Categoría: Papa Francisco

18
Abr

Papa Francisco a los jóvenes: “son la esperanza de una sociedad mejor, de una Iglesia más viva”

La Conferencia Episcopal Italiana dirigió la peregrinación de adolescentes y jóvenes a la plaza de San Pedro para rezar, escuchar al Papa, y compartir su fe en Cristo Resucitado. Vaticano.  “Queridos chicos y chicas, no tenéis la experiencia de los grandes, pero tienen el ‘olfato’ del discípulo amado”, les dijo el Papa Francisco a los miles de adolescentes y jóvenes italianos que se reunieron en la plaza de San Pedro este lunes de Pascua. La alegría de la Resurrección de Señor se reflejaba en los jubilosos bailes y cantos de los jóvenes que se reunieron con el Santo Padre.   Fue un encuentro de oración, testimonio y diálogo. El Pontífice dirigió la oración y los asistentes confirmaron su fe en Cristo Resucitado, también escuchó atentamente los testimonios de adolescentes que compartieron sus inquietudes, dificultades y esperanzas. Luego de la proclamación del Evangelio (Jn 21, 1-19) de la aparición del Resucitado a los discípulos en la barca, y en el que pregunta a Pedro si le amaba, y le dice “Sígueme”. El Papa reflexionó las esperanzas que dan el encuentro con el Jesús vivo.    ¿Cuántas veces has tenido miedo? “Hay momentos en los que la vida nos pone a prueba, en los que nos hace sentir nuestras debilidades y nos hace sentir desnudos, impotentes, solos”, les dijo el Papa en la reflexión. Preguntándoles también: “¿Cuántas veces en este periodo te has sentido solo, lejos de tus amigos? ¿Cuántas veces has tenido miedo? No te avergüences de decir: ¡tengo miedo!”. “La oscuridad nos pone en crisis, -dijo Francisco- sobre todo cuando levantamos nuestras redes y están vacías. Entonces no entendemos, nos preguntamos por qué… Pero después de la noche viene el día, siempre”. El ‘olfato’ del discípulo amado Y les exhortó a ir al encuentro de Jesús Resucitado: “Queridos chicos y chicas, no tienen la experiencia de los grandes, pero tenéis el ‘olfato’ del discípulo amado. En ti está la inconsciencia de quien no se resigna al cálculo y se abre a la maravilla del encuentro. Detrás de cada regalo de la vida puedes reconocer a Aquel que lo da todo. ¡Levanten la mirada! Mira el rostro de Jesús. Y ayúdanos también a nosotros, los adultos, demasiado a menudo preocupados por los problemas, a descubrir su belleza”. Recordando así como la experiencia del joven discípulo Juan, impulsó al anciano discípulo Pedro a reconocer al Resucitado. “En cuanto Juan grita: «¡Es el Señor!», Pedro se ciñe y salta al agua. Este impulso inmediato por parte del apóstol más anciano, el que en las narraciones de los Evangelios recoge muchas malas impresiones, es conmovedor. Todo el amor generoso de Simón, conocido como Pedro, está en esa inmersión. Cuando Jesús había caído en el abismo de la pasión, Pedro había intentado salvarse, abandonando al Maestro a su suerte. Ahora, en cambio, se sumerge, ya no piensa en sí mismo sino sólo en Él, su Señor, y sólo quiere abrazarlo”. “Sumérgete, como Pedro, en el encuentro con Jesús. Tu corazón lo reconocerá”, les insistió el Papa Francisco a los jóvenes. No dejen que sus fragilidades los paralicen Francisco expresó a los adolescentes y jóvenes que “son la esperanza de una sociedad mejor, de una Iglesia más viva, son el presente y el futuro. No tengáis miedo de su juventud, no dejen que sus fragilidades los paralicen, no se resignen a la idea de ‘de todas formas no podemos hacer nada’. Todo el mundo puede y debe hacer su parte. La construcción de la paz inicia de la pequeñez de nuestras relaciones, del cuidado de los sentimientos que cultivamos en nuestro corazón, de la sensibilidad ante el sufrimiento que encontramos. La paz empieza en nosotros: piensa en esto cuando te enfades o discutas con alguien”. «¡Sígueme!» Al final, el Santo Padre recordó que el diálogo entre Pedro y Jesús termina con una invitación: «¡Sígueme!», que también es el lema de esta peregrinación.   “Jesús nos repite una y otra vez: «¡Sígueme!». No importa si somos grandes o pequeños, fuertes o débiles, si tenemos más victorias o más derrotas. Jesús sigue repitiendo a Pedro y a cada uno de nosotros: ¡Sígueme!». Hablando en un lenguaje juvenil, les dijo el Papa, “seguir” no solamente como en las redes sociales. El “Sígueme» de Jesús,  “es una invitación al amor, una invitación a sentirlo en vuestro corazón, a dar lo mejor de vosotros mismos”. Prensa CEVNota de Vatican News18 de abril de 2022

18
Abr

Papa Francisco, Regina Coeli: Hay que salir y anunciar

“Escuchemos bien: salir de las tumbas de nuestros miedos, porque nuestros miedos son como tumbas, nos entierran por dentro”. Son las palabras del Santo Padre que preceden el Regina Coeli, oración mariana pronunciada, como es habitual, en el tiempo de Pascua. Francisco enfatizó la necesidad de salir y anunciar, «porque la alegría de la Pascua no es para guardarla para uno mismo». Vaticano. Este lunes 18 de abril, después de la Pascua, conocido como “Lunes del Ángel” o Pasquetta, el Santo Padre rezó el Regina Coeli desde la ventana de su estudio en el Palacio Apostólico, ante la presencia de unos 25.000 fieles y peregrinos de todo el mundo congregados en la Plaza de San Pedro. Antes de la oración, Francisco comenzó su mensaje afirmando que los días de la Octava de Pascua son como una sola jornada en la que se prolonga la alegría de la Resurrección. El Evangelio de la liturgia de hoy (Mt. 28,8-15), que narra la aparición a las mujeres que habían ido al sepulcro, “sigue hablándonos del Resucitado”, subrayó el Pontífice. “Jesús sale a su encuentro y las saluda; luego les dice dos cosas, que también a nosotros nos vendrá bien recibir como regalo de Pascua”, añadió. “Dos consejos del Señor, un regalo pascual”, manifestó. “No temas” Sobre la primera frase de Jesús (“No temas”), el Papa declaró que, con estas “dos simples palabras”, el Señor tranquilizó a dichas mujeres. Él “sabe que los miedos son nuestros enemigos cotidianos. También sabe que nuestros miedos nacen del gran miedo, el miedo a la muerte: miedo a desvanecerse, a perder a los seres queridos, a enfermar, a no poder más… Pero en la Pascua Jesús venció a la muerte. Por tanto, nadie puede decirnos de forma más convincente: ‘No tengan miedo’”. El Señor -puntualizó el Sucesor de Pedro- lo dice allí mismo, junto al sepulcro del que salió victorioso. Según Francisco, “así nos invita a salir de las tumbas de nuestros miedos”. El Señor sabe que el miedo -prosiguió el Pontífice- está siempre agazapado a la puerta de nuestro corazón y que necesitamos que nos repitan ‘No temas’: en la mañana de Pascua como en la mañana de cada día. Con convicción, el Pontífice se dirigió a cada uno de los fieles congregados en la Plaza de San Pedro y a quienes seguían la transmisión a través de los medios de comunicación y las redes sociales: “Hermano, hermana, que crees en Cristo, no tengas miedo. ‘Yo -te dice Jesús- he probado la muerte por ti, he cargado sobre mí tu mal. Ahora he resucitado para decírtelo: estoy aquí, contigo, para siempre. No temas”. La importancia de superar el miedo  ¿Cómo podemos hacer para vencer al miedo? Para responder esta pregunta, Francisco consideró que “nos ayuda la segunda cosa que Jesús dice a las mujeres: ‘Vayan y digan a mis hermanos que van a Galilea: allí me verán’”. El miedo -declaró el Papa- nos encierra siempre en nosotros mismos. “Pero yo -podemos decir- ¡no soy capaz! Pero piensen: aquellas mujeres no eran ciertamente las más idóneas ni preparadas para anunciar al Resucitado, pero al Señor no le importa. A Él le importa que salgan y lo anuncien. Salir y anunciar. Salir y anunciar. Porque la alegría de la Pascua no es para guardarla para uno mismo. La alegría de Cristo se fortalece al darla, se multiplica al compartirla. Si nos abrimos y llevamos el Evangelio, nuestro corazón se expande y supera el miedo.[SS1] Este es el secreto: anunciar para vencer el miedo” Un “contra-anuncio” El texto del día nos dice -remarcó Francisco- que el anuncio puede encontrar un obstáculo: la falsedad. Para ilustrar este punto, se refirió a los soldados que habían custodiado el sepulcro de Jesús: “Se les paga ‘una buena suma de dinero’ (versículo 12) y reciben estas instrucciones: ‘Digan esto: Sus discípulos vinieron de noche y lo robaron mientras dormimos’ (versículo 13)”. “¿Ustedes dormían? ¿Vieron en el sueño cómo robaban el cuerpo? Hay una contradicción ahí, pero una contradicción que todos creen, porque hay dinero en el medio. Es el poder del dinero, ese otro señor del que Jesús dice que no hay que servir nunca. Son dos señores: Dios y el dinero. No servir nunca (al dinero)”. De acuerdo con el Obispo de Roma, aquí está la falsedad, la lógica de la ocultación, que se opone a la proclamación de la verdad. “Es un recordatorio también para nosotros: la falsedad -en las palabras y en la vida- contamina el anuncio, corrompe por dentro, conduce de nuevo al sepulcro. Las falsedades nos llevan hacia atrás, nos llevan directamente a la muerte, a la tumba. El Resucitado, en cambio, quiere sacarnos de los sepulcros de la falsedad y las dobleces” Nosotros -dijo el Santo Padre- nos escandalizamos con razón cuando, a través de la información, descubrimos engaños y mentiras en la vida de las personas y en la sociedad. “¡Pero pongamos también nombre a las falsedades que llevamos dentro! Y pongamos nuestra opacidad ante la luz de Jesús resucitado. Él quiere sacar a la luz las cosas ocultas, hacernos testigos transparentes y luminosos de la alegría del Evangelio, de la verdad que nos hace libres”, agregó. El Pontífice concluyó su alocución augurando que María, la Madre del Resucitado, nos ayude a superar nuestros miedos y nos conceda la pasión por la verdad. Prensa CEVNota de Vatican News18 de abril de 2022

18
Abr

Urbi et Orbi: ¡Dejémonos vencer por la paz de Cristo! La paz es posible

Dirigiéndose al mundo entero en su tradicional Mensaje de Pascua, Francisco recordó la guerra en Ucrania, a los países atormentados por largos conflictos y violencia y afectados por tensiones sociales y dramáticas crisis humanitarias. «Que Cristo resucitado acompañe y asista a los pueblos de América Latina que han visto empeorar sus condiciones sociales» Vaticano.  “Queridos hermanos y hermanas: ¡Feliz Pascua! Jesús, el Crucificado, ha resucitado”. Fue el saludo del Papa Francisco a los fieles del mundo entero y a los presentes congregados en una soleada plaza de San Pedro, que participaron hoy en la Misa de Resurrección. Francisco presidió la celebración ante unos 100 mil fieles presentes, tras una pausa de dos años debido a la pandemia, en una coloreada plaza de San Pedro decorada con cientos de arreglos florales y adornos. Finalizada la Santa Misa, dirigió el Mensaje Urbi et Orbi (a la ciudad de Roma y al mundo entero) e impartió su Bendición Apostólica desde el Balcón central de la Basílica Vaticana. «¡La paz esté con ustedes!» El Obispo de Roma, remitiéndose al Evangelio de Juan, repitió las palabras pronunciadas por Jesús al presentarse ante “las miradas incrédulas” de los discípulos que lloraban por él y evidenció: “También nuestras miradas son incrédulas en esta Pascua de guerra. Hemos visto demasiada sangre, demasiada violencia. También nuestros corazones se llenaron de miedo y angustia, mientras tantos de nuestros hermanos y hermanas tuvieron que esconderse para defenderse de las bombas” También a nosotros, afirmó Francisco, “nos cuesta creer que Jesús verdaderamente haya resucitado, que verdaderamente haya vencido a la muerte. ¿Será tal vez una ilusión, un fruto de nuestra imaginación? No, no es una ilusión”. “¡Cristo ha resucitado!”, afirmó. “Hoy más que nunca tenemos necesidad de Él, al final de una Cuaresma que parece no querer terminar. Parecía que había llegado el momento de salir juntos del túnel, tomados de la mano, reuniendo fuerzas y recursos. Y en cambio, estamos demostrando que tenemos todavía en nosotros el espíritu de Caín, que mira a Abel no como a un hermano, sino como a un rival, y piensa en cómo eliminarlo” La paz se logra con las armas del amor de Jesús Para creer en la victoria del amor y en la reconciliación, necesitamos a Jesús Resucitado, añadió el Papa.  “Sólo Él puede hacerlo. Sólo Él tiene hoy el derecho de anunciarnos la paz. Sólo Jesús, porque lleva las heridas, nuestras heridas”. Y explicó: “Las heridas en el Cuerpo de Jesús resucitado son el signo de la lucha que Él combatió y venció por nosotros con las armas del amor, para que nosotros pudiéramos tener paz, estar en paz, vivir en paz. Mirando sus llagas gloriosas, nuestros ojos incrédulos se abren, nuestros corazones endurecidos se liberan y dejan entrar el anuncio pascual: «¡La paz esté con ustedes!»” Que se elija la paz de Cristo “¡Dejemos entrar la paz de Cristo en nuestras vidas, en nuestras casas y en nuestros países!” exhortó el Santo Padre, dirigiendo, como de costumbre, su mirada a todas las realidades del mundo necesitadas de esta paz de Jesús. En primer lugar, Francisco recordó a la “martirizada Ucrania”, tan duramente probada por la violencia y la destrucción de la “guerra cruel e insensata”, dirigiendo un fuerte llamamiento a los responsables de las naciones para que escuchen el grito de paz de la gente: “Que se elija la paz. Que se dejen de hacer demostraciones de fuerza mientras la gente sufre. Por favor, no nos acostumbremos a la guerra, comprometámonos todos a pedir la paz con voz potente, desde los balcones y en las calles. Que los responsables de las naciones escuchen el grito de paz de la gente, que escuchen esa inquietante pregunta que se hicieron los científicos hace casi sesenta años: «¿Vamos a poner fin a la raza humana; o deberá renunciar la humanidad a la guerra?»” “Llevo en el corazón a las numerosas víctimas ucranianas” aseguró el Santo Padre, “los millones de refugiados y desplazados internos, a las familias divididas, a los ancianos que se han quedado solos, a las vidas destrozadas y a las ciudades arrasadas”.  Y mencionando el sufrimiento de los niños ucranianos que “se quedaron huérfanos y huyen de la guerra” el Papa recordó también de manera especial a muchos otros que mueren de hambre o por falta de atención médica, son víctimas de abusos y violencia, “y aquellos a los que se les ha negado el derecho a nacer”. Los signos esperanzadores no obstante la guerra A pesar del dolor de la guerra, Francisco evidenció que no faltan “signos esperanzadores, como las puertas abiertas de tantas familias y comunidades que acogen a migrantes y refugiados en toda Europa”. “Que estos numerosos actos de caridad sean una bendición para nuestras sociedades, a menudo degradadas por tanto egoísmo e individualismo, y ayuden a hacerlas acogedoras para todos.” No olvidar otras situaciones de sufrimiento El Papa pidió que haya paz en Oriente Medio, “lacerado desde hace años por divisiones y conflictos”, en particular, entre israelíes y palestinos, en el Líbano, Siria e Irak. Pidió también paz para Libia y Yemen, Myanmar y Afganistán. Paz para todo el continente africano, especialmente en la zona del Sahel, en Etiopía y en la República Democrática del Congo. Y que no falten la oración y la solidaridad para los habitantes de la parte oriental de Sudáfrica afectados por graves inundaciones. Dirigiendo su mirada al continente americano, el Pontífice pidió que “Cristo resucitado acompañe y asista a los pueblos de América Latina que, en estos difíciles tiempos de pandemia, han visto empeorar, en algunos casos, sus condiciones sociales, agravadas también por casos de criminalidad, violencia, corrupción y narcotráfico”.  También recordó a Canadá, pidiendo al Señor Resucitado que “acompañe el camino de reconciliación que está siguiendo la Iglesia Católica canadiense con los pueblos indígenas”. Finalmente, recordó que “toda guerra trae consigo consecuencias que afectan a la humanidad entera: desde los lutos y el drama de los refugiados, a la crisis económica y alimentaria de la que ya se están viendo señales”. Sin embargo, subrayó el Papa,

13
Abr

El Papa: “¡La guerra es un sacrilegio, dejemos de alimentarla!»

Vaticano.- Mañana sale a la venta en quioscos junto con el diario italiano “Corriere della Sera” y en las librerías, «Contra la guerra. La valentía de construir la paz»: un libro del Papa Francisco que presenta el diálogo como un arte de la política, la construcción artesanal de la paz y el desarme como una opción estratégica. Publicamos la introducción Hace un año, en mi peregrinaje al martirizado Irak, pude ver de primera mano el desastre causado por la guerra, la violencia fratricida y el terrorismo, vi los escombros de las casas y las heridas de los corazones, pero también semillas de esperanza para renacer. Nunca hubiera imaginado entonces que un año después estallaría un conflicto en Europa. Desde el principio de mi servicio como obispo de Roma hablé de la Tercera Guerra Mundial, diciendo que ya la estamos viviendo, aunque todavía ‘por partes’. Estas partes se han hecho cada vez más grandes, soldándose entre ellas… En este momento, hay tantas guerras en acto en el mundo que causan un inmenso dolor, víctimas inocentes, especialmente niños. Guerras que provocan la huida de millones de personas forzadas a dejar su tierra, sus casas, sus ciudades destruidas para salvar sus vidas. Son las muchas guerras olvidadas que, de vez en cuando, reaparecen ante nuestros ojos desatentos. Estas guerras nos parecían «lejanas». Hasta que, ahora, casi repentinamente, la guerra ha estallado cerca de nosotros. Ucrania ha sido atacada e invadida. Y en el conflicto, los más golpeados son, desgraciadamente, muchos civiles inocentes, muchas mujeres, muchos niños y muchos ancianos, obligados a vivir en refugios excavados en el vientre de la tierra para evadir las bombas, con familias que se separan porque los maridos, padres y abuelos se quedan para luchar, mientras las esposas, madres y abuelas, tras largos viajes de esperanza, cruzan la frontera para buscar refugio en otros países que las reciben con gran corazón. Ante las desgarradoras imágenes que vemos cada día, ante los gritos de los niños y las mujeres, no podemos más que gritar: «¡Deténganse!». ¡La guerra no es la solución, la guerra es una locura, la guerra es un monstruo, la guerra es un cáncer que se autoalimenta devorándolo todo! Es más, la guerra es un sacrilegio, que causa estragos en lo más precioso sobre nuestra tierra, la vida humana, la inocencia de los más pequeños, la belleza de la creación. ¡Sí, la guerra es un sacrilegio! No puedo dejar de recordar la súplica con la que en 1962 San Juan XXIII pidió a los hombres y mujeres poderosos de su tiempo que detuvieran una escalada bélica que habría podido arrastrar al mundo en el abismo del conflicto nuclear. No puedo olvidar la fuerza con la que San Pablo VI, dirigiéndose a la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1965, dijo: «¡Nunca jamás guerra! Nunca jamás guerra». O los numerosos llamamientos a la paz realizados por San Juan Pablo II, que en 1991 describió la guerra como «una aventura sin retorno». Lo que estamos presenciando es la enésima barbarie y nosotros, por desgracia, tenemos poca memoria. Sí, porque si tuviéramos memoria, recordaríamos lo que nos dijeron nuestros abuelos y nuestros padres, y sentiríamos la necesidad de paz igual que nuestros pulmones necesitan oxígeno. La guerra lo deforma todo, es locura pura, su único objetivo es la destrucción y esta se desarrolla y crece precisamente a través de la destrucción, y si tuviéramos memoria, no gastaríamos decenas, cientos de miles de millones en el rearme, para equiparnos de armamentos cada vez más sofisticados, para aumentar el mercado y el tráfico de armas que acaban matando a niños, mujeres y ancianos: 1981 mil millones de dólares al año, según los cálculos de un importante centro de investigación de Estocolmo. Esto indica un dramático aumento del 2,6% justo en el segundo año de la pandemia, cuando todos nuestros esfuerzos deberían haberse concentrado en la salud global y en salvar vidas humanas del virus. Si tuviéramos memoria, sabríamos que la guerra, antes de llegar al frente, debe ser detenida en los corazones. El odio, antes de que sea demasiado tarde, debe ser extirpado de los corazones. Y para hacerlo, es necesario el diálogo, la negociación, la escucha, la habilidad y creatividad diplomática, una política con visión de futuro capaz de construir un nuevo sistema de convivencia que ya no se base en las armas, en el poder de las armas, en la disuasión. Toda guerra no sólo representa una derrota de la política, sino también una vergonzosa rendición ante las fuerzas del mal. En noviembre de 2019, en Hiroshima, ciudad símbolo de la Segunda Guerra Mundial cuyos habitantes fueron masacrados, junto con los de Nagasaki, por dos bombas nucleares, reafirmé que el uso de la energía atómica con fines bélicos es, hoy más que nunca, un crimen, no sólo contra el hombre y su dignidad, sino contra cualquier posibilidad de futuro en nuestra casa común. El uso de la energía atómica con fines bélicos es inmoral, al igual que lo es la posesión de armas atómicas. ¿Quién podía imaginar que menos de tres años después el espectro de la guerra nuclear se cerniría sobre Europa? Así, paso a paso, avanzamos hacia la catástrofe. Poco a poco, el mundo corre el riesgo de convertirse en el escenario de una única Tercera Guerra Mundial. Avanzamos hacia ella como si fuera ineluctable. En cambio, debemos repetir con fuerza: ¡No, no es ineluctable! ¡No, la guerra no es ineluctable! Cuando nos dejamos devorar por ese monstruo que representa la guerra, cuando permitimos que ese monstruo levante la cabeza y guíe nuestras acciones, perdemos a todos, destruimos a las criaturas de Dios, cometemos un sacrilegio y preparamos un futuro de muerte para nuestros hijos y nietos. La codicia, la intolerancia, la ambición de poder, la violencia, son motivos que impulsan la decisión de ir a la guerra, y estos motivos suelen estar justificados por una ideología bélica que olvida la inconmensurable dignidad de la vida humana, de toda vida humana, y el respeto y cuidado

13
Abr

El Papa: La paz de Jesús nunca es una paz armada

Vaticano.- «La agresión armada de estos días, como toda guerra, representa un ultraje a Dios, una traición blasfema al Señor de la Pascua». En la audiencia general del Miércoles Santo, Francisco dedica su catequesis al tema de la paz que Jesús nos da en Pascua, radicalmente diferente de la paz que el mundo trata de construir con la fuerza y exhorta a ser portadores de la paz de Cristo con las «armas» del Evangelio: la oración, la ternura, el perdón y el amor gratuito al prójimo. La paz que Cristo nos da: fue este el centro de la catequesis del Papa Francisco en la audiencia general del Miércoles Santo. En el día que marca el centro de la Semana Santa, Francisco explicó a los fieles romanos y peregrinos reunidos en el Aula Pablo VI, que los dos domingos que dan inicio y fin a esta semana – el Domingo de Ramos y el Domingo de Pascua – se caracterizan por “la fiesta que se hace en torno a Jesús”, pero son dos fiestas diferentes. La paz gloriosa esperada por la gente no es la paz de Jesús En la primera, precisa el Pontífice dando inicio a su reflexión, Cristo entra solemnemente en Jerusalén, acogido como el Mesías, portador de “paz y gloria”: Esta era la paz esperada por esa gente: una paz gloriosa, fruto de una intervención real, la de un mesías poderoso que liberaría Jerusalén de la ocupación de los romanos. Otros, probablemente, soñaban el restablecimiento de una paz social y veían en Jesús el rey ideal, que daría de comer a la multitud con el pan, como ya había hecho, y realizado grandes milagros, llevando así más justicia al mundo. La paz de Jesús sigue el camino de la mansedumbre Pero Jesús nunca habla de esto – puntualiza el Santo Padre – porque “tiene delante de sí una Pascua diferente”. De hecho, elige de entrar en Jerusalén sobre un pollino atado, sobre el que no ha montado todavía ningún hombre, porque “la forma de hacer de Dios es diferente a la del mundo”. Es así como Cristo lleva la paz en el mundo, a través de la mansedumbre y la docilidad, representadas en ese pollino atado: La paz que Jesús nos da en Pascua no es la paz que sigue las estrategias del mundo, que cree obtenerla por la fuerza, con las conquistas y con varias formas de imposición. Esta paz, en realidad, es solo un intervalo entre las guerras. La paz del Señor sigue el camino de la mansedumbre y de la cruz: es hacerse cargo de los otros. Cristo, de hecho, ha tomado sobre sí nuestro mal, nuestro pecado y nuestra muerte. Así nos ha liberado. Su paz no es fruto de algún acuerdo, sino que nace del don de sí. Esta paz mansa y valiente, sin embargo, es difícil de acoger. De hecho, la multitud que alababa a Jesús es la misma que unos días después grita “Crucifícale” y, asustada y desilusionada, no mueve un dedo por Él. El modo de actuar de Dios siempre nos sorprende En este sentido, Francisco cita un relato de Dostoievski, la llamada Leyenda del Gran Inquisidor, en el que se narra el arresto de Jesús, una vez de regreso a Tierra Santa, por parte del Inquisidor, quien lo interroga y critica ferozmente. Y añade: El motivo final del reproche es que Cristo, aun pudiendo, nunca quiso convertirse en César, el rey más grande de este mundo, prefiriendo dejar libre al hombre en vez de someterlo y resolver los problemas con la fuerza. Habría podido establecer la paz en el mundo, doblegando el corazón libre pero precario del hombre en virtud de un poder superior, pero no quiso: ha respetado nuestra libertad. Portadores de la paz de Cristo con las “armas” del Evangelio Ante la tentación de la lógica mundana, basada en el poder, “Cristo reacciona con un gesto dulce y concreto”, afirma Francisco, “se le acerca en silencio, y lo besa dulcemente en los viejos labios ensangrentados”.   La paz de Jesús no domina a los demás, nunca es una paz armada. Las armas del Evangelio son la oración, la ternura, el perdón y el amor gratuito al prójimo, a todo prójimo. Es así que se lleva la paz de Dios al mundo. Por esto la agresión armada de estos días, como toda guerra, representa un ultraje a Dios, una traición blasfema del Señor de la Pascua, un preferir el falso dios de este mundo a su rostro manso. La guerra es siempre una acción humana para llevar el poder a la idolatría. No se turbe vuestro corazón ni se acobarde El Obispo de Roma explica entonces que mientras el poder mundano deja solo destrucción y muerte, la paz de Jesús “edifica la historia, a partir del corazón de cada hombre que la acoge”. Pascua – afirma –  es “la verdadera fiesta de Dios y del hombre, porque la paz, que Cristo ha conquistado sobre la cruz en el don de sí, se nos distribuye”. Pasar del dios mundano al Dios cristiano Finalizando su reflexión el Papa recuerda que Pascua significa “paso” y concluye: Es, sobre todo este año, la ocasión bendecida para pasar del dios mundano al Dios cristiano, de la codicia que llevamos dentro a la caridad que nos hace libres, de la espera de una paz llevada con la fuerza al compromiso de testimoniar concretamente la paz de Jesús. Pongámonos delante del Crucificado, fuente de nuestra paz, y pidámosle la paz del corazón y la paz en el mundo. Prensa CEVNota de prensa de Vatican News13 de abril de 2022

13
Abr

Papa Francisco visita a Benedicto por sus 95 años: conversación afectuosa y oración

Vaticano.- El Papa esta tarde estuvo en el monasterio «Mater Ecclesiae», residencia de Ratzinger desde su dimisión en 2013, para desearle personalmente una buena fiesta de Pascua, en vísperas del Triduo y del 95° cumpleaños del Pontífice emérito. Como es ya una costumbre consolidada cada Pascua y Navidad, también este año, Francisco ha querido visitar al Papa emérito Benedicto XVI, para desearle personalmente lo mejor en las celebraciones de Pascua. En vísperas del Triduo y a tres días del 95° cumpleaños del Pontífice emérito, el 16 de abril, Jorge Mario Bergoglio ha acudido por tanto esta tarde a la residencia Mater Ecclesiae, el monasterio en el corazón de los Jardines Vaticanos en el que vive Joseph Ratzinger desde mayo de 2013, tres meses después de renunciar al ministerio petrino, conduciendo sus días entre la oración, la música y la lectura, asistido por su secretario particular, monseñor Georg Gänswein, y un grupo de Memores Domini. «Tras una breve y afectuosa conversación, y después de rezar juntos, el Papa Francisco regresó a la Casa Santa Marta», informa el director de la Oficina de Prensa del Vaticano, Matteo Bruni. El primer abrazo en Castel Gandolfo Desde los primeros momentos de su pontificado, pocos días después del Cónclave que lo eligió como el 266º Sucesor de Pedro, Francisco inició la «tradición» de reunirse con su predecesor directo, comenzando con la primera visita histórica del recién elegido Papa que llegó en helicóptero a la residencia de Castel Gandolfo, donde Benedicto permaneció unas semanas antes de trasladarse al Vaticano. En vísperas de las vacaciones o con motivo del Consistorio con los nuevos cardenales, Francisco nunca ha querido dejar de tener este gesto de cercanía y cortesía con el hombre al que en una entrevista en el avión describió como «un sabio abuelo en casa» y al que en el Ángelus del 29 de junio de 2021, en el 70° aniversario de la ordenación sacerdotal de Ratzinger, llamó «padre» y «hermano». La «Feliz Pascua» con los fieles en San Pedro También en 2017, fue el 13 de abril cuando el Papa Francisco acudió a la Mater Ecclesiae para una visita con un doble carácter festivo: la Pascua y los 90 años del Papa emérito. El 28 de marzo de 2018, el Pontífice había vuelto de nuevo en la víspera del Triduo Pascual, permaneciendo durante media hora en conversación con Benedicto en la pequeña sala de estar del monasterio. Luego, en la siguiente audiencia general del 4 de abril, pidió a los fieles reunidos en la Plaza de San Pedro que dedicaran un pensamiento a su predecesor todos juntos: «Nuestro querido Papa Benedicto nos sigue por televisión. Y todos le damos una Feliz Pascua y un fuerte aplauso».   Deseos para la Pascua y de cumpleaños El 15 de abril de 2019, la víspera del cumpleaños de Ratzinger, Francisco fue a visitarlo por la tarde y «el encuentro -explicó entonces la Oficina de Prensa del Vaticano- fue también una ocasión para que el Pontífice ofreciera, con particular afecto, deseos de un feliz cumpleaños al Papa emérito que mañana cumplirá 92 años». Las restricciones impuestas por la pandemia de Covid habían impedido una nueva reunión para la Semana Santa de 2020, que sin embargo fue «maquillada» el 29 de noviembre de ese año, cuando Francisco acompañó a los once nuevos cardenales creados en el Consistorio de ese día en una visita al Pontífice emérito. Una costumbre que siempre se ha renovado desde 2016. Los dos primeros años, de hecho, en 2014 y 2015, el Papa emérito había participado en la celebración en la Basílica de San Pedro. Prensa CEVNota de prensa de Vatican News13 de abril de 2022

12
Abr

Papa Francisco: La guerra es el fracaso de la política y la humanidad

El Papa vuelve a hacer un llamamiento a la paz en un mensaje enviado a la «Peregrinación interreligiosa de solidaridad por el pueblo ucraniano», que comenzó en Rumanía y terminó hoy en la ciudad ucraniana de Chernivtsi, el primer evento autorizado desde el inicio del conflicto: debemos alzar la voz con fuerza para pedir, en nombre de Dios, el fin de estas acciones abominables. Vaticano. «El sufrimiento causado a tantas personas débiles e indefensas; las numerosas masacres de civiles y de jóvenes víctimas inocentes; la huida desesperada de mujeres y niños… Todo ello sacude nuestras conciencias y nos obliga a no callar, a no permanecer indiferentes ante la violencia de Caín y el grito de Abel, sino a levantar con fuerza la voz para pedir, en nombre de Dios, el fin de tan abominables acciones». El Papa Francisco vuelve a abogar por la paz en un mensaje enviado a los organizadores y participantes de la Peregrinación Interreligiosa de solidaridad con el pueblo ucraniano, que comenzó en Rumanía el 10 de abril y ha concluido esta tarde con un acto público en la ciudad de Chernivtsi, en el suroeste de Ucrania. En su texto, el Santo Padre reitera que «la hora que vivimos nos deja consternados porque está atravesada por las fuerzas del mal», mientras que, citando la encíclica Fratelli tutti, explica que los atroces y dolorosos acontecimientos a los que asistimos desde hace demasiados días confirman que «la guerra es un fracaso de la política y de la humanidad, una claudicación vergonzosa, una derrota frente a las fuerzas del mal». A continuación, lanzó un nuevo llamamiento: «Que los gobernantes, especialmente los que apelan a los principios sagrados de la religión, escuchen la Palabra de Dios que dice: tengo planes de paz y no de desgracia». Religiones comprometidas con la paz Numerosos líderes religiosos componen la delegación de la peregrinación por la paz: desde representantes cristianos hasta judíos, anglicanos, hindúes, budistas, ortodoxos y musulmanes. Todos juntos han participado hoy, a las 17:00 hora ucraniana (16:00 en Italia), en un acto -el primero que se permite tras el estallido de la guerra- celebrado en el teatro principal de la ciudad ucraniana de Chernivtsi. «El objetivo», escribieron los organizadores, «es traer la paz e intentar curar las heridas». Un evento de amistad y de solidaridad Organizado por el Peace Department y el Elijah Interfaith Institute, el encuentro contó también con testimonios directos de quienes viven el horror de la guerra en primera persona. Massimo Fusarelli, ministro general de la Orden de Frailes Menores, explicó en una entrevista a la redacción italiana de Radio Vaticana – Vatican News: «Cada líder religioso habló sobre los temas de la paz, la amistad y la consolación. Luego se proyectan videos acompañados de buena música: todo se emite en la televisión ucraniana». El objetivo será también mostrar que las religiones pueden ser un instrumento de pacificación: «Esto -añade- ocurre cuando la religión se inspira realmente en la búsqueda de Dios. Lo contrario no pertenece al verdadero espíritu religioso». En apoyo de los hermanos Mañana, el Ministro General de la Orden de Hermanos Menores continuará su viaje a Ucrania para visitar tres casas religiosas franciscanas, donde también se reunirá con refugiados que necesitan atención y apoyo. Desde el comienzo de la guerra», dice el Fray Massimo Fusarelli, «sentí la necesidad de ir a Ucrania. Fue una llamada interior. Me fui cuando se abrió una oportunidad y ahora estoy aquí para estar cerca de mis hermanos y llevarles la ayuda material que estamos recogiendo en todo el mundo». Su viaje terminará el 16 de abril en Kalwaria (Polonia), donde los frailes franciscanos están presentes con instalaciones de acogida para cientos de refugiados ucranianos. Prensa CEVNota de Vatican News12 de abril de 2022

11
Abr

Domingo de Ramos: «En la cruz Jesús nos enseña a amar y perdonar a los enemigos»

Vaticano.- En una humanidad dividida entre oprimidos y opresores, el Papa alentó a todos a seguir el ejemplo de Jesús en la cruz, quien ante el inmenso dolor que padecía, «no pensó en salvarse a sí mismo», ni respondió a sus verdugos con gritos o rabia, sino que rezó a Dios para que los perdone. La mañana del 10 de abril, Domingo de Ramos, el Papa Francisco celebró la Santa Misa precedida por la procesión y bendición de las palmas de olivo en una soleada Plaza de San Pedro. Ante la presencia de los fieles y peregrinos allí congregados, el Santo Padre reflexionó sobre el Evangelio del día según San Lucas (Lc 22, 14–23, 56) que narra la Pasión de Jesús y destacó que en el Calvario se enfrentan dos mentalidades:  «Las palabras de Jesús crucificado en el Evangelio, «Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen» (v. 34), se contraponen, en efecto, a aquellas que pronuncian los soldados que lo crucifican: «Que se salve a sí mismo si este es el Mesías de Dios, el elegido!» (Lc 23,35)». La mentalidad del «yo» se opone a la entrega de Dios En este sentido, Francisco señaló que «salvarse a sí mismo», es decir, cuidarse a sí mismo, pensar en sí mismo y no en los demás, «es el estribillo de la humanidad que ha crucificado al Señor», y que solamente se preocupa «por la propia salud, el propio éxito, los propios intereses; centrada en el tener, en el poder y en la apariencia». Sin embargo -continuó explicando el Pontífice- la mentalidad del yo se opone a la de Dios; «el sálvate a ti mismo discuerda con el Salvador que se ofrece a sí mismo y cuando toma la palabra, no se defiende, ni se justifica o reivindica algo en su beneficio, sino que reza al Padre y ofrece misericordia al buen ladrón»; aquel malhechorque crucificado junto a Él y arrepentido por sus pecados pide al Hijo de Dios que se acuerde de él cuando llegue al paraíso. Jesús implora al Padre que perdone a quienes le hacen daño Asimismo, el Papa invitó a todos a reflexionar sobre las palabras de Jesús en la cruz, quien en medio del dolor lacerante que padecía no recurrió a los gritos ni a la rabia, «no reprocha a sus verdugos ni amenaza con castigos en nombre de Dios», sino que reza por los malvados y dice «Padre, perdónalos»: “Clavado en el patíbulo de la humillación, aumenta la intensidad del don, que se convierte en per-dón” Igualmente, en su alocución, Francisco hizo hincapié en que Dios hace lo mismo con nosotros: «Cuando le causamos dolor con nuestras acciones, Él sufre y tiene un solo deseo: poder perdonarnos». Y para darnos cuenta de esto, el Santo Padre exhortó a contemplar a Jesús en la cruz y a agradecerle por su amor, siendo conscientes «de que nunca hemos recibido una mirada más tierna y compasiva», ya que allí, «mientras es crucificado, en el momento más duro, Jesús vive su mandamiento más difícil: el amor por los enemigos». Respondamos a los clavos de la vida con el amor Sin embargo, Francisco recordó que, a menudo, nuestro comportamiento es totalmente el opuesto: «Perdemos mucho tiempo pensando en quienes nos han hecho daño, mirándonos dentro de nosotros mismos y lamiéndonos las heridas que nos han causado los otros, la vida, la historia». «Hoy Jesús -dijo el Pontífice- nos enseña a no quedarnos ahí, sino a reaccionar, a romper el círculo vicioso del mal y de las quejas, a responder a los clavos de la vida con el amor y a los golpes del odio con la caricia del perdón». ¿Seguimos a Jesús o al propio instinto rencoroso? Por otra parte, el Santo Padre alentó a todos a preguntarse si en el curso de sus vidas, «¿siguen al Maestro o siguen al propio instinto rencoroso?». Y, precisamente, para verificar nuestra pertenencia a Cristo, el Papa exhortó a observar cómo nos comportamos con quienes nos han herido, puesto que el Señor nos pide que no respondamos según nuestros impulsos o como lo hacen los demás, sino como Él lo hace con nosotros, viniendo al mundo para traernos el perdón de los pecados: «Compasión y misericordia para todos, porque Dios ve en cada uno a un hijo. No nos separa en buenos y malos, en amigos y enemigos. Somos nosotros los que lo hacemos, haciéndolo sufrir. Para Él todos somos hijos amados, que desea abrazar y perdonar», aseveró Francisco indicando la importancia de no cansarnos de pedir perdón a Dios, ni tampoco de recibirlo y testimoniarlo. Dios puede perdonar todo pecado Finalmente, el Pontífice subrayó el argumento que utiliza Jesús ante el Padre al suplicarle que perdone a quienes lo están crucificando, «porque no saben lo que hacen». «Cuando se usa la violencia -declaró Francisco-ya no se sabe nada de Dios, que es Padre, ni tampoco de los demás, que son hermanos. Se nos olvida porqué estamos en el mundo y llegamos a cometer crueldades absurdas. Lo vemos en la locura de la guerra, donde se vuelve a crucificar a Cristo. Sí, Cristo es clavado en la cruz una vez más en las madres que lloran la muerte injusta de los maridos y de los hijos. Es crucificado en los refugiados que huyen de las bombas con los niños en brazos. Es crucificado en los ancianos que son abandonados a la muerte, en los jóvenes privados de futuro, en los soldados enviados a matar a sus hermanos». «En esta semana -concluyó el Papa- acojamos la certeza de que Dios puede perdonar todo pecado, toda distancia… La certeza de que con Jesús nunca es el fin, nunca es demasiado tarde y caminemos hacia la Pascua con su perdón». Prensa CEVNota de prensa de Vatican News11 de abril de 2022

11
Abr

Papa Francisco pide una tregua por la paz en Ucrania: «Nada es imposible para Dios»

Vaticano.- «Dejemos las armas, iniciemos una tregua pascual, pero no para recargar las armas y reanudar la lucha, sino una tregua para lograr la paz, a través de una verdadera negociación, dispuestos incluso a hacer algunos sacrificios por el bien del pueblo», fue la oración del Papa Francisco en este Domingo de Ramos a la hora del rezo del Ángelus. Tras haber celebrado la santa Misa del domingo de Ramos, 10 de abril, en la plaza de San Pedro, el Papa pidió una vez por el cese de la guerra en Ucrania. Igualmente Francisco saludó a los peregrinos llegados de diferentes países, entre ellos muchos jóvenes, deseándoles a todos, incluidas las personas que se conectaron a la transmisión a través de los medios de comunicación, «una buena Semana Santa». Rezar por el fin de la guerra en Ucrania Antes de rezar la oración mariana del Ángelus, el Pontífice recordó que fue el propio Ángel del Señor quien dijo a María en la Anunciación: «Nada es imposible para Dios».  «Nada es imposible para Dios -insistió el Papa- ni siquiera poner fin a una guerra cuyo final no se vislumbra, una guerra que cada día pone ante nuestros ojos atroces masacres y atroces crueldades cometidas contra civiles indefensos. Recemos por ello». Cristo venció el pecado y la muerte Igualmente, el Santo Padre hizo hincapié en que estamos viviendo los días previos a la Pascua, mientras nos preparamos para celebrar la victoria del Señor Jesucristo sobre el pecado y la muerte: «Su victoria sobre el pecado y la muerte, no sobre alguien y contra alguien», subrayó Francisco, indicando que hoy hay una guerra «porque se quiere ganar así», a la manera del mundo, «aunque de esta forma sólo se pierde». Una tregua por la paz, no para recargar armas En este contexto, el Pontífice propuso una tregua para detener finalmente esta guerra y dejar que venza Cristo, «que cargó con la cruz para liberarnos del dominio del mal, que murió para que reinara la vida, el amor y la paz». «Dejemos las armas, iniciemos una tregua pascual, pero no para recargar las armas y reanudar la lucha, ¡no! Una tregua para lograr la paz, a través de una verdadera negociación, dispuestos incluso a hacer algunos sacrificios por el bien del pueblo», concluyó el Papa, preguntándose, ¿qué clase de victoria será la que plante una bandera sobre un montón de escombros? «Nada es imposible para Dios», reiteró Francisco, confiándole, precisamente a Él, esta intención por la intercesión de la Virgen María. Prensa CEVNota de prensa de Vatican News11 de abril de 2022

07
Abr

Papa Francisco y la necesidad de una ONU más eficaz

Vaticano.- En sus discursos en las Naciones Unidas, así como en «Fratelli tutti», el Pontífice siempre ha animado a una reforma de la ONU para dar un contenido real al concepto de familia de naciones y una mayor fuerza al multilateralismo. «En la actual guerra en Ucrania, estamos siendo testigos de la impotencia de la Organización de las Naciones Unidas». Las palabras del Papa Francisco ayer en la audiencia general tuvieron un amplio eco. Sin embargo, no son menos importantes las palabras que preceden inmediatamente a esta declaración. De hecho, son la premisa de la amarga afirmación: «Después de la Segunda Guerra Mundial se intentó sentar las bases de una nueva historia de paz, pero desgraciadamente – no aprendimos – la vieja historia de las grandes potencias en competencia continuó». El Papa Francisco cree firmemente en el papel de las Naciones Unidas y en el valor del multilateralismo. Una convicción que hoy es aún más fuerte en ese «cambio de época» que estamos viviendo en la ardua búsqueda de un nuevo horizonte de convivencia para la humanidad. Siguiendo los pasos de sus predecesores – y en particular de Pablo VI, Juan Pablo II y Benedicto XVI –, Francisco ha multiplicado los gestos y las palabras de apoyo a las Naciones Unidas, alentando un proceso de reforma que piden en particular los países, los pueblos, que más sufren las consecuencias de esa impotencia a la que se refería el Papa. Al intervenir el 25 de septiembre de 2015 en la Asamblea General de la ONU, el Pontífice ya afirmó que «la reforma y la adaptación a los tiempos son siempre necesarias, avanzando hacia el objetivo final de conceder a todos los países, sin excepción, una participación e influencia real e igualitaria en la toma de decisiones». Por ello, desde los primeros años de su pontificado insistió en el tema de «la necesidad de una mayor equidad», especialmente «para los organismos con capacidad ejecutiva efectiva, como el Consejo de Seguridad, los organismos financieros y los grupos o mecanismos creados específicamente para tratar las crisis económicas». Y concluyó su discurso en la sede de la ONU reiterando la necesidad de fortalecer la ONU. «La loable construcción jurídica internacional de la Organización de las Naciones Unidas», observó, «puede ser prenda de un futuro seguro y feliz para las generaciones futuras. Será así si los representantes de los Estados saben dejar de lado los intereses e ideologías sectoriales y buscan sinceramente el servicio del bien común». Estos conceptos fueron reiterados en noviembre del mismo año durante su visita a la sede de las Naciones Unidas en Nairobi. Sobre el compromiso del cuidado de la Casa Común, la resolución pacífica de las disputas internacionales o un desarrollo económico centrado en las personas y los pueblos, el Papa y la Santa Sede consideran que la Organización de las Naciones Unidas es el foro internacional más adecuado para encontrar un punto de convergencia entre diferentes instancias e intereses. En diciembre de 2019, en un videomensaje conjunto, el Papa y el secretario general de la ONU, António Guterres, reiteraron que «la confianza en el diálogo entre los pueblos y entre las naciones, en el multilateralismo, en el papel de las organizaciones internacionales, en la diplomacia como instrumento de entendimiento y de acuerdo, es indispensable para construir un mundo en paz». Unos meses más tarde, estalló la pandemia del Covid-19, lo que hace, si cabe, más imprescindible apostar por el multilateralismo, sabiendo que todos estamos en el mismo barco de la humanidad. La pandemia», observó en un mensaje de vídeo con motivo de la 75ª fundación de la ONU, el 25 de septiembre de 2020, «nos ha demostrado que no podemos vivir unos sin otros, o peor aún, unos contra otros». Las Naciones Unidas se crearon para unir a las naciones, para acercarlas, como un puente entre los pueblos». Y en palabras que enlazan bien con lo que dijo ayer, añadió que «nuestro conflictivo mundo necesita que la ONU se convierta en un laboratorio de paz cada vez más eficaz, lo que requiere que los miembros del Consejo de Seguridad, especialmente los Miembros Permanentes, actúen con mayor unidad y determinación». Significativamente, la reforma de las Naciones Unidas también encuentra espacio en la Encíclica Fratelli tutti. Francisco dedica un párrafo entero al tema, 173. (Juan XXIII había dedicado el párrafo 75 de la Pacem in Terris a la ONU). Para el Papa, esta reforma es necesaria «para que el concepto de familia de naciones tenga un contenido real». Es necesario garantizar, está seguro, «el imperio de la ley sin discusión y el recurso incansable a la negociación, los buenos oficios y el arbitraje». Con un sentimiento que también le llevó a pronunciar las palabras de ayer, también advierte que «es necesario evitar la deslegitimación de esta organización, porque sus problemas y carencias pueden abordarse y resolverse conjuntamente». Por lo tanto, las Naciones Unidas no existen, parece sugerirnos el Papa, si las naciones no están unidas, unidas en la búsqueda valiente del camino del acuerdo. Ya sea el fin de una guerra, las patentes de las vacunas o la lucha contra el calentamiento global, cada uno debe estar dispuesto a «perder» un poco para que todos podamos ganar juntos. Está en juego el reto más importante: el futuro de la humanidad. Prensa CEVNota de prensa de Vatican News07 de abril de 2022