Categoría: Papa Francisco

26
Mar

Cómo seguir la oración del Papa del 27 de marzo

Vaticano.- Sigue en directo la oración y la bendición del Papa Francisco «Urbi et Orbi» por la emergencia del coronavirus a través de Vatican News. Recuerda que quienes se unan espiritualmente a este momento a través de los medios de comunicación recibirán la indulgencia plenaria según lo establecido en el reciente Decreto de la Penitenciaría Apostólica Hay una gran expectativa mundial por la cita de oración universal que propuso el Papa personalmente durante el Ángelus del pasado domingo y que reiteró ayer en la audiencia general. El primer llamamiento a todos los cristianos se hizo realidad el miércoles 25 de marzo, en la invocación al Dios Todopoderoso a través de las palabras del Padre Nuestro simultáneamente con los Jefes de las Iglesias y los líderes de todas las comunidades cristianas. Una oración conmovedora hacia el cielo. Mañana, viernes 27 de marzo, la segunda cita tan esperada. A las 18.00 horas (hora central europea) los católicos de todo el mundo están invitados a unirse espiritualmente, a través de los medios de comunicación, al Papa, quien presidirá un momento de oración desde el cementerio de la Basílica de San Pedro, con la plaza vacía, como él mismo anunció: “Escucharemos la Palabra de Dios, elevaremos nuestra súplica, adoraremos el Santísimo Sacramento, con el que al final daré la Bendición Urbi et Orbi, a la que se unirá la posibilidad de recibir la indulgencia plenaria.” A partir de las 18.00 horas, el momento de oración será transmitido en vivo en todo el mundo por Vatican Media y se podrá seguir en varios idiomas en nuestra Página Web, en nuestra página de Facebook a través de Facebook Live y en nuestro canal de YouTube.  Prensa CEVNota de prensa de Vatican News26 de marzo de 2020

25
Mar

El Papa reza el Padrenuestro: misericordia para la humanidad golpeada

Vaticano.- Misericordia para la humanidad golpeada por la pandemia. Es la súplica del Santo Padre este mediodía, entre los temores y angustias del mundo amenazado por la pandemia. En la Biblioteca Apostólica resuena la oración que nos enseñó Jesús, el Padrenuestro, fuente perenne de esperanza y fuente de unidad para los cristianos. Una sola voz en cientos de lenguas distintas subió a los cielos en el día en que muchos de nosotros celebramos la Encarnación del Verbo en el vientre de la Virgen María: cristianos de todas las Iglesias y comunidades rezaron hoy junto con el Sucesor de Pedro al Padre Santo que está en los cielos. Lo hicieron en sus hogares y en los hospitales, en las cárceles y en las residencias para ancianos, en las farmacias y en los supermercados, en las fábricas, en los coches, caminando, sentados en una silla de ruedas o yacientes en una cama de hospital. De rodillas y de pie, en los almacenes, camiones y puertos. En el campo y la ciudad, en las costas del mar y en el desierto. También en medio de los escombros de las guerras y en los campos de refugiados. Lo hicieron juntos en familia y también en el silencio de la soledad. Niños, jóvenes, adultos y ancianos de cada país, lograron unirse a la oración del Padrenuestro dirigida por el Papa Francisco gracias a la difusión a través de los medios de comunicación. El Papa Francisco introdujo la plegaria transmitida por Vatican Media y reproducida por medios del mundo con estas palabras: Queridos hermanos y hermanas, Hoy nos hemos dado cita, todos los cristianos del mundo, para rezar el Padrenuestro, la oración que Jesús nos enseñó. Como hijos confiados nos dirigimos al Padre. Hacemos esto todos los días, varias veces al día; pero en este momento queremos implorar misericordia para la humanidad duramente golpeada por la pandemia del coronavirus. Y lo hacemos juntos, cristianos de todas las Iglesias y Comunidades, de cada tradición, de todas las edades, lenguas y naciones. El Pontífice se detuvo en particular en las personas que están sufriendo directamente los efectos de la pandemia causada por el Covid-19: Rezamos por los enfermos y sus familias; por los trabajadores de la salud y los que los ayudan; por las autoridades, los organismos encargados de hacer cumplir la ley y los voluntarios; por los ministros de nuestras comunidades. Hoy muchos de nosotros celebramos la Encarnación del Verbo en el vientre de la Virgen María, cuando en su humilde y total «Aquí estoy» se reflejó el «Aquí estoy» del Hijo de Dios. Nosotros también nos encomendamos con plena confianza a las manos de Dios y con un solo corazón y alma rezamos: Padre nuestro que estás en el cielo,santificado sea tu Nombre;venga a nosotros tu Reino;hágase tu voluntaden la tierra como en el cielo.Danos hoynuestro pan de cada día;perdona nuestras ofensas,como también nosotros perdonamosa los que nos ofenden;no nos dejes caer en la tentación,y líbranos del mal. Amén.

25
Mar

El Papa: ante emergencia transmitir a generaciones futuras actitud de solidaridad

Vaticano.- Hoy se celebra la Solemnidad de la Anunciación del Señor, y hace 25 años, san Juan Pablo II promulgaba su Encíclica Evangelium Vitae. Esta mañana, Francisco dedicó su catequesis en una reflexión sobre esta solemnidad, esta importante encíclica, el valor y la inviolabilidad de la vida humana. Un 25 de marzo, pero de hace veinticinco años, en esta misma fecha en que la Iglesia celebra la fiesta solemne de la Anunciación del Señor, San Juan Pablo II promulgó la Encíclica Evangelium Vitae, sobre el valor y la inviolabilidad de la vida humana. “Acabamos de escuchar el relato evangélico de la Anunciación. Con su «sí» al Ángel, la Virgen acoge al Verbo que se hace carne y acepta con confianza cuidarlo. Acepta convertirse en la madre del Hijo de Dios. Así, en María, el encuentro de Dios con el hombre se realiza”. Francisco en su catequesis, recordó que el vínculo entre la Anunciación y el «Evangelio de la vida» es estrecho y profundo, como subrayó San Juan Pablo en su Encíclica. Hoy, dijo, nos encontramos relanzando esta enseñanza en el contexto de una pandemia que amenaza la vida humana y la economía mundial.   El Papa dijo que la situación actual hace que las palabras con las que comienza la Encíclica se sientan aún más desafiantes. «El Evangelio de la vida está en el corazón del mensaje de Jesús. Acogido por la Iglesia cada día con amor, debe ser proclamado con valiente fidelidad como la buena nueva a los hombres de todas las épocas y culturas». Un pensamiento a cuantos son solidarios en estos momentos El Pontífice dijo que todo anuncio evangélico, debe ser atestiguado en primer lugar. Al respecto, pensó con gratitud en el testimonio silencioso de tantas personas que, de diferentes maneras, “hacen lo mejor para servir a los enfermos, los ancianos, los que viven solos y los indigentes. Ponen en práctica el Evangelio de la vida, como María que, habiendo aceptado el anuncio del ángel, fue a ayudar a su prima Isabel que lo necesitaba”. Todos estamos llamados a promover y defender la vida. Pero es un concepto abstracto dijo el Papa, sino se manifiesta siempre en una persona: un niño recién concebido, un pobre marginado, un enfermo solo y desanimado o en estado terminal, uno que ha perdido su trabajo o no puede encontrarlo, un emigrante rechazado o en un gueto… “Todo ser humano está llamado por Dios a disfrutar de la plenitud de la vida; y al estar confiado a la preocupación maternal de la Iglesia, toda amenaza a la dignidad y la vida humana no puede dejar de sentirse en su corazón, en sus «entrañas» maternales”. Hay que actuar a nivel cultural y educativo Los ataques contra la dignidad y la vida de las personas continúan lamentablemente incluso en nuestra época, que es la época de los derechos humanos universales; de hecho, señaló el Santo Padre, nos enfrentamos a nuevas amenazas y a una nueva esclavitud, y no siempre existe una legislación que proteja la vida humana más débil y vulnerable. Por ello, el mensaje de la Encíclica Evangelium Vitae es, más oportuno que nunca. Más allá de las emergencias, como la que estamos viviendo, dijo el Papa, se trata de actuar a nivel cultural y educativo para transmitir a las generaciones futuras una actitud de solidaridad, cuidado y acogida, bien conscientes de que la cultura de la vida no es patrimonio exclusivo de los cristianos, sino que pertenece a todos aquellos que, trabajando para la construcción de relaciones fraternas, reconocen el valor propio de cada persona, incluso cuando es frágil y sufriente. “Queridos hermanos y hermanas, cada vida humana, única e irrepetible, tiene un valor inestimable. Esto siempre debe ser anunciado de nuevo, con la parresía de la palabra y el coraje de las acciones. Esto requiere solidaridad y amor fraternal para la gran familia humana y para cada uno de sus miembros”. Por último,  Francisco recordó otro momento de la encíclica de San Juan Pablo II, y la reafirma con renovada convicción. Es el  llamamiento que dirigió el Santo a todos hace veinticinco años: «¡respeta, defiende, ama y sirve a la vida, a toda vida humana! ¡Sólo siguiendo este camino encontrarás justicia, desarrollo, libertad verdadera, paz y felicidad!» (Enc. Evangelium vitae, 5). Prensa CEVNota de prensa de Vatican News25 de marzo de 2020

25
Mar

El Papa reza por las religiosas que arriesgan y dan la vida por asistir a los enfermos

Vaticano.- Este 25 de marzo, en la Misa en Santa Marta, el Santo Padre oró por las religiosas que están al lado de los enfermos y de los pobres, recordando de manera especial a las Hijas de la Caridad de san Vicente de Paúl que desde hace 98 años dirigen en el Vaticano el dispensario para las familias necesitadas. En la Misa matutina celebrada – y transmitida en vivo – en la Capilla de la Casa Santa Marta, en la Solemnidad de la Anunciación del Señor, que recuerda la Encarnación de Dios, el Papa Francisco ha rezado por la religiosas de San Vicente de Paúl que en el Vaticano dirigen un dispensario para los pobres y por todas las religiosas que cuidan a los enfermos, en particular en este periodo caracterizado por la pandemia del coronavirus. “Hoy, fiesta de la Encarnación del Señor, las Hermanas Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl, que sirven en el dispensario de Santa Marta desde hace 98 años, están aquí en la Misa, renovando sus votos junto con sus hermanas en todas partes del mundo. Quisiera ofrecer la Misa de hoy por ellas, por la Congregación que siempre trabaja con los enfermos, los más pobres, como lo ha hecho aquí durante 98 años, y por todas las Religiosas que están trabajando en este momento cuidando a los enfermos y también arriesgando la vida y dando la vida”. En su homilía, ha dejado espacio a la contemplación del gran misterio de la Encarnación releyendo el Evangelio de San Lucas propuesta por la liturgia para esta Solemnidad (Lc 1, 26-38). A continuación el texto de la homilía según el pasaje bíblico que la liturgia presenta el día de hoy. Sigue la Santa Misa (video integral) desde nuestro canal de Youtube: El evangelista Lucas podía conocer esto solamente a partir de la narración de la Virgen. Escuchando a Lucas, hemos escuchado a la Virgen que relata este misterio. Estamos ante el misterio. Tal vez en mejor que podamos ahora releer este pasaje, pensando que ha sido la misma Virgen María a narrarlo. El Ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen que estaba comprometida con un hombre perteneciente a la familia de David, llamado José. El nombre de la virgen era María. El Ángel entró en su casa y la saludó, diciendo: “¡Alégrate!, llena de gracia, el Señor está contigo”. Al oír estas palabras, ella quedó desconcertada y se preguntaba qué podía significar ese saludo. Pero el Ángel le dijo: “No temas, María, porque Dios te ha favorecido. Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús; Él será grande y será llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre y su reino no tendrá fin”. María dijo al Ángel: “¿Cómo puede ser eso, si yo no tengo relación con ningún hombre?” El Ángel le respondió: “El Espíritu Santo descenderá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso el niño será Santo y será llamado Hijo de Dios. También tu parienta Isabel concibió un hijo a pesar de su vejez, y la que era considerada estéril, ya se encuentra en su sexto mes, porque no hay nada imposible para Dios”. María dijo entonces: “Yo soy la servidora del Señor, que se haga en mí según tu Palabra”. Y el Ángel se alejó. Este es el misterio. Finalmente, el Papa terminó la celebración con la adoración y la bendición eucarística, invitándonos a hacer la comunión espiritual. A continuación la oración recitada por el Papa: “A tus pies me Postro, ¡oh Jesús mío!, y te ofrezco el arrepentimiento de mi corazón contrito, que se hunde en la nada, ante Tu santa Presencia. Te adoro en el Sacramento de Tu amor, la inefable Eucaristía, y deseo recibirte en la pobre morada que te ofrece mi alma. Esperando la dicha de la Comunión sacramental, quiero poseerte en espíritu. Ven a mí, puesto que yo vengo a Ti, ¡oh mi Jesús!, y que Tu amor inflame todo mi ser en la vida y en la muerte. Creo en Ti, espero en Ti, Te amo. Así sea”. Prensa CEVNota de prensa de Vatican News25 de marzo de 2020

24
Mar

Edición especial de “El Video del Papa” para rezar por el fin de la pandemia

Vaticano.- En una edición especial de “El Video del Papa” el Santo Padre pide rezar por los enfermos y los que sufren y agradece a quienes – todos unidos y sin importar su tradición religiosa o convicciones – oran por los afectados Este mes de marzo la Red Mundial de Oración del Papa ha lanzado una edición especial de El Video del Papa – además de la Intención de Oración para marzo dedicada a los católicos chinos – en la que el Santo Padre pide oración “por los enfermos” y “por las personas que sufren” a causa de la pandemia mundial por el coronavirus. En el video, el Papa invoca a la Madre de Dios para que nos libre “de todo peligro” y muestra su agradecimiento “a todos los cristianos, a todos los hombres y mujeres de buena voluntad que rezan por este momento, todos unidos, cualquiera que sea la tradición religiosa a la que pertenezcan”. #PrayForTheWorld “El Papa Francisco, además de rezar cada día por el fin de la pandemia, invita con este video a que las personas se movilicen particularmente esta semana con la oración, la compasión, y la ternura” ha declarado el padre Frédéric Fornos S.J., Director Internacional de la Red Mundial de Oración del Papa (incluye el MEJ – Movimiento Eucarístico Juvenil). El Papa vive la pandemia con fe y oración El pasado miércoles 11 de marzo, el Papa agradeció a todos los que rezan en estos momentos difíciles, sin importar su tradición religiosa, haciendo un especial énfasis en los enfermos y en los que más sufren, pidió elevar todos juntos la oración “Bajo tu amparo” a la Virgen María, implorando su protección: “Bajo tu amparo nos acogemos, santa Madre de Dios; no desprecies nuestras súplicas en las necesidades, antes bien, líbranos de todo peligro, oh Virgen gloriosa y bendita” Son momentos críticos para los habitantes de todos los países del planeta, pero el Papa Francisco los vive con fe y oración. Sus acciones lo demuestran: El pasado tercer domingo de Cuaresma, rezó ante el ícono de la Salus Populi Romani para enfatizar su cercanía a los que sufren e implorar la protección especial de la Santísima Virgen María. Después, en una peregrinación hacia donde se halla el crucifijo que en 1522 fue llevado en procesión para acabar con la peste en Roma, pidió por el fin de la pandemia. Prensa CEVNota de prensa de Vatican News24 de marzo de 2020

24
Mar

El Papa reza por los doctores y sacerdotes fallecidos ayudando enfermos de Covid-19

Vaticano.- Durante la misa de la mañana en Santa Marta el Papa agradeció a los médicos, enfermeras y sacerdotes involucrados en el cuidado de los enfermos de Covid-19: un ejemplo de heroísmo. En su homilía advirtió contra el pecado de la pereza. En la misa de hoy en Santa Marta, el Papa rezó por el personal sanitario y los sacerdotes que atienden a los pacientes con coronavirus, poniendo sus vidas en riesgo. Hasta la fecha, 24 médicos han muerto en su trabajo junto con los afectados por el Covid-19. Casi cinco mil trabajadores de la salud están contagiados. Cerca de 50 sacerdotes murieron como resultado de esta epidemia. Estas fueron sus palabras al principio de la celebración: Recibí la noticia de que en estos días algunos médicos, sacerdotes, no sé si algunas enfermeras, se contagiaron, se llevaron el mal porque estaban sirviendo a los enfermos. Rezamos por ellos, por sus familias, y agradezco a Dios el ejemplo de heroicidad que nos dan en el sanar a los enfermos. En su homilía, comentando el Evangelio (Jn 5:1-16) en el que Jesús curó a un enfermo en una piscina de Betesdá, destacó el peligro de un pecado particular: la pereza. A continuación el texto de la homilía: La liturgia de hoy nos hace reflexionar sobre el agua, el agua como símbolo de salvación, porque es un medio de salvación, pero el agua también es un medio de destrucción: pensemos en el Diluvio… Pero en estas lecturas, el agua es para la salvación. En la primera lectura, es agua que lleva a la vida, que cura las aguas del mar, un agua nueva que cura. Y en el Evangelio, la piscina, esa piscina donde iban los enfermos, llena de agua, para curarse, porque se decía que de vez en cuando las aguas se movían, como si fuera un río, porque un ángel bajaba del cielo para moverlas, y el primero, o los primeros, que se arrojaban al agua, se curaban. Y muchos – como dice Jesús – muchos enfermos, “yacía una multitud de enfermos, ciegos, cojos y paralíticos”, allí, esperando la curación, que el agua se moviese. Había un hombre que había estado enfermo durante 38 años. 38 años allí, esperando la cura. Hace pensar, ¿no? Es un poco demasiado… porque un hombre que quiere curarse se las arregla para tener a alguien que le ayude, se mueve, es un poco rápido, incluso un poco astuto… pero éste, 38 años allí, hasta el punto de que no se sabe si está enfermo o muerto… Jesús, viéndolo yacer allí, y conociendo la realidad, que estaba allí desde hacía mucho tiempo, le dijo: «¿Quieres curarte? Y la respuesta es interesante: no dice que sí, se lamenta. ¿De la enfermedad? No. El enfermo respondió: Señor, no tengo a nadie que me meta en la piscina cuando se agita el agua. Cuando logro llegar, ya otro ha bajado antes que yo”. Jesús le dijo: “Levántate, toma tu camilla y anda”. Al momento el hombre quedó curado. Nos hace pensar, la actitud de este hombre. ¿Estaba enfermo? Sí, tal vez tenía alguna parálisis, pero parece que podía caminar un poco. Pero estaba enfermo en su corazón, estaba enfermo en su alma, estaba enfermo de pesimismo, estaba enfermo de tristeza, estaba enfermo de pereza. Esta es la enfermedad de este hombre: «Sí, quiero vivir, pero…», se quedaba allí. En cambio la respuesta es: «¡Sí, quiero curarme!» No, él se lamenta: «Los otros son los primeros, siempre los otros». La respuesta a la oferta de Jesús de sanación es un lamento contra los demás. Y así, 38 años lamentándose de los demás. Y no haciendo nada para sanar. Fue un sábado: oímos lo que hicieron los doctores de la Ley. Pero la clave es el encuentro con Jesús después. Lo encontró en el Templo y le dijo: “Mira, ya quedaste sano. No peques más, no sea que te vaya a suceder algo peor”. El hombre estaba en pecado, pero no estaba allí porque había hecho uno grande, no. El pecado de sobrevivir y lamentarse de la vida de los demás: el pecado de la tristeza que es la semilla del diablo, de esa incapacidad de tomar una decisión sobre la propia vida, pero sí, mirando la vida de los demás para lamentarse. No para criticarlos: para lamentarse. «Ellos van primero, soy la víctima de esta vida»: los lamentos, respiran lamentos estas personas. Si hacemos una comparación con el ciego de nacimiento que escuchamos el domingo pasado, el otro domingo: ¡con cuánta alegría, con cuánta decisión había acogido la sanación, y también con cuánta decisión fue a discutir con los doctores de la Ley! Sólo fue y les informó: «Sí, aquel». Punto. Sin compromiso con la vida… Me hace pensar en tantos de nosotros, tantos cristianos que viven en este estado de pereza, incapaces de hacer nada más que quejarse de todo. Y la pereza es un veneno, es una niebla que rodea el alma y no la hace vivir. Y también es una droga porque si la pruebas a menudo, te gusta. Y terminas siendo un «triste-adicto», un «perezoso-adicto»… Es como el aire. Y este es un pecado bastante habitual entre nosotros: tristeza, pereza, no quiero decir melancolía, pero se acerca. Nos hará bien releer este capítulo 5 de Juan para ver cómo es esta enfermedad en la que podemos caer. El agua está para salvarnos. «Pero no puedo salvarme a mí mismo». «¿Por qué?» – «Porque otras personas tienen la culpa». Y me quedo 38 años allí… Jesús me curó: ¿no ves la reacción de los demás que se curan, que toman la camilla y bailan, cantan, dan gracias, se lo dicen a todo el mundo? No: él sigue. Los otros le dicen que no debe hacerse, él dice: «Pero aquel que me curó me dijo que sí», y sigue. Y entonces, en lugar de ir a Jesús, darle las gracias y todo, informa: «Fue aquel». Una vida gris, pero gris de este espíritu maligno que es pereza, tristeza, melancolía.

24
Mar

Las ceremonias del Papa continuarán por TV y por streaming

Vaticano.- La Oficina de Prensa de la Santa Sede informa que «hasta nuevo aviso» las celebraciones del Papa se transmitirán en directo en Vatican Media y por streaming en la web de Vatican News Las restricciones impuestas por la necesidad de contener los contagios de Covid-19 requieren que continuemos en el camino ya tomado. Es así como la Oficina de Prensa de la Santa Sede informa hoy que «hasta nuevo aviso, la Santa Misa, celebrada en Santa Marta a las 7:00 am cada mañana, la oración del Ángelus y la Audiencia General del Santo Padre se transmitirán en directo televisiva a través de Vatican Media y por streaming en la página web Vatican News. La nota concluye precisando que «las imágenes de los eventos serán distribuidas por Vatican Media a los medios que lo soliciten, para llegar a los fieles de todo el mundo». Prensa CEVNota de prensa de Vatican News24 de marzo de 2020

24
Mar

El Papa: “Que cada uno pueda descubrir con gratitud la llamada de Dios en su vida”

Vaticano.- “Las palabras de la vocación”, título del Mensaje del Santo Padre para la 57° Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones, que se celebrará el próximo 3 de mayo, IV Domingo de Pascua. “Deseo que la Iglesia recorra este camino al servicio de las vocaciones abriendo brechas en el corazón de los fieles, para que cada uno pueda descubrir con gratitud la llamada de Dios en su vida, encontrar la valentía de decirle ‘sí’, vencer la fatiga con la fe en Cristo y, finalmente, ofrecer la propia vida como un cántico de alabanza a Dios, a los hermanos y al mundo entero”, lo escribe el Papa Francisco en su Mensaje para la 57° Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones, que se celebrará el próximo 3 de mayo, IV Domingo de Pascua, y que fue publicado la mañana de este martes, 24 de marzo de 2020. “El Señor sabe que una opción fundamental de vida requiere valentía. Él conoce las preguntas, las dudas y las dificultades que agitan la barca de nuestro corazón, y por eso nos asegura: No tengas miedo, ¡yo estoy contigo!” La vocación, singular experiencia de Jesús En su Mensaje – dado en San Juan de Letrán, el 8 de marzo de este año – el Santo Padre recuerda la “Carta a los sacerdotes” que envió el 4 de agosto del año pasado, en el 160 aniversario de la muerte del santo Cura de Ars, en la cual a través de cuatro palabras clave —dolor, gratitud, ánimo y alabanza — agradece y anima a los presbíteros que, “por la llamada que el Señor les hizo, gastan la vida cada día al servicio del Pueblo de Dios”. Por ello, para esta 57° Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones, el Pontífice tomando el Evangelio de Mateo (14, 22-33) señala que, “esas palabras se pueden retomar y dirigir a todo el Pueblo de Dios, a la luz de este pasaje evangélico que nos cuenta la singular experiencia de Jesús y Pedro durante una noche de tempestad, en el lago de Tiberíades”. “La barca de nuestra vida avanza lentamente, siempre inquieta porque busca un feliz desembarco, dispuesta para afrontar los riesgos y las oportunidades del mar” Una imagen del viaje de nuestra existencia El pasaje bíblico que relata esta “singular experiencia de Jesús”, se ubica en el Evangelio de Mateo, inmediatamente después de la narración de la “multiplicación de los panes”. “La imagen de esta travesía en el lago – subraya el Papa – evoca de algún modo el viaje de nuestra existencia. En efecto, la barca de nuestra vida avanza lentamente, siempre inquieta porque busca un feliz desembarco, dispuesta para afrontar los riesgos y las oportunidades del mar, aunque también anhela recibir del timonel un cambio de dirección que la ponga finalmente en el rumbo adecuado”. Pero, a veces puede perderse, advierte el Pontífice, puede dejarse encandilar por ilusiones en lugar de seguir el faro luminoso que la conduce al puerto seguro, o ser desafiada por los vientos contrarios de las dificultades, de las dudas y de los temores. “Los que están llamados a seguir al Maestro de Nazaret, deben decidirse a pasar a la otra orilla, apostando valientemente por abandonar sus propias seguridades e ir tras las huellas del Señor” Abandonar nuestras seguridades e ir con el Señor Esto, indica el Papa Francisco, también puede aplicarse a los discípulos, a los que están llamados a seguir al Maestro de Nazaret, ellos deben decidirse a pasar a la otra orilla, apostando valientemente por abandonar sus propias seguridades e ir tras las huellas del Señor. “Esta aventura no es pacífica – precisa el Papa – llega la noche, sopla el viento contrario, la barca es sacudida por las olas, y el miedo de no lograrlo y de no estar a la altura de la llamada amenaza con hundirlos”. Pero el Evangelio nos dice que, en la aventura de este viaje difícil, no estamos solos. El Señor, casi anticipando la aurora en medio de la noche, caminó sobre las aguas agitadas y alcanzó a los discípulos, invitó a Pedro a ir a su encuentro sobre las aguas, lo salvó cuando lo vio hundirse y, finalmente, subió a la barca e hizo calmar el viento. “Nuestra realización personal y nuestros proyectos de vida no son el resultado matemático de lo que decidimos dentro de un ‘yo’ aislado; al contrario, son ante todo la respuesta a una llamada que viene de lo alto” La primera palabra de la vocación es gratitud Así pues, el Santo Padre señala que la primera palabra de la vocación es gratitud, ya que navegar en la dirección correcta no es una tarea confiada sólo a nuestros propios esfuerzos, ni depende solamente de las rutas que nosotros escojamos. “Nuestra realización personal y nuestros proyectos de vida no son el resultado matemático de lo que decidimos dentro de un ‘yo’ aislado; al contrario, son ante todo la respuesta a una llamada que viene de lo alto. Es el Señor quien nos concede en primer lugar la valentía para subirnos a la barca y nos indica la orilla hacia la que debemos dirigirnos. Es Él quien, cuando nos llama, se convierte también en nuestro timonel para acompañarnos, mostrarnos la dirección, impedir que nos quedemos varados en los escollos de la indecisión y hacernos capaces de caminar incluso sobre las aguas agitadas”. “Toda vocación nace de la mirada amorosa con la que el Señor vino a nuestro encuentro, quizá justo cuando nuestra barca estaba siendo sacudida en medio de la tempestad” «¡Ánimo, soy yo, no tengáis miedo!» La segunda palabra de la vocación, indica el Papa Francisco, es ánimo. Recordando las palabras de Jesús a sus discípulos mientras caminaba sobre las aguas, el Pontífice dijo que, “a menudo lo que nos impide caminar, crecer, escoger el camino que el Señor nos señala son los fantasmas que se agitan en nuestro corazón. Cuando estamos llamados a dejar nuestra orilla segura y abrazar un estado de vida —como el matrimonio, el orden sacerdotal, la vida

23
Mar

El Papa concede la indulgencia plenaria en la oración del 27 de marzo

Vaticano.- La Oficina de Prensa Vaticana recuerda en una nota la posibilidad de obtener la indulgencia plenaria a quienes se unan a Francisco en la oración del próximo viernes, como establecido en la reciente disposición de la Penitenciaría Apostólica Poco después del término del Ángelus, la Oficina de Prensa de la Santa Sede emitió un comunicado para reiterar algunas particularidades del evento del 27 de marzo, para el cual Francisco, “en este tiempo de emergencia para la humanidad” invita a “los católicos de todo el mundo a unirse espiritualmente en oración con él”. El comunicado precisa que “la oración del Santo Padre podrá ser seguida en directo a través de los medios y se concluirá con la Bendición eucarística que será impartida ‘Urbi et Orbi’ a través de los medios de comunicación”. “A todos aquellos que se unirán espiritualmente a este momento de oración a través de los medios de comunicación será concedida la indulgencia plenaria según las condiciones previstas por el reciente decreto de la Penitenciaría Apostólica”. Prensa CEVNota de prensa de Vatican News23 de marzo de 2020

23
Mar

El Papa reza por quienes están en dificultades económicas debido al coronavirus

Vaticano.- Este 23 de marzo, en la Misa en Santa Marta, el Santo Padre oró por las familias que empiezan a experimentar necesidades económicas a causa de la pandemia y que no pueden trabajar debido a las medidas de seguridad que se han adoptado en diferentes lugares del mundo. En su homilía, el Papa invitó a intensificar nuestra oración durante este tiempo, y a rezar con fe, perseverancia y valentía. En la Misa matutina celebrada – y transmitida en vivo – en la Capilla de la Casa Santa Marta, el Papa Francisco después de recitar la Antífona de entrada que dice: “Yo confío en el Señor. Que tu misericordia sea mi gozo y mi alegría porque te has fijado en mi aflicción” (Cfr. Sal 30, 7-8), oró por aquellos que están sufriendo por la crisis económica causada por la epidemia del coronavirus que ha bloqueado muchas actividades de trabajo: “Oremos hoy por las personas que empiezan a tener problemas económicos a causa de la pandemia, porque no pueden trabajar y todo esto recae en la familia. Oremos por la gente que tiene este problema”. En su homilía, comentando el Evangelio de San Juan (4, 43-54) sobre la curación del hijo del funcionario del rey, el Santo Padre nos invitó a orar con fe, perseverancia y valentía, especialmente en este momento. A continuación el texto de la homilía según nuestra transcripción y al mismo tiempo te invitamos a seguir la Santa Misa (video integral) desde nuestro canal de Youtube: Este padre pide salud para su hijo. El Señor reprocha un poco a todos, pero también a él: “Si no ven signos y prodigios, ustedes no creen”. El funcionario, en lugar de callar y estar en silencio, se adelanta y le dice: «Señor, baja, antes de que mi hijo muera». Y Jesús le respondió: «Ve, tu hijo vive». Existen tres cosas que se necesitan para hacer una verdadera oración. La primera es la fe: si no tienen fe… Y muchas veces, la oración es sólo oral, de la boca… pero no viene de la fe del corazón, o de una fe débil… Pensemos en otro padre, el del hijo demonizado, cuando Jesús respondió: «Todo es posible para el que cree»; el padre, como dice claramente: «Yo creo, pero aumenta mi fe». La fe en la oración. Rezar con fe, tanto cuando rezamos fuera, como cuando venimos aquí y el Señor está allí: pero ¿tengo fe o es un hábito? Tengamos cuidado en la oración: no caigamos en el hábito sin la conciencia de que el Señor está ahí, que estoy hablando con el Señor y que Él es capaz de resolver el problema. La primera condición para la verdadera oración es la fe. La segunda condición que el mismo Jesús nos enseña es la perseverancia. Algunos piden pero la gracia no llega: no tienen esta perseverancia, porque en el fondo no la necesitan, o no tienen fe. Y el mismo Jesús nos enseña la parábola de ese señor que va donde el vecino a pedir pan a medianoche: la perseverancia para llamar a la puerta… O la viuda, con el juez injusto: e insiste e insiste e insiste: es la perseverancia. La fe y la perseverancia van juntas, porque si tienes fe estás seguro de que el Señor te dará lo que pidas. Y si el Señor te hace esperar, golpea, golpea, al final el Señor da la gracia. Pero no lo hace, el Señor, para hacerse al interesante o para decir «mejor que espere»: no. Lo hace por nuestro propio bien, para que tomemos las cosas en serio. Tomar en serio la oración, no como los papagayos: bla, bla, bla, bla, bla y nada más… El mismo Jesús nos reprocha: «No sean como los gentiles que creen en la eficacia de la oración y en las palabras, muchas palabras». No. Es la perseverancia allí. Es la fe. Y la tercera cosa que Dios quiere en la oración es la valentía. ¿Alguien puede pensar: se necesita valor para rezar y estar ante el Señor? Se necesita. El coraje de estar ahí pidiendo y yendo adelante, casi – casi, no quiero decir herejía – pero casi como amenazando al Señor. El coraje de Moisés ante Dios cuando Dios quiso destruir al pueblo y hacerlo jefe de otro pueblo. Dice: «No. Yo con el pueblo». Coraje. El coraje de Abraham, cuando negocia la salvación de Sodoma: «¿Y si fueran 30, y si fueran 25, y si fueran 20?»: ahí, valentía. Esta virtud de la valentía, requiere mucho. No sólo por las acciones apostólicas, sino también por la oración. Fe, perseverancia y valentía. En estos días en que es necesario rezar, rezar más, pensemos si rezamos de esta manera: con fe en que el Señor puede intervenir, con perseverancia y con coraje. El Señor no decepciona: No decepciona. Nos hace esperar, se toma su tiempo, pero no nos decepciona. Fe, perseverancia y coraje. Finalmente, el Papa terminó la celebración con la adoración y la bendición eucarística, invitándonos a hacer la comunión espiritual. A continuación la oración recitada por el Papa: “A tus pies me Postro, ¡oh Jesús mío!, y te ofrezco el arrepentimiento de mi corazón contrito, que se hunde en la nada, ante Tu santa Presencia. Te adoro en el Sacramento de Tu amor, la inefable Eucaristía, y deseo recibirte en la pobre morada que te ofrece mi alma. Esperando la dicha de la Comunión sacramental, quiero poseerte en espíritu. Ven a mí, puesto que yo vengo a Ti, ¡oh mi Jesús!, y que Tu amor inflame todo mi ser en la vida y en la muerte. Creo en Ti, espero en Ti, Te amo. Así sea”. Prensa CEVNota de prensa de Vatican News23 de marzo de 2020