servicio de Información del Dicasterio, se propone como un subsidio para quienes trabajan para el servicio de la unidad. Invoquemos al Espíritu para trabajar por la causa ecuménica Finalmente, el Papa Francisco recuerda en su Misiva que, en el camino hacia la comunión plena es importante tener presente el trayecto recorrido, pero también se necesita escudriñar el horizonte preguntándose: “¿cuánto camino nos separa todavía?”. “Algo es cierto, afirma el Pontífice, la unidad no es principalmente el resultado de nuestra acción, sino que es don del Espíritu Santo. Sin embargo, esta no vendrá como un milagro al final: la unidad viene en el camino, la construye el Espíritu Santo en el camino”. Y concluye invocando con confianza al Espíritu, para que guíe nuestros pasos y cada uno escuche con renovado vigor el llamado a trabajar por la causa ecuménica; que Él inspire nuevos gestos proféticos y fortalezca la caridad fraterna entre todos los discípulos de Cristo, «para que el mundo crea» y se acreciente la alabanza al Padre que está en el Cielo. Prensa CEVNota de Vatican News25 de mayo de 2020

21
May

Mensaje integral del Papa Francisco a OMP

Vaticano.- A continuación, el Mensaje completo del Santo Padre a Obras Misionales Pontificias en el que reflexiona sobre los fundamentos de la misión cristiana. Los que se habían reunido, le preguntaron, diciendo: «Señor, ¿es ahora cuando vas a restaurar el reino a Israel?». Les dijo: «No os toca a vosotros conocer los tiempos o momentos que el Padre ha establecido con su propia autoridad; en cambio, recibiréis la fuerza del Espíritu Santo que va a venir sobre vosotros y seréis mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaría y hasta el confín de la tierra». Dicho esto, a la vista de ellos, fue elevado al cielo, hasta que una nube se lo quitó de la vista (Hch 1,6-9). Después de hablarles, el Señor Jesús fue llevado al cielo y se sentó a la derecha de Dios. Ellos se fueron a predicar por todas partes, y el Señor cooperaba confirmando la palabra con las señales que los acompañaban (Mc 16,19-20). Y los sacó hasta cerca de Betania y, levantando sus manos, los bendijo. Y mientras los bendecía, se separó de ellos, y fue llevado hacia el cielo. Ellos se postraron ante Él y se volvieron a Jerusalén con gran alegría; y estaban siempre en el templo bendiciendo a Dios (Lc 24,50-53). ***** Queridos hermanos y hermanas: Este año había decidido participar en vuestra Asamblea general anual, el jueves 21 de mayo, fiesta de la Ascensión del Señor, pero se ha cancelado a causa de la pandemia que nos afecta a todos. Por eso, deseo enviaros a todos vosotros este mensaje, para haceros llegar, igualmente, lo que tengo en el corazón para deciros. Esta fiesta cristiana, en estos tiempos inimaginables que estamos viviendo, me parece aún más rica de sugerencias para el camino y la misión de cada uno de nosotros y de toda la Iglesia. Celebramos la Ascensión como una fiesta y, sin embargo, en ella se conmemora la despedida de Jesús de sus discípulos y de este mundo. El Señor asciende al Cielo, y la liturgia oriental narra el estupor de los ángeles al ver a un hombre que con su cuerpo sube a la derecha del Padre. No obstante, mientras Cristo estaba para ascender al Cielo, los discípulos —que, además, lo habían visto resucitado— no parecían que hubiesen entendido aún lo sucedido. Él iba a dar inicio al cumplimiento de su Reino y ellos se perdían todavía en sus propias conjeturas. Le preguntaban si iba a restaurar el reino de Israel (cf. Hch 1,6). Pero, cuando Cristo los dejó, en vez de quedarse tristes, volvieron a Jerusalén «con gran alegría», como escribe Lucas (24,52). Sería extraño que no hubiera ocurrido nada. En efecto, Jesús ya les había prometido la fuerza del Espíritu Santo, que descendería sobre ellos en Pentecostés. Este es el milagro que cambió las cosas. Y ellos cobraron seguridad, porque confiaron todo al Señor. Estaban llenos de alegría. Y la alegría en ellos era la plenitud de la consolación, la plenitud de la presencia del Señor. Pablo escribe a los Gálatas que la plenitud del gozo de los Apóstoles no es el efecto de unas emociones que satisfacen y alegran. Es un gozo desbordante que se puede experimentar solamente como fruto y como don del Espíritu Santo (cf. 5,22). Recibir el gozo del Espíritu Santo es una gracia. Y es la única fuerza que podemos tener para predicar el Evangelio, para confesar la fe en el Señor. La fe es testimoniar la alegría que nos da el Señor. Un gozo como ese no nos lo podemos dar nosotros solos. Jesús, antes de irse, dijo a los suyos que les mandaría el Espíritu, el Consolador. Y así entregó también al Espíritu la obra apostólica de la Iglesia, durante toda la historia, hasta su venida. El misterio de la Ascensión, junto con la efusión del Espíritu en Pentecostés, imprime y confiere para siempre a la misión de la Iglesia su rasgo genético más íntimo: el de ser obra del Espíritu Santo y no consecuencia de nuestras reflexiones e intenciones. Y este es el rasgo que puede hacer fecunda la misión y preservarla de cualquier presunta autosuficiencia, de la tentación de tomar como rehén la carne de Cristo —que asciende al Cielo— para los propios proyectos clericales de poder. Cuando, en la misión de la Iglesia, no se acoge ni se reconoce la obra real y eficaz del Espíritu Santo, quiere decir que, hasta las palabras de la misión —incluso las más exactas y las más reflexionadas— se han convertido en una especie de “discursos de sabiduría humana”, usados para auto glorificarse o para quitar y ocultar los propios desiertos interiores. La alegría del Evangelio La salvación es el encuentro con Jesús, que nos ama y nos perdona, enviándonos el Espíritu, que nos consuela y nos defiende. La salvación no es la consecuencia de nuestras iniciativas misioneras, ni siquiera de nuestros razonamientos sobre la encarnación del Verbo. La salvación de cada uno puede ocurrir sólo a través de la perspectiva del encuentro con Él, que nos llama. Por esto, el misterio de la predilección inicia —y no puede no iniciar— con un impulso de alegría, de gratitud. La alegría del Evangelio, esa “alegría grande” de las pobres mujeres que, en la mañana de Pascua, fueron al sepulcro de Cristo y lo hallaron vacío, y que luego fueron las primeras en encontrarse con Jesús resucitado y corrieron a decírselo a los demás (cf. Mt 28,8-10). Sólo así, el ser elegidos y predilectos puede testimoniar ante todo el mundo, con nuestras vidas, la gloria de Cristo resucitado. Los testigos, en cualquier situación humana, son aquellos que certifican lo que otro ha hecho. En este sentido —y sólo así—, podemos nosotros ser testigos de Cristo y de su Espíritu. Después de la Ascensión, como cuenta el final del Evangelio de Marcos, los apóstoles y los discípulos «se fueron a predicar por todas partes, y el Señor cooperaba confirmando la palabra con las señales que los acompañaban» (16,20). Cristo, con su Espíritu, da testimonio de sí mismo mediante las obras que lleva