San Cristóbal.– Con el inicio del tiempo de Cuaresma, el Obispo de la Diócesis de San Cristóbal, Mons. Mario Moronta, y el Obispo auxiliar Mons. Juan Ayala, comparten el mensaje para este tiempo de reflexión y preparación para la Pascua del Señor. Titulado “Gracia y paz de parte del Señor Jesús”, en el mensaje expresan que la Cuaresma es una invitación a la santidad: «Con las diversas prácticas cuaresmales, apoyados en la Palabra y la Eucaristía, manifestándonos en obras de caridad, podemos profundizar la respuesta a la llamada de Dios a ser como Él, perfectos; es decir, santos». Añaden en el texto que «es un tiempo necesario y propicio para la oración y para todo aquello que fortalezca nuestra fe. Continuaremos, por todos los medios disponibles, propiciando las acciones, jornadas y programas de oración, formación y animación», afirmando que es un momento «altamente propicio para intensificar acciones de caridad: desde el más pequeño gesto (como acompañar a alguien en su soledad) hasta las más complejas acciones en favor de numerosos hermanos (ollas solidarias, colectas de medicamentos, etc.)». A continuación, puede leer el mensaje íntegro de la Cuaresma para el pueblo de Dios que peregrina en la Diócesis de San Cristóbal. MENSAJE DE CUARESMA¡EN EL NOMBRE DEL SEÑOR!A TODO EL PRESBITERIO Y MIEMBROS DEL PUEBLO DE DIOS QUE CONSTRUYE EL REINO DE CRISTO EN EL TÁCHIRA“GRACIA Y PAZ DE PARTE DEL SEÑOR JESÚS” 1.- “Sea que ustedes coman, sea que beban, todo lo que realicen, háganlo para la gloria del Nombre del Señor” (1 Cor 10,31). El tiempo de gracia iniciado el miércoles de ceniza y conocido como “cuaresma”, es oportuno para reafirmar nuestra vocación cristiana a la santidad. Con las diversas prácticas cuaresmales, apoyados en la Palabra y la Eucaristía, manifestándonos en obras de caridad, podemos profundizar la respuesta a la llamada de Dios a ser como Él, perfectos; es decir, santos. Eso nos capacita para actuar en el Nombre del Señor y hacer brillar su gloria. 2.- Estamos llamados a vivir en comunión con la Trinidad Santa, lo cual demostramos con nuestro testimonio y conducta de vida cristiana, nacida en el bautismo. Por éste nos convertimos en “hijos de Papá Dios, Discípulos de Jesucristo y Templos del Espíritu Santo”. Así, todo lo que podamos y debamos hacer, lo realizaremos en su nombre glorioso para darlo a conocer y también enriquecernos plenamente. A través de nuestra fe, esperanza y caridad, manifestamos la gloria del nombre del Señor. 3.- En su reciente MENSAJE DE CUARESMA para este año 2021, el Papa Francisco nos alienta a ello y nos invita a fortalecer “la fe que nos llama a acoger la Verdad y a ser testigos, ante Dios y ante nuestros hermanos y hermanas”: Al tener la conciencia de la presencia de Dios en medio de nosotros y en cada una de nuestras personas, convertiremos el ayuno en un acto de liberación de todo lo que nos puede estorbar. Igualmente se nos pide asegurar la esperanza, como “agua viva que nos permite continuar nuestro camino”. Ella nos impulsa a una actitud de recogimiento y oración contemplativa para iluminar lo que hemos de hacer ante tantos desafíos. “Vivir una cuaresma con esperanza significa sentir que, en Jesucristo, somos testigos del tiempo nuevo en el Dios que hace nuevas todas las cosas (Cf. Ap 21,1-6)”. Y, finalmente, la caridad “vivida tras las huellas de Cristo mostrando atención y compasión con toda persona, es la expresión más alta de nuestra fe y esperanza”. Con ello nos alegramos al ver al hermano crecer y superar sus dificultades: la caridad, con su dimensión social, nos conduce a la opción por los más débiles y necesitados de nuestra sociedad. 4.- El momento actual está marcado por la covid19, pandemia que está golpeando a toda la humanidad, y también por una crisis socio-económico-política que continúa empobreciendo a la inmensa mayoría de nuestro pueblo. El relativismo ético con sus expresiones de amoralidad, corrupción y menosprecio de la dignidad humana está minando las voluntades de no pocos. La implantación de un proyecto totalitario destructor de los valores fundamentales de la democracia y la convivencia ciudadana, junto con la fuerte presencia de grupos cuya ideología inhumana pretende minar las bases de la familia y abrir espacios a praxis anti-vida (como el aborto y la eutanasia) complican más el panorama. Es triste comprobar el conformismo de numerosos hermanos que o no logran ver las dimensiones de la problemática o se encierran en actitudes pasivas, mediocres y tibias. La ausencia de un liderazgo auténtico, que debería estar al lado del pueblo, hace que este se sienta a la deriva y aparentemente guiado por quienes tienen como único interés aferrarse a un poder omnímodo y muy alejado de la verdad, de la justicia y de la paz ciudadana. 5. La Iglesia, en este tiempo de Cuaresma, nos invita a reforzar lo que nos es propio para así poder seguir construyendo el Reino de Dios, que lo es de justicia, paz, libertad y amor. Con los diversos ejercicios cuaresmales, (el ayuno, la oración, la limosna, la práctica de obras de misericordia y caridad), consolidamos nuestro papel de servidores para la auténtica liberación que conlleva luchar contra todo lo que supone pecado, oscuridad, muerte y opresión. De allí la necesidad de renovar continuamente nuestra fe para ser testigos de la Verdad con la cual hacemos real la auténtica liberación (cf. Jn 8,32). Es un tiempo necesario y propicio para la oración y para todo aquello que fortalezca nuestra fe. Continuaremos, por todos los medios disponibles, propiciando las acciones, jornadas y programas de oración, formación y animación. 6.- Nos enfrentamos al desconsuelo, a la desesperanza, al cansancio y al conformismo, tentaciones continuas que minan el entusiasmo y el compromiso de muchos. De allí la urgencia de manifestar que somos gente de una esperanza capaz de ayudarnos a crecer y hacer crecer a los demás. Esta actitud nos debe animar a todos, presbíteros, religiosos y laicos más comprometidos en la acción evangelizadora, a hacernos presentes dentro del pueblo y
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