Llamamiento desde Roma: La guerra es un fracaso de la humanidad

29
Oct
2025

Vaticano. Los representantes de las distintas confesiones reunidos junto al Papa León en el Coliseo para la clausura del Encuentro internacional, promovido por la Comunidad de San Egidio. Testimonios y oraciones, luego el Llamamiento conjunto para que no se permanezca inmóviles ni indiferentes ante los “millones de niños, ancianos, mujeres y hombres” que sufren conflictos y violencias. Asís será la próxima etapa del evento, a cuarenta años del primer encuentro convocado por San Juan Pablo II

Unidos en Roma para hablarse, escucharse, conocerse, buscar la paz y para denunciar “las escandalosas desigualdades, la indiferencia hacia la creación y la vida de las futuras generaciones”.

Los líderes religiosos presentes en el Encuentro Internacional de religiones y culturas organizado por la Comunidad de San Egidio se sientan uno al lado del otro, en el marco del Coliseo, convertido en símbolo moderno de la lucha contra la violencia y lugar de oración por la paz.

El llamamiento de las religiones presentes, firmado por todos los líderes, lanza una exhortación a la acción para contrarrestar el horror denunciado en Fratelli tutti, según la cual “toda guerra deja el mundo peor de como lo encontró”; es “un fracaso de la política y de la humanidad, una rendición vergonzosa, una derrota ante las fuerzas del mal”.

El testimonio de Omar desde Sudán

En el escenario, el Papa León XIV y los responsables de las religiones acogen la voz de quien lleva la guerra grabada en su piel, aquel que viene “de una tierra donde antaño la paz fluía como el gran Nilo, desde el punto donde se encuentran el Nilo Azul y el Nilo Blanco”.

Esa tierra es Sudán. Omer Malla Ali tiene 31 años y es médico: sus palabras conmueven profundamente al público cuando recuerda el día en que todo cambió, cuando la muerte y el miedo invadieron su país, sumido en un conflicto que dura ya dos años y medio.

Su búsqueda de la paz lo alejó de todo lo que había sido su vida: fue refugiado en Etiopía, “un hombre sin patria”, y luego acogido en Italia, adonde llegó a Roma a través de los corredores humanitarios de la Comunidad de San Egidio. Allí, por primera vez volvió a dormir sin miedo, por primera vez volvió a soñar. Su llamado a los hombres de paz que lo escuchan es una súplica para que se rece por la paz en su país y en todos los lugares donde se vive la guerra. Porque “la paz no es sólo la ausencia de guerra, sino la presencia del amor, de la dignidad y de la humanidad”.

Abrir caminos de paz

Ya no es tiempo de esperar, indican los líderes religiosos en su llamamiento, sino el momento de tener valor, de “atreverse a abrir caminos de paz”, porque no se puede permanecer inmóviles ante “millones de niños, ancianos, mujeres y hombres que sufren las consecuencias de la guerra”.

El miedo, los nacionalismos, los odios étnicos y raciales son fantasmas del pasado que la humanidad de hoy ha vuelto a experimentar, a causa de “una globalización sin alma”.

La fuerza pisotea el derecho internacional – denuncian las religiones – y debilita las instituciones creadas para proteger al mundo de la guerra. Las consecuencias son la violencia, la agresividad y la justificación de los conflictos, donde se cae en la ilusión “de que el futuro mejor está contra el otro y sin el otro”. Pero las religiones saben “que nunca hay futuro sin el otro”.

Cambio de paradigma

Es necesaria “una paz desarmada y desarmante”, es el clamor que se eleva desde el corazón de Roma, desde un Coliseo revestido con todos los credos y sumido en la convicción de que “la paz es la petición no escuchada de pueblos enteros, de los refugiados, de los niños, de las mujeres”, y que no existe futuro “si la guerra sustituye a la diplomacia y al diálogo en la resolución de los conflictos”.

El llamado a los poderosos es que se produzca “un cambio de paradigma”, que devuelva al centro la comunidad humana, que se viva juntos construyendo puentes y no muros, para detener las guerras y abrir un tiempo de reconciliación, para lograr “una seguridad basada en el diálogo y no en la escalada de la producción y la amenaza de las armas”.

Atreverse a la paz significa que el futuro verá el agradecimiento de las nuevas generaciones, que recibirán de las religiones “lo que ellas mismas han recibido de Dios: el amor, la sabiduría, el valor de la vida, el perdón”. Porque “ninguna guerra es santa: ¡sólo la paz es santa!”.

La oración puede cambiar la historia

Las religiones repiten lo dicho por san Juan Pablo II en 1986, al final del encuentro de los líderes de todas las confesiones en Asís para la oración común por la paz. Entonces el Pontífice afirmó que “la paz es un taller abierto a todos”. Desde el escenario, la Comunidad de San Egidio recuerda el camino recorrido en estos 39 años, durante los cuales ha continuado el encuentro con la convicción constante de que “la paz siempre es posible”, de que la oración “puede cambiar la historia” y de que “Dios escucha” las “invocaciones y los gemidos de quienes sufren la guerra”.

El camino recorrido hasta ahora ha ido a contracorriente, porque ante un lenguaje bélico se ha seguido hablando de paz, manteniendo “abiertos los caminos del diálogo”, ya que – como decía Francisco – “el mundo se asfixia sin diálogo”.

El espíritu de Asís sigue soplando, portador de una gran responsabilidad y de “una memoria decisiva: el horror de la guerra”. El anhelo de paz debe unir a las personas, “porque los pobres y los humildes de la tierra nos miran con esperanza. ¡Porque la paz siempre es posible!”.

En Asís en el 2026

El camino continúa, asegura el presidente de San Egidio, Marco Impagliazzo, siempre a contracorriente frente a “los muchos conflictos abiertos”, oponiendo al lenguaje de la violencia el lenguaje de la paz, combatiendo con el Espíritu de Asís los vientos de guerra y el mal, porque “la paz siempre es posible”, con la mirada puesta en “esas que el Papa León ha definido como las chispas de esperanza”.

El próximo año se cumplirán cuarenta años de diálogo y de encuentro, que llevarán nuevamente su camino a la ciudad de San Francisco, donde todo comenzó, el 26 de octubre de 1986.

29 de octubre de 2025
Fuente: Vatican News
CEV Medios