En un mundo donde crece la crisis socioambiental y el desafío urgente de proteger el planeta, la formación y la acción comunitaria se vuelven herramientas necesarias para construir un futuro sostenible. Con este propósito, el Centro Bíblico Teológico Pastoral para América Latina y el Caribe (Cebitepal) del Celam lanza un nuevo curso titulado “Ecoteología de la esperanza: un estilo de vida cristiano y ecológico”, que tiene como propósito promover una espiritualidad comprometida con el cuidado de la Casa Común.
En diálogo con ADN Celam, la doctora en Teología Mariel Alejandra Caldas, docente y especialista en cultura y comunicación, explicó que esta propuesta va más allá de la teoría, invitando a las comunidades a redescubrir su rol como guardianes de la creación: “La ecoteología de la esperanza que proponemos es un estilo de vida de fe, un nuevo modo de habitar la Creación, conviviendo como una gran y saludable familia”.
El curso, que se desarrollará en modalidad virtual, ofrece a los participantes la oportunidad de reflexionar, formarse y actuar frente a los desafíos ecológicos de nuestro tiempo, inspirados en la Laudato Si’ y en el llamado del Papa Francisco a vivir una ecología integral.
Guardianes de la creación
Pregunta: El curso apuesta por una ecología vivida desde la fe ¿Qué mensaje quisieras transmitir a las personas para que se sientan motivadas a inscribirse y descubrir su papel como guardianes de la creación?
Respuesta: La ecoteología de la esperanza que proponemos, es más que una teoría o un conjunto de acciones para hacer, es un estilo de vida de fe, un nuevo modo de habitar la Creación, conviviendo como una gran y saludable familia (LS 202-245). No es una visión idílica o irreal de la vida, o una propuesta que solo compete o beneficia a algunos, sino que está profundamente afianzada en la Buena Nueva del Evangelio, que es para todos.
Nuestro fundamento es dialógico y respetuoso, pero también profético y, en particular denunciante de todo lo que imposibilita el crecimiento del Reino en la historia. Por eso también a esta ecoteología de la esperanza, la podemos denominar: “esperanzacción”. Buscamos salir de las meras protestas, del miedo paralizante o de la espera pasiva que pretende que una tecnología u otros nos salven, sin involucrarnos.
Las crisis pueden ser etapas de transformación, como un parto que permite una nueva vida; por eso ese tiempo de crisis socio-ambiental, nos propone gestar y dar a luz un estilo de vida cristiano y ecológico. (CV 21) Es necesario entonces, desde una fe adulta y desde la responsabilidad socio-ambiental, promover acciones de cuidado de toda vida. Hoy más que nunca, creemos que no se puede ser creyente y no ser ecológico, porque Dios nos ha pedido cuidar lo que ha creado (LS 244), y somos custodios de las demás creaturas. (EG 215).
Cuidar la creación desde la fe y la comunidad
P.: En tiempos donde el cuidado del planeta es urgente, ¿cómo cree que esta formación puede fortalecer el compromiso con la ecología integral y al mismo tiempo enriquecer su espiritualidad y vida comunitaria?
R.: Ante la crisis socio-ambiental actual muchas personas creen que todavía hay tiempo para que se revierta, o confían en que alguna tecnología lo hará; algunos la niegan, o se refugian en el pasado o al futuro para no confrontar la realidad, mientras otros responsablemente, comienzan a realizar una profunda conversión ecológica (LS 216-221) que intenta inspirar a otros.
Es necesario entonces tener información, pero sumarle también una espiritualidad, una pasión por el cuidado de la Creación, que no esté “desconectada del propio cuerpo ni de la naturaleza o de las realidades de este mundo, sino que vive con ellas y en ellas, en comunión con todo lo que nos rodea.” (LS 216)
Del libro de la Creación no aprendemos solo racionalmente y con palabras, lo hacemos también en la contemplación, el silencio, el diálogo sin egos, aprendemos también con el contacto físico y los sentidos. “Dios ha escrito un libro precioso, cuyas letras son la multitud de criaturas presentes en el universo (…) que son continua revelación de lo divino”. (LS 85) Desde esta actitud, escucharemos nuestra voz interior, la de nuestros hermanos humanos y no humanos, la de Dios mismo hablándonos en los elementos de la Creación, en los demás seres.
“Dios ha dado el primer paso creándonos desde el amor”
P.: ¿Cómo pueden las comunidades aprovechar esta oportunidad para articular acciones en sus territorios y ser discípulos en salida en favor del cuidado de nuestra Casa Común?
R.: Desde que comenzamos a existir, necesitamos ser cuidados por otros para vivir, y nosotros también lo hacemos con personas y espacios que amamos para que ellos tengan vida, ya que cuidado y amor se implican mutuamente. Dios ha dado el primer paso creándonos desde el amor, cuidándonos al dejarnos un planeta maravilloso para que no tengamos ninguna carencia, y dándonos otros iguales para convivir, porque como se afirma en el Génesis, no es bueno que “el ser humano esté solo” (Gn 2,18).
Por otra parte, desde su optimismo ontológico sobre nosotros, Dios plasmó un mandato de cuidado responsable sobre nuestra “Casa común” (Gn 1,28; 2,15).
Nuestra reflexión, no será solo una profundización teórica, sino también vital. Nos permitirá repensar sobre nuestras prácticas cotidianas y eclesiales, las palabras que utilizamos, y nuestra huella ecológica en otros seres humanos y ambientes. Intentaremos superar el pesimismo antropológico, los malos entendidos sobre la materia -el cuerpo humano y el “cuerpo tierra”-, así como renovar nuestras pedagogías, proponiendo entre ellas una renovada “pedagogía del cuidado”.
“caminemos cantando”
P.: Algo que quisiera agregar
R.: La ecoteología de la esperanza nos ayudará a salir de las protestas sin propuestas, del miedo o la inacción, y a escuchar también al diálogo amoroso iniciado por Dios: “la identidad específica de una roca particular o de una flor o de una persona humana es manifestativa de la Palabra divina. Y sus relaciones con un ecosistema particular y un cosmos interrelacionado manifiesta el lazo de amor que es el Espíritu Santo.” (Lucio Florio, Teología de la vida, p. 173) Ese diálogo nos capacita para “identificar con mayor riqueza la pluralidad de huellas de su Creador (…) porque cada criatura, cada especie, cada ecosistema, la tierra y el universo entero son una automanifestación de Dios” (Ibíd.), son huellas trinitarias. Ellas incluyen a toda la historia de la biosfera, a todas sus especies, a todos los escenarios y ecosistemas actuales y desaparecidos.
Una “Casa” para todos, requiere la protección y defensa de todos sus integrantes, de cada vida (Ibíd., 26) Entonces, caminemos escuchando, y como dice Francisco, también: “caminemos cantando. Que nuestras luchas y nuestra preocupación por este planeta no nos quiten el gozo de la esperanza”. (LS 244)
15 de septiembre de 2025
Fuente: Vatican News
CEV Medios
Comentarios recientes