
Caracas.- El 19 de octubre de 2025, tendrá lugar uno de los acontecimientos más esperados por la Iglesia en Venezuela: La ceremonia de Canonización del Dr. José Gregorio Hernández y Madre Carmen Rendiles. Pero, ¿qué es una canonización?
La palabra “canonización” proviene del latín tardío “canonizāre”, utilizada por los primeros escritores cristianos que significa “incluir algún escrito en el grupo de los textos normativos y canónicos”. De ahí que se defina como canonización la solemne declaración papal en la que considera con toda certeza, que una persona se encuentra en su eternidad junto a Dios, puesto que por este proceso, el nombre de la persona se incorpora a la lista de los santos de la Iglesia universal, asignándole un día de fiesta para la veneración litúrgica, a fin de que los fieles celebren que dicha persona ha alcanzado la esperanza de todos los cristianos: compartir la vida eterna junto al Padre.
Este reconocimiento se otorga una vez la causa de la persona considerada para el honor ha atravesado distintas etapas. El proceso inicia cuando, luego de su muerte, las personas que le han conocido consideran que ha llevado una vida digna de un santo, y con gran afecto, manifiestan ante el ordinario del lugar esta concepción de que ha muerto con fama de santidad. El Obispo local investigará la vida de esta persona, tras lo cual se considerará la apertura de la causa a nivel diocesano; para ello, deberán transcurrir al menos 5 años luego del fallecimiento, según la normativa actual, a fin de discernir si la vida del fallecido aún continúa generando fervor.
El obispo diocesano y el postulador de la causa presentarán entonces un informe que reunirá los datos relevantes de la vida de la persona y las virtudes admirables practicó. Corresponderá a la Congregación para la Causa de los Santos examinar el informe, y si no encuentran obstáculo alguno, dictarán el Decreto «Nihil obstat», con lo que se introduce la causa y se declara “Siervo de Dios”.

De Siervo de Dios a Venerable
Corresponde luego la recepción de testimonios de las personas que conocieron al Siervo de Dios, por parte del tribunal eclesiástico diocesano, instituido por el obispo. Por otra parte, el obispo instituirá además una comisión de censores que analizarán los escritos del Siervo de Dios.
Lo allí recopilado será registrado por el Relator de la causa, designado por la Congregación para la Causa de los Santos, en un documento denominado “Positio” que posteriormente será analizado por una Comisión de Teólogos consultores de la Congregación y finalmente, considerando las conclusiones de la Comisión de Teólogos, será discutido por la Congregación para la Causa de los Santos en sesión solemne de Cardenales y Obispos. Si el “Positio” es aprobado, se presentará ante el Sumo Pontífice, quien luego de considerar lo presentado autorizará el Decreto de Heroicidad de las Virtudes, con el que el Siervo de Dios pasa a ser Venerable.

De Venerable a Beato
Los promotores de la causa presentarán entonces a la comunidad el ejemplo de vida del Venerable, a fin de difundir su recta devoción y mostrar a la persona como modelo de cristiandad e intercesor ante Dios; de manera tal que las personas, confiadas en el Venerable, pidan su intercesión en los momentos de tribulación. De ocurrir el caso de un presunto milagro, requisito necesario para el proceso de beatificación y canonización (a menos que la causa sea introducida la vía de martirio, por medio de la cual no es necesario el proceso de milagro), la documentación del mismo deberá recopilarse por el tribunal eclesiástico diocesano, a fin de ser presentado ante la Congregación de la Causa de los Santos, para su estudio.
El milagro, para considerarse como tal, deberá tratarse de un hecho innegable al que los científicos puedan considerar verídico y aun así inexplicable por las ciencias humanas, como por ejemplo, la sanación inmediata y perdurable de una condición de salud; y por otra parte, comprobar que hubo la intercesión del Venerable, a través de su invocación verbal al ocurrir el hecho. El presunto milagro será estudiado por la Comisión Médica designada por la Congregación, la Comisión Teológica y la Plenaria de Cardenales y Obispos. Si recibe la aprobación en cada una de estas etapas, el milagro se considerará como tal, el Santo Padre aprobará el Decreto de Beatificación y se determinará la fecha para la Ceremonia de Beatificación en los meses consiguientes.
Beatificación, del latín “beatus”, que significa bendito, y “facere” que significa hacer, se trata de un reconocimiento eclesiástico a una persona de la que ha sido comprobado que en vida, mantuvo comportamientos de santidad, a través del ejercicio de las virtudes cristianas de manera heroica (es decir, realizando acciones de caridad extraordinaria) o bien a través del martirio (es decir, que murió a causa de defender su fe), y que por tanto, goza de la gloria del cielo.
Las ceremonias de beatificación son celebradas por un representante del Papa, generalmente, el Prefecto de la Congregación para la Causa de los Santos. Un Beato podrá ser venerado en el entorno al que este pertenece, comúnmente el lugar en el que nació o falleció. Esto quiere decir que se podrá celebrar la Eucaristía el día de su fiesta en las comunidades que tengan relación directa con él mismo. La veneración se extenderá a la Iglesia Universal cuando el proceso haya alcanzado la aprobación de la canonización a través de la comprobación de un nuevo milagro, por la cual el Beato recibe el reconocimiento como Santo.

De Beato a Santo
La denominación de una persona “santa” inicia en la Iglesia Católica como parte de la tradición de la fe, y se daban por aclamación popular (vox populi); era un acto espontáneo de la comunidad cristiana que consideraba que tras la muerte de alguno de los fieles de dicha comunidad, este se encontraba junto a Dios luego de una vida de fe y obras consecuentes de esta fe. Sin embargo, con el tiempo y para evitar abusos de criterios particulares, los obispos asumieron la responsabilidad de la declaración de santos en sus diócesis, bajo consideraciones estipuladas.
Esto continuó afinándose a fin de cuidar y ser prudentes con la autoridad de la Iglesia, y a mediados del siglo III, Cipriano de Cartago sugiere aplicar gran diligencia en la investigación de las causas, con exámenes rigurosos de las condiciones del martirio de la persona, el carácter de su fe y los motivos por los cuales aceptó tal sufrimiento, a fin de evitar que tal reconocimiento de santidad fuese otorgado verdaderamente a quien correspondía.
En la actualidad, este proceso de investigación incluye la revisión exhaustiva de diferentes aspectos de la vida de la persona implicada, y el reconocimiento de la santidad se puede dar por cuatro vías: la de las virtudes heróicas, la del martirio, la de las causas excepcionales y la vía del ofrecimiento de vida; esta última promovida por el Papa Francisco a través del motu proprio “Maiorem hac dilectionem”, con el favor de la Congregación para las Causas de los Santos en sesión del 27 de septiembre de 2016.

¿Para qué reconocer la santidad?
De acuerdo con la enseñanza de la fe, según el Magisterio católico, la Iglesia es santa puesto que conforma el cuerpo místico de Cristo, y es templo del Espíritu Santo; pero también lo es en virtud de la vida de aquellos que han sido testimonio de la Obra de Dios, y que no han faltado de generación en generación; desde la tradición reflejada en el Antiguo Testamento, el llamado a la santidad (vivir de acuerdo con el amor del Padre) está presente, y alcanza la plenitud con la encarnación del Hijo, Jesús, cuya vida es demostración de la experiencia humana en plenitud.
Aquellos que hoy son llamados santos, han sido testigos del amor de Jesús y por ello, han permitido que el Espíritu Santo guíe y oriente su voluntad a la Voluntad de Dios, que no es otra que experienciar la vida desde el amor y para el amor; de tal modo que fueron capaces de, con audacia, dar respuestas a los desafíos de su época, partiendo desde el Evangelio. Estos testimonios han consolidado la fidelidad de la Iglesia a Cristo, a pesar de las no pocas dificultades que ella enfrenta. Ellos recuerdan a los nuevos creyentes de cada generación, cómo y hacia dónde colocar la mirada: En Jesús y su enseñanza.
Por ende, la canonización no es para beneficio de las personas fallecidas a quienes se les reconoce santos; sino de los fieles que aún peregrinan en la tierra, a fin de mirando el ejemplo de quienes antecedieron en la fe, encuentren en ellos palabras de aliento entre sus escritos; maneras de integrar la caridad cristiana a sus vidas, testigos de cómo el encuentro con Dios transforma el modo de proceder y lo reorienta hacia el amor.

Santos para todos
José Gregorio Hernández y Madre Carmen Rendiles, serán canonizados el 19 de octubre de 2025 en Roma, por el papa León XIV, lo que los convertirá en los primeros santos venezolanos, cuya veneración podrá extenderse en todo el mundo. Junto a ellos, también lo harán los beatos Ignazio Choukrallah Maloyan, Peter To Rot, Vincenza Maria Poloni, Maria Troncatti y Bartolo Longo.
El “Médico de los Pobres” será reconocido santo a través de la vía de la canonización equivalente, que ocurre cuando el Sumo Pontífice, haciendo ejercicio de la infalibilidad, ordena la veneración de algún Siervo de Dios, Venerable o Beato por toda la Iglesia Universal, porque éste ha recibido tal veneración de forma prolongada y esta no ha cesado o desaparecido, sus virtudes heróicas y milagros o su martirio han sido relatados por confiables historiadores y la fama de intercesión no ha sido interrumpida.
La beatificación de José Gregorio Hernández, fue aprobada en 2020 tras el reconocimiento de un milagro adjudicado a su intercesión; en 2025, el Papa Francisco consideró que el Beato gozaba de los requisitos necesarios para eximirse del proceso de aprobación de un segundo milagro, con lo que declaró su canonización de forma extraordinaria.
Por su parte, Madre Carmen Rendiles, beatificada en 2018 tras la aprobación de un primer milagro, obtuvo la aprobación de un segundo milagro asociado a su intercesión por la curación de forma innegable e inexplicable de una mujer diagnosticada en 2015 con hidrocefalia triventricular idiopática, lo cual le confirió el reconocimiento de su santidad por parte del papa Francisco.

17 de octubre de 2025
CEV Medios
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