Entre los pobres de San Pablo «a los que no abandonaremos»

12
Oct
2020

Vaticano.- A la hora del Ángelus el Papa citó el ejemplo de un misionero italiano en Brasil que consumió su propia vida salvando a las personas de la miseria. El Padre Julio Renato Lancellotti, así se llama, había escrito una carta a Francisco para hablarle de su servicio

Otro siervo de los pobres, es más, uno que «ha quemado su vida con los pobres». El Padre Julio Renato Lancellotti es el misionero al que el Papa se refirió a la hora del Ángelus del 11 de octubre. Francisco dijo que lo había llamado por teléfono, contacto que siguió a lo que este anciano sacerdote italiano, desde hace más de 30 años en Brasil, había establecido con el Santo Padre mediante una carta de finales de septiembre.

Covid y dignidad violada

En las pocas líneas de la carta surge la sección transversal de la miseria diaria que el Padre Julio ha compartido durante mucho tiempo con la gente que sobrevive en las calles de San Pablo. Un escenario duramente complicado por el Covid que, en la mezcla devastadora con la pobreza endémica que aflige a estos desheredados, genera una cantidad inimaginable, e incluso sin precedentes, de violaciones de la dignidad humana. El Padre Julio ha visto muchas de estas violaciones y, sin embargo, le cuenta al Papa su sorpresa al constatar cómo una grave crisis sanitaria se ha convertido en Brasil en el escenario de un número aún mayor de ataques contra el valor de la vida.

Lucha desigual

La carta que llegó al escritorio de Francisco estaba acompañada por fotos que muestran la verdad de las palabras del misionero. El desafío de una pequeña parroquia al gran virus mundial, la lucha de una isla entre pobres que trata de ofrecer el mínimo equipamiento para proteger la salud, incluso en situaciones en las que el distanciamiento social es prácticamente imposible y en las que faltan alimentos, duchas y lavabos. Y sin embargo, el Padre Julio nos asegura que son personas a las que no abandonaran ni “abandonaremos”.

«Este es el mensajero de Dios»

La carta enviada a Francisco concluía con la petición de una bendición que el misionero hubiera querido recibir personalmente, pero admitiendo que esto sería imposible porque no se daban las condiciones físicas para viajar a Roma. La historia de un hombre anciano que, según dijo el Papa a la hora del Ángelus, vive «la vejez en paz. Esta es nuestra Madre Iglesia, éste es el mensajero de Dios que va a la encrucijada de los caminos».

Prensa CEV
Nota de prensa de Vatican News
12 de octubre de 2020