En el marco de la fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe, sacerdotes, religiosas y seminaristas latinoamericanos que estudian en Roma se reunieron para reflexionar sobre el papel decisivo de María en la misión de la Iglesia. La ponencia inaugural estuvo a cargo del Cardenal Víctor Manuel Fernández, prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, quien desarrolló una catequesis sobre María como estrella de la evangelización.
Durante su intervención, el cardenal Fernández expresó: “María es la estrella de la evangelización porque ella es la primera evangelizadora. Pero yo diría algo más: es la madre de la evangelización”.
María en la Escritura: la fuente de la verdadera devoción
El prefecto reflexionó sobre la cita bíblica de Lucas 1,39-45, que considera un texto decisivo para la mariología. Señaló que la actitud de Isabel frente a María “fue movida por el Espíritu Santo”, y que en sus palabras se encuentran tres claves espirituales: “Bendita tú… bendito el fruto de tu vientre”: un elogio para María y Jesús “con la misma expresión griega”, que los muestra inseparables.
“¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor?”: una actitud de humildad inspirada por el Espíritu.
“Feliz la que ha creído”: donde, explicó, “esta expresión habla de la santidad de María… es la feliz por excelencia, la bienaventurada por excelencia”. El cardenal Fernández remarcó que este pasaje fundamenta la devoción mariana “como propia del Evangelio y efecto del Espíritu Santo”.
“María lleva a Jesús” y por eso evangeliza
El cardenal explicó que Isabel se llenó del Espíritu Santo porque “Jesús llegó a ella, y Jesús llegó porque lo llevó María”. Añadió que este dinamismo continúa hoy, especialmente en la piedad popular: “Cuando María se acerca a un enfermo en un hospital… cuando una imagen de María visita un hogar… se repite esta escena”. Por eso dijo: “Ella como madre entrega a Cristo, y de Cristo mana el Espíritu Santo para nosotros. Por eso es madre de la evangelización”.
El cardenal Fernández también hizo hincapié en la capacidad de María de conservar y contemplar la vida de Jesús: “María es ese libro viviente y luminoso donde uno encuentra toda la historia de Jesús… el Evangelio más completo, el más íntegro. Todo está en el corazón de María”. Y añadió un matiz conmovedor: “María no tiene en su interior solamente la historia de Cristo. Tiene también tu propia historia… Ella conoce y guarda todo eso en el corazón”.
Recordó que en Apocalipsis 12, María aparece como “madre del resto de sus hijos”: “Para ella somos inseparables Jesús y nosotros”.
Evangelizar desde el rostro de la Madre
El cardenal dedicó un amplio segmento a explicar cómo el pueblo sencillo es evangelizado “por el rostro de María”, sin necesidad de estudios teológicos: “Ahí, en el cara a cara con María, son evangelizados”. Citó Evangelii Gaudium: “Lee en esa imagen materna todos los misterios del Evangelio”.
Y retomó Aparecida: “La llegada del peregrino al santuario es un encuentro de amor… El amor se detiene, contempla el misterio, lo disfruta en silencio”. La autoridad eclesial señaló que muchos europeos no comprenden este modo de evangelización, porque es “misteriosa, mistagógica, simbólica”.
Uno de los puntos doctrinales fue su aclaración: “No es que Dios sea lejano y María nos da una cercanía que Dios no tiene. Es todo lo contrario. En ella descubrimos la cercanía de Dios. Ella es transparencia del Evangelio, no un camino paralelo”.
La acción materna de María
Apoyándose en Mater Populi Fidelis, el cardenal manifestó que María también evangeliza porque “nos da un auxilio materno para acoger y vivir el Evangelio”. Explicó que, aunque solo Cristo puede merecer la gracia, es “congruo, razonable que Dios escuche a la madre”.
Citó: “Ella puede implorar para nosotros los impulsos internos del Espíritu Santo… palabras, imágenes, estímulos que ayudan a abrir la vida al Señor”. Y añadió: “Esto lo hace ahora María, también hoy”.
El prefecto resaltó que los pobres reconocen a María como una de ellos: “No le tienen miedo… se dejan evangelizar por una madre buena, tierna y fuerte”. Recordó que, en la historia de América Latina, “la Virgen ha sido central, la primera evangelizadora”.
Confiar en la Madre
El cardenal Víctor Manuel Fernández concluyó invitando a contemplar a María como evangelizadora hoy: “Abriendo el corazón a ella tenés lo que necesitás para tu camino personal… María puede unir el Evangelio de Cristo con tu vida concreta”.
La jornada mariana en Roma se convirtió así en un espacio de reflexión teológica, espiritual y pastoral sobre el papel insustituible de la Madre de Dios en la fe del pueblo latinoamericano.
Preguntas desde el dolor, la esperanza y la misión
Durante el espacio de diálogo, los participantes presentaron inquietudes marcadas por las realidades de América Latina. Un sacerdote mexicano compartió la experiencia de las “madres buscadoras”, afectadas por la desaparición de sus hijos, quienes encuentran en María consuelo y fortaleza. Preguntó cómo la Iglesia puede acompañar estos dolores desde la espiritualidad: “¿Cómo llevar a María a estos contextos de sufrimiento, de guerra y de desapariciones?”. El cardenal Fernández respondió reconociendo “dos realidades”: por un lado, el consuelo materno —“esa madre entiende lo que están pasando porque lo pasó junto a la cruz”— y, por otro, la contradicción de que también los violentos lleven imágenes marianas. Señaló que esto revela que “no han recibido una devoción mariana completa” y llamó a una evangelización integral que incluya justicia y fraternidad.
Desde Colombia, un estudiante relacionó la devoción mariana con los procesos de paz y las mujeres que han sostenido la vida en medio de la guerra. Preguntó cómo esa fe genera reconciliación y unidad. El cardenal resaltó que las tres intervenciones: dolor, fe y búsqueda de paz, están conectadas y muestran la profundidad de la figura de María en el continente: “Estas madres… encuentran en María el regazo de la madre… contemplan su dolor y encuentran consuelo”.
Una tercera intervención reflexionó sobre el sentido bíblico de la expresión “bendita tú”, recordando a Judit como figura veterotestamentaria de liberación. A esto, el cardenal señaló que todos estos textos revelan “una liberación integral”, propia de la acción de Dios, y que María, como la nueva Judit, trae al Libertador.
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