Semillas de Esperanza en la Amazonía: la Sinodalidad que brota desde la tierra

20
Jul
2025

En los márgenes del río y entre los caminos de barro de la Amazonía colombiana, una mujer alza la voz. No es una voz cualquiera, sino una que representa a toda una comunidad que ha aprendido a caminar unida. Marleny Yucumá Vázquez, campesina amazónica, protagoniza una historia que es a la vez sencilla: la historia de la sinodalidad vivida, no solo pensada. A través del documental breve Historias de Sinodalidad: “Semillas de Esperanza, producido por el Observatorio Latinoamericano de la Sinodalidad, la Iglesia latinoamericana erige un espejo para mirarse y reconocerse en quienes, desde los márgenes, sostienen la fe, la vida y la comunidad.

Una voz que nace del río y del barro

Hemos sido muy olvidados por todos los gobiernos departamentales, municipales y nacionales”, dice Marleny, con una firmeza que no necesita estridencias. Su rostro, curtido por el sol y la faena, transmite la sabiduría de quien ha vivido más que leído, de quien ha entendido la Iglesia desde la tierra. El documental la muestra entre plantas, gallinas, barro y agua, testimoniando cómo lo cotidiano se convierte en terreno fértil para una espiritualidad encarnada.

Ella habla en nombre de muchas mujeres campesinas que han aprendido a liderar sin títulossin púlpitos, pero con autoridad moral y comunitaria. Su comunidad ha experimentado la sinodalidad antes de que esa palabra llegara oficialmente a sus oídos.

Somos emprendedoras unidas en oración y la comparamos como las primeras comunidades cristianas porque vivimos unidos en oración, compartimos lo que tenemos a los que no tienen”, declara con satisfacción.

Sinodalidad, una palabra nueva con raíces antiguas

El Papa Francisco ha insistido en que la sinodalidad no es una moda, sino “el camino que Dios espera de la Iglesia del tercer milenio”. Pero ¿qué significa?

Sinodalidad viene del griego syn-hodos: “caminar juntos”. En clave eclesial, se trata de un modo de ser Iglesia donde todos —laicos, religiosos, obispos, mujeres y jóvenes— participan, escuchan y deciden juntos.

Marleny lo traduce a su manera: “Estamos trabajando desde hace más de 35 años en sinodalidad. Sin conocer qué quería decir esa palabra, la estamos haciendo visible en nuestra comunidad. La vivimos en unión familiar, como familia la vivimos el trabajar unidos y en la comunidad familia con familia estamos siempre ahí trabajando en todo, en lo espiritual pero también en lo material”. No hay teología abstracta en sus palabras, pero sí una profunda intuición cristiana: la fe no se impone, se comparte.

Comunidad, ecología y espiritualidad: un camino compartido

Lo más valioso del testimonio de Marleny es que revela una sinodalidad integral, donde la fe, la ecología y la vida comunitaria son inseparables. Ella enseña a otros a sembrar, pero también a orar. Cuida la tierra como quien cuida un altar.

El Sínodo de la Amazonía (2019) ya había señalado la urgencia de una “ecología integral” (Laudato Si’, 2015), que no separa lo espiritual de lo material. En esta línea, la vida de Marleny es un ejemplo concreto: “Trabajamos y estamos proyectando una finca amazónica que es con las buenas prácticas amigables con el medio ambiente, donde reciclamos, donde aprovechamos, no tumbamos un árbol vivo, se tumba el árbol que ya murió para la leña (…). Se tiene una finca con energías alternativas. Aprovechando también estas riquezas que papito Dios nos los ha dado en esta creación tan maravillosa”, dice.

La sinodalidad como experiencia viva

Lo más conmovedor del video es que no se limita a mostrar un concepto, sino una experiencia: reuniones comunitarias, catequesis desde la cocina, decisiones tomadas en ronda, no en jerarquía. Ahí, en la comunidad de Marleny, no se camina por encima del otro, sino junto a él.

Con todos los lineamientos que tiene Laudato Si` y Querida Amazonía estamos viviendo la sinodalidad y estamos dando ejemplo a otras comunidades también. No nos quedamos nosotros como familia y yo como mujer, como campesina y como presidente de Junta, no me quedo solo en mi vereda, sino que me desplazo hasta donde no hay ni junta de acción comunal y allá estoy apoyando a cada familia para que nos unamos también en hacer todos estos trabajos comunitarios”, cuenta su experiencia.

Esa pequeña revolución eclesial, silenciosa pero firme, es quizás el verdadero motor de renovación en la Iglesia actual.

Cuando la Iglesia camina con su pueblo

El video permite comprender que la sinodalidad no es un documento ni un evento. Es una semilla que germina en el barro, en las manos de una mujer campesina, en la vida de comunidades que aman la tierra y se aman entre sí.

Semillas de Esperanza” es una realidad viva. Marleny Yucumá y su comunidad son el rostro de esa Iglesia que ya camina, que ya escucha, que ya transforma desde abajo. Una Iglesia donde todos tienen voz y donde el Evangelio se encarna, no en discursos, sino en la vida compartida.

21 de julio de 2025
Fuente: CELAM
CEV Medios