Descubiertos los restos de los tres primeros mártires católicos de Corea del Sur

02
Sep
2021

Vaticano.- Se llamaban Pablo Yun Ji-chung, Santiago Kwon Sang-yeon y Francisco Yun Ji-heon y murieron en Corea entre 1791 y 1801, víctimas de la persecución anticristiana de la dinastía Joseon. Sus restos han sido finalmente encontrados e identificados en Jeonju, Corea del Sur.

Son las reliquias de los tres mártires católicos más antiguos del país. Descubiertos en marzo durante la renovación de un emplazamiento católico en el condado de Wanju, sus restos fueron sometidos a pruebas de ADN y luego catalogados. Este descubrimiento -dijo el obispo de Jeonju, monseñor John Kim Son-tae- es realmente un acontecimiento notable y monumental, porque nuestra Iglesia, que creció sobre la base de la sangre de los mártires, ha encontrado por fin los restos de quienes ocupan el primer lugar en nuestra historia.

«Es voluntad de Dios -añadió el prelado- permitirnos ver los restos de estos primeros mártires para que podamos imitar su espiritualidad», en contraste con las tendencias de la sociedad contemporánea, que «desde hace tiempo da prioridad al dinero y al individualismo, en lugar de a Dios y a la solidaridad». La esperanza de Monseñor Son-tae, por tanto, es que el ejemplo de los mártires pueda «renovar la humanidad y los tiempos de hoy».

Pablo Yun Ji-chung y Santiago Kwon Sang-yeon, ambos de origen noble, murieron por  haber violado los ritos confucianos, que predominaban en el país en aquella época. Detenidos y sometidos a horribles torturas, nunca negaron sus creencias: «Aunque sus cuerpos están cubiertos de sangre, ni siquiera se quejan. Se niegan a renunciar a su fe y han dicho que es un gran honor morir por Dios bajo el filo de un cuchillo», escribió el gobernador que los condenó a muerte. El 8 de diciembre de 1791, Pablo y Santiago fueron decapitados mientras invocaban a Jesucristo y a la Virgen María. Tenían 32 y 40 años respectivamente.

La misma suerte corrió Francisco Yun Ji-heon, hermano menor de Pablo. Obligado a huir tras el martirio de este último, siguió llevando el Evangelio a muchas personas. Detenido en 1801 y sometido a terribles violencias, no renunció a Cristo: «No puedo abandonar la enseñanza de la Iglesia, a la que he amado tanto al punto de haber penetrado profundamente en mis huesos y convertirse en parte de mi propio cuerpo», dijo. «Moriré por ella 10.000 veces».  No temo a la ley nacional porque creo firmemente en la doctrina del cielo y del infierno. Martirizado, murió y fue descuartizado el 24 de octubre de 1801, a la edad de 37 años.

Pablo, Santiago y Francisco, junto con otros 121 mártires coreanos, fueron beatificados por el Papa Francisco en 2014, durante su Viaje Apostólico a Corea del Sur. En su homilía, pronunciada en Seúl el 16 de agosto, el Pontífice dijo: “La victoria de los mártires, su testimonio del poder del amor de Dios, sigue dando frutos hoy en Corea, en la Iglesia que sigue creciendo gracias a su sacrificio. La celebración del beato Pablo y compañeros (…) los invita a ustedes, católicos de Corea, a recordar las grandezas que Dios ha hecho en esta tierra, y a custodiar como un tesoro el legado de fe y caridad confiado a ustedes por sus antepasados”.

Prensa CEV
Nota de prensa de Vatican News
02 de septiembre de 2021