Categoría: Papa Francisco

22
Mar

Ángelus del Papa: Jesús es la luz que aclara nuestras tinieblas

Vaticano.- A la hora del Ángelus del cuarto domingo de Cuaresma el Papa reflexionó sobre el tema de la luz relatado en el evangelio hodierno e instó a manifestar la luz divina con toda la propia vida. “Cada uno de nosotros está llamado a recibir la luz divina para manifestarla con toda la propia vida”: fueron las palabras del Papa a la hora del Ángelus dominical de este cuarto domingo de Cuaresma. Reflexionando una vez más, desde la Biblioteca del Palacio Apostólico, Francisco centró su pensamiento en el tema de la luz del Evangelio hodierno de Juan, que habla de la curación de un ciego de nacimiento, a quien Jesús dona la vista. Jesús, luz del mundo Francisco afirma que Jesús, “luz del mundo”, es la luz la luz que aclara nuestras tinieblas. Y esto hizo con el ciego, a quien iluminó  “en dos niveles, físico y espiritual”, con el propósito de conducirlo a la fe a través de un camino de transformación interior: En medio de la desconfianza y la hostilidad de los que lo rodean y lo interrogan incrédulos, él realiza un itinerario que lo lleva a descubrir gradualmente la identidad de Aquel que le abrió los ojos y a confesar su fe en Él. Este camino interior, que el ciego recorre de la mano de Jesús, lo lleva a comprender que “al darle la vista, Jesús manifestó las obras de Dios”. En la Biblioteca Apostólica, el Papa expresó también el deseo de que cada uno vuelva al leer el Evangelio del día: Hoy sería hermoso que todos ustedes tomaran el Evangelio de Juan, capítulo noveno, y leyeran este pasaje: ¡es tan bello y nos hará bien leerlo otra vez, o dos! ¡Que nosotros también podamos tener esta experiencia! El Santo Padre explica que el ciego con la luz de la fe es ahora una criatura nueva, con una nueva identidad, y es capaz de ver el mundo con una nueva luz, fruto de la comunión con Cristo. Y ya no es más “esclavo de la ceguera y del prejuicio”. Su camino de iluminación es metáfora del camino de liberación del pecado al que estamos llamados. El pecado es como un velo oscuro que cubre nuestro rostro y nos impide vernos claramente a nosotros mismos y al mundo; el perdón del Señor nos quita este manto de sombra y de tinieblas y nos da nueva luz. Cuaresma, tiempo de acercarse al Señor El Papa también expresa su deseo de que esta Cuaresma sea un “tiempo oportuno y precioso para acercarnos al Señor, pidiendo su misericordia, en las diferentes formas que la Madre Iglesia nos propone”. El ciego es imagen de todo bautizado “El ciego sanado, que ahora ve con los ojos del cuerpo y del alma, es imagen de todo bautizado, que inmerso en la Gracia ha sido arrancado de las tinieblas y puesto en la luz de la fe”, afirma también el Pontífice, precisando que no basta con recibir la luz, sino que hay que “convertirse en luz”. “Cada uno de nosotros está llamado a recibir la luz divina para manifestarla con toda la propia vida. La semilla de la nueva vida puesta en nosotros en el Bautismo es como la chispa de un fuego, que nos purifica primero a nosotros, quemando el mal que tenemos en el corazón, y nos permite brillar e iluminar” Ser «misterio de la luna» Dejando de lado el texto preparado, el Papa Bergoglio relata  que los primeros cristianos y los teólogos de los primeros siglos, decían que la comunidad de los cristianos, es decir, la Iglesia, es el “misterio de la luna” porque daba luz per no era luz propia, era la luz que recibía de Cristo. Y por ello exhorta: También nosotros debemos ser “misterio de la luna”: dar la luz recibida del sol, que es Crito, el Señor. De la mano de María En la conclusión, Francisco se dirige a María Santísima para que “nos ayude a imitar al hombre ciego del Evangelio, para que podamos ser inundados por la luz de Cristo y encaminarnos con Él el camino de la salvación”. Prensa CEVNota de prensa de Vatican News22 de marzo de 2020

22
Mar

Papa Francisco: ante la pandemia del virus, unamos nuestras voces al cielo

Vaticano.- Al finalizar la oración mariana, el Papa Francisco invitó, en este tiempo de prueba por el coronavirus, a recitar juntos el Padre Nuestro el próximo miércoles 25 de marzo al mediodía y con la misma intención, convocó a un momento de oración, por él presidido, el próximo viernes 27 de marzo, a las 18 horas, en el atrio de la Basílica de San Pedro. Invito a todos los Jefes de las Iglesias y a los líderes de todas las Comunidades Cristianas, junto con todos los cristianos de las distintas confesiones, a invocar al Altísimo y Dios Omnipotente, recitando contemporáneamente la oración que nos enseñó Jesús Nuestro Señor”: Es la invitación del Papa este domingo 22 de marzo a la hora del Ángelus, en un “momento de prueba en que la humanidad tiembla por la amenaza de la pandemia”. El Sumo Pontífice invita a dos momentos de oración ante esta emergencia mundial: el primero, es el miércoles 25 de marzo al mediodía, para recitar juntos el Padre Nuestro, día en que muchos cristianos recuerdan el anuncio a la Virgen María de la Encarnación del Verbo. Que el Señor escuche la oración unánime de todos sus discípulos que se preparan a celebrar la victoria de Cristo resucitado. Con la misma intención, el Papa anuncia también que presidirá un momento de oración en el Sagrato de la Basílica de San Pedro con la plaza vacía,  el próximo viernes 27 de marzo, a las 18 horas. “Desde ahora – dice –  invito a todos a participar espiritualmente a través de los medios de comunicación”. Escucharemos la Palabra de Dios, elevaremos nuestra súplica, adoraremos al Santísimo Sacramento, con el que al final daré la Bendición Urbi et Orbi, a la cual se adjuntará la posibilidad de recibir la indulgencia plenaria. Queremos responder a la pandemia del virus con la universalidad de la oración,  de la compasión, de la ternura. Permanezcamos unidos. Hagamos sentir nuestra cercanía con las personas más solas y exhaustas.  Universalidad de la oración y cercanía a todos Francisco insta además a permanecer “unidos” y a hacer sentir nuestra “cercanía” a todos los que se está debatiendo en primera línea para ayudarnos y protegernos en esta emergencia: Nuestra cercanía a los médicos, a los agentes sanitarios, enfermeras y enfermeros, voluntarios… Nuestra cercanía a las autoridades que deben tomar medidas duras, pero por nuestro bien. Nuestra cercanía a los policías, a los soldados en la calle que siempre tratan de mantener el orden, que se cumplan las cosas que el gobierno nos pide que hagamos por el bien de todos. Cercanía a todos. Cercanía del Papa a Croacia El Santo Padre no olvida a la población croata, afectada por un sismo esta mañana: Expreso mi cercanía a la gente de Croacia afectada por el terremoto de esta mañana. Que el Señor Resucitado les dé la fuerza y la solidaridad para enfrentar esta calamidad. Y una vez más, exhorta a tomar el Evangelio y a leer “tranquilamente, lentamente” el capítulo 9 de Juan. “Lo haré también yo” – asegura. “Nos hará bien a todos”. Prensa CEVNota de prensa de Vatican News22 de marzo de 2020

20
Mar

El Papa reza por los médicos y trabajadores de la salud que están dando sus vidas

Vaticano.- Este 20 de marzo de 2020, en la Misa en Santa Marta, el Papa Francisco elevó una oración especial por el personal médico y los trabajadores de la salud que están haciendo todo lo posible para ayudar a los pacientes infectados con el coronavirus, especialmente en las localidades italianas de Bérgamo, Treviglio, Brescia y Cremona. También rezó por las autoridades. En su homilía, el Papa invitó a redescubrir a Dios como un Padre bueno y explicó cómo confesarse en ausencia de un sacerdote. En la Misa matutina celebrada y transmitida en vivo desde la Capilla de la Casa Santa Marta, el Papa Francisco recordó el gran trabajo que vienen realizando los médicos y los trabajadores de la salud, especialmente en las zonas más infectadas de Italia por el Covid-19. “Ayer he recibido un mensaje de un sacerdote de Bérgamo pidiendo rezar por los médicos de Bérgamo, Treviglio, Brescia, Cremona, que están al límite de su trabajo; están dando su propia vida para ayudar a los enfermos, para salvar la vida de los demás. Y también oremos por las autoridades; para ellos no es fácil manejar este momento y muchas veces sufren las incomprensiones. Ya sean médicos, personal de hospitales, voluntarios de la salud o las autoridades, en este momento son pilares que nos ayudan a ir adelante y nos defienden en esta crisis. Oremos por ellos”. En su homilía, comentando la primera lectura que presenta la liturgia este viernes de la III Semana de Cuaresma, el Papa Francisco recordó que, el Profeta Oseas (Oseas 14, 2-10) nos exhorta a hablar con Dios no como juez, sino como un Padre bueno que ama y perdona siempre. Además, recordando lo que indica el Catecismo, explicó cómo se puede confesar cuando no es posible recurrir a un sacerdote. A continuación el texto de la homilía según nuestra transcripción y al mismo tiempo te invitamos a seguir la Santa Misa (video integral) desde nuestro canal de Youtube: Cuando leo o escucho este pasaje del profeta Oseas que hemos escuchado en la primera lectura [que dice]: «Vuelve Israel, al Señor, tu Dios, vuelve», cuando lo escucho, recuerdo una canción que cantaba Carlo Buti hace 75 años y que se escuchaba con tanto placer en las familias italianas de Buenos Aires: «Vuelve con tu papá». La canción de cuna todavía te cantará». Vuelve: pero es tu padre quien te dice que vuelvas. Dios es tu papá, no es el juez, es tu papá: «Ven a casa, escucha, ven». Y ese recuerdo – yo era un niño pequeño – me lleva inmediatamente al padre del capítulo 15 de Lucas, ese padre que dice: «Vio a su hijo venir desde lejos», ese hijo que se había ido con todo el dinero y lo malgastó. Pero, si lo vio de lejos, fue porque lo estaba esperando. Subía a la terraza – ¡Cuántas veces al día! – durante días y días, meses, años tal vez, esperando a su hijo. Lo vio de lejos. Vuelve con tu papá, vuelve con tu padre. Él te espera. Es la ternura de Dios la que nos habla, especialmente durante la Cuaresma. Es el tiempo de entrar en nosotros mismos y recordar al Padre o volver a tu padre. «No, Padre, me avergüenzo de volver porque… Ya sabe Padre, he hecho cosas feas, he hecho muchas cosas feas…». ¿Qué dice el Señor? «Vuelve, yo te curaré de tu infidelidad, te amaré profundamente, porque mi ira se ha alejado. Seré como el rocío; tú florecerás como un lirio y echarás raíces como un árbol del Líbano». Vuelve con tu padre que te está esperando. El Dios de la ternura nos curará; nos curará de muchas, muchas heridas de la vida y de muchas cosas feas que hemos hecho. ¡Cada uno tiene lo suyo! Pero pensar esto: volver a Dios es volver al abrazo, al abrazo de nuestro padre. Y pensar en esa otra promesa que hace Isaías: «Si tus pecados son tan feos como la escarlata, te haré blanco como la nieve». Él es capaz de transformarnos, Él es capaz de cambiar nuestros corazones, pero quiere que demos el primer paso: volver. No es ir a Dios, no: es volver a casa. Y la Cuaresma siempre se centra en esta conversión del corazón que, en el hábito cristiano, toma forma en el sacramento de la Confesión. Es el momento para – no sé si para «ajustar las cuentas», no me gusta eso – dejar que Dios nos blanquee, que Dios nos purifique, que Dios nos abrace. Sé que muchos de ustedes, por Pascua, van a confesarse para encontrarse con Dios. Pero muchos me dirán hoy: «Pero Padre, ¿dónde puedo encontrar un sacerdote, un confesor, por qué no puedo salir de casa? Y yo quiero hacer las paces con el Señor, quiero que me abrace, quiero que mi padre me abrace… ¿Qué puedo hacer si no encuentro sacerdotes?». Haz lo que dice el Catecismo. Es muy claro: si no encuentras un sacerdote para confesarte, habla con Dios, que es tu padre, y dile la verdad: «Señor, he hecho esto, esto, esto… Perdóname», y pídele perdón de todo corazón, con el Acto de Dolor y prométele: «Me confesaré después, pero perdóname ahora». E inmediatamente volverás a la gracia de Dios. Tú mismo puedes acercarse, como nos enseña el Catecismo, al perdón de Dios sin tener un sacerdote a la mano. Piensa en ello: ¡es el momento!  Y este es el momento adecuado, el momento oportuno. Un acto de dolor bien hecho, y así nuestra alma se volverá blanca como la nieve. Sería bueno que hoy en nuestros oídos resonara este «vuelve», «vuelve a tu papá, vuelve a tu padre». Te espera y hará fiesta. También hoy, el Papa Francisco terminó la celebración de la Misa con la adoración y la bendición Eucarística, invitándonos a hacer la Comunión espiritual. A continuación la oración recitada por el Papa: “A tus pies me Postro, ¡oh Jesús mío!, y te ofrezco el arrepentimiento de mi corazón contrito, que se hunde

20
Mar

Indulgencia plenaria y posibles absoluciones colectivas por emergencia coronavirus

La Penitenciaría Apostólica concede el “don de indulgencias especiales” a los fieles afectados por la enfermedad del Covid-19, a los trabajadores de la salud, a los familiares y a todos aquellos que, incluso con la oración, cuidan de ellos. También recuerda a los fieles la posibilidad de la absolución colectiva en este momento de emergencia sanitaria. Vaticano.- Ante la emergencia del Covid-19, la Iglesia ofrece la posibilidad de obtener la indulgencia plenaria a los fieles que sufren de coronavirus, así como a los trabajadores de la salud, a los familiares y a todos aquellos que, en cualquier calidad, incluso a través de la oración, se ocupan de ellos. Esto se establece un Decreto de la Penitenciaría Apostólica publicado este viernes, 20 de marzo y firmado por el Cardenal Mayor Penitenciario Mauro Piacenza y el Regente, Monseñor Krzysztof Nykiel. En este sentido, la Penitenciaría Apostólica precisa que, para obtener la indulgencia plenaria, los enfermos con coronavirus, los que están en cuarentena, así como los trabajadores de la salud y los familiares que se exponen al riesgo de contagio por ayudar a los afectados por el Covid-19, podrán simplemente recitar el Credo, el Padre Nuestro y una oración a María. Igualmente, para obtener las indulgencias, otras personas podrán elegir entre varias opciones: visitar el Santísimo Sacramento o la adoración Eucarística o leer las Sagradas Escrituras durante al menos media hora, o recitar el Rosario, el Vía Crucis o la Coronilla de la Divina Misericordia, pedir a Dios el fin de la epidemia, el alivio de los enfermos y la salvación eterna para aquellos a los que el Señor ha llamado a sí. La indulgencia plenaria puede ser obtenida también por los fieles que a punto de morir no pueden recibir el sacramento de la unción de los enfermos y el viático: en este caso se recomienda el uso del crucifijo o de la cruz. La posibilidad de la absolución colectiva Además, la Penitenciaría Apostólica – afirma una Nota que acompaña al Decreto – por «la gravedad de las circunstancias actuales», y «especialmente en los lugares más afectados por el contagio de la pandemia y hasta que no termine este fenómeno», recuerda la posibilidad de impartir la «absolución colectiva», es decir, a varios fieles juntos, «sin previa confesión individual». En cuanto a la absolución colectiva – explica la Penitenciaría – «el sacerdote está obligado a avisar al Obispo diocesano, en la medida de lo posible, o, si no puede, a informarle lo antes posible». En efecto, corresponde siempre al Obispo diocesano – subraya la nota – «determinar, en el territorio de su propia circunscripción eclesiástica y en relación con el nivel de contagio pandémico, los casos de grave necesidad en los que es lícito impartir la absolución colectiva: por ejemplo, a la entrada de las salas de hospitalización, donde se hospeda a los fieles infectados y en peligro de muerte, utilizando en la medida de lo posible y con las debidas precauciones los medios de amplificación de la voz, para que se oiga la absolución». La Penitenciaría también pide que se evalúe «la necesidad y conveniencia de crear, cuando sea necesario, de acuerdo con las autoridades sanitarias, grupos de ‘capellanes extraordinarios de hospitales’, también con carácter voluntario y en cumplimiento de las normas de protección contra el contagio, para garantizar la necesaria asistencia espiritual a los enfermos y moribundos». Además, donde «los fieles individuales se encuentran en la dolorosa imposibilidad de recibir la absolución sacramental, debe recordarse que la contrición perfecta, procedente del amor de Dios amado sobre todas las cosas, expresada por una sincera petición de perdón (la que actualmente puede expresar el penitente) y acompañada de votum confessionis, es decir, por el firme propósito de recurrir cuanto antes a la confesión sacramental, obtiene el perdón de los pecados, incluso mortales», como se indica en el Catecismo de la Iglesia Católica (n. 1452). «El momento actual en el que la humanidad entera, amenazada por una enfermedad invisible e insidiosa, que desde hace algún tiempo forma parte de la vida de todos – señala la Penitenciaria – está marcado día tras día por angustiosos temores, nuevas incertidumbres y, sobre todo, por un sufrimiento físico y moral generalizado. Y concluye: «Nunca como en este tiempo la Iglesia ha experimentado el poder de la comunión de los santos, elevando a su Señor Crucificado y Resucitado votos y oraciones, en particular el Sacrificio de la Santa Misa, celebrada diariamente, incluso sin gente, por los sacerdotes» y como «buena madre, la Iglesia implora al Señor que la humanidad sea liberada de tal flagelo, invocando la intercesión de la Santísima Virgen María, Madre de Misericordia y Salud de los enfermos, y de su Esposo San José, bajo cuyo patrocinio la Iglesia siempre ha caminado por el mundo». Prensa CEVNota de Vatican News20 de marzo de 2020

19
Mar

El Papa invoca a San José para que proteja Italia frente a la pandemia

Vaticano.-El Papa Francisco se une espiritualmente a cuantos, a las 9.00 pm de hoy, recitarán el Rosario uniéndose a la invitación de los obispos italianos ante la emergencia del Coronavirus. Mediante un video-mensaje, el Papa exhorta a todos a la esperanza y al ejercicio de la proximidad en familia, a través de la comprensión, la paciencia y el perdón. Invoca demás a San José, para que proteja Italia. Después de la que Conferencia Episcopal Italiana promoviera un momento de oración por todo el país, invitando a todas las familias, a todos los fieles, a todas las comunidades religiosas a rezar el Rosario (Misterios de la luz) en casa, simbólicamente unidos al mismo tiempo: a las 9.00 pm de hoy, Solemnidad de San José, Custodio de la Sagrada Familia, el Papa Francisco ha enviado un video-mensaje en el que pide que nos ayudemos a mantenernos firmes en lo que realmente importa: “Queridos hermanos y hermanas, me uno a la oración que la Conferencia Episcopal ha querido promover, como un signo de unidad para todo el país. En esta situación sin precedentes, en la que todo parece fallar, ayudémonos a mantenernos firmes en lo que realmente importa. Es una indicación del camino que encuentro en muchas cartas de sus pastores que, al compartir un momento tan dramático, intentan sostener son su palabra vuestra esperanza y vuestra fe”. El Rosario, la oración de los humildes y los santos   Francisco además, asegura que la oración del Rosario es la oración de los humildes y de los santos. También recuerda que debemos hacer que esta experiencia que estamos viviendo a causa del coronavirus nos acerque más a nuestros seres queridos: «La oración del Rosario es la oración de los humildes y de los santos que, en sus misterios, contemplan con María la vida de Jesús, el rostro misericordioso del Padre. ¡Y cuánta necesidad tenemos todos de ser verdaderamente consolados para sentirnos envueltos por su presencia de amor! La verdad de esta experiencia se mide en la relación con los otros, que en este momento coinciden con los familiares más cercanos: acerquémonos unos a otros, ejerciendo ante todo caridad, comprensión, paciencia, perdón. Por necesidad, nuestros espacios pueden haberse reducido a las paredes de la casa, pero tengan un corazón más grande, donde el otro pueda encontrar siempre disponibilidad y acogida». Esta noche recemos a San José El Papa, después, pide que esta noche recemos unidos al esposo de María, Custodio de la Sagrada Familia y de la nuestra: “Esta noche recemos unidos, encomendándonos a la intercesión de San José, Custodio de la Sagrada Familia, Custodio de cada una de nuestras familias. También el carpintero de Nazaret experimentó la precariedad y la amargura, la preocupación por el mañana; pero ha sabido caminar en la oscuridad de ciertos momentos, dejándose guiar siempre sin reservas por la voluntad de Dios.” La invocación del Papa a San José El mensaje del Papa continúa con una sentida súplica al esposo de María, por quien hoy la Iglesia celebra su Solemnidad. Estas son sus palabras: Protege, Santo Custorio, este país nuestro.Ilumina a los responsables del bien común, para que ellos sepan – como tú – cuidar a las personas a quienes se les confía su responsabilidad.Da la inteligencia de la ciencia a quienes buscan los medios adecuados para la salud y el bienestar físico de los hermanos.Apoya a quienes se sacrifican por los necesitados: los voluntarios, enfermeros, médicos, que están a la vanguardia del tratamiento de los enfermos, incluso a costa de su propia seguridad.Bendice, San José, la Iglesia: a partir de sus ministros, conviértela en un signo e instrumento de tu luz y tu bondad.Acompaña, San José, a las familias: con tu silencio de oración, construye armonía entre padres e hijos, especialmente en los más pequeños.Preserva a los ancianos de la soledad: asegura que ninguno sea dejado en la desesperación por el abandono y el desánimo.Consuela a los más frágiles, alienta a los que flaquean, intercede por los pobres.Con la Virgen Madre, suplica al Señor que libere al mundo de cualquier forma de pandemia.Amén. Prensa CEVNota de prensa de Vatican News19 de marzo de 2020

19
Mar

El Papa en Santa Marta reza por los reclusos e invita a la Comunión espiritual

Vaticano.- Este 19 de marzo, en la Misa matutina celebrada en la capilla de la Casa Santa Marta, el Santo Padre elevó una oración especial por las personas que encuentran recluidas en las cárceles y en la Solemnidad de San José recordó la importancia de la adoración, invitando a los fieles a la Comunión espiritual. En la Solemnidad de San José, Esposo de la Bienaventurada Virgen María y Patrono de la Iglesia Universal y además, en el Séptimo aniversario del inicio de su Ministerio Petrino, El Papa Francisco celebró la Misa matutina en la capilla de la Casa Santa Marta, la misma que fue transmitida en vivo. Al introducir la celebración Eucarística, dirige su oración por todos los detenidos en este momento de emergencia caracterizado por tantas restricciones debido a la pandemia del coronavirus: “Recemos hoy por los hermanos y hermanas que están en las cárceles: ellos sufren mucho, por la incertidumbre de lo que sucederá dentro de la cárcel, y también pensando en sus familias, cómo están, si alguien está enfermo, si falta algo. Estamos cerca de los detenidos, hoy, que sufren tanto en este momento de incertidumbre y dolor”. En su homilía, comentando el Evangelio del día, que habla de San José, hombre justo, es decir, hombre fiel, capaz de entrar en el misterio de Dios, el Pontífice recordó la importancia de la oración de adoración. A continuación el texto de la homilía según nuestra transcripción y al mismo tiempo te invitamos a seguir la Santa Misa (video integral) desde nuestro canal de Youtube: El Evangelio (Mt 1:16.18-21.24) nos dice que José era «justo», es decir, un hombre de fe, que vivía la fe. Un hombre que puede ser enumerado en la lista de todas esas personas de fe que hemos recordado hoy en el oficio de las lecturas (cf. Carta a los Hebreos, cap. 11); esas personas que vivieron la fe como fundamento de lo que se espera, como garantía de lo que no se ve, y como prueba de lo que no se ve. José es un hombre de fe: por eso era «justo». No sólo porque creía, sino también porque vivía esta fe. Un hombre «justo». Fue elegido para educar a un hombre que era un verdadero hombre pero que también era Dios: se necesitaba un hombre-Dios para educar a un hombre así, pero no había. El Señor eligió a un hombre «justo», un hombre de fe. Un hombre capaz de ser un hombre y también capaz de hablar con Dios, de entrar en el misterio de Dios. Y esta fue la vida de José. Vivir su profesión, su vida de hombre y entrar en el misterio. Un hombre capaz de hablar con el misterio, de interactuar con el misterio de Dios. No era un soñador. Entró en el misterio. Con la misma naturalidad con la que llevó a cabo su oficio, con esta precisión de su oficio: fue capaz de ajustar un ángulo milimétrico en la madera, sabía cómo hacerlo; fue capaz de bajar, de reducir un milímetro de la madera, de la superficie de una madera. Cierto, era preciso. Pero también era capaz de entrar en el misterio que no él podía controlar. Esta es la santidad de José: llevar adelante su vida, su oficio con rectitud, con profesionalidad; y de momento, entrar en el misterio. Cuando el Evangelio nos habla de los sueños de José, nos hace entender esto: entrar en el misterio. Pienso en la Iglesia hoy, en esta Solemnidad de San José. Nuestros fieles, nuestros Obispos, nuestros sacerdotes, nuestros consagrados y consagradas, los papas: ¿son capaces de entrar en el misterio? ¿O es necesario que se regulen de acuerdo con las prescripciones que los defienden de lo que no pueden controlar? Cuando la Iglesia pierde la posibilidad de entrar en el misterio, pierde la capacidad de adorar. La oración de adoración sólo puede darse cuando uno entra en el misterio de Dios. Pidamos al Señor la gracia de que la Iglesia viva en la concreción de la vida cotidiana y también en la «concreción» – entre comillas – del misterio. Si no puede hacerlo, será una Iglesia a mitad, será una asociación piadosa, llevada adelante por prescripciones pero sin el sentido de la adoración. Entrar en el misterio no es soñar; entrar en el misterio es precisamente esto: adorar. Entrar en el misterio hoy es hacer lo que haremos en el futuro, cuando lleguemos a la presencia de Dios: adorar. Que el Señor dé a la Iglesia esta gracia. Antes de concluir la Misa, el Papa exhortó a la Comunión espiritual en este difícil momento debido a la pandemia del coronavirus, que provocó la suspensión de las Misas en Italia con la participación de los fieles para evitar cualquier contagio. El Papa Francisco terminó la celebración con la adoración y la bendición Eucarística. “Invito a todos los que están lejos y siguen la misa por televisión a hacer la comunión espiritual”. A tus pies, oh Jesús mío, me postro y te ofrezco el arrepentimiento de mi corazón contrito que se abandona en su nada y en Tu santa presencia. Te adoro en el sacramento de tu amor, deseo recibirte en la pobre morada que mi corazón te ofrece. En espera de la felicidad de la comunión sacramental, quiero tenerte en espíritu. Ven a mí, oh Jesús mío, que yo vaya hacia Tí. Que tu amor pueda inflamar todo mi ser, para la vida y para la muerte. Creo en Ti, espero en Ti, Te amo. Que así sea. Prensa CEVNota de prensa de Vatican News19 de marzo de 2020

19
Mar

El Papa Francisco: «Yo quiero mucho a San José»

Vaticano.- “Cuando tengo un problema, lo pongo debajo de la imagen de San José para que lo arregle”. Lo decía el Santo Padre el 16 de enero de 2015 durante su viaje apostólico a Filipinas, mientras celebraba un encuentro con las familias en el Palacio de Deportes de Manila La Iglesia celebra la Solemnidad de San José, esposo de la Bienaventurada Virgen María y Patrono de la Iglesia Universal, en coincidencia, hoy, con el VII aniversario del inicio del Pontificado del Papa Francisco. Por esta razón deseamos recordar la gran devoción que el Santo Padre le tiene, partiendo de aquel episodio, en que saliéndose del discurso que tenía preparado en inglés, habló a las familias filipinas en nuestro idioma para comentar: “Cuando tengo un problema, una dificultad, yo escribo un papelito y lo pongo debajo de San José para que lo sueñe. Esto significa para que rece por ese problema” Yo también quisiera decirles una cosa muy personal. Yo quiero mucho a San José. Porque es un hombre fuerte y de silencio. Y tengo en mi escritorio una imagen de San José durmiendo. Y durmiendo cuida a la Iglesia. Sí, puede hacerlo. Nosotros no.  “Al igual que San José, una vez que hemos oído la voz de Dios, debemos despertar, levantarnos y actuar” En la familia hay que levantarse y actuar. La fe no nos aleja del mundo, sino que nos introduce más profundamente en él. Es muy importante. “A San José el regalo de la Sagrada Familia le fue encomendado para que lo llevara adelante” El Papa Francisco también decía en aquella oportunidad: “Del mismo modo que el don de la Sagrada Familia fue confiado a San José, así a nosotros se nos ha confiado el don de la familia y su lugar en el plan de Dios. Lo mismo que con San José. A San José el regalo de la Sagrada Familia le fue encomendado para que lo llevara adelante. A cada uno de ustedes, y de nosotros, porque yo también soy hijo de una familia, nos entregan el plan de Dios para llevarlo adelante. El ángel del Señor le reveló a José los peligros que amenazaban a Jesús y María, obligándolos a huir a Egipto y luego a instalarse en Nazaret”. “José escuchó al ángel del Señor, y respondió a la llamada de Dios a cuidar de Jesús y María” Que las familias le pidan a San José ayuda en sus dificultades Y añadía que debemos pedirle a San José, “que es amigo del ángel, que nos mande la inspiración de saber cuándo podemos decir ‘sí’, y cuándo debemos decir ‘no’. Puesto que “las dificultades de las familias son muchas”. “José llegó a ser una bendición, no sólo para la Sagrada Familia, sino para toda la humanidad” Un Santo que llegó a ser una bendición para la humanidad Francisco decía asimismo que “José escuchó al ángel del Señor y respondió a la llamada de Dios para cuidar de Jesús y María. De esta manera, cumplió su papel en el plan de Dios, y llegó a ser una bendición, no sólo para la Sagrada Familia, sino para toda la humanidad. Con María, José sirvió de modelo para el niño Jesús, mientras crecía en sabiduría, edad y gracia”. Hombre justo, respetuoso de la ley, trabajador y humilde El Santo Padre habló en diversas oportunidades de San José. Así lo hizo, por ejemplo, el 18 de diciembre de 2018, en su homilía de la Misa matutina celebrada en la capilla de la Casa de Santa Marta. En esa oportunidad, el Papa se refirió a San José como “el hombre de los sueños, con los pies en la tierra”. Y a partir de ambas expresiones habló de las características de este gran Santo. “San José: un hombre justo, respetuoso de la ley, un trabajador, humilde, enamorado de María” Francisco comenzó su homilía recordando que gracias a las Sagradas Escrituras lo conocemos como “un hombre justo, respetuoso de la ley, un trabajador, humilde, enamorado de María”. Quien, además, en un primer momento, ante lo incomprensible, “prefiere hacerse a un lado”. Pero después “Dios le revela su misión”. Y así José la acepta, abraza su papel y acompaña el crecimiento del Hijo de Dios “en silencio, sin juzgar y sin hablar de más, en una palabra sin chismorrear”. Dios habla en los sueños Del “sueño” el Papa decía que es un lugar “privilegiado” para buscar la verdad, porque allí no nos defendemos de la verdad. Además de que también Dios habla en los sueños, si bien no siempre, pero Dios – decía Francisco – muchas veces eligió hablar en los sueños, tal como se lee en la Biblia. Y así lo hizo con José que era el hombre de los sueños, pero no era un soñador. “No era fantasioso”. Por esta razón Francisco pedía que no perdamos “la capacidad de soñar”, esa que tuvo San José, esa capacidad que nos permite abrirnos al mañana “con confianza”, a pesar de las dificultades que pueden surgir. No perder la capacidad de soñar el futuro Cada uno de nosotros – decía el Papa Francisco – debe soñar “sobre nuestra familia, sobre nuestros hijos, sobre nuestros padres. Mirar como yo quisiera que fuera su vida. Y también los sacerdotes: soñar sobre nuestros fieles, qué queremos para ellos. Soñar como sueñan los jóvenes,  y allí encuentran un camino. No perder la capacidad de soñar, porque soñar es abrir las puertas al futuro. Ser fecundos en el futuro”. Prensa CEVNota de prensa de Vatican News19 de marzo de 2020

18
Mar

El Papa en Santa Marta ora por los que murieron a causa del coronavirus

Vaticano.- Este 18 de marzo de 2020, en la Misa en Santa Marta, el Santo Padre elevó una oración especial por los trabajadores de salud que murieron ayudando a los pacientes con coronavirus. En su homilía, recordó que Dios está siempre cerca de nosotros y en este difícil momento nos pide que estemos cerca unos de otros. En la Misa matutina celebrada y transmitida en vivo desde la Capilla de la Casa Santa Marta, el Papa Francisco manifestó su cercanía a todas las personas que están sufriendo esta pandemia del coronavirus. Hoy, el Pontífice la intención de oración la ha querido dedicar a todos aquellos que han perdido la vida a causa de esta enfermedad: “Recemos hoy por los difuntos, aquellos que a causa del virus han perdido la vida; de manera especial, me gustaría que rezáramos por los trabajadores de salud que han muerto en estos días. Han donado sus vidas al servicio de los enfermos”. En su homilía, comentando las lecturas que presenta la liturgia este miércoles de la III Semana de Cuaresma, el Papa Francisco recordó que, nuestro Dios, es un Dios cercano a su pueblo y en este momento difícil nos pide que estemos cerca unos de otros. A continuación el texto de la homilía: El tema de ambas lecturas de hoy es la Ley. La Ley que Dios da a su pueblo. La Ley que el Señor quiso darnos y que Jesús quiso llevar a la más alta perfección. Pero hay una cosa que llama la atención: la forma en que Dios da la Ley. Moisés dice: «Porque ¿qué gran nación tiene a sus dioses tan cerca de ella, como el Señor, nuestro Dios, está cerca de nosotros cada vez que lo invocamos? El Señor da la Ley a su pueblo con una actitud de cercanía. No se trata de prescripciones de un gobernante, que puede estar lejos, o de un dictador… No: es la cercanía; y nosotros sabemos por revelación que es una cercanía paternal, de un padre, que acompaña a su pueblo dándole el don de la Ley. El Dios cercano. «De hecho, ¿qué gran nación tiene a sus dioses tan cerca de ella, como el Señor, nuestro Dios, está cerca de nosotros cada vez que lo invocamos?». Nuestro Dios es el Dios de la cercanía, es un Dios cercano, que camina con su pueblo. Esa imagen en el desierto, en el Éxodo, la nube, la columna de fuego para proteger al pueblo: Él camina con su pueblo. No es un Dios que deja las prescripciones escritas, «y sigue adelante». Hace las prescripciones, las escribe con sus propias manos en la piedra, se las da a Moisés, pero no deja las prescripciones y se va: camina, está cerca. «¿Qué nación tiene un Dios tan cercano?» Es la cercanía. El nuestro es un Dios de la cercanía. Y la primera respuesta del hombre, en las primeras páginas de la Biblia, son dos actitudes de no proximidad. Nuestra respuesta siempre es alejarnos, nos alejamos de Dios. Él se acerca y nosotros nos distanciamos. En esas dos primeras páginas, la primera actitud de Adán con su esposa, es esconderse: se esconden de la cercanía de Dios, se avergüenzan, porque han pecado, y el pecado nos lleva a escondernos, a no querer la cercanía. Y muchas veces, se hace una teología sólo pensada «en el juez», y por eso me escondo: tengo miedo. La segunda actitud, humana, a la propuesta de esta cercanía de Dios es matar. Mata al hermano. «No soy el guardián de mi hermano». Dos actitudes que borran toda proximidad. El hombre rechaza la cercanía de Dios, él quiere ser amo de las relaciones y la cercanía siempre trae consigo alguna debilidad. El «Dios cercano» se vuelve débil, y cuanto más cercano se hace, más débil parece. Cuando viene a nosotros, a habitar con nosotros, se hace hombre, uno de nosotros: se hace débil y trae la debilidad hasta la muerte y la muerte más cruel, la muerte de los asesinos, la muerte de los más grandes pecadores. La proximidad humilla a Dios. Se humilla para estar con nosotros, para caminar con nosotros, para ayudarnos. El «Dios cercano» nos habla de humildad. No es un «gran Dios», no… No. Está cerca. Está en casa. Y lo vemos en Jesús, Dios hecho hombre, cercano hasta la muerte, con sus discípulos: los acompaña, les enseña, los corrige con amor… Pensemos, por ejemplo, en la cercanía de Jesús a los angustiados discípulos de Emaús: estaban angustiados, fueron derrotados y Él se acerca a ellos lentamente, para hacerles comprender el mensaje de vida, de la resurrección. Nuestro Dios es cercano y nos pide que estemos cerca unos de otros, no que nos alejemos unos de otros. Y en este momento de crisis por la pandemia que estamos viviendo, esta cercanía nos pide que la manifestemos más, que la mostremos más. No podemos, quizás, acercarnos físicamente por miedo al contagio, pero sí, podemos despertar en nosotros una actitud de cercanía entre nosotros: con la oración, con la ayuda, muchas formas de cercanía. ¿Y por qué deberíamos estar cerca el uno del otro? Porque nuestro Dios está cerca, quiso acompañarnos en la vida. Es el Dios de la cercanía. Por eso no somos personas aisladas: estamos cerca, porque la herencia que hemos recibido del Señor es la cercanía, es decir, el gesto de cercanía. Pidamos al Señor la gracia de estar cerca unos de otros; no nos escondamos unos de otros; no nos lavemos las manos de los problemas de los demás, como hizo Caín: no. Juntos. Proximidad. Cercanía. «Porque ¿qué gran nación tiene a sus dioses tan cerca de ella, como el Señor, nuestro Dios, está cerca de nosotros cada vez que lo invocamos?». Prensa CEVNota de prensa de Vatican News18 de marzo de 2020

18
Mar

El Papa: invocar siempre a San José, especialmente en tiempos difíciles

Vaticano.- «Invoca siempre a San José, sobre todo en los momentos difíciles, y confía tu existencia a este gran Santo», pidió Francisco, invitando a los fieles italianos a unirse a la iniciativa convocada por la Conferencia Episcopal local para un momento de oración en el día del protector de la familia. Al final de la Audiencia General, el Papa recordó que el jueves 19 de marzo, la Iglesia celebra la solemnidad de San José. «En la vida, en el trabajo, en la familia, en la alegría y en el dolor siempre buscó y amó al Señor, mereciendo en las Escrituras el reconocimiento de un hombre justo y sabio. Invócale siempre, sobre todo en los momentos difíciles, y confía tu existencia a este gran Santo». Con motivo de la fiesta de San José, la Iglesia Italiana llamó a los fieles a un momento de oración en todo el país, que está sufriendo del coronavirus. La invitación a todas las familias, fieles y comunidades religiosas es a unirse espiritualmente a las 9:00 p.m. para rezar el Rosario con los misterios luminosos. «Los acompañaré. Al rostro luminoso y transfigurado de Cristo y su Corazón, llévanos a María, Madre de Dios, salud de los enfermos, a quien nos dirigimos con el rezo del Rosario, bajo la mirada amorosa de San José, protector de la Sagrada Familia y de nuestras familias. Y pidámosle que proteja a nuestras familias. De manera especial, para proteger a los enfermos y a las personas que están a su cuidado: médicos, enfermeras y voluntarios, que arriesgan sus vidas en este servicio». Prensa CEVNota de prensa de Vatican News18 de marzo de 2020

18
Mar

Papa Francisco: «Misericordia es el mensaje que tengo que dar como obispo de Roma»

Vaticano.- La audiencia general de esta mañana del Papa Francisco está dedicada a la quinta Bienaventuranza. “Cada uno debe recordar, dijo, que necesita el perdón y la paciencia, este es el secreto de la misericordia: perdonando uno es perdonado.” Lo dijo su cate-quesis, seguida en directo y en streaming desde la Biblioteca Apostólica. «Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos hallarán misericordia» (Mt 5, 7). Meditando sobre estas palabras del Evangelio según San Mateo, Francisco en la Audiencia General desde la Biblioteca del Palacio Apostólico, recuerda la fundamental coincidencia indicada en la quinta Bienaventuranza: Los que ejercen la misericordia encontrarán misericordia, serán «misericordiosos». No hay cristianismo sin misericordia Al recibir el perdón de Dios, «nosotros a su vez nos volvemos capaces de perdonar. «Así, la propia miseria y la falta de justicia – observa el Papa – se convierten en una oportunidad para abrirse al dios-rey del cielo, en una medida mayor, la medida de Dios, que es la misericordia». La misericordia es el centro de la vida cristiana La misericordia no es una dimensión entre otras, sino que es el centro de la vida cristiana: no hay cristianismo sin misericordia. Si todo nuestro cristianismo no nos lleva a la misericordia, hemos tomado el camino equivocado, porque la misericordia es la única meta verdadera de todo camino espiritual. Es uno de los más bellos frutos de la caridad. “Recuerdo que este tema fue elegido desde el primer Ángelus que tuve que decir como Papa: la misericordia. Y esto ha quedado muy grabado en mí, como un mensaje que como Papa debería haber dado siempre, un mensaje que debe ser cotidiano: la misericordia. Recuerdo que ese día también tuve la actitud algo «desvergonzada» de anunciar un libro sobre la misericordia, recién publicado por el Cardenal Kasper. Y ese día sentí con tanta fuerza que este es el mensaje que debo dar, como Obispo de Roma: misericordia, misericordia, por favor, perdón”. La misericordia es nuestra felicidad: La misericordia es el aire para respirar… “La misericordia de Dios es nuestra liberación y nuestra felicidad. Vivimos de la misericordia y no podemos permitirnos estar sin misericordia: es el aire para respirar. Somos demasiado pobres para poner condiciones, necesitamos perdonar, porque necesitamos ser perdonados. La misericordia es el corazón mismo de Dios El de la reciprocidad del perdón es un tema recurrente, no sólo presente en la Quinta Bienaventuranza: «la misericordia – subraya el Papa – es el corazón mismo de Dios». Estas palabras de Francisco van acompañadas inmediatamente de las tomadas del Evangelio de Lucas: «No juzguéis y no seréis juzgados; no condenéis y no seréis condenados; perdonad y seréis perdonados». «La misericordia – también leemos en la Carta de Santiago – siempre ha prevalecido sobre el juicio». Pero es sobre todo en el Padre Nuestro, recuerda Francisco, donde rezamos: «Perdona nuestras ofensas como nosotros perdonamos a los que nos ofenden». Necesitamos encontrar misericordia Hay dos cosas que no se pueden separar: el perdón dado y el perdón recibido. Pero mucha gente está en problemas, no pueden perdonar. Tantas veces el mal recibido es tan grande que ser capaz de perdonar parece como escalar una montaña altísima: un esfuerzo enorme; y uno piensa: no puedes, esto no puedes. Este hecho de la reciprocidad de la misericordia indica que necesitamos invertir la perspectiva. Solos no podemos, necesitamos la gracia de Dios, debemos pedirla. De hecho, ¡si la Quinta Bienaventuranza promete encontrar misericordia y en el Padre Nuestro pedimos el perdón de las deudas, significa que somos esencialmente deudores y necesitamos encontrar misericordia! Perdonando uno es perdonado La necesidad de encontrar misericordia, explica el Papa, no debe separarse de la capacidad de perdonar: perdonando uno es perdonado.  Todos somos deudores.  Todos nosotros. A Dios, que es tan generoso, y a nuestros hermanos. Toda persona sabe que no es el padre o la madre que debería ser, el esposo o esposa, el hermano o la hermana que debería ser. Todos estamos «en déficit» en la vida. Y necesitamos misericordia. Sabemos que hemos hecho mal, también, y siempre falta algo del bien que hubiéramos hecho. ¡Pero esta misma pobreza nuestra se convierte en la fuerza para perdonar! Estamos endeudados, y si, como hemos oído al principio, nos medimos con la medida con la que medimos a los demás (cf. Lc 6,38), entonces es mejor que ampliemos la medida y perdonemos, que perdonemos. Cada uno debe recordar que necesita el perdón, que necesita el perdón, que necesita la paciencia; este es el secreto de la misericordia: perdonando se es perdonado. Iniciativa «24 horas para el Señor» Después de la catequesis, el Papa recordó que el próximo viernes y sábado habrá la iniciativa «24 horas para el Señor», una cita importante «para la Cuaresma para la oración y para el sacramento de la reconciliación». «Lamentablemente, en Roma, Italia y otros países esta iniciativa no podrá llevarse a cabo en las formas habituales debido a la emergencia del coronavirus». Luego relanzó el llamamiento de los obispos italianos que en esta emergencia sanitaria promovieron un momento de oración por todo el país: «Todas las familias, todos los fieles, todas las comunidades religiosas: todos unidos espiritualmente mañana a las 21 horas en el rezo del Rosario, con los Misterios de la Luz. El Papa les acompañará desde el Vaticano. Pedimos que María -concluyó el Santo Padre recordando la intención de esta mañana en Santa Marta- «proteja a nuestra familia, a nuestras familias, de manera especial a los enfermos y a las personas que cuidan de los enfermos: los médicos, enfermeras, voluntarios, que arriesgan sus vidas en este servicio». Prensa CEVNota de prensa de Vatican News18 de marzo de 2020