Categoría: Papa Francisco

13
May

Papa Francisco: unidos a la Virgen invocamos la paz y el fin de la pandemia

Vaticano.- En sus saludos durante la audiencia general, el Papa Francisco recuerda hoy la memoria de la Santísima Virgen María de Fátima, en el aniversario de la primera aparición a los tres pastorcitos, el 13 de mayo de 1917. En cumplimiento de las medidas de seguridad para evitar la propagación de Covid-19, mientras tanto, en el Santuario Mariano de Portugal este año las celebraciones también tienen lugar en streaming. Mensaje a los fieles del Rector, Padre Carlos Cabecinhas. En el día en que la Iglesia conmemora la primera aparición de la Virgen María a los pastorcillos de Fátima, que tuvo lugar el 13 de mayo de 1917, el Papa Francisco nos exhorta a perseverar «en el amor a Dios y al prójimo». Lo hizo en los saludos al final de la audiencia general, desde la Biblioteca del Palacio Apostólico. En el aniversario de la primera aparición a los pequeños videntes de Fátima, los invito a invocar a la Virgen María para que cada uno persevere en el amor a Dios y al prójimo. La vía de la conversión Hace tres años en la parroquia del Santuario Mariano de la ciudad portuguesa, el mismo Pontífice recordó la aparición de la Madre del Cielo en la Cova de Iría, exactamente un siglo antes, en la misa con el rito de la canonización de Francisco y Jacinta Marto, los dos pastorcitos que, con su prima Lúcia dos Santos, asistieron a las apariciones de la «Señora tan bella». Hoy, también en sus saludos en portugués, Francisco recuerda el ejemplo de la Virgen María, invitándonos a vivir este mes de mayo con una oración diaria «más intensa y fiel», en particular recitando el Rosario, «como recomienda la Iglesia obedeciendo a un deseo repetidamente expresado en Fátima por la Virgen»: bajo su protección -asegura el Papa- «los dolores y las aflicciones de la vida serán más llevaderos», siguiendo las enseñanzas de Cristo. Todos unidos a la Virgen: que nos acompañe en este camino de conversión diaria a Jesús. San Juan Pablo II y Nuestra Señora de Fátima En su saludo a los fieles polacos, Francisco les invitó a volver con el pensamiento a las apariciones de Nuestra Señora de Fátima y «a su mensaje transmitido al mundo, así como al atentado contra San Juan Pablo II, que en la salvación de su vida vio la intervención maternal de la Virgen Santa». En nuestra oración pedimos a Dios, por intercesión del Inmaculado Corazón de María, la paz para el mundo, el fin de la pandemia, el espíritu de penitencia y nuestra conversión. En una época de pandemia, como la que estamos viviendo por la emergencia del coronavirus, el Papa Francisco abraza a los fieles de todo el mundo por radio y televisión y por streaming. De la misma manera, sin la presencia física de los creyentes, se están llevando a cabo las celebraciones en Portugal en este momento, de acuerdo con las medidas de seguridad para evitar la propagación de Covid-19. Consagrado el país al Sagrado Corazón de Jesús y al Inmaculado Corazón de María, se decidió suspender la tradicional peregrinación internacional. Anoche el rezo del Rosario fue transmitido en directo por streaming, hoy la Misa Internacional presidida en la Basílica de Nuestra Señora del Rosario por el Obispo de Leiria-Fátima, el Cardenal António Augusto dos Santos Marto, que fue saludado por el Pontífice durante la audiencia general. El mensaje del Rector del Santuario Mariano En este 13 de mayo, el Santuario de Fátima todavía tiene «la dimensión del mundo», informa el Rector, Padre Carlos Cabecinhas, en un mensaje de audio, invitando a estar «unidos con el corazón». 1917 fue también una época de pandemia debido a la propagación de la llamada gripe española. En Fátima, recuerda el Rector, María vino «a traer un mensaje de esperanza en un tiempo igualmente marcado por tantas tribulaciones». «No te desanimes, nunca te dejaré. Mi Corazón Inmaculado será tu refugio y el camino que te conducirá a Dios», le dijo la Virgen a Lucía. La esperanza es el mensaje de Fátima para todos los hombres y mujeres del mundo. Y en este año 2020, una oración especial nos dona el coraje de continuar nuestras vidas hacia el día en que estaremos físicamente juntos de nuevo en la Cova de Iría, subraya el Rector del Santuario de Fátima: «Que esta esperanza de días diferentes nos anime y nos guíe hasta el día en que, ciertamente, podamos volver a estar todos juntos en la Cova de Iría para celebrar nuestra fe». Prensa CEVNota de prensa de Vatican News13 de mayo de 2020

13
May

Catequesis del Papa: Dios está siempre cerca de nuestro corazón

Vaticano.- En su segunda catequesis sobre la oración, que el Santo Padre ofreció desde la Biblioteca Privada del Palacio apostólico, Francisco recordó que Dios siempre está cerca de la puerta de nuestro corazón esperando que le abramos, y que a veces también llama a esa puerta, pero sin invadir porque es paciente. E invitó a unirse mañana a una jornada de oración, ayuno y obras de caridad para al Señor que salve a la humanidad El Santo Padre celebró esta mañana la audiencia general, que durante este período de emergencia sanitaria se lleva a cabo desde la Biblioteca Privada del Palacio Apostólico, ante la presencia de los prelados que lo acompañan y que proceden a realizar las lecturas correspondientes en diversos idiomas. Tras haber iniciado la semana pasada un nuevo ciclo de catequesis sobre el tema de la oración, Francisco ofreció su segunda reflexión en que se refirió a la oración del cristiano: “Rezar no es algo externo ni marginal a nosotros, sino que es el misterio más íntimo de nosotros mismos, que nace como una invocación en lo profundo de nuestra persona y se extiende, buscando un ‘Tú’, que es Dios” Como es costumbre, la catequesis se introdujo con una lectura bíblica, en esta ocasión con algunos versículos del Salmos 63 que manifiesta que Dios es la satisfacción del alma, tal como lo escribió David cuando estaba en el desierto de Judá: Dios, Dios mío eres tú; de madrugada te buscaré; mi alma tiene sed de ti, mi carne te anhela, en tierra seca y árida donde no hay aguas. Para ver tu poder y tu gloria, así como te he mirado en el santuario. Porque mejor es tu misericordia que la vida; mis labios te alabarán. Así te bendeciré en mi vida; en tu nombre alzaré mis manos (…). Está mi alma apegada a ti. Tu diestra me ha sostenido. La oración surge en el corazón En nuestro idioma Francisco resumió su catequesis explicando que “la oración nos pertenece a todos, a los hombres de todas las religiones, y probablemente también a los que no profesan ninguna”. “La oración – dijo el Papa – surge en el secreto de nosotros mismos, en ese lugar interior que los autores espirituales a menudo llaman el ‘corazón’”. Para Dios no somos siervos, sino amigos e hijos suyos Por otra parte, el Santo Padre afirmó que la oración del cristiano “surge de la revelación de ese ‘Tú’, con mayúscula, que se ha manifestado y ha venido a nuestro encuentro, dándonos confianza y revelándonos a Dios como un Padre bueno, que nos ama y nos comprende, que no nos considera siervos, sino amigos e hijos suyos”. El Padre sigue amándonos Francisco afirmó que el cristianismo ha abandonado cualquier relación de tipo «feudal» con Dios. También porque en el patrimonio de nuestra fe no hay expresiones como «sometimiento», «esclavitud» o «vasallaje», sino palabras como «alianza», «amistad», «comunión». De ahí que refiriéndose al gran razonamiento de despedida que Jesús dirigió a sus discípulos, el Papa recordó sus palabras: «Ya no los llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su patrón; sino que los he llamado amigos, porque todo lo que he oído del Padre se los he dado a conocer». Ustedes no me han elegido a mí, sino que yo los he elegido a ustedes y los he destinado para que vayan y den fruto, y para que su fruto permanezca; para que todo lo que pedirán al Padre en mi nombre, se los conceda”. Y concluyó recordando que en la oración del Padre Nuestro, “Jesús nos enseñó a pedir a Dios todo lo que necesitamos. No importa si nos sentimos culpables en nuestra relación con Él, si no hemos sido amigos fieles, ni hijos agradecidos; Dios continúa amándonos, porque Él siempre es fiel”. Saludos del Papa Al saludar cordialmente a los fieles de lengua española que siguieron esta catequesis a través de los medios de comunicación social, el Santo Padre los animó “a entablar esa relación filial, de amistad y confianza con el Señor, pidiéndole lo que necesitan para su vida y, de manera particular, por aquellos que están a nuestro lado y sabemos están necesitados, para que Dios, como Padre bueno, haga brillar su rostro sobre ellos y les conceda la paz”. Sobre los fieles de lengua inglesa que se habían conectado y antes de bendecirlos, Francisco invocó sobre ellos y sus familias, en este tiempo de Pascua, la alegría y la fortaleza que vienen de Cristo resucitado. De la misma manera, al saludar a los fieles de habla francesa el Papa les dejó una sugerencia: “Cuando oremos, esforcémonos por hablar con Dios con confianza, como un niño se dirige a su Padre, sin miedo ni distancia. Él siempre está cerca de nosotros, podemos contarle todo y pedirle todo. ¡Que Dios los bendiga!”. A dirigir su saludo a todos los amigos de lengua alemana, Francisco les dijo: “Los muchos ejemplos de amor que Dios nos ha dado son una fuerte invitación a amarnos con todas las personas que encontramos, incluso en estos tiempos en los que la vida nos obliga a una convivencia un poco difícil. Que el Espíritu Santo los colme de su caridad y alegría”. A los fieles de lengua árabe que también siguieron este encuentro a través de los medios de comunicación, Francisco les dijo que la oración es la forma de comunicarse y de escuchar a Dios. A lo que añadió textualmente: “Con este espíritu acepté la invitación del Alto Comité de la Hermandad Humana para dedicar la jornada de mañana, 14 de mayo, a la oración, el ayuno y las obras de caridad. Invito y animo a todos a unirse a este evento. Unámonos como hermanos para pedirle al Señor que salve a la humanidad de la pandemia, que ilumine a los científicos y que cure a los enfermos. ¡Que el Señor los bendiga a todos y los proteja siempre de todo mal!” Virgen de Fátima “Que Nuestra Señora de Fátima, cuya memoria celebramos

12
May

Papa Francisco pide que los enfermeros puedan realizar su vocación con dignidad

Vaticano.- Hoy se celebra el Día Internacional de la Enfermería, en el contexto del Año Internacional del Personal de Enfermería y Partería convocado por la Organización Mundial de la Salud. En este mismo día también recordamos el bicentenario del nacimiento de Florence Nightingale, con quien dio inicio la enfermería moderna. A todos ellos, el Papa pide que puedan desarrollar su vocación en forma digna, para beneficio de toda la sociedad. El Papa ha enviado un mensaje a todos los enfermeros, enfermeras, en su día: “Queridos enfermeros, queridas enfermeras y personal de obstetricia, que este aniversario coloque la dignidad de vuestro trabajo en el centro, en beneficio de la salud de toda la sociedad”. Les aseguró a sus  familias y a todos los que atienden, sus oraciones y bendición apostólica. Ser enfermero en tiempos del Covid19 En este momento histórico, marcado por la emergencia sanitaria mundial a causa de la pandemia del virus Covid-19, “hemos redescubierto la importancia del rol del personal de enfermería, como también el de partería”, recuerda el Pontífice, diariamente presenciamos el testimonio de valentía y sacrificio de los agentes sanitarios, en particular de las enfermeras y enfermeros, quienes, dice en su mensaje,  con profesionalidad, sacrificio, responsabilidad y amor por los demás ayudan a las personas afectadas por el virus, incluso poniendo en riesgo la propia salud. Personal sanitario víctima del Coronavirus Al arriesgar sus vidas, muchos de ellos han sido víctimas del Covid19. Mientras cumplían “fielmente con su servicio”. Por todos ellos el Papa ha rezado, y en su mensaje lo hace también: “Rezo por ellos —el Señor conoce el nombre de cada uno— y por todas las víctimas de esta epidemia. Que el Señor resucitado les conceda la luz eterna y a sus familias el consuelo de la fe”. Ser enfermero, no es una profesión es una vocación El personal de enfermería siempre ha desempeñado un papel central en la asistencia sanitaria, señala Francisco, todos los días siguen de cerca los cambios positivos o negativos en la mejoría del paciente, les dedican toda su atención, y les dan calor humano. Tienen una directa relación con sus parientes. Como dice el santo Padre, “experimentan, con la cercanía a los enfermos, el trauma que causa el sufrimiento en la vida de una persona. Son hombres y mujeres que han dicho “sí” a una vocación particular: la de ser buenos samaritanos que se hacen cargo de la vida y de las heridas de los demás. Custodios y servidores de la vida que, mientras administran las terapias necesarias, infunden ánimo, esperanza y confianza”. Los enfermeros y enfermeras, como dice el Papa, no sólo tienen un conocimiento científico-técnico, sino que su profesionalidad está “constantemente iluminada por la relación humana y humanizadora con el paciente”, por tanto, les pide que su profesionalidad, sea guiada por la responsabilidad moral. Los enfermeros: Santos de la puerta de al lado Un enfermero/ra, atendiendo a pacientes en todas las etapas de su vida, desde el nacimiento hasta la muerte, participan, afirma el Papa Francisco, en una escucha continua, “encaminada a comprender cuáles son las necesidades de ese enfermo, en la etapa que está atravesando. De hecho, frente a la singularidad de cada situación, nunca es suficiente seguir una fórmula, sino que se requiere un continuo —¡y fatigoso!— esfuerzo de discernimiento y atención a cada persona”. Están al lado de los pacientes y familiares, en los “momentos cruciales de su existencia, nacimiento y muerte, enfermedad y recuperación, para ayudarlas a superar las situaciones más traumáticas”. Incluso, cuando están a punto de fallecer, les dan “consuelo” y “alivio” en los últimos momentos. Por esta entrega, Francisco les ha dicho que forman parte de los “santos de la puerta de al lado”. “Son la imagen de la Iglesia, “hospital de campaña”, que continúa llevando a cabo la misión de Jesucristo, que se acercó y curó a las personas que sufrían todo tipo de males y se arrodilló para lavar los pies de sus discípulos. ¡Gracias por vuestro servicio a la humanidad!”. Potenciar asistencia sanitaria El Papa, en su mensaje, recordó que, en muchos países, la pandemia ha “evidenciado muchas deficiencias en la atención sanitaria”, y pide a los jefes de las naciones de todo el mundo, “para que inviertan en sanidad, como bien común primario, fortaleciendo las estructuras y designando más personal de enfermería, para garantizar a todos, un servicio de atención adecuado y respetuoso de la dignidad de cada persona”. El Papa afirma que es importante reconocer efectivamente el papel esencial que desempeña esta profesión para la atención al paciente, para la actividad de emergencia territorial, la prevención de enfermedades, la promoción de la salud, la asistencia en el sector familiar, comunitario y escolar. “Los enfermeros y enfermeras, así como las comadronas, tienen derecho y merecen estar más valorizados e involucrados en los procesos que afectan a la salud de las personas y de la comunidad. Se ha demostrado que invertir en ellos favorece los resultados en términos de atención y salud en general”. Para ello, el Papa precisa la necesidad de potenciar su perfil profesional proporcionando herramientas científicas, humanas, psicológicas y espirituales para su adecuada formación; así como mejorar sus condiciones de trabajo y garantizar sus derechos para que puedan llevar a cabo su servicio con plena dignidad. En este sentido, las asociaciones de agentes de la sanidad tienen un papel importante, pues, además de ofrecer una estructura orgánica, acompañan a cada uno de sus miembros, “haciéndolos sentir parte de un cuerpo unitario y no se sientan perdidos y solos frente a los desafíos éticos, económicos y humanos, que conlleva la profesión”. Un mensaje a las comadronas El Papa dedica unas palabras a las  comadronas, que asisten a las mujeres embarazadas y las ayudan a dar a luz a sus hijos: “vuestro trabajo es uno de los más nobles que existen, dedicado directamente al servicio de la vida y de la maternidad. En la Biblia, los nombres de las dos parteras heroicas, Sifrá y Puá, se inmortalizan al comienzo del libro del Éxodo (cf. 1,15-21). También hoy

12
May

Concluyen transmisiones desde Santa Marta el 18 de mayo, centenario del nacimiento de San Juan Pablo II

Vaticano.- El Papa Francisco celebrará el lunes por la mañana en la tumba de san Juan Pablo II el centenario de su nacimiento. Se terminan, así, las emisiones de la liturgia diaria desde la capilla de la residencia papal. La del próximo lunes a las 7 de la mañana será la última misa de una serie que ha acompañado a millones de personas en todo el mundo cada día durante más de dos meses. Con motivo de la reanudación de las misas con presencia del pueblo en Italia, Francisco decidió interrumpir la transmisión en vivo de la misa de la mañana. La ocasión será especial, porque el 18 de mayo se festeja el centenario del nacimiento de Karol Wojtyla, y por ello el Papa celebrará desde el altar de la tumba de su predecesor, el santo Pontífice, nacido en 1920, elegido obispo de Roma en 1978, muerto en 2005 y canonizado en 2014. La transmisión en directa por televisión, radio y streaming de la celebración de la misa matutina de Santa Marta y la decisión de celebrarla diariamente durante este período de cuarentena, fueron un regalo inesperado y hermoso. Mucha gente, incluso los que están lejos de la Iglesia, se sintieron acompañados y apoyados por el Papa que, de puntillas, al comienzo del día, llamaba a las puertas de sus casas. Muchos han aprendido la importancia y el consuelo del encuentro diario con el Evangelio. Nunca antes tanta gente había seguido la liturgia de la semana por televisión y con algunos minutos de adoración silenciosa del Santísimo Sacramento. La belleza y sencillez de las homilías espontáneas pronunciadas por el Papa nos permitieron entrar en las páginas del Evangelio, como si hubiésemos estado presentes cuando esos eventos tuvieron lugar. Durante la emergencia que nos obligó a permanecer confinados dentro de los muros de la casa, se confirmó la importancia de este magisterio cotidiano, aún más decisivo en momentos de incertidumbre, de sufrimiento, de angustia, de tantas preguntas sobre el futuro. Las homilías de Santa Marta representan un aspecto significativo del servicio de Francisco como Obispo de Roma. Muchos ya estaban acostumbrados a seguirlas a través de los resúmenes provistos por los medios de comunicación del Vaticano y los volúmenes de la Librería Editorial Vaticana que las recogen anualmente. En los últimos dos meses, sin embargo, ha sido diferente, porque la transmisión en vivo ha ofrecido la oportunidad de participar, aunque a distancia, en estas celebraciones diarias, viendo al Papa predicar y comentar las Escrituras de modo espontáneo. Varios millones de personas entraron en contacto con estas misas cada día. Muchos han escrito para dar las gracias. Ahora, con la reanudación de las celebraciones con el pueblo en las iglesias italianas, comienza una nueva fase. A muchos, pueden estar seguros, les faltará esta cita cotidiana. Pero, como dijo el propio Francisco, es necesario volver a la familiaridad de la comunidad con el Señor en los sacramentos participando personalmente en la liturgia. Eso, sin olvidar otra invitación del Papa, la de “frecuentar” las páginas del Evangelio todos los días, con el contacto cotidiano al que nos habían acostumbrado las misas televisivas de Santa Marta. Prensa CEVNota de prensa de Vatican News12 de mayo de 2020

12
May

Papa Francisco reza por las enfermeras, ejemplo de heroísmo

Vaticano.- En la misa de Santa Marta, Francisco pidió a Dios que bendiga a las enfermeras que en esta época de la pandemia han sido un ejemplo de heroísmo y en algunos casos han dado su vida. En su homilía, afirmó que la paz de Jesús es un don gratuito que abre siempre a los demás y dona la esperanza del Paraíso, que es la paz definitiva, mientras que la paz del mundo es egoísta, estéril, cara y provisional. El Papa Francisco presidió la misa en la Casa Santa Marta el martes de la quinta semana de Pascua. En la introducción, dirigió su pensamiento a las enfermeras: Hoy es el día de las enfermeras. Ayer envié un mensaje. Recemos hoy por los enfermeros y enfermeras, hombres, mujeres, muchachos y muchachas que tienen esta profesión, que es más que una profesión, es una vocación, una dedicación. Que el Señor los bendiga. En esta época de la pandemia han dado ejemplo de heroísmo y algunos han dado su vida. Recemos por las enfermeras y los enfermeros. En la homilía el Papa ha comentado el Evangelio hodierno (Jn 14,27-31) en el que Jesús dice a sus discípulos: “Les dejo la paz, les doy mi paz, pero no como la da el mundo”. “El Señor -dijo el Papa- antes de irse saluda a los suyos y da el don de la paz, la paz del Señor”. “No se trata de la paz universal, aquella paz sin guerras que todos nosotros deseamos que exista siempre, sino la paz del corazón, la paz del alma, la paz que cada uno de nosotros tiene dentro. Y el Señor te la da, subraya, pero no como la da el mundo”. Se trata de paces diversas. «El mundo – observó Francisco – te da paz interior», la paz de tu vida, este vivir con el corazón en paz, «como una posesión tuya, como algo que es tuyo y te aísla de los demás» y «es una adquisición tuya: tengo paz. Y tú, sin darte cuenta, te encierras en esa paz, es una paz un poco para ti» que te hace estar tranquilo y también feliz, pero «te adormece un poco, te anestesia y te hace quedarte contigo mismo»: es «un poco egoísta». Así es como el mundo da la paz. Y es «una paz cara porque tienes que cambiar constantemente los instrumentos de paz: cuando te entusiasmas con una cosa, te da paz una cosa, luego se acaba y tienes que encontrar otra… Es cara porque es temporal y estéril». «En cambio, la paz que Jesús da es otra cosa. Es una paz que te pone en movimiento, no te aísla, te pone en movimiento, te hace ir hacia los demás, crea comunidad, crea comunicación. La paz del mundo es cara, la paz de Jesús es gratis, es gratuita: la paz del Señor es un don del Señor. Es fecunda, siempre te hace avanzar. Un ejemplo del Evangelio que me hace pensar en cómo es la paz del mundo es ese Señor que tenía los graneros llenos» y pensó en construir otros almacenes para vivir finalmente en tranquilo. «Necio, dice Dios, esta noche morirás.» «Es una paz inmanente que no abre la puerta al más allá. En cambio, la paz del Señor» está «abierta al Cielo, está abierta al Paraíso». «Es una paz fecunda que se abre y porta a otros contigo al Paraíso». El Papa invita a ver dentro de nosotros mismos cuál es nuestra paz: ¿encontramos la paz en el bienestar, en la posesión y en muchas otras cosas o encuentro la paz como don del Señor? «¿Tengo que pagar por la paz o la recibo gratis del Señor? ¿Cómo es mi paz? Cuando me falta algo, ¿me enfado? Esta no es la paz del Señor. Esta es una de las pruebas. ¿Estoy tranquilo en mi paz, me adormezco? No es del Señor. ¿Estoy en paz y quiero comunicarla a los demás y llevar algo adelante? Esa es la paz del Señor. Incluso en tiempos malos y difíciles, ¿esa paz permanece en mí? Es del Señor. Y la paz del Señor es fecunda también para mí porque está llena de esperanza, es decir, mira al Cielo. El Papa Francisco relata que ayer recibió una carta de un buen sacerdote que le dijo que hablaba poco del Cielo, que debería hablar más de él: «Y tiene razón, tiene razón. Por eso hoy he querido subrayar esto: que la paz, esta paz que nos da Jesús, es una paz para el presente y para el futuro. Es empezar a vivir el Cielo, con la fecundidad del Cielo. No es anestesia. La otra, sí: te anestesias con las cosas del mundo y cuando la dosis de esta anestesia termina tomas otra y otra y otra y otra… Esta es una paz definitiva, fecunda, también contagiosa. No es narcisista, porque siempre mira al Señor. La otra te mira a ti, es un poco narcisista». «Que el Señor -concluye el Papa- nos dé esta paz llena de esperanza, que nos hace fecundos, nos hace comunicativos con los demás, que crea comunidad y que siempre busca la paz definitiva del Paraíso». El Papa Francisco terminó la celebración con la adoración y la bendición eucarística. Antes de salir de la capilla dedicada al Espíritu Santo, se cantó la antífona mariana del tiempo de Pascua, «Regina caeli»: Regína caeli laetáre, allelúia.Quia quem merúisti portáre, allelúia.Resurréxit, sicut dixit, allelúia.Ora pro nobis Deum, allelúia. Prensa CEVNota de prensa de Vatican News12 de mayo de 2020

11
May

El Papa reza por los sin trabajo. El Espíritu hace crecer la comprensión de la fe

Este 11 de mayo, en la Misa en la Casa Santa Marta, el Santo Padre rezó por todos aquellos que sufren porque perdieron sus trabajos durante este período y recordó el aniversario del hallazgo del cuerpo de San Timoteo en la Catedral de Termoli, Italia. En su homilía, el Pontífice dijo que el Espíritu Santo nos ayuda a comprender cada vez más lo que Jesús nos enseñó: la doctrina no es estática, sino que crece en la misma dirección. Vaticano.- En la Misa matutina celebrada – y transmitida en vivo – en la Capilla de la Casa Santa Marta, este Lunes de la V Semana de Pascua, el Papa Francisco recordó el 75º aniversario del hallazgo del cuerpo de San Timoteo en la cripta de la Catedral de Termoli, Italia, durante los trabajos de restauración de 1945, y dirigió su oración a todas las personas que en este periodo han perdido su trabajo: “Nos unimos a los fieles de Termoli, hoy en la fiesta del hallazgo del cuerpo de San Timoteo. En estos días mucha gente ha perdido su trabajo; no fueron contratados de nuevo, trabajaban ilegalmente… Oremos por estos hermanos y hermanas nuestros que sufren esta falta de trabajo”. El Espíritu Santo don de Dios En su homilía el Papa Francisco comentando el Evangelio de hoy (Jn 14, 21-26) en el que Jesús anuncia a sus discípulos que les enviará al Paráclito, el Espíritu Santo que el Padre enviará en su nombre, les enseñará todas las cosas y les recordará todo lo que Él les ha dicho. «Es la promesa del Espíritu Santo – dijo el Papa – el Espíritu Santo que habita en nosotros y que el Padre y el Hijo envían» para «acompañarnos en la vida». Se llama Paráclito, es decir, el que «sostiene, el que acompaña para no caer, que te mantiene firme, que está cerca de ti para sostenerte». Y el Señor nos ha prometido este apoyo, que es Dios como Él: Él es el Espíritu Santo. ¿Qué hace el Espíritu Santo en nosotros? El Señor lo dice: «Él te enseñará todo y te recordará todo lo que les he dicho. Enseña y recuerda. Este es el oficio del Espíritu Santo. Nos enseña: nos enseña el misterio de la fe, nos enseña a entrar en el misterio, a comprender un poco más el misterio, nos enseña la doctrina de Jesús y nos enseña a desarrollar nuestra fe sin cometer errores, porque la doctrina crece, pero siempre en la misma dirección: crece en comprensión. Y el Espíritu nos ayuda a crecer en la comprensión de la fe, a entenderla más y a ir más allá para entender lo que dice la fe. La fe no es algo estático; la doctrina no es algo estático: crece» siempre, pero crece «en la misma dirección». Y el Espíritu Santo impide que la doctrina se equivoque, impide que se quede quieta allí, sin crecer en nosotros. Nos enseñará las cosas que Jesús nos enseñó, desarrollará en nosotros la comprensión de lo que Jesús nos enseñó, hará crecer en nosotros la doctrina del Señor, hasta la madurez». Y otra cosa que hace el Espíritu Santo, es recordar: «Él les recordará todo lo que les he dicho. «El Espíritu Santo es como la memoria, nos despierta, nos mantiene siempre despiertos «en las cosas del Señor» y también nos hace recordar nuestra vida, cuando nos encontramos con el Señor o cuando lo dejamos. El Papa recordó a una persona que rezó ante el Señor así: «Señor, soy el mismo que de niño, de joven, tuvo estos sueños. Entonces, fui por los caminos equivocados. Ahora me has llamado». Esto – dijo el Pontífice – es el recuerdo del Espíritu Santo en la vida de uno. Te lleva a la memoria de la salvación, a la memoria de lo que Jesús te enseñó, pero también a la memoria de tu propia vida. Esto – continuó el Papa – es una hermosa forma de rezar al Señor: «Yo soy el mismo. He caminado mucho, he cometido muchos errores, pero soy el mismo y tú me amas».  Es «la memoria del camino de la vida». «Y en este recuerdo, el Espíritu Santo nos guía; nos guía para discernir, para discernir lo que debo hacer ahora, cuál es el camino correcto y cuál el equivocado, incluso en las pequeñas decisiones. Si pedimos luz al Espíritu Santo, nos ayudará a discernir para tomar las decisiones correctas, las pequeñas decisiones de cada día y las más grandes». El Espíritu «nos acompaña, nos sostiene en el discernimiento», «nos enseñará todo, es decir, hace crecer la fe, nos introduce en el misterio, el Espíritu que nos recuerda: nos recuerda la fe, nos recuerda nuestra propia vida y el Espíritu que en esta enseñanza, en esta memoria, nos enseña a discernir las decisiones que debemos tomar. Y a esto los Evangelios le dan un nombre al Espíritu Santo: sí, Paráclito, porque te sostiene, pero otro nombre más hermoso: es el Don de Dios. El Espíritu es el don de Dios. El Espíritu es precisamente el Don: «No te dejaré solo, te enviaré un Paráclito que te sostendrá» y nos ayudará a avanzar, a recordar, a discernir y a crecer. El don de Dios es el Espíritu Santo. “Que el Señor – es la oración conclusiva del Papa Francisco – nos ayude a mantener este don que nos dio en el Bautismo y que todos tenemos dentro de nosotros”. La comunión espiritual, adoración y bendición Eucarística Finalmente, el Papa terminó la celebración con la adoración y la bendición Eucarística, invitando a todos a realizar la comunión espiritual con esta oración: “Creo, Jesús mío, que estás realmente presente en el Santísimo Sacramento del Altar. Te amo sobre todas las cosas y deseo recibirte en mi alma. Pero como ahora no puedo recibirte sacramentalmente, ven al menos espiritualmente a mi corazón. Como si ya te hubiese recibido, te abrazo y me uno todo a Ti. No permitas, Señor, que jamás me separe de Ti. Amén”. Antes de

08
May

Papa Francisco reza por los que trabajan en la Cruz Roja y en la Media Luna Roja

Vaticano.- En la misa de Santa Marta, Francisco conmemora el Día Mundial de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja: Dios bendiga a los que trabajan en estas instituciones que hacen tanto bien. En su homilía, destacó que el Señor siempre consuela en la cercanía, en la verdad y en la esperanza. Francisco preside la misa en la Casa Santa Marta en el viernes de la cuarta semana de Pascua y en el día de la Súplica a Nuestra Señora de Pompeya. En la introducción, conmemoró la hodierna jornada mundial de la Cruz Roja: Hoy es el Día Mundial de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja. Rezamos por las personas que trabajan en estas dignas instituciones: que el Señor bendiga su trabajo que hace tanto bien. En su homilía el Papa comentó el Evangelio de hoy (Jn 14,1-6) en el que Jesús dice a sus discípulos: «No pierdan la paz. Si creen en Dios, crean también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas habitaciones. (…) Cuando me vaya y les prepare un sitio, volveré y los llevaré conmigo, para que donde yo esté, estén también ustedes». Esta conversación de Jesús con los discípulos – recordó Francisco – tiene lugar durante la Última Cena: Jesús está triste y todos están tristes: Jesús dijo que sería traicionado por uno de ellos, pero al mismo tiempo comienza a consolar a los suyos: «El Señor consuela a sus discípulos y aquí vemos cuál es la forma de Jesús de consolarlos. Tenemos muchas maneras de consolar, desde las más auténticas, desde las más cercanas hasta las más formales, como esos telegramas de condolencia: ‘Profundamente apenado por…’. No consuela a nadie, es una ficción, es el consuelo de la formalidad. Pero, ¿cómo consuela al Señor? Es importante saberlo, porque también nosotros, cuando tengamos que pasar por momentos de tristeza en nuestras vidas – subraya Francisco – debemos aprender a percibir cuál es el verdadero consuelo del Señor». «En este pasaje del Evangelio – observó el Papa – vemos que el Señor siempre consuela en la cercanía, con la verdad y en la esperanza». Estos son los tres rasgos de la consolación del Señor. «En la cercanía, nunca lejos». Francisco recuerda las hermosas palabras del Señor: «Estoy aquí con ustedes». «Muchas veces», dice, «está presente en silencio, pero sabemos que Él está allí». «Siempre está allí. Aquella cercanía que es el estilo de Dios, incluso en la Encarnación, hacerse cercano a nosotros. El Señor consuela en la cercanía. Y no usa palabras vacías, al contrario: prefiere el silencio. La fuerza de la cercanía, de la presencia. Y habla poco. Pero está cercano». Un segundo rasgo «de la forma de consolar de Jesús es la verdad: Jesús es verdadero. No dice cosas formales que son mentiras: ‘No, no te preocupes, todo pasará, no sucederá nada, pasará, las cosas pasarán…’. No. Dice la verdad. No oculta la verdad. Porque Él mismo en este pasaje dice: ‘Yo soy la verdad’. Y la verdad es: ‘Me voy’, es decir, ‘moriré’. Nos enfrentamos a la muerte. Es la verdad. Y lo dice de forma sencilla y también con mansedumbre, sin herir: estamos ante la muerte. No oculta la verdad». El tercer rasgo del consuelo de Jesús es la esperanza. «Dice: ‘Sí, es un mal momento. Pero no se turbe vuestro corazón: tengan también fe en mí’, porque ‘en la casa de mi Padre hay muchas habitaciones’. ‘Voy a preparar un lugar para ustedes’. Él será quien primero abra las puertas de esa morada a la que quiere llevarnos: ‘Volveré, los llevaré conmigo para que donde yo esté, ustedes también estén’. El Señor regresa cada vez que uno de nosotros está en el camino para irse este mundo. ‘Vendré y los llevaré’: esperanza. El vendrá y nos tomará de la mano y nos llevará. No dice: ‘No, no sufrirás, no pasa nada’. No. Dice la verdad: ‘Estoy cerca de ustedes’, esta es la verdad: es un mal momento, de peligro, de muerte. Pero no permitan que su corazón se turbe, permanezcan en esa paz, esa paz que es la base de todo consuelo, porque yo vendré y por la mano los llevaré donde yo esté». No es fácil – afirma el Papa – dejarse consolar por el Señor. Muchas veces, en los malos momentos, nos enfadamos con el Señor y no dejamos que Él venga y nos hable así, con esta dulzura, con esta cercanía, con esta mansedumbre, con esta verdad y con esta esperanza. Pidamos la gracia – es la oración conclusiva de Francisco – de aprender a dejarnos consolar por el Señor. El consuelo del Señor es verdadero, no engaña. No es anestesia, no. Sino que es cercano, es veraz y nos abre las puertas de la esperanza. El Papa invitó a hacer comunión espiritual con esta oración: Jesús mío, creo que estás realmente presente en el Santísimo Sacramento del altar. Te amo por encima de todas las cosas y te deseo en mi alma. Ya que no puedo recibirte sacramentalmente ahora, ven al menos espiritualmente a mi corazón. Como ya has venido, te abrazo y todas las cosas se unen a ti. No permitas que nunca me separe de ti. El Papa Francisco terminó la celebración deseando a Silvia, la recepcionista de la Domus Sanctae Marthae, buenos deseos en el día de su cumpleaños. Antes de salir de la capilla dedicada al Espíritu Santo, se entonó la antífona mariana «Regina Coeli», que se canta durante el Tiempo Pascual: Regina coeli, laetare, alleluia.Quia quem meruisti portare, alleluia.Resurrexit, sicut dixit, alleluia.Ora pro nobis Deum, alleluia. Reina del cielo alégrate; aleluya.Porque el Señor a quien has merecido llevar; aleluya.Ha resucitado según su palabra; aleluya.Ruega al Señor por nosotros; aleluya. Prensa CEVNota de prensa de Vatican News08 de mayo de 2020

07
May

Papa Francisco reza por los artistas: “sin belleza, el Evangelio no puede ser entendido”

Vaticano.- En la Misa matutina en Casa Santa Marta, Francisco ha vuelto a rezar por los artistas y le ha pedido a Dios que los bendiga. En su homilía nos recuerda que ser cristiano es pertenecer a un pueblo elegido libremente por Dios: sin esta conciencia, uno cae en dogmatismos, moralismos y en los movimientos elitistas. Francisco preside la Misa en la Casa Santa Marta el jueves de la cuarta semana de Pascua. En la introducción, una vez más ha vuelto a dirigirse a los artistas: “»Ayer recibí una carta de un grupo de artistas: agradecían la oración que hicimos por ellos. Me gustaría pedirle al Señor que los bendiga porque los artistas nos hacen entender qué es la belleza y que sin la belleza no se puede entender el Evangelio. Oremos nuevamente por los artistas».” En la homilía, el Papa ha comentado el pasaje de los Hechos de los Apóstoles (Hechos 13, 13-25) en el que Pablo, que llegó a Antòchia en Pisia, explica la historia del pueblo de Israel en la sinagoga, anunciando que Jesús es el Salvador esperado. Cuando Pablo explica la nueva doctrina – dice Francisco – habla de la historia de la salvación: ¿Qué hay detrás de Jesús? hay una historia. “Una historia de gracia, de elección, de promesa”. El Señor eligió a Abraham y caminó con su pueblo: “Por esta razón, cuando se le pide a Pablo que explique la razón de la fe en Jesucristo, no comienza con Jesucristo: comienza con la historia. El cristianismo es una doctrina, sí, pero no solo. No solo son las cosas en las que creemos», sino que es una historia que trae «esta doctrina que es la promesa de Dios, el pacto de Dios, de ser elegida por Dios. El cristianismo no es solo una ética»: «tiene principios morales, pero no somos cristianos solo con una visión ética». Es mucho más. El cristianismo no es una élite de personas elegidas por la verdad. Este sentido elitista que continúa en la Iglesia», cuando decimos: » Yo soy esa institución, pertenezco a este movimiento que es mejor que el tuyo»… no es este «sentido elitista. No, el cristianismo no es esto: el cristianismo pertenece a un pueblo, a un pueblo elegido por Dios gratuitamente. Si no tenemos esta conciencia de pertenecer a un pueblo, seríamos cristianos ideológicos, con una pequeña doctrina de afirmación de la verdad, con una ética, con una moral «o considerándonos «una élite, nos sentimos parte de un grupo elegido por Dios – los cristianos – otros irán al infierno o si se salvan es por la misericordia de Dios, pero ellos son los descartados”. «Si no tenemos conciencia de pertenecer a un pueblo, no somos verdaderos cristianos». Es por eso que Pablo – reitera el Papa – explica Jesús a partir de pertenecer a un pueblo: «Muchas veces caemos en estas parcialidades, ya sean dogmáticas, morales o elitistas. El sentido de la élite es lo que nos hace tanto mal y perdemos ese sentido de pertenencia al santo pueblo fiel de Dios, a quien Dios eligió en Abraham «e hizo la gran promesa que es Jesús, y lo hizo caminar con esperanza. Es tener «conciencia del pueblo». Debemos «transmitir la historia de nuestra salvación», la memoria de un pueblo, de ser un pueblo, y «en esta historia del pueblo de Dios, hasta llegar a Jesucristo, hubo santos, pecadores y mucha gente común, buena, con virtudes y pecados, pero todos. La famosa ‘multitud’ que siguió a Jesús, que tenía un sentido de pertenencia a un pueblo. Un cristiano autodenominado que no tiene este don no es un verdadero cristiano «porque» se siente justificado del el pueblo». La desviación «más peligrosa» de los cristianos hoy y siempre ha dicho Francisco – es sin duda «la falta de memoria de pertenecer a un pueblo». Cuando esto falta, surgen dogmatismos, moralismos, éticas, movimientos elitistas. falta el pueblo. Un pueblo pecaminoso siempre, todos lo somos, pero que no cometen errores en general, que tiene la sensación de ser un pueblo electo, que camina detrás de una promesa y que hicieron una alianza que quizás no cumple, pero conoce». Finalmente, el Papa Francisco invita a pedirle al Señor esta conciencia de pueblo, que Nuestra Señora cantó en su Magníficat y Zacarías en su Benedictus: «conciencia del pueblo: somos el pueblo santo y fiel de Dios» que «en su totalidad tiene el instinto de fe y es infalible en esta forma de creer». Después de estas palabras, el Papa ha invitado a hacer la Comunión espiritual con esta oración: “A tus pies, oh Jesús mío, me inclino y te ofrezco el arrepentimiento de mi contrito corazón que se aviva en su nada y en tu santa presencia. Te adoro en el sacramento de tu amor, la inefable Eucaristía. Deseo recibirte en la pobre morada que mi corazón te ofrece; esperando la felicidad de la comunión sacramental, quiero poseerte en espíritu. Ven a mí, oh Jesús mío, que vengo a Ti. Que tu amor inflame todo mi ser por la vida y la muerte. Creo en Ti, espero en Ti, te amo.” El Papa Francisco ha terminado la celebración con la adoración y bendición eucarística. Antes de abandonar la capilla dedicada al Espíritu Santo, se cantó la antífona mariana «Regina Caeli», cantada durante el tiempo de Pascua: Regína caeli laetáre, allelúia.Quia quem merúisti portáre, allelúia.Resurréxit, sicut dixit, allelúia.Ora pro nobis Deum, allelúia. Prensa CEVNota de prensa de Vatican News07 de mayo de 2020

06
May

Nuevo ciclo de catequesis del Papa: “La oración es el aliento de la fe”

Vaticano.- En su catequesis de hoy, el Papa Francisco ha iniciado un nuevo ciclo de catequesis sobre el tema de la oración. La oración es el aliento de la fe, es su expresión más adecuada. Como un grito que sale del corazón de los que creen y se confían a Dios. El Papa ha iniciado un nuev ciclo de catequesis dedicado a la oración. Y ha iniciado esta serie con el personaje del Evangelio de hoy, Bartimeo. “El grito de Bartimeo, porque quizás en una figura como la suya todo está ya escrito. Bartimeo es un hombre perseverante. Alrededor de él había gente que decía que implorar  era inútil, que era un grito sin respuesta, que era ruido que molestaba y basta: pero él no se quedó en silencio. Y al final consiguió lo que quería”. La fe es un grito. La no fe es sofocar ese grito Jesús le dice: «Vete, tu fe te ha salvado» (v. 52), nos dijo hoy el Papa, Jesús reconoce a ese pobre, indefenso y despreciado hombre todo el poder de su fe, que atrae la misericordia y el poder de Dios. La fe, nos señala el Pontífice,  es tener las dos manos levantadas, una voz que grita para implorar el regalo de la salvación. El Catecismo afirma que «la humildad es el base de la oración» (Catecismo de la Iglesia Católica, 2559). La oración viene de la tierra, del humus -del que deriva «humilde», «humildad»-; viene de nuestro estado de precariedad, de nuestra constante sed de Dios (cf. ibid., 2560-2561).  «La fe es un grito; la no fe es sofocar ese grito, una especie de «omertà». La fe es la protesta contra una condición dolorosa de la cual no entendemos la razón; la no fe es simplemente sufrir una situación a la cual nos hemos adaptado. La fe es la esperanza de ser salvado; la no fe es acostumbrarse al mal que nos oprime». Bartimeo: Jesús ten piedad de mí Hablando de este personaje, el Papa recordó que era ciego y estaba sentado a mendigar a un lado de la calle en las afueras de su ciudad, Jericó. No es un personaje anónimo, señaló el Papa, tiene un rostro, un nombre: Bartimeo, es decir, «hijo de Timeo». Un día escuchó que Jesús pasaría por esa calle donde él estaba siempre. Y desde entonces, Bartimeo estaba pendiente, haría todo lo posible para encontrar a Jesús. Más fuerte que cualquier argumento en contra, hay una voz en el corazón del hombre que invoca, dijo el Papa, una voz que sale espontáneamente, sin que nadie la ordene, una voz que cuestiona el sentido de nuestro camino aquí abajo, especialmente cuando nos encontramos en la oscuridad: «¡Jesús, ten piedad de mí! ¡Jesús, ten piedad de todos nosotros!». No rezamos sólo los cristianos, sinoq ue compartimos el grito de la oración con todos los hombres y mujeres. Pero el horizonte todavía puede ser ampliado, dijo Francisco, Pablo dice que toda la creación «gime y sufre los dolores del parto» (Rom 8:22). Los artistas se hacen a menudo intérpretes de este grito silencioso, que presiona en toda criatura y emerge sobre todo en el corazón del hombre, porque el hombre es un «mendigo de Dios» (cf. CIC, 2559). Y este hombre, señaló, entra en los Evangelios como una voz que grita a todo pulmón. No nos ve; no sabe si Jesús está cerca o lejos, pero lo siente por la multitud, está completamente solo, y a nadie le importa. Y apenas lo ve, Bartimeo grita, utiliza la única arma que tiene: su voz:  «¡Hijo de David, Jesús, ten piedad de mí!» (v. 47). Los gritos de Bartimeo dan fastidio a los presentes que le regañan, le dicen que se calle. «Pero Bartimeo no se calla, al contrario, gritó aún más fuerte: «¡Hijo de David, Jesús, ten compasión de mí!» (v. 47). (v. 47). Esa expresión: «Hijo de David», es muy importante, significa «el Mesías», es una profesión de fe que sale de la boca de ese hombre despreciado por todos», afirmó Francisco. Y Jesús escucha su grito. esa plegaria del ciego, toca el corazón de Jesús, toca el corazón de Dios, y las puertas de la salvación se abren para él. Jesús lo hace llamar, dijo en su catequesis el Papa, Bartimeo «se puso de pie de un salto y los que antes le dijeron que se callara ahora lo conducen al Maestro. Jesús le habla, le pide que exprese su deseo – esto es importante – y entonces el grito se convierte en demanda: «¡Déjame ver de nuevo!». (v. 51)». Jesús le dice: «Vete, tu fe te ha salvado» (v. 52). Reconoce a ese pobre, indefenso y despreciado hombre todo el poder de su fe, que atrae la misericordia y el poder de Dios. La fe es tener las dos manos levantadas, una voz que grita para implorar el regalo de la salvación. El Catecismo afirma que «la humildad es el base de la oración» (Catecismo de la Iglesia Católica, 2559). La oración viene de la tierra, del humus -del que deriva «humilde», «humildad»-; viene de nuestro estado de precariedad, de nuestra constante sed de Dios (cf. ibid., 2560-2561). La fe es un grito; la no fe es sofocar ese grito, una especie de «omertà». La fe es la protesta contra una condición dolorosa de la cual no entendemos la razón; la no fe es simplemente sufrir una situación a la cual nos hemos adaptado. La fe es la esperanza de ser salvado; la no fe es acostumbrarse al mal que nos oprime. Llamamiento del Papa contra la explotación laboral El Papa, en la audiencia general, hizo un llamamiento por el respeto de la dignidad de los trabajadores agricultores, que son explotados duramente. Pidió que la crisis sea una oportunidad para volver a poner al centro la dignidad de la persona y del trabajo. Este miércoles 6 de mayo, el Papa, en la audiencia general, hizo un llamamiento por el respeto de la dignidad de los trabajadores agricultores que son explotados duramente.

06
May

Papa Francisco reza por quienes trabajan en los medios de comunicación

Vaticano.- Este 6 de mayo, en la Misa en la Casa Santa Marta, el Santo Padre pidió por todos aquellos que trabajan en los medios de comunicación que en este tiempo de pandemia han trabajado y arriesgado mucho. En su homilía, el Pontífice invitó a acoger la luz de Cristo y a dejarnos iluminar por su luz, para vencer lo que nos tiene atados a la oscuridad: los vicios, la soberbia y el espíritu de mundanidad. En la Misa matutina celebrada – y transmitida en vivo – en la Capilla de la Casa Santa Marta, este miércoles de la IV Semana de Pascua, el Papa Francisco pidió por todos aquellos que trabajan en los medios de comunicación: “Oremos hoy por los hombres y mujeres que trabajan en los medios de comunicación. En este tiempo de pandemia arriesgan mucho y el trabajo es mucho. Que el Señor los ayude en este trabajo de transmitir, siempre, la verdad”. Homilía: “Que la luz de Jesús ilumine nuestra oscuridad” En su homilía, el Papa Francisco comentando el Evangelio del día (Jn 12, 44-50), recuerda que Jesús se presenta como la luz, la luz que ha venido al mundo y no ha venido a condenar, sino a salvarlo. De aquí deriva la misión de Jesús que es iluminar: Él es la luz del mundo. La misión de los apóstoles también es llevar esta luz, la luz de Jesús, porque el mundo está en la oscuridad. El drama de la luz de Jesús, señaló el Papa, es que fue rechazado: su pueblo no lo acogió, amaron más las tinieblas que la luz, son esclavos de las tinieblas. Y este también es nuestro drama, porque el pecado nos hace vivir en la oscuridad y no nos gusta ver la luz porque nos hace ver las cosas como son, nos hace ver la verdad. Precisamente la luz de Jesús nos hace ver la libertad, y la verdad. San Pablo tuvo esta experiencia del paso de la oscuridad a la luz. Con el bautismo Pablo recuperó la luz: «Tuvo esta experiencia del paso de las tinieblas, en la que estaba, a la luz. También es nuestro pasaje, que lo recibimos sacramentalmente en el bautismo: por eso el bautismo fue llamado, en los primeros siglos, ‘iluminación’, porque te daba luz» y por eso en el bautismo se da una vela encendida a los padres porque el niño, la niña, es iluminado: «Jesús trae la luz». Esta experiencia es la experiencia de la conversión, que no es otra cosa que pasar de la oscuridad a la luz. Pero, el Papa se pregunta: ¿Qué es lo que nos ciega? Lo que nos enceguece, afirmó el Pontífice, es el pecado, el pecado no tolera la luz. Los vicios, el espíritu mundano, el orgullo. Nos llevan a asociarnos con otros en el mal; hay mafias espirituales que permanecen en la oscuridad. No es fácil vivir en la luz porque nos hace ver cosas malas que no queremos ver: pecados. Jesús no vino a condenar sino a salvar: debemos dejarnos iluminar en nuestra oscuridad diaria. El Señor nos salva, pero nos pide que veamos nuestra oscuridad. El Señor es bueno, es gentil, no debemos temer la luz de Jesús. Estas tres cosas – observó el Papa – te empujan a asociarte con otros «para permanecer a salvo en la oscuridad». A menudo hablamos de las mafias: es esto. Pero hay mafias espirituales, hay mafias domésticas»: es una «búsqueda de alguien más para cubrirse y permanecer en la oscuridad». No es fácil vivir en la luz. La luz nos hace ver tantas cosas feas dentro de nosotros que no queremos ver: vicios, pecados… Pensamos en nuestros vicios, pensamos en nuestro orgullo, pensamos en nuestro espíritu mundano: estas cosas nos ciegan, nos alejan de la luz de Jesús». Pero si pensamos en estas cosas – añadió el Papa – «no encontraremos un muro, no: encontraremos una salida», porque el propio Jesús dice que Él es la luz: «No he venido al mundo para condenar al mundo, sino para salvarlo». El mismo Jesús, la luz, dice: «Ten valor: déjate iluminar, déjate ver por lo que tienes dentro, porque soy yo quien te lleva adelante, quien te salva. No te condeno. Yo te salvo». Es «el Señor que nos salva de la oscuridad que tenemos dentro, de la oscuridad de la vida cotidiana, de la vida social, de la vida política, de la vida nacional e internacional… tanta oscuridad» y «el Señor nos salva». Pero nos pide que los veamos primero; que tengamos el coraje de ver nuestra oscuridad para que la luz del Señor entre y nos salve. No tememos al Señor – concluyó el Papa – es muy bueno, es amable, está cerca de nosotros. Ha venido a salvarnos. No tengamos miedo de la luz de Jesús». La comunión espiritual, adoración y bendición Eucarística Finalmente, el Papa terminó la celebración con la adoración y la bendición Eucarística, invitando a todos a realizar la comunión espiritual con esta oración: “Creo, Jesús mío, que estás realmente presente en el Santísimo Sacramento del Altar. Te amo sobre todas las cosas y deseo recibirte en mi alma. Pero como ahora no puedo recibirte sacramentalmente, ven al menos espiritualmente a mi corazón. Como si ya te hubiese recibido, te abrazo y me uno todo a Ti. No permitas, Señor, que jamás me separe de Ti. Amén”. Antes de salir de la Capilla dedicada al Espíritu Santo, se entonó la antífona mariana que se canta en el tiempo pascual, el Regina Coeli. Regína caeli laetáre, allelúia.Quia quem merúisti portáre, allelúia.Resurréxit, sicut dixit, allelúia.Ora pro nobis Deum, allelúia. Prensa CEVNota de prensa de Vatican News06 de mayo de 2020