León XIV recibe a los directivos y funcionarios del Sistema de Información para la Seguridad de la República, les agradece el trabajo realizado, que «requiere competencia, transparencia y confidencialidad», y recomienda «el respeto de la dignidad de la persona humana y la ética de la comunicación». El Pontífice recuerda a quienes «han perdido la vida en misiones delicadas» y denuncia: «En varios países, la Iglesia es víctima de servicios que oprimen su libertad».

Por un lado, el «reconocimiento» por un trabajo «exigente» y «grave responsabilidad» que «requiere competencia, transparencia y, al mismo tiempo, confidencialidad» para vigilar los peligros que amenazan la paz y la vida de la nación. Por otro lado, la recomendación de evitar que la «información confidencial» se utilice «para intimidar, manipular, chantajear o desacreditar» a figuras públicas. Este es un problema que surge en varios países, incluso en relación con la Iglesia, «víctima de servicios de inteligencia que actúan con fines no buenos, oprimiendo su libertad». Palabras significativas las que el Papa León XIV dirige a los miembros del Sistema de Información para la Seguridad de la República, recibidos en audiencia en el Vaticano con motivo del centenario de la institución (el 1925 con el Servicio de Información Militar) de la actividad de inteligencia en Italia. Un sistema «coordinado y eficaz, para la protección de la seguridad del Estado», que a lo largo de este siglo —señala el Pontífice— ha experimentado muchos cambios: en las capacidades y en los instrumentos, que se han ido perfeccionando, para hacer frente a los retos, que han ido aumentando y diversificándose cada vez más.
Un trabajo exigente
En su discurso, pronunciado íntegramente en italiano y que comenzó con una disculpa por el retraso («El programa de hoy se ha complicado un poco…»), León XIV elogia el trabajo de los «Servicios», realizado «con profesionalidad».
Un trabajo exigente que, debido a su carácter confidencial, a menudo corre el riesgo de ser instrumentalizado, pero que es de gran importancia para detectar con antelación posibles situaciones peligrosas para la vida de la sociedad.
Una mirada ética
Al mismo tiempo, el Papa recomienda «una mirada ética que tenga en cuenta al menos dos aspectos imprescindibles: el respeto de la dignidad de la persona humana y la ética de la comunicación». El respeto de la dignidad humana como «exigencia ética» que nunca se puede olvidar y nunca puede faltar, afirma el Pontífice. Ni siquiera en aquellas circunstancias difíciles en las que «el bien común que se persigue nos parece más necesario que todo lo demás». Ciertamente, «no siempre es fácil encontrar un equilibrio», admite el Papa, que cita a la Comisión Europea para la Democracia a través del Derecho, según la cual «las agencias de seguridad a menudo tienen que recopilar información sobre las personas y, por lo tanto, inciden fuertemente en los derechos individuales». «Es necesario, pues —señala León—, que se establezcan límites, según el criterio de la dignidad de la persona, y que se permanezca vigilante ante las tentaciones a las que un trabajo como el de ustedes les expone»
Asegúrense de que sus acciones sean siempre proporcionales al bien común que se persigue y que la protección de la seguridad nacional garantice siempre y en todo momento los derechos de las personas, su vida privada y familiar, la libertad de conciencia y de información, y el derecho a un juicio justo.
Leyes y presupuestos
En este sentido, para el Papa «es necesario que las actividades de los Servicios estén reguladas por leyes, debidamente promulgadas y publicadas, que estén sometidas al control y la vigilancia del poder judicial y que los presupuestos estén sujetos a controles públicos y transparentes».
Vigilar el uso de la información confidencial
Observando luego el notable cambio en el mundo de las comunicaciones, con una «revolución digital» que se ha convertido en parte integrante de la vida y las relaciones, y con las nuevas tecnologías «cada vez más avanzadas» que ofrecen tantas posibilidades como «peligros continuos», el Papa León XIV pide un esfuerzo adicional de vigilancia para este «intercambio masivo y continuo de información». Vigilancia para distinguir entre verdad y fake news, para evitar «la exposición indebida de la vida privada», así como «la manipulación de los más frágiles, la lógica del chantaje, la incitación al odio y a la violencia».
Es necesario vigilar rigurosamente que la información confidencial no se utilice para intimidar, manipular, chantajear o desacreditar el servicio de políticos, periodistas u otros actores de la sociedad civil. Todo esto también se aplica al ámbito eclesiástico. De hecho, en varios países, la Iglesia es víctima de servicios de inteligencia que actúan con fines no buenos, oprimiendo su libertad.
El recuerdo de quienes perdieron la vida en misiones difíciles
«Estos riesgos deben evaluarse siempre y exigen una gran entereza moral en quienes se preparan para desempeñar un trabajo como el de ustedes y en quienes lo llevan a cabo desde hace tiempo», advierte el Papa. Se dice «muy consciente» del delicado papel y la responsabilidad de los servicios de inteligencia. Y, en este sentido, recuerda a todos aquellos colegas que perdieron la vida en misiones delicadas, llevadas a cabo en contextos difíciles: «Su dedicación quizá no aparezca en los titulares de los periódicos, pero sigue viva en las personas a las que ayudaron y en las crisis que contribuyeron a resolver».
Agradecimiento por la colaboración con la Santa Sede
De ahí el agradecimiento por los esfuerzos de los servicios de inteligencia italianos también para garantizar la seguridad de la Santa Sede y del Estado de la Ciudad del Vaticano. Y, de forma espontánea, palabras de gratitud por la colaboración «con la Gendarmería, con el Vaticano, con la Santa Sede» en tantos servicios: «En verdad, esta capacidad y posibilidad de servir a los demás se hace realidad gracias a la buena colaboración con ustedes».
Al concluir su discurso, el Papa anima a «tener siempre como objetivo el bien común», «aprendiendo a evaluar con juicio y equilibrio las diferentes situaciones» que se presentan y «permaneciendo firmemente anclados en aquellos principios jurídicos y éticos que anteponen por encima de todo la dignidad de la persona humana».
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