Vaticano. En su saludo a la delegación de cardiólogos del Curso de Revascularización de París, el Papa recuerda que la Iglesia fomenta la investigación científica «que abre al ser humano a la verdad y a un servicio más profundo al bien común». La invitación es a compartir los resultados obtenidos en la investigación, asegurando que también los pobres y los marginados puedan acceder a los nuevos tratamientos.
Una encrucijada entre ciencia, compasión y responsabilidad ética. Así es el trabajo médico según el Papa León, que esta mañana, 5 de diciembre, ha recibido a una delegación de cardiólogos del Paris Course on Revascularization comprometidos con el desarrollo de la ciencia y la práctica intervencionista en el campo de la cardiología. Un encuentro que coincide con el Jubileo de la Esperanza, un año «que renueva la fuerza, reaviva el valor y nos enseña a esperar incluso en medio de la fragilidad humana», afirma el Pontífice.
La Iglesia afirma constantemente la vocación de la investigación científica, que abre al ser humano a la verdad y a un servicio más profundo al bien común. Ustedes encarnan este espíritu cada vez que tratan de sanar un corazón, tanto en sentido físico como metafórico, dando alivio a quienes sufren y esperanza a sus familias.
Servir la vida
La ternura que Cristo tenía por los enfermos es, para el Papa, el corazón del servicio a la vida y la base de todo acto médico auténtico. «Su amor inquebrantable —subraya el Pontífice— inspira la dedicación que ustedes demuestran a través de la investigación, la formación y las delicadas intervenciones que preservan la vida».
Cada latido del corazón confiado a su cuidado nos recuerda que la vida es un don, siempre un misterio que hay que venerar. Por lo tanto, les animo a seguir promoviendo un espíritu de colaboración global, a compartir generosamente el conocimiento y a garantizar que los avances en los tratamientos sigan siendo accesibles para todos, especialmente para los pobres y los marginados.
Encomendados a Jesús
Al saludar a los cardiólogos, el Papa confía su trabajo «al Sagrado Corazón de Jesús, médico de almas y cuerpos», y expresa su deseo de que el Paris Course on Revascularization siga siendo «un faro de esperanza, iluminando la profunda unidad entre la excelencia científica y el servicio a la humanidad». «Que Dios los bendiga —concluye León XIV— con sus dones de valentía, perseverancia y alegría».
05 de diciembre de 2025
Fuente: Vatican News
CEV Medios
Comentarios recientes