El Papa pide «evitar nuestro naufragio como civilización» siendo más humanos

04
Abr
2022

Durante su encuentro con los migrantes en Malta, Francisco exhortó al mundo a mirar a las personas «no como números», sino como «hermanos y hermanas». El Pontífice también recordó que para salvarnos de «nuestro naufragio como civilización» la clave está en comportarnos con más humanidad, evitando caer «en la trampa» de la indiferencia ante quienes sufren «la herida» de la crisis migratoria.

Vaticano. La tarde del domingo 3 de abril, segunda y última jornada del viaje apostólico del Papa Francisco a Malta, culminó con un encuentro fraterno entre el Pontífice y un grupo de migrantes que tuvo lugar en el Centro Juan XXIII Peace Lab, ubicado en el vecindario maltés de Hal Far.

Tras agradecer al padre Dionisio, director del centro y a dos migrantes, Daniel y a Siriman, que compartieron sus testimonios en representación de todos los que se ven obligados a dejar su patria; Francisco les expresó nuevamente su cercanía:

«Desde el día que fui a Lampedusa, nunca los he olvidado. Los llevo siempre en el corazón y están siempre presentes en mis oraciones», aseveró.

Malta sea un puerto seguro para los migrantes

En alusión al lema de su viaje a Malta, «Nos mostraron una cordialidad fuera de lo común» (28,2), una cita de los Hechos de los Apóstoles que narra como los malteses acogieron al apóstol Pablo y a todos los que habían naufragado junto con él cerca de la isla; el Pontífice manifestó su deseo de que Malta «siempre trate de este modo a cuantos llegan a sus costas», de manera que realmente sea para ellos un “puerto seguro”.

Observando la grave crisis migratoria que vive la humanidad, el Papa recordó que actualmente una «gran cantidad de hombres, mujeres y niños han vivido durante estos años una experiencia de naufragio en el Mediterráneo» y lamentablemente para muchos de ellos ha sido trágica.

Mirar a las personas como hermanos, no como números

El Santo Padre profundizó aún más sobre este punto hablando del fenómeno que podríamos calificar como el naufragio de la civilización«que amenaza –puntualizó– no sólo con hundir a los refugiados, sino a todos nosotros» y por tanto, para salvarnos propuso un camino concreto: comportarnos con humanidad.

En este sentido, para Francisco es fundamental que aprendamos a mirar a las personas no como números, sino como lo que son, es decir, «rostros, historias, sencillamente hombres y mujeres, hermanos y hermanas», pensando «que en el lugar de esa persona que veo en una embarcación o en el mar, a través de la televisión o de una foto, podría estar yo, o mi hijo, o mi hija».

La herida de migrar y la complicidad de las autoridades

Asimismo, volviendo a los testimonios compartidos por algunos migrantes durante este encuentro, el Santo Padre dirigió su pensamiento y oración hacia «miles de personas que en estos últimos días se han visto forzadas a huir de Ucrania a causa de la guerra» y también hacia todos aquellos que, buscando un lugar seguro, «se han visto obligados a dejar la propia casa y la propia tierra en Asia, en África y en las Américas». Una realidad que a veces – indicó Francisco- se desarrolla con la complicidad de las autoridades.

Igualmente, en su alocución, el Pontífice habló del desgarro que se produce en el corazón de quien debe «partir separándose de las propias raíces». Una herida profunda -dijo- que deja marca y que para lograr que sane, es necesario tiempo y experiencias ricas en humanidad: «encontrar personas acogedoras, que saben escuchar, comprender, acompañar; y también estar junto con otros compañeros de viaje para compartir, para llevar juntos el peso».

Por otra parte, el Papa agradeció a Malta y particularmente a este centro de acogida, «por haber aceptado el reto de recibir a los migrantes que llegan», convirtiéndose así en lugares de humanidad.

El sueño que el Papa ha puesto en manos de Dios

Antes de concluir, Francisco compartió con todos los presentes uno de sus sueños, que ha puesto además en manos de Dios: «Que ustedes migrantes, después de haber experimentado una acogida rica de humanidad y fraternidad, puedan llegar a ser en primera persona testigos y animadores de acogida y de fraternidad, aquí y donde la Providencia guíe vuestros pasos, porque lo que es imposible para nosotros no es imposible para Él».

La fraternidad y la amistad social

Por ello, el Pontífice destacó la importancia de que en el mundo de hoy los migrantes se conviertan en testigos de los valores humanos esenciales para una vida digna y fraterna. «Son valores que ustedes llevan dentro, que pertenecen a sus raíces», añadió, subrayando el camino a seguir: el de la fraternidad y la amistad social.

«Aquí está el futuro de la familia humana en un mundo globalizado», afirmó el Papa poniendo en guardia sobre la urgente necesidad de no dejarnos engañar por los que, ante la crisis migratoria declaran que «no hay nada que hacer”, “que son problemas más grandes que nosotros”, “o que cada uno se dedique a sus asuntos y los otros que se arreglen”.

De cara a este panorama, Francisco pidió «no caer en la trampa y responder al desafío de los migrantes y de los refugiados con el estilo de la humanidad», sino más bien reforzar el tejido de la amistad social y la cultura del encuentro, «partiendo de lugares como este centro, que ciertamente no serán perfectos, pero son laboratorios de paz”.

Una vela encendida para la Virgen María

Al final de esta celebración, el Santo Padre encendió una vela ante la imagen de la Virgen, acompañado por algunos migrantes:

«Un gesto sencillo, pero con un gran significado», explicó Francisco, haciendo hincapié en que en la tradición cristiana esa pequeña llama es símbolo de la fe en Dios:

«Y es también símbolo de la esperanza, una esperanza que María, nuestra Madre, sostiene en los momentos más difíciles. Es la esperanza que he visto hoy en vuestros ojos, que ha dado sentido a vuestro viaje y los hace seguir adelante. A Ella le confío a cada uno de ustedes y a sus familias, y los llevo conmigo en mi oración».

Prensa CEV
Nota de Vatican News
04 de abril de 2022